El pecado del mundo

Conferencia no revisada – 14 de septiembre de 1951, Wemyss Bay

Por Willi Sucher

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Esto es concerniente a Marte; ya hemos hablado sobre Saturno y Júpiter. Vimos que Júpiter en Aries confirma las palabras de Juan: ‘contemplad al Cordero de Dios, que limpia los pecados del mundo’. Esto contiene un significado al que me remitiré hoy.

¿Qué es el pecado del mundo? Intentaremos ver cómo el zodíaco –como eterna expresión de la divinidad– se manifestó creativamente en la evolución externa. Ya intentamos vislumbrar cómo el zodíaco es creativo en la cabeza humana, que ahora es el resultado de un largo período evolutivo, manifestándose muy tarde puesto que requirió de inconmensurables evoluciones cósmicas para ser desarrollada. Llegamos a reconocer al Tao como símbolo del Arquitecto Divino, igualmente válido para la Herramienta masónica. Resonando a través de esta esfera cósmica hubo algo que sólo es posible de imaginar gracias a un simbolismo tal.

Rudolf Steiner elabora tres grandes estadios de la evolución pre-terrestre en su Ciencia Oculta, que llamó Antiguo Saturno, Antiguo Sol y Antigua Luna. Dentro de la condición evolutiva de Saturno, encontramos que la existencia física se manifiesta de un modo muy primitivo, tanto inerte como inconsciente, mientras que el mundo de las jerarquías espirituales rodeaba el nacimiento de este nuevo ser. Este círculo divino fue el origen del zodíaco, siendo el símbolo del coro creativo de las jerarquías divinas. Luego de que transcurriese la noche cósmica se produce la evolución solar, que aporta vida a ese cuerpo físico. Tras una nueva noche cósmica, nos vemos guiados hasta la Antigua Luna, en donde se generaron los primeros atisbos de una consciencia.

Mientras tanto, la creación se extendió en múltiples y diversas condiciones existenciales. Con la evolución terrestre llega el momento en que no contamos solamente con una base de consciencia, sino que se le agrega a ésta una auto-consciencia o ‘yo’. Tal es el cuarto estadio.

En un momento determinado, las sutiles y fluidas indicaciones de la cabeza humana originada en Saturno se tornan visibles. Pese a carecer de vida, reflejaba a los seres espirituales circundantes, consolidando las bases de la cabeza humana futura.

En cierto modo, se trataba de una máscara, una especie de autómata reflectivo semejante al modo en que un espejo refleja aquello que le circunda, pero sin disponer de una vida individual independiente. Con la evolución solar se agrega la vida. Es necesario tomar todo esto simbólicamente, puesto que esa cabeza humana no era real, sino que representaba las posibilidades creativas. Damos por sentada la existencia de los ojos humanos, las cejas, la nariz situada en el medio, olvidando que se trata del símbolo de Aries: (♈)

Es un milagro que ignoramos completamente; pero de poder penetrar hasta las fuerzas creativas por detrás de esta formación, llegaríamos hasta las jerarquías que la desarrollaron. No sabemos nada acerca de las funciones del cerebro posterior. Tampoco sabemos mucho acerca del nervio óptico y sus misteriosas funciones; es solamente penetrando hasta esta realidad superior que es posible reconocerla.

La consciencia fue instilada en la humanidad en la Antigua Luna, y allí tenemos un cuadro majestuoso del potencial de la cabeza humana impregnada de consciencia. Consciencia significa el surgir de una brecha entre el observador y el objeto observado. Este paso evolutivo conllevaba el peligro de que los seres humanos, a diferencia de los animales, se desligasen del universo y desarrollaran así un egoísmo primitivo, que también existe en los animales hasta cierto punto.

De los escritos de Rudolf Steiner sobre la evolución humana, aprendemos a ver cómo ciertos seres espirituales fueron comandados a dirigir este desarrollo durante nuestra evolución, generando finalmente un corte. Estos son los seres luciféricos que fueron introducidos en el ser humano por mérito de las jerarquías, lo que condujo a una especie de caída cósmica. Esta escisión se produjo en la Antigua Luna y se desparramó por todo el cosmos. Una parte del conjunto de los seres no siguió el desligue universal, mientras que el mundo lunar se endureció, brindando así la posibilidad de una auto-consciencia para la humanidad. De esto se encargaron los seres luciféricos, maestros de la tentación, que elaboraron y manifestaron el ‘pecado del mundo’.

Ahora acontece algo diferente en el mundo cósmico, ya que la armonía de la esfera de la cabeza sufrió disturbios, y una indicación de algo como un cuerpo se desprende de dicha esfera como si fuese la cola de un pez.

El ser humano puede ser imaginado como una esfera con una cabeza redondeada. Damos por sentada su forma elongada y de este modo se pierde noción de sus orígenes. Esta es en sí la tragedia que ya acontecía en la época del Cristo: la humanidad había perdido noción sobre el arquetipo divino y su conexión con las fuerzas creadoras divinas. De haber continuado así, nos hubiéramos reducido y endurecido en la futilidad. Pero el Cristo repuso el arquetipo divino por medio del cuerpo de Jesús y como resultado, éste puede ser comprendido y experimentado gracias al conocimiento, al obrar y al contacto interior con el impulso crístico. Localizamos al pecado del mundo en este desprenderse y desligarse. Esta forma puede encontrarse en antiguos monumentos tales como los restos del templo druídico en Clyde Bank, en Glasgow.

Nos es posible imaginar qué es lo que se creó en la Tierra a partir de lo que consideramos como forma humana. Más detalles acerca de la evolución de la Antigua Luna serán desarrollados en trabajos futuros (véase Isis Sophia II, esbozos sobre una nueva Sabiduría estelar)

Regresando hasta la antigua cultura persa, cuando Zaratustra habló sobre Aura Mazdao, el gran Ser solar. También veía a otro ser, conocido por nosotros como Ahriman. El Ser solar era el externo, moral o Ser de luz. Ahriman presiona a la humanidad hacia abajo, obrando en la oscuridad y el frío con el propósito de privar al hombre de entusiasmo, convirtiéndole en máquina. Ahriman representa a un poderoso principio que actúa en contra de Aura Mazdao. Zaruana Akarana era el nombre persa dado al zodíaco y que, en la totalidad del Padre Divino, contenía a ambos seres en sus manos. Los persas vivenciaban a Aura Mazdao en las siete constelaciones superiores, de Aries a Libra, mientras que Ahriman moraba en las cinco inferiores, de Escorpio a Piscis.

En nuestra cabeza portamos al cosmos, mientras que nos ubicamos en la Tierra dentro del metabolismo inferior. Esto puede extraerse desde la figura del zodíaco, en donde la mitad superior se extiende por las constelaciones diurnas y los miembros por las nocturnas.

Marte constituye la memoria de la Antigua Luna. Es un monumento en el cosmos que indica hacia ese pasado. También ejerce una influencia en las personas al obrar dentro de la sangre y el sistema respiratorio durante el desarrollo embrionario, preparando la auto-consciencia. Marte provoca el ‘corte’ en nosotros por el cual podemos distinguirnos a nosotros mismos como sujetos entre objetos, siendo esta tensión constante la que despierta nuestra auto-consciencia.

Observar los movimientos de Marte en el cielo también significa ingresar en él y percibir la sabiduría de Marte hablando sobre la Caída. La sabiduría de la Palabra de Marte explica lo que ocurre en el reino humano. Miremos hacia atrás sobre los eventos en Palestina durante los tres años del Ministerio del Cristo. Marte nos explica sobre lo que prevalecía en la Tierra como pecado del mundo. El Cristo brindó el arquetipo cósmico del ser humano en la Tierra, incluyendo al zodíaco y a las fuerzas planetarias. En lugar de obedecer a los acontecimientos celestes, dio respuesta a los problemas planetarios y estelares, y completó la consciencia del ‘Yo Soy’ en la Tierra.

Ahora trabajaremos sobre los movimientos de Marte durante esos tres años, partiendo desde el Bautismo cuando Marte se ubicaba en la constelación de Aries y en conjunción con Júpiter, después del 6 de enero del año 31 DC.

Júpiter comienza un nuevo ciclo partiendo desde ese punto de Aries. Comprender el lenguaje estelar requiere de mucha actividad interior. Lo que estoy expresando aquí no puede ser encontrado en la astrología tradicional. Estas cosas no son posibles de aplicar en la vida práctica si se carece de tino, pues de otro modo estamos depositando lo que es sagrado en manos de Lucifer y Ahriman –en las manos del egoísmo humano. Debemos ser reservados y mantener silencio, que son las bases de un trabajo interior como practicase Rudolf Steiner, con el fin de descubrir estos profundos misterios y oír el lenguaje de las esferas.

Sabemos que fueron los Kyriotetes quienes llevaron a cabo el arquetipo de la cabeza humana, y que Marte se encargó de preparar al ancestro humano para que lograse una consciencia por medio de la separación. Marte pretendió dar uso de aquellas fuerzas de Aries en aquel entonces, por medio del fuego de la rebeldía y ocultando los misterios de Aries a través de la desarmonía y la disputa, aunque siempre acompañando la dirección de la evolución. Al rebelarse y crear tensión, Marte fortalece los impulsos de avance en la evolución. Esto mismo aconteció al ocurrir la tentación, inmediatamente después del Bautismo.

Quizás nos sea posible imaginar al cerebro en la oscuridad de la cabeza como si fuera una pizarra, sobre la cual se imprimen los mensajes del mundo terrestre por medio de los sentidos. Gracias a esta actividad creamos un mundo ilusorio y es de este modo cómo logramos cierta independencia del cosmos, del mundo exterior y el sentimiento de auto-percepción. Marte es el responsable de esto. De esta manera obtenemos una información objetiva por medio de nuestros sentidos y los convertimos en conceptos. De todos modos, de considerar objetivamente esta pizarra, ¿no es esa oscuridad algo ilusorio? ¿acaso no vivimos en un mundo de conceptos pre-establecidos? No llegamos a penetrar su coraza. Es Marte en Aries quien revela otra tentación: la de la mentira, la del error deliberado. Esto podemos verlo en la ciencia moderna. La ciencia roza constantemente los límites del mundo espiritual, pero se niega a reconocerle. Estas dos grandes fuerzas opositoras de Júpiter y Marte estaban presentes al ocurrir la tentación: Lucifer –maestro de la ilusión, y Ahriman –maestro de la mentira.

Marte se dirige hacia Leo en conjunción superior al Sol. Al contemplar la figura humana en el zodíaco, nos percatamos de que Leo obra sobre la región del corazón humano, y Marte intenta apoderarse nuevamente de esas fuerzas. El maestro de la ilusión exclama: ‘olvida el corazón!’, indicando que la evolución no dispone de un futuro. La cabeza humana es un producto del pasado y se halla en decadencia. Es una reliquia desvencijada del cosmos –el miembro más antiguo del cuerpo humano. La cabeza debe ser sacrificada para que ese futuro acontezca, y su lugar será ocupado por el corazón.

Nuestra cabeza se ha convertido en un observador ciego y monocromático, tan sólo esto ha quedado de un maravilloso cosmos. Pero el corazón es aún algo juvenil y dispone de la capacidad de conectarse con todo el cosmos.

Respiramos 25.920 veces en 24 horas. Esto se relaciona con los años que requiere la procesión del punto vernal a través del zodíaco. Por lo tanto, el corazón está vivo y la cabeza debe morir. Pero el maestro de la ilusión susurra: ‘olvida eso! Sé tú mismo, vuélvete egoísta; retén aquello que te fue dado y consérvalo’.

Juan Bautista ¿no fue acaso decapitado después de esa conjunción entre Marte y el Sol en Leo? Lucifer diría: ‘no es necesario sacrificar la cabeza’.

Es obvio que Juan mantenía buenas relaciones con Herodes y podría haber escapado a su destino. Herodes fue a verle para hablar con él, pero Herodías interfirió y demandó la cabeza de Juan. En realidad, Juan sacrificó su cabeza. Dejando de lado el aspecto oscuro de Herodías y la tragedia, Juan llevó a cabo un acto significativo para toda la humanidad. Sacrificó lo viejo con el fin de que todos creemos algo nuevo. Debemos lograr que nuestro sentir sea tan cristalino que nos posibilite convivir en cualquier comunidad.

Juan sacrificó su cabeza física y fue así que se convirtió en el guía espiritual de los doce apóstoles. La inclusión de esta historia –los Evangelios fueron concebidos artísticamente– muestra el significado de esto por medio de la repartición de alimento de los cinco mil, que aconteció inmediatamente después. El espíritu de Juan Bautista, por fuera de la esfera del corazón, vivió junto a los apóstoles tras su muerte.

Marte es quien anuncia objetivamente los acontecimientos, es un intérprete, pero no un instigador, como lo es la función de los demás planetas. Luego, Marte avanza hasta la Festividad de los Tabernáculos. Recordemos la confusión, la división y el estar a favor y en contra del Mesías. Luego se allegan los tentadores al Cristo y le conducen al Gólgota. Gracias al obrar de Marte y sus movimientos podemos leer acerca del pecado del mundo y cómo el Cristo lo limpia y transforma.

Respuestas a preguntas:

1- No es posible desenvolvernos socialmente a partir de las fuerzas de la cabeza, más a partir de aquellas del corazón. Los Espíritus del Movimiento nos otorgaron la capacidad de tener una consciencia, un alma y un cuerpo astral. Sin embargo, los espíritus luciféricos se apoderaron de él y causaron disturbios, pero las potencias espirituales permitieron esto por el bien de nuestra libertad. Fueron delegados a tentar, con la potencialidad de crear un universo separado. Se trató realmente de un sacrificio por el bien de la evolución humana. La dificultad consiste en traducir estas realidades espirituales a un lenguaje humano. El cosmos luciférico fue el mundo estelar. Ahriman se enfocó en solidificar la Tierra. Fue inevitable que el hombre quedase a merced de esto también.

2- El embrión es realmente el pecado del mundo, puesto que el óvulo posee un carácter cósmico. Flota en el agua por consecuencia del descenso en la Antigua Luna. El Cristo vence a Lucifer tras la tentación, y a Ahriman en el Gólgota (muerte y resurrección). Esto nos es posible si formamos parte del ser de Cristo. ‘No yo sino el Cristo en mí’. Sin embargo, en tanto permanezcamos alejados de la consciencia de un Cristo en nuestro ser, estaremos supeditados a Lucifer y Ahriman. Pero el potencial de esa conscientización se halla en nosotros mismos. De poder hacer un seguimiento de nuestras encarnaciones, podríamos cobrar más noción de esto. Aun cuando asimilemos un poco del Cristo, esto nos permitirá continuar. Al completarse la totalidad del tiempo, Lucifer y Ahriman serán superados, pero es nuestro esfuerzo individual el que debe completar esta labor.

Al acontecer estos sucesos, Saturno se ubicaba en Géminis, indicando por sobre la división celular y la individualidad que cobra consciencia del ‘yo’. Saturno exclama: ‘buscad, humanos, el Yo Soy’. Cuando Marte atraviesa las constelaciones oscuras inferiores, nos encontramos con un reflejo de los Evangelios. No podemos pretender que los grandes acontecimientos de la evolución terrestre sean simples. De prestar atención realmente a lo que acontece en el cielo, podría entonces convertirse en una guía, una enunciación de un obrar moral mayor en la Tierra. Esto haría una diferencia en el armado del destino. Los astros obran objetivamente, y necesitamos de su sabiduría para poner en orden nuestro hogar en la Tierra.

Traducido por Diego Milillo.

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