GA102c8. La Influencia de las Entidades Espirituales en el Hombre

Rudolf Steiner – Berlín, 16 de mayo de 1908

English Version

Como prometí en el último encuentro hoy estudiaremos algo para los teósofos más avanzados ahora que nuestro grupo se ha desarrollado hasta este nivel.

Esta expresión de “teósofos avanzados”, sin embargo, no significa que implique ningún conocimiento teórico especial de las enseñanzas teosóficas. Podemos entenderlo si tenemos en cuenta que la participación en la vida de un grupo teosófico tiene un efecto definitivo en el alma, a pesar de que durante un tiempo se puede estar simplemente en un período de espera. Durante esta vida en un grupo, no sólo se adquieren conceptos e ideas sobre la naturaleza del hombre, de los mundos superiores, de la evolución, etc.,  y de mucho más de lo que es consciente, se absorben una suma de percepciones y sentimientos que son diferentes a los que se tenía cuando era un recién llegado a la Teosofía.

Estas percepciones y sentimientos están particularmente relacionados con la capacidad de escuchar en silencio y con calma aceptando las descripciones con una cierta credibilidad interna sin mirarlas como sueños fantásticos. Antes de entrar en contacto con la concepción teosófica del mundo probablemente se habrían reído ante tales ideas, y sin duda lo harán la mayoría de nuestros contemporáneos.

Esta suma de sentimientos y sensaciones a las que poco a poco nos acostumbramos es mucho más importante que los detalles de las enseñanzas y teorías teosóficas. Puesto que a través de la adquisición de estos sentimientos sobre esos otros mundos que están pulsando continuamente en el nuestro, de manera imperceptible a nuestros sentidos nos vamos transformando. Las personas que tienen este tipo de sentimientos, que tienen esta actitud ante esos otros mundos, son los que en este caso podemos llamar «teósofos avanzados». De este modo se hace una llamada al corazón, a la naturaleza emocional, y no a los conocimientos teóricos. Lo que el corazón y los sentimientos absorben constituyen el avance que necesitamos si queremos aceptar libremente y sin prejuicios las declaraciones contenidas en las conferencias recientes y, en cierto modo en la conferencia que ahora se está dando.

Si tuviéramos que hablar de teorías generales y abstractas sería una ofensa a la inteligencia humana, sólo podríamos engañarnos a nosotros mismos. Deberíamos desarrollar una verdadera voluntad para desbloquear ese mundo que, poco a poco, debe ser puesto en conocimiento por medio del movimiento teosófico.

Hoy vamos a conocer a los seres que están entre nosotros, si nos consideramos a nosotros mismos como seres espirituales, pero a los que hasta ahora hemos prestado poca atención en nuestros estudios. Tenemos, como ustedes saben, al hombre en el centro de nuestra concepción del mundo, como el microcosmos. Sin embargo, para comprender al hombre y su evolución, debemos prestar atención a otros seres, a seres espirituales más elevados que realizaron anteriormente esa etapa por la que está pasando actualmente el hombre en la evolución terrestre. Hemos visto que antes de que nuestra Tierra entrara en su etapa actual, existía lo que hemos acostumbrado a llamar la Antigua Luna, y sabemos que ciertos seres espirituales que hoy están en un nivel más elevado que el hombre, pasaron por su etapa humana, aunque bajo diferentes condiciones.

Hemos aprendido que los seres que hoy están dos etapas por encima del hombre, los Espíritus de Fuego, pasaron por su etapa humana en el Antiguo Sol, y también que los Asuras (Arkais)  pasaron por la etapa humana en Antiguo Saturno. Sus cualidades, tanto buenas como malas, están muy por encima o muy por debajo de las del hombre. Así, en el transcurso del tiempo hemos revisado toda una variedad de seres que participan en el desarrollo de nuestra vida y en la naturaleza. Hemos llegado a conocer a los seres que están por encima de nosotros, a los que debemos mirar con veneración y que desde la observación clarividente se encuentra una distinción significativa entre ellos y el hombre. Saben que diferenciamos varios miembros de la naturaleza del hombre. La naturaleza corporal —el cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral—  y distinta del cuerpo, un alma —alma sensible,  alma intelectual (racional) y alma consciente— y en tercer lugar, un espíritu que está sólo en la etapa inicial de la evolución. En las futuras fases de nuestro planeta el hombre llegará a un desarrollo superior.

Cuando examinamos al ser humano, nos encontramos por lo tanto con que consta de tres partes, un cuerpo, un alma, y ​​una parte espiritual, que en términos generales conforma el triple ser del hombre. Y si ahora miramos hacia arriba desde el hombre hasta los seres más elevados de los que hemos hablado, podemos decir que se diferencian del hombre porque no han desarrollado el cuerpo físico.

Esos seres, por ejemplo, a quien llaman Pitris Lunares, o Ángeles en el esoterismo cristiano, no poseen una naturaleza corporal física, perceptible a los sentidos. Pasaron por la etapa de la humanidad en la Antigua Luna y ahora han ascendido a un grado superior. No podemos atribuirles una naturaleza corporal física tal como la del hombre. Por otro lado, ellos desarrollaron un miembro superior del espíritu que el hombre aún no posee, por lo que podemos decir que son espíritu y alma, en contraste con el hombre, que es un ser de tres miembros —espíritu, alma y cuerpo.

Así pues, hemos estado ocupándonos principalmente de los seres cósmicos que están por encima del hombre y tienen espíritu y alma. Sin embargo, para el observador oculto aún existen otros seres en el mundo, y aunque en la etapa moderna del desarrollo humano se ocultan en gran medida, juegan sin embargo un gran papel en la evolución.

Existen también seres que la visión clarividente no puede reconocer como espirituales, pues lo que estamos acostumbrados a llamar espíritu en el hombre no se puede descubrir en ellos: consisten esencialmente en cuerpo y alma. Es decir, los animales. Tienen cuerpo y alma. Sabemos, sin embargo, que los animales se conectan con su alma grupo que tiene su propia naturaleza espiritual. El reino animal que esta ante nosotros en el mundo físico realmente es un ser que posee sólo cuerpo y un alma que se prolonga, por así decirlo, hacia los mundos superiores y se ligan a la espiritualidad.

 He utilizado a menudo una cierta comparación con respecto al alma grupal de los animales: si hubiera una cortina por la que yo pudiera pasar mis dedos a través de ella sin que se viera el resto, dirían que los dedos deben provenir de alguien que es invisible para vosotros. Es lo mismo con los yo-grupales; están invisibles y ocultos para la percepción física, pero sin embargo existen. El animal pertenece a un alma-grupo y los diversos grupos de animales se conectan con los yoes grupales. Por tanto, cuando nos referimos al animal aquí en el plano físico podemos decir que los animales tienen cuerpo y alma. Lo que vemos tiene una continuación en el mundo astral.

Pero existen otros seres que no son visibles a los sentidos físicos,  seres que poseen cuerpo y alma. En diversas enseñanzas ocultas son llamados espíritus elementales. Llamarlos espíritus elementales muestra la mayor ineptitud posible, porque es justo espíritu lo que ellos no poseen. Es mejor llamarlos seres elementales, y pronto veremos por qué sus cuerpos no son visibles. Mientras tanto aceptemos como una especie de definición que tales seres consisten en cuerpo y alma. Su existencia, por supuesto, esta negada en nuestra época ilustrada, pues el hombre en su fase actual de desarrollo no puede verlos; si alguien desea verlos debe haber progresado hasta un cierto grado de conciencia clarividente. El hecho de que una cosa no sea perceptible no significa, sin embargo, que no esté activa en nuestro mundo. La actividad de estos seres de cuerpo y alma juegan definitivamente mucho en nuestro mundo. Lo que hacen puede ser visto muy bien, pero no lo que ellos mismos son.

Ahora nuestra primera preocupación es hacernos tanto como sea posible, una idea de estos seres elementales que tienen diversas formas y ocupan el mundo que se nos ha dado. También se habla de ellos como espíritus de la naturaleza; de hecho, se les ha dado muchos nombres diferentes. El nombre, sin embargo, no importa; lo que es necesario es que nos creamos un cierto concepto de ellos. Y aquí hago una llamada a sus sensaciones y sentimientos. Quisiera relacionar bastante simple y llanamente cómo se manifiestan estos seres a la visión clarividente.

Estos seres se pueden ver en muchos lugares en las profundidades de la Tierra, especialmente en todo lo que es naturaleza mineral. Si cavamos en vetas metálicas o suelo pedregoso vamos a encontrarlos. Se manifiestan en un principio en forma notable, es como si algo llegara a dispersarlos. Aparecen en cuclillas, muy juntos y en gran número, y cuando cavas la tierra, parecen estallar en pedazos. El punto importante es que no solo se disgregan, sino que su propia naturaleza corporal se hace más grande. Pero incluso cuando llegan a su mayor tamaño, son siempre pequeñas criaturas en comparación con los hombres. El hombre “iluminado” no sabe nada de ellos. Sin embargo, la gente, que todavía conserva un cierto sentido de las antiguas fuerzas clarividentes atávicas, que todo el mundo  poseyó una vez y que tuvo que perder con la adquisición de la conciencia objetiva, podría decir todo tipo de cosas acerca de estos seres. Muchos nombres se les han dado: duendes, gnomos, y así sucesivamente. Aparte del hecho de que su cuerpo es invisible, difieren esencialmente del hombre en la medida en que no se les puede atribuir razonablemente cualquier tipo de responsabilidad moral. Lo que se llama responsabilidad moral en el hombre no la tienen, les falta por completo; lo que hacen, lo hacen de forma automática, y al mismo tiempo no es muy distinto de lo que hace el intelecto humano, la inteligencia. Poseen lo que se llama ingenio en el más alto grado y cualquier persona que entra en contacto con ellos puede observar buenas pruebas de esto. Su naturaleza los lleva a jugar todo tipo de trucos en el hombre, como muchos mineros que todavía conservan algo de una naturaleza saludable pueden comprobar, no tanto los mineros en las minas de carbón, sino más bien  los de las minas de metales.

Los diferentes miembros de estos seres pueden ser investigados por medios ocultos al igual que en el caso del hombre distinguimos sus miembros como cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y el yo y lo que está evolucionando, como yo espiritual, espíritu de vida y el hombre-espíritu. En su actual fase de desarrollo el hombre consiste esencialmente de estos cuatro miembros, de modo que podemos decir que su miembro más alto es el «yo» y el más bajo es el cuerpo físico.

Pero no debemos sucumbir al engaño de imaginarnos de manera abstracta que el cuerpo físico no tiene nada que ver con el yo del hombre. En el cuerpo físico tenemos el instrumento para el yo humano. Sabemos que el cuerpo humano es una organización muy complicada. En todo lo esencial el yo tiene su instrumento físico en la sangre, el cuerpo astral en el sistema nervioso, el cuerpo etérico en el sistema glandular, el cuerpo físico en los órganos físicos que trabajan de manera puramente mecánica.

Debemos imaginarnos que toda la experiencia interior humana que se desarrolla en el cuerpo astral tiene su expresión material en el sistema nervioso, y todo lo que sucede en el cuerpo etérico encuentra su expresión material en el sistema glandular, el instrumento del cuerpo etérico. Así, el cuerpo físico presenta, por así decirlo, una imagen de las cuatro envolturas del hombre.

Ahora tomemos el cuerpo físico humano, todo lo que este cuerpo físico es como instrumento del yo pensante. Recordemos que el propio yo sigue siendo el mismo de encarnación en encarnación, pero que el cuerpo físico, instrumento del yo se construye de nuevo en cada encarnación.  El hombre tiene una ventaja sobre todo el reino animal al poseer una organización material más fina, es decir, una organización material que se manifiesta como la inteligencia humana real. Y esto ocurre por el hecho de que durante largos períodos de tiempo el yo ha aprendido paulatinamente —aunque inconscientemente— a trabajar sobre el cuerpo astral.

Sabemos que el cuerpo astral humano se compone de dos partes: una en la que hasta ahora no ha trabajado y que recibe del cosmos, y otra parte en la que ya ha trabajado. Estas dos partes están en cierto modo desarrolladas en todo el mundo. En el sistema nervioso superior, sobre todo en el cerebro que se construye de nuevo con cada nueva encarnación, tenemos la expresión material de la labor realizada por el yo del hombre sobre su cuerpo astral. Así, el hombre tiene un cerebro mucho más desarrollado que el animal ya que la parte frontal del cerebro es la manifestación del cuerpo astral trabajado por el yo. Sin embargo el cuerpo astral tiene su expresión externa en el sistema nervioso también.

Podemos fácilmente darnos cuenta de que en el momento en que algún miembro de nuestro organismo se eleva a una etapa más evolucionada, a su vez existe una alteración en el organismo restante. El resto del organismo experimenta un cambio. ¿Por qué no camina el hombre con cuatro patas?. ¿Por qué ha transformado sus extremidades superiores en instrumentos de trabajo?. ¡Porque en su desarrollo terrenal ha trabajado sobre su cuerpo astral!. Pero perfeccionar el desarrollo del cerebro implica perfeccionar el instrumento etérico. Lo exterior es siempre una manifestación real de lo interior. Todo lo que vemos en un estado físico en nuestra fase actual de la evolución es el resultado, de hecho un resultado específico de la evolución espiritual. Ahora comprenderéis que toda materia, toda forma, es el resultado de una actividad interior.

Existen por ejemplo, seres como los que acabo de describir que no son capaces de transformar su cuerpo astral porque carecen de una naturaleza espiritual. No poseen un yo que pueda trabajar en su cuerpo astral. Este cuerpo astral con todas sus experiencias anímicas debe llegar a su expresión en una forma física, material. Sin embargo, la forma material de los seres a través de los cuales no existe el resplandor del yo, no puede ser visible en nuestra fase evolutiva. No pueden ser visibles porque se encuentran en un grado inferior a nuestra materia visible. Les ruego que capten claramente lo que se quiere decir con eso.

Si tratamos de describir lo que constituye un cuerpo físico, podemos decir que lo estamos viendo. Uno no puede ver el cuerpo etérico, porque este se encuentra una etapa evolutiva superior al cuerpo físico. Menos aún podemos ver el cuerpo astral puesto que se encuentra en un nivel aún más elevado.

 Pero debajo de la materia física también hay sub-mundos que no podemos ver. De toda la materia sólo una franja o banda es perceptible, la que constituye la materia física, perceptible para el ojo físico. Así como la sustancia continúa evolucionando como base física, etérica y astral, la que va hacia abajo de nuevo se vuelve invisible.

f1c8

Y ahora que hemos considerado los diferentes miembros del ser humano podemos ser capaces de establecer los miembros de estos otros seres.

Lo que llamamos seres elementales carecen de un yo, pero han desarrollado un principio por debajo del cuerpo físico. Podemos decir, por lo tanto, que en ellos se han desarrollado los principios 3, 2, 1 y -1.

Pero no sólo hay seres que comienzan en el tercer principio. También tenemos los que comienzan con el 2, luego tenemos 2, 1, -1, -2.

Existen otros seres cuyo principio más elevado es el físico. Han desarrollado 1, -1, -2  y -3.

Pero entonces, ¿si tienen cuerpo físico, por qué no son visibles?

Podemos decir que si los miembros superiores del hombre no estuvieran presentes, el cuerpo físico sería muy diferente. Cuando morimos el cuerpo físico se desintegra en los átomos de la naturaleza. El cuerpo físico como lo conocemos ahora está compenetrado por el cuerpo etérico, el cuerpo astral, y el yo.

Es cierto que los seres que llamamos gnomos y duendes tienen un cuerpo físico, pero no poseen lo que en el hombre llamamos el Yo. Los gnomos tienen el cuerpo físico como su principio más elevado, pero tienen tres principios inferiores al cuerpo físico. Eso hace que sus cuerpos sean mucho menos visibles que el cuerpo físico del hombre. Las fuerzas que se extienden por debajo del plano físico impiden que incluso lo que es físico en ellos sea visible para el ojo normal. Si se quiere que tengan algo que se acerque a la sustancia física sólo puede suceder bajo una gran presión. Entonces su corporeidad que esta muy comprimida explosionan en la forma espantosa que he descrito anteriormente.

 Y cuando desaparece la presión externa, como sucede con las minas, se genera un proceso de disolución mucho más rápido que la disolución del cuerpo humano después de la muerte. De ahí que nunca se puedan ver a pesar de que tienen un cuerpo físico.

Tienen un cuerpo físico sólo para aquel que pueda ver a través de la Tierra. En ese pequeño cuerpo físico hay algo en su estructura y organización que se parece al instrumento humano del pensamiento. Por lo tanto no está injustificado que las personas que retratan gnomos den a sus cabezas una característica especial. Todos estos símbolos tienen su verdadero fundamento en la realidad. Estos seres tienen una especie de inteligencia automática, ya que realmente actúan automáticamente. Es como si uno se imaginara que le han quitado el cerebro. Entonces no podría ser interpenetrado por sus miembros superiores, y tan pronto como se le quita ya no actúa con inteligencia superior. De esta manera tenemos ante nosotros los seres que llamamos gnomos.

Vamos a arrojar más luz sobre los seres que están por debajo del hombre. Pero primero tenemos que formarnos una idea en cuanto al curso de evolución de estos seres. Esta cuestión es, de hecho, con mucho, la más importante, y está conectada no sólo con nuestra evolución pasada, sino también con la futura. Eso es lo esencial. ¿Y cómo se conectan con nuestra evolución futura?.

Para responder a esto hay que tener en cuenta el desarrollo del hombre. Sabemos que el hombre pasa de realización a realización, de encarnación en encarnación; sabemos que con cada nueva encarnación trae con él los frutos de la anterior. Sabemos que el hombre mismo es en realidad un cocreador en cada nueva encarnación, de su forma, así como de sus capacidades y de su destino. Lo que en él obra como destino son los actos que él mismo grabó anteriormente en el mundo. Esos actos regresan de nuevo como su destino. Lo que ha experimentado en sí mismo a través de su vida vuelve a él como talentos y facultades. Así, el hombre colabora en la creación tanto  de su destino externo como de su organización interna.

Ahora nos preguntamos: ¿De dónde viene esto?. ¿Qué es lo que nos hace ir desarrollándonos a etapas más perfectas?. ¿Qué nos hace avanzar a una etapa superior?. Es el producto de todo lo que hemos obtenido a lo largo de nuestras encarnaciones. No vemos a través de nuestros ojos y escuchamos a través de nuestros oídos sin ningún propósito; después de la muerte asimilamos los frutos de una vida y llevamos con nosotros lo que puede ser eficaz, a partir de lo cual podemos construir la fuerza germinal de la próxima encarnación.

Ahora pueden ocurrir varias cosas. El pequeño puntero de la balanza puede pivotar hacia uno u otro lado. La condición ideal sería que el hombre en cada encarnación hiciera un uso exhaustivo de su vida, que no deje nada sin usar, sin pasar por las experiencias que darán sus frutos en la siguiente encarnación, llevando todas sus experiencias con él.

 Esto por lo general nunca sucede. El hombre sobrepasa ya sea a un lado o al otro. O bien usa su organización insuficientemente y ciertas fuerzas permanecen sin usar, lo que le aportara menos en la nueva encarnación de lo que podría haber conseguido, o penetra muy profundamente en su organización y se involucra demasiado estrechamente en su naturaleza corporal. Hay dos tipos de personas. El tipo al que le gustaría vivir enteramente en el espíritu y no descender a su naturaleza corporal; las personas comunes y corrientes les llaman soñadores y visionarios. El otro tipo desciende demasiado profundamente en el cuerpo. No llevan de la encarnación lo que debe ser extraído, porque les resulta simpático y agradable estar encarnados, no mantienen por sí mismos lo que progresa de encarnación en encarnación, sino que se van hundiendo en lo que sólo debe ser el instrumento para el germen eterno del ser del hombre.

Señalé una vez una leyenda importante de lo que un hombre debe experimentar si desciende demasiado profundamente en la naturaleza temporal, transitoria de la encarnación. Si pensamos en un caso extremo, lo podemos imaginar así: «¿Qué significa lo que tengo que llevar para encarnaciones posteriores?.  Yo vivo en esta encarnación, me gusta, me conviene muy bien. No me preocupo con lo que se supone que debo hacer de ella.” Si este pensamiento se lleva a cabo dónde nos lleva?. Nos conduce a un hombre que se sienta en el borde del camino y cuando ve pasar al Gran Líder que fragua la evolución de la Humanidad él rechaza las ideas del Líder de la Humanidad. Él lo rechaza y piensa: «Yo no sé nada de ti, que te dignes guiar el núcleo de mi ser al futuro donde la humanidad será más perfecta. Yo deseo estar unido con mi forma actual”. Un hombre que ignora a un Líder de la Humanidad tal aparecerá de nuevo en la misma forma. Y si esta actitud se endurece, si persiste en la misma actitud en la siguiente encarnación. Aparecerá una y otra vez con la misma forma.

Imaginemos a los que escuchan al Gran Líder de la Humanidad. Ellos preservan el alma para su vida eterna. La humanidad seguirá hacia adelante, apareciendo en una forma cada vez mas progresada. No obstante, quien rechaza al Líder de la Humanidad volverá a aparecer una y otra vez con la misma forma y en la misma raza. Esa es la leyenda de Ashaver, que rechazo a Cristo, el Líder de la Humanidad. El hombre puede endurecerse o puede desarrollarse a etapas superiores.

Las razas no podrían entrar en decadencia si no hubiera hombres que quieren o se ven obligados a quedarse atrás, ya que no han desarrollado una vida ascendente. Las razas no degenerarían si no existieran almas que no pueden o quieren avanzar hacia formas mejores. Si vemos las razas que se han conservado desde épocas remotas en estado decadente, se debe a que hay almas que no pudieron ascender y se mantienen por inercia en niveles más materiales. Hoy no puedo hablar de toda una serie de posibilidades, en el curso de la evolución terrestre, para que el hombre se adhiera a una raza, para desarrollar lo que es el carácter de una u otra raza. Piensen en la raza Atlante; todas las almas han pasado por ella, pero no todas salieron de ella. Hay dieciséis posibilidades para que alguien se fusione con la raza. Se le llama los «dieciséis caminos de perdición.» En estos caminos el hombre se fusionará con la materia. Al esforzarse en su evolución, sin embargo,  se supera a partir de una raza a otra a etapas cada vez más altas.

Vemos, pues, que en realidad es posible que un hombre pueda actuar en sus sucesivas encarnaciones de tal manera que quede retardado en la evolución. Sus otros hermanos del alma estarán, por tanto, en una etapa más elevada cuando él reaparece en una nueva encarnación. Debe entonces contentarse con una encarnación inferior que se ha fabricado él en una vida decadente. Esto es cierto, cosa que se llevara a cabo de manera positiva. No tiene que asustar a la gente, sin embargo, para la fase actual de la evolución. Nadie está obligado a tomar todas las rutas de dieciséis y por lo tanto quedar retardados de la evolución. Sólo tenemos que ser conscientes de la posibilidad.

Ahora tomemos un caso extremo e imaginemos que un hombre se une también plenamente con lo que ha de constituir el carácter de una encarnación. Supongamos que llega a lo que se ha llegado en dieciséis encarnaciones; él toma los dieciséis falsos caminos. La Tierra no le espera, la Tierra va hacia adelante y este hombre llega finalmente a un punto en que ya no se puede incorporar en un cuerpo humano, ya que no hay ninguno adecuado para su existencia. No habrá más cuerpos para las almas que han crecido demasiado involucradas en su naturaleza corporal. Tales almas pierden la posibilidad de la encarnación y no encuentran otra oportunidad. Piensen lo que han perdido. Es posible, pero sólo en casos excepcionales, que incluso durante el proceso evolutivo de la Tierra estas almas serán incapaces de encarnar porque no hay cuerpos suficientemente malos para acogerlos. Estos hombres han ido tan lejos que ya no tienen la oportunidad de encarnar en el curso normal de la evolución.

Supongamos que tales seres deben permanecer en la Tierra —sólo serán casos individuales—. Y ahora, ya que una vida trae  el fruto de la anterior, entonces no encontraría órganos adecuados para ellos. Son, por así decirlo, demasiado bueno para los cuerpos de un orden subordinado y de los demás órganos están demasiado mal provistos. Por tanto, deben vivir una existencia sin cuerpo. Ellos deben aislarse por completo del progreso de la evolución. ¿Por qué tienen que merecer esto?. Por razón del hecho de que no han hecho uso de la vida! El mundo está a su alrededor;  han poseído sentidos para percibir el mundo, para enriquecer el alma y moldearla a una etapa superior. Ellos no avanzaron con la evolución del mundo, se quedaron rezagados en una determinada etapa. Estos seres que se quedan en tales etapas aparecen en una época posterior con las mismas características que la época anterior. Ellos crecen junto con ella, pero no en las formas de la época posterior. Aparecen en una época posterior como subordinados espíritus de la naturaleza. De hecho, la raza humana proporcionará un número entero de esos nuevos espíritus de la naturaleza en la segunda mitad de la evolución de Júpiter, porque en la fase de Júpiter, el hombre habrá completado totalmente el quinto principio (Manas). Pero aquellos que no han aprovechado la oportunidad en la Tierra de desarrollar el quinto principio no podrán encarnar. Aparecerán como espíritus de la naturaleza con cuatro principios, siendo el cuarto el más alto. Mientras que el hombre que ha evolucionado normalmente tendrá los principios 5, 4, 3, 2 en la fase de Júpiter, estos hombres tendrán 4, 3, 2, 1. Este es el destino de aquellos que no han desarrollado gradualmente sus principios superiores. Se convierten en espíritus de la naturaleza, por así decirlo, de los períodos evolutivos futuros, trabajando de manera invisible. Justo lo mismo ocurrió en el caso de nuestros actuales espíritus de la naturaleza en los períodos anteriores de la evolución, excepto en la medida en que hay, por supuesto, los cambios continuos de acuerdo con el carácter de los diferentes períodos. Ahora todo ha sido calificado, por decirlo así, de acuerdo con la responsabilidad moral, y porque esto es así, los espíritus de la naturaleza que se derivan de la raza humana tendrán una cierta moralidad. En el Nuevo-Júpiter habrá espíritus de la naturaleza que tendrán responsabilidad moral.

Vamos a recordar lo que he dicho en cuanto a la diferencia del Nuevo Júpiter de nuestra Tierra. Hemos descrito la naturaleza de la Tierra como la del planeta del Amor, en contraste con la naturaleza de la Antigua Luna, el planeta de la Sabiduría. Y así como el amor esta evolucionando en la Tierra también lo hizo la sabiduría que encontramos a nuestro alrededor en la Antigua Luna. El amor en su forma más baja se originó en la Antigua Lemuria y ha ido evolucionando a etapas cada vez más elevadas hasta alcanzar la más alta forma espiritual. Cuando en el futuro, el planeta Tierra aparezca como Nuevo Júpiter, sus habitantes dirigirán su mirada hacia el amor de la misma manera que los hombres en la Tierra hacen con la sabiduría. Observamos el hueso del muslo en el que se teje la sabiduría; toda la Tierra está en cierto sentido cristalizada de una sabiduría, que se desarrollo paulatinamente en la Antigua Luna. La sabiduría se formo gradualmente al igual que se va desarrollando el amor en la Tierra. Y así como nos preguntamos por la sabiduría en todo lo que nos rodea, los humanos habitantes de  Nuevo Júpiter sentirán el amor fluyendo por todas las partes. Este amor fluirá ante todos los seres y les hablara como en la Tierra nos habla la sabiduría que se fue desarrollando a través de la Antigua Luna.

Como podemos ver el cosmos evoluciona hacia adelante de etapa en etapa. La Tierra es el cosmos del amor, y cada estado tiene su tarea especial. Así como la sabiduría prevalece en nuestra Tierra, será el amor el que prevalecerá en todo Júpiter.

Y a medida que las fuerzas destructivas de la sabiduría están originadas de esos seres que se quedaron rezagados en la Antigua Luna, aparecerán en Júpiter las fuerzas destructivas del Amor de los seres que se han quedado atrás. En medio del tapiz general de la existencia del Nuevo Júpiter se establecerán las formas horribles de los seres rezagados ​​con las demandas egoístas de amor y operaran como fuertes poderes devastadores en la existencia de Júpiter. La estancia  de los seres humanos en encarnaciones individuales creara los destructivos poderes de la naturaleza en Júpiter. Así vemos cómo el mundo se teje, tanto de elementos nocivos, como benéficos;  en el proceso del mundo tenemos un elemento moral.

La siguiente tabla muestra todas las formas de espíritus de la naturaleza:

f2c8

Así, los gnomos tienen 3 principios por debajo y 1 arriba, las ondinas tienen 2 principios abajo y 2 arriba, los sílfos tienen 1 por debajo y 3 arriba. Todos ellos son seres rezagados ​​que atraviesan la figura y la forma de la tierra como seres elementales. No han sido capaces de alcanzar el espíritu; consisten puramente de cuerpo y alma. Gnomos, ondinas y sílfides son seres con estos dos miembros.

  Todos los espíritus de la naturaleza, estructurados de modo que tengan un miembro en común con el hombre y tres por debajo de él, lo llamamos “Gnomos”, las “Ondinas” tienen dos miembros del hombre y dos por debajo de él, los “Silfos” tienen tres miembros del hombre y uno por debajo. Todos ellos son seres que han quedado rezagados en épocas planetarias anteriores, no han llegado al nivel del “espíritu” que hoy el hombre está desarrollando y han quedado a un nivel “infraespiritual”, constando solo de cuerpo y alma. ¿Qué pasa con las Salamandras?. ¿De dónde proceden?.

Preguntémonos de donde vienen realmente las Salamandras. En realidad ellas son un cuarto tipo. Si se preguntan —sólo puedo indicar esto como conclusión— de dónde vienen estas tres clases, gnomos, sílfides, ondinas, sólo puedo responder que son seres que han quedado atrás. Pero las salamandras en cierta manera son humanas, ya que han desarrollado parcialmente el cuarto principio. Sin embargo no están lo suficientemente avanzadas, para poder asumir forma humana. ¿De dónde viene esta cuarta especie?. Voy a explicar esto como conclusión. Cuando entiendan esto serán capaces de entender muchos de los secretos de la naturaleza circundante.

Si seguimos al hombre en su evolución llegamos a formas más y más espirituales. El hombre ha progresado poco a poco en la existencia física. Sabemos que las diferentes especies de animales han sido expulsadas ​​poco a poco, por así decirlo, como los hermanos retrasados del avance de la evolución humana. El hombre logró tal grado de desarrollo por ser el último de todos en adoptar una forma física. Las otras criaturas animales están en una etapa retrasada porque no fueron capaces de esperar, y se quedaron atrapados en los órganos terrenales y organización física anteriores.

Los animales tienen almas grupo que existen en el mundo astral, si bien extienden su actividad hacia el mundo físico. La Sabiduría producto de la Antigua Luna, la vemos muy bien distribuida en las formas animales por medio de las almas grupo. El hombre no solo ha de adjudicarse la sabiduría si desarrolla su cultura, la sabiduría se muestra con más fuerza en toda la Naturaleza. Cualquier sabiduría humana no esta solamente en el hombre, sino que está presente de una manera mucho más completa en nuestro planeta Tierra. Aquel que da mucha importancia a la humanidad puede decir: «Qué progresos ha hecho la humanidad a nivel de sabiduría!. Los inventos recientes por ejemplo, son un testimonio de ello”. Piensen en sus días de escuela y los principales descubrimientos que se les dijo entonces. Tal vez puedan recordar el descubrimiento del papel. La sabiduría humana llegó a la etapa de la invención de papel. Sin duda fue un logro de la sabiduría humana. Pero la avispa lo sabía mucho antes todavía! Todos ustedes saben que los nidos de avispas están hechos de la misma sustancia que el papel hecho por el hombre. Podríamos ir a través de toda la naturaleza y encontraremos una sabiduría que gobierna en todas partes. Mucho antes que el hombre el espíritu de las avispas descubrió el papel! La avispa individual no lo hace, es el Yo del  grupo.

Vemos, pues, que lo que constituye la sabiduría humana esta entretejida e impresionada en toda la Tierra. Pero la relación del animal con su alma grupal es sólo parcial para lo que realmente debe ser desde el punto de vista cósmico  —si se me permite decirlo. ¿Cuál es esta relación del alma grupo con el animal?.

Tomemos el alma grupal de una especie de insectos. Cuando un insecto muere,  para el alma grupal es exactamente lo mismo que si se cae un cabello y otro crece. Las formas animales que entran en la naturaleza son sólo creaciones frescas del alma grupal. Puedes seguir las clases de animales y en todas partes se encuentra que lo que está en el plano físico tiene la misma acción como una nube que se forma y se disuelve. El espíritu de grupo se metamorfosea y sus miembros físicos simplemente se renuevan. Eso sucede sin embargo hasta un determinado momento, después algo más tiene lugar en el reino animal. Esto es muy importante sobre todo cuando se llega a los llamados animales superiores. Precisamente allí ocurre algo que ya no parece encajar con lo que he estado describiendo.

Tomemos como caso notable los simios. El mono, por ejemplo, lleva demasiado del alma grupal a su propia existencia individual. Mientras que en el animal toda la forma física se remonta al alma del grupo, el mono mantiene algo en la organización física que no se puede volver atrás. Lo que en el mono se desprende del espíritu de grupo ya no puede volver. En el caso del hombre, tiene el yo que va de encarnación en encarnación y es capaz de desarrollarse y llegar a diferentes etapas. Pero en este caso no hay ninguna posibilidad de volver al espíritu de grupo. El mono tiene algo que es similar al yo humano.

Toda una serie de animales atrae demasiado fuera del alma grupal, otros de nuevo trazan algo fuera de otra manera. Y esto sigue estando en nuestra evolución y trabaja como la cuarta clase de espíritus elementales. Ellos se separan de las almas grupo, y su alma individual no puede regresar, debido a que han llevado su desarrollo más allá del limite normal de innumerables animales, tales seres en que el yo queda rezagado. Se llaman salamandras. Esa es la forma más elevada, ya que tienen un yo similar.

Con estas observaciones os he introducido a la naturaleza de una serie de seres que vamos a aprender a conocer más exactamente, para hoy sólo hemos aprendido la clase de existencia y las conexiones. Pues trabajan de una manera determinada en nuestro mundo. La clasificación de hecho se puede dar, pero poco; con el transcurso del tiempo, sin embargo, hemos de llegar así a su descripción.

Estos seres-salamandra se producen incluso en la actualidad de una manera extraña, en seres humanos de naturaleza inferior que, sin embargo, al encarnar de nuevo, dejan atrás una parte de su naturaleza inferior. Hay hombres así. Ningún ser humano, hoy en día, por supuesto, puede ser tan malo como para quedar completamente fuera de la evolución, pero puede dejar parte de su naturaleza detrás. Esta se convierte entonces en un elemento especialmente nocivo para nuestra evolución  —estas naturalezas humanas parcialmente independientes que han permanecido como una especie de espíritu y permean nuestra existencia. Gran parte de lo que interpenetra nuestro espacio espiritual y de los cuales no tenemos la menor idea se manifiestan muy bien en los fenómenos externos. Muchas cosas nocivas en la civilización que hoy parecen naturales sólo se explicarán cuando los hombres sepan con qué molestar, retardando los esfuerzos que tienen que hacer. Los efectos serán evidentes en muchos fenómenos decadentes de nuestra civilización. Es sólo porque está previsto por los que saben cómo leer los signos de los tiempos, que el Movimiento Antroposófico ha venido a la existencia. Quien está en el mundo sin este conocimiento tiene que soportar que las cosas trabajen sobre él. El que tiene entendimiento, sin embargo, estará en condiciones de liberar al hombre de las influencias perturbadoras de estos seres.

Si reflexionamos sobre esto por el camino correcto veremos la naturaleza de espiritualidad y sanación profunda del Movimiento Antroposófico. Su objetivo es liberar al hombre de las fuerzas que quieren retenerlo. Debemos evitar caer completamente en la decadencia si estamos dispuestos a ocuparnos del conocimiento de estas cosas. Vamos a experimentar todo tipo de fenómenos culturales en un futuro próximo. Encontraremos que dentro de ellos se verá a esas personas que llaman a las cosas por su nombre como ilusos. El mundo ha llegado a un terreno de juego donde los que conocen la realidad son llamados ilusos y visionarios, mientras que los visionarios verdaderos son aquellos que desean aferrarse sólo a lo externo. El progreso de la civilización descansa sobre el hombre que penetra con el conocimiento en el carácter de los poderes hostiles. El conocimiento, cuando se entiende en el sentido expresado a menudo aquí, es algo que va a llevar la corriente espiritual antroposófica a la verdadera realización. Es la respuesta que hemos aprendido en el esoterismo cristiano, y que el Líder de la vida cristiana proclama a sus seguidores: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» El conocimiento de la verdad y de la realidad puede hacer al hombre completamente libre y enteramente humano.

Traducido por Gracia Muñoz, en Julio de 2017.