GA60. Zaratustra

Rudolf Steiner— Berlín, 19 de enero de 1911

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La reencarnación ocupa un lugar principal de entre las ideas defendidas por la ciencia espiritual. La idea de que la individualidad humana tiene que manifestarse una y otra vez en una personalidad en el curso del desarrollo de la humanidad en la Tierra es en la actualidad muy poco comprendida y, además, suele ser impopular. Como hemos visto y veremos aún, surgen muchas preguntas en la ciencia espiritual, entre ellas la del significado de las repetidas vidas terrestres.

Cuando se estudia la evolución de la vida humana en la Tierra a la luz de la ciencia espiritual, nos encontramos con que hay un significado muy profundo detrás del hecho de que la individualidad humana pasa, no sólo una vez, sino muchas veces por vidas terrenales. Cada época y cada era tiene su contenido especial, sus características especiales, y todas las variadas posibilidades que ofrece tienen que ser asimiladas una y otra vez por el germen vital del hombre. Esto es posible porque el hombre, con todo lo que compone su ser, está conectado, y no una sola vez, sino una y otra vez, con la corriente viva de la evolución. Mirando esta evolución como un progreso racional en el que se van vertiendo nuevos contenidos y nuevas cualidades, empezamos a comprender el verdadero significado de esos Grandes Seres que han sido los principales espíritus y Guías de las diferentes épocas. De cada uno de estos Grandes Seres, han ido emanando cualidades nuevas y nuevos impulsos para la evolución progresiva de la humanidad, y en el curso de estas conferencias contemplaremos datos significativos que se consideran importantes relacionadas con estos líderes de la humanidad.

Hoy nuestra atención se dirige a una individualidad que, en lo que respecta a la investigación histórica, es un misterio, una individualidad perdida en oscuras épocas prehistóricas, de las cuales no existen registros documentales. Me refiero a la personalidad de Zoroastro.

Una personalidad como la de Zaratustra, cuyos dones a la humanidad en la medida en que se conservan para nosotros, parece tan extraña para la época actual, hace que nos demos cuenta de las grandes diferencias que surgen en la suma total de la naturaleza humana en las distintas épocas. Una opinión superficial podría afirmar que desde que el hombre ha sido hombre, ha pensado, sentido y concebido las ideas de la moral tal y como lo hace hoy en día. Pero la Ciencia Espiritual nos muestra que la vida del alma humana y la naturaleza del pensamiento, el sentimiento y la voluntad del hombre, han sufrido grandes cambios en el curso de la evolución humana. La conciencia humana en los tiempos antiguos era de naturaleza muy diferente, y tenemos razones para creer que, en el futuro, pueden alcanzarse otras etapas de la conciencia, también muy diferentes de la conciencia normal de hoy en día.

Cuando dirigimos nuestra atención a Zaratustra, debemos mirar hacia atrás durante un periodo de tiempo infinitamente largo. Es cierto que algunos investigadores modernos han fijado el tiempo de Zaratustra como contemporáneo al Buda, lo que significaría que habría vivido hace unos cinco o seis siglos antes de la era cristiana. Sin embargo, es significativo que los historiadores modernos, después de una cuidadosa investigación de las tradiciones referentes a Zaratustra, se han visto obligados a indicar que la personalidad oculta bajo el nombre de «Zaratustra», el fundador original de la religión persa, se debe colocar un gran número de siglos antes de Buda.

Historiadores griegos han señalado reiteradamente que Zaratustra debería de haber vivido unos cinco o seis mil años antes de la guerra de Troya. Estamos preparados para afirmar que la investigación histórica, aunque involuntariamente, con el tiempo se verá obligada a admitir que la tradición griega es correcta en lo que respecta a la época en que Zaratustra vivió. La Ciencia Espiritual, que se basa en el conocimiento interior, está de acuerdo con la tradición griega, y por ello es razonable indicar que Zaratustra, viviendo como lo hizo miles de años antes del nacimiento del cristianismo, se enfrentaba a una conciencia completamente diferente de la del presente.

Muchas veces he señalado, y voy a insistir en ello, que la conciencia humana en la antigüedad estaba ligada a ciertos estados de ensueño, o estados de antigua clarividencia, en su vida humana normal. El hombre primitivo no contemplaba el mundo con las definidas fuertes y claramente percepciones sensoriales de hoy en día. La mejor manera de entender lo que el hombre de aquellos tiempos primigenios llevaba a su conciencia sobre su medio ambiente, sería si pensamos de la conciencia antigua como en un último remanente todavía en sueños. Todo el mundo sabe cómo las imágenes del sueño aparecen y desaparecen, cómo surgen y se desvanecen. Para la conciencia actual serían imágenes oníricas en su mayor parte, reminiscencias sin sentido del mundo exterior. Aunque mezcladas con estados superiores de conciencia, serían incomprensibles para los hombres de nuestro tiempo. Imágenes, siempre cambiantes, cuadros, símbolos equivalentes a nuestra conciencia de sueño. Todo el mundo ha experimentado cómo un incendio, por ejemplo, se simboliza en un sueño. Piense en la diferencia entre un sueño y la conciencia de vigilia ordinaria. Así de esa manera ese estado de sueño representaría el remanente de la conciencia primitiva del hombre. Entonces el hombre vivía en un mundo de imágenes, imágenes no vagas ni vacías, pero partiendo de un mundo real externo. En este sentido antiguo había estados intermedios entre la vigilia y el sueño y en estos estados el hombre estaba cara a cara con el mundo espiritual. El mundo espiritual en realidad entraba en su conciencia. Hoy en día la puerta hacia el mundo espiritual está bloqueada en contra de la conciencia normal del hombre, pero ese no fue el caso en los tiempos antiguos, porque entonces entraba en los estados intermedios entre la vigilia y el sueño cuando el mundo espiritual se le aparecía en imágenes oníricas. En estas imágenes oníricas veía el trabajo y el tejido del espíritu que estaba detrás del mundo físico de los sentidos. Tenía la experiencia directa del mundo espiritual, aunque ya para el tiempo de Zaratustra esto ya era confuso y oscuro. Un hombre de la antigüedad podría decirse a sí mismo: «Yo veo el  mundo físico exterior y la vida sensible, pero también tengo experiencias y percepciones en un estado diferente de conciencia, y sé que hay otro mundo detrás del mundo de los sentidos, un mundo espiritual».

La evolución consiste en que para ser adquirida una facultad tiene que ser a expensas de otra, y así fue como las épocas fueron tomando su curso, la facultad de que el hombre tomase posesión de la comprensión del mundo espiritual se fue apagando paulatinamente. Nuestras facultades de claro razonamiento cognoscitivo, nuestro actual pensamiento lógico que consideramos como la característica más importante de la cultura moderna, no existían en aquellos tiempos. Tenían que ser desarrollados por el hombre en la época a la que entonces pertenecían, a expensas de la antigua conciencia clarividente. La conciencia clarividente tendrá que ser cultivada de nuevo en la futura evolución de la humanidad, pero de una manera diferente. Tiene que ser añadida a la conciencia puramente física que está ligada a la facultad de la lógica intelectual. Puede rastrearse un aumento y una caída en la evolución de la conciencia humana y vemos en ella un profundo propósito en el desarrollo del hombre.

La antigua conciencia descrita anteriormente se remonta a una época prehistórica de la que no hay pruebas documentales. Zaratustra pertenece a esta época de la que, hasta ahora, no hay tradiciones históricas que hayan llegado hasta nosotros. Fue una de las principales personalidades que dieron un estímulo para dar grandes pasos adelante en la civilización de la humanidad. Sea cual sea el nivel de la conciencia humana en cada momento, es necesario recurrir a estas personalidades como fuente de lo que podemos llamar la iluminación, la iniciación en los misterios superiores del universo. Entre estas personalidades estuvieron Hermes, Buda y Moisés, así como también Zaratustra, a quien vamos a estudiar en el curso de estas conferencias.

Zaratustra vivió por lo menos ocho mil años antes de nuestra era actual, y los dones a la civilización que fluyeron de su espíritu ilustrado brillan claramente a través de los siglos. Los que penetran en las corrientes internas de la evolución humana pueden detectarlo incluso después de este lapso de tiempo. Zaratustra fue uno de aquellos cuya alma había experimentado la Verdad, la Sabiduría y la Intuición en una medida que trasciende con mucho la conciencia normal de la época. En aquella parte de la Tierra que más tarde fue conocida como el Imperio Persa, Zaratustra proclamó poderosas verdades procedentes de los mundos suprasensibles, de regiones que se encuentran muy por encima de la conciencia normal de los hombres de aquel tiempo.

 

Si queremos entender el significado de las enseñanzas de Zaratustra, debernos darnos cuenta de que su misión fue comunicar una determinada concepción del universo a un segmento particular de la humanidad, mientras que otras corrientes tuvieron, por así decirlo, una misión diferente en la cultura humana. La personalidad de Zaratustra es aún más interesante para nosotros, en cuanto que él vivió en una parte del mundo directamente colindante por su lado sur con otra tierra cuyo pueblo transmitió a la humanidad un sistema de espiritualidad completamente diferente. Me refiero a los pueblos de la India, de la cual surgieron los poetas védicos. La región impregnada con el poderoso impulso de Zaratustra se encuentra al norte de la tierra de la que salió la gran enseñanza de Brahma. El mensaje de Zaratustra al mundo fue fundamentalmente diferente de las enseñanzas Brahmánicas de los grandes líderes de pensamiento de la antigua India. Estas enseñanzas de la India han llegado hasta nosotros en los Vedas, y en la profunda filosofía del Vedanta, de las cuales las revelaciones de Buda representan, por así decirlo, el esplendor final.

Vamos a establecer la diferencia entre estas dos corrientes de pensamiento: la que procede de Zaratustra y por el otro lado las enseñanzas antiguas de la India, teniendo en cuenta que el hombre puede alcanzar el mundo espiritual aproximándose a lo largo de los dos caminos. Hay dos maneras en las que podemos elevar los poderes internos del alma por encima de su nivel normal, para que podamos pasar del mundo de los sentidos al mundo suprasensible. Una de ellas es penetrando profundamente en nuestras almas, sumergiéndonos, por así decirlo, en nuestro ser interior. El otro camino está detrás de los velos que se extienden alrededor de nosotros por el mundo físico. Ambos caminos llevan al mundo suprasensible. Si en las experiencias íntimas de la vida del alma profundizamos en nuestros sentimientos, ideas e impulsos de manera que las potencias del alma se hacen más y más fuertes, podremos descender místicamente hasta el «Yo» (el Ser). Al pasar por esa parte de nuestro ser que pertenece al mundo físico, podemos encontrar nuestra verdadera esencia espiritual, la esencia imperecedera que pasa de una encarnación a otra. Al atravesar el velo del ser interno con todos los deseos, las pasiones y las experiencias interiores del alma (que son sólo una parte de nosotros en la medida en que vivimos en un cuerpo físico) podemos entonces llegar a nuestra esencia eterna y entrar en el mundo del espíritu. Por otro lado, si desarrollamos poderes que no sólo perciben el mundo físico con sus sentidos, colores, sensaciones de calor y frío —si fortalecemos nuestros poderes espirituales de tal forma que puedan penetrar el velo que rodea al color, sonido, calor, frío y otros fenómenos físicos— entonces el fortalecimiento de nuestras fuerzas espirituales llegará hasta los mundos suprasensibles, extendiéndose ante nosotros en distancias ilimitadas hasta el infinito. La primera forma es la de la mística y la segunda el camino de la Ciencia Espiritual. Fue en una u otra de estas dos formas en las que los grandes maestros alcanzaron las revelaciones de la verdad que tenían que inculcar a la humanidad como base de la cultura.

En los tiempos primitivos de la evolución de la humanidad sucedió que sólo una de las dos formas estuvo abierta a un pueblo en particular. Sólo más tarde, en la época griega (coincidiendo con el inicio de la era cristiana) se hizo que estas dos corrientes se mezclaran  y poco a poco se convirtieran en una sola corriente de la cultura. Cuando se habla de la ascensión a los mundos superiores, es correcto afirmar que el hombre que iba a realizar ese ascenso debía, en cierta medida, desarrollar los dos tipos de poderes espirituales dentro de su alma, los poderes místicos de la vía interior del yo y los poderes desarrollados por la ciencia espiritual, ya que ésta penetra en el mundo exterior. Hoy en día estos dos caminos ya no están estrictamente separados el  uno del otro, ya que es parte del propósito de la evolución humana que las dos corrientes se deben cumplir. Antes de las épocas griega y cristiana estos dos métodos de desarrollo fueron practicados por los diferentes pueblos que viven en regiones no muy distantes en el espacio. Encontramos rastros de ellos en la cultura de la antigua India, en las canciones védicas y en la civilización Zaratustriana hacia el Norte. Todo lo que tanto admiramos en la cultura de la India antigua —que más tarde encontró su expresión en el budismo— todo esto se logra a través de la contemplación interior, apartándose del mundo exterior. El ojo tenía que ser insensible al color físico, el oído al sonido físico, los sentidos tenían que alejarse de las impresiones exteriores, y, finalmente, tras fortalecer sus poderes anímicos interiores, el hombre alcanzaba a Brahma. En Brahma, el hombre se sintió unido con el ser interior del Cosmos, el movimiento y creatividad. Y así fue como surgió la doctrina de los santos Rishis, que desembocó en los Vedas y vivió en la filosofía Vedanta y en el budismo.

En cuanto a las vías y resortes de las enseñanzas de Zaratustra, él dictó a sus discípulos el secreto de cómo reforzar las fuerzas de comprensión con el fin de penetrar el velo del mundo exterior de los sentidos. Zaratustra no enseñaba al igual que los místicos de la India que decían: «Aléjate de colores y sonidos y de todas las impresiones exteriores de los sentidos, y busca el camino hacia los mundos espirituales en su totalidad por medio de la contemplación interior, en la vida de tu propia alma».

Por el contrario, Zaratustra enseñaba así: «Fortalece las facultades de conocimiento y la comprensión de todo lo que vive, ya sea vegetal o animal; entiende todas las cosas que viven en el aire y el agua, en las alturas de las montañas o en los valles. ¡Hazte con el mundo!». Sabemos que para el místico hindú, este mundo era Maya, ilusión; y se apartó de él con el fin de encontrar al Brahmán, pero Zaratustra enseñó a sus discípulos a penetrar en el mundo a través de la comprensión y a sentir, por detrás del reino exterior de los fenómenos físicos, la realidad de un poder espiritual, activo y creativo. Este es el otro camino.

Es notable cómo estos dos caminos convergen en la época griega, donde la comprensión de las cosas espirituales era mucho más profunda de lo que es en nuestro tiempo. Esta comprensión se expresa en imágenes simbólicas, en la mitología. Las dos corrientes de pensamiento, el camino místico al ser interior y el otro que lleva al cosmos exterior, se mezclaron en la cultura griega. Una corriente derivaba su nombre del Dios místico Dionisio, el ser misterioso que se encontraba cuando el hombre descendía más y más profundamente en su ser interior y allí descubría al elemento sub-humano que antes no conocía, y del cual evolucionó a la plena humanidad. A este elemento, todavía sin purificar, aún animal en parte, se le conoce con el nombre de Dionisio. El otro elemento, en el que los ojos del espíritu vieron los fenómenos del mundo físico, fue conocido por el nombre de Apolo[1]. Así nos encontramos con las enseñanzas de Zaratustra expresadas en el culto de Apolo, así como con la doctrina mística de la contemplación en el culto a Dionisos en Grecia. En la antigüedad, estas dos corrientes surgieron por separado, pero en los cultos apolíneos y dionisíacos ambos estaban unidos y mezclados. Si nosotros, en nuestra cultura moderna, nos sometiésemos a un verdadero entrenamiento espiritual, podríamos volver a experimentar a los dos en uno.

Nietzsche tenía una idea de la diferencia significativa entre los cultos de Apolo y Dionisos. Es cierto que no entró muy profundamente en el asunto, pero en su primer ensayo “El nacimiento de la tragedia desde el espíritu de la música”, muestra que los cultos apolíneos y dionisíacos de la antigua Grecia se representan por un lado, en la mística actual, y por el otro en la corriente que ahora se expresa a través de la Ciencia Espiritual.

Zaratustra enseñó a sus discípulos a ver el Espíritu detrás de cada fenómeno físico. Toda la civilización inspirada en él se basó en este principio. Ahora bien, no basta con decir que detrás del mundo de los sentidos está lo divino-espiritual. El hombre puede pensar que ha descubierto una gran verdad  ahí, pero ello no conduce a nada, sino a un vago panteísmo[2]. Podemos pensar que expresarnos una verdad cuando decimos: «Dios está actuando detrás de cada fenómeno físico», pero eso no es más que la concepción de un poder espiritual nebuloso detrás de todas las cosas físicas. Un maestro, como Zaratustra, que en realidad había ascendido al mundo espiritual, no hablaba con esta terminología abstracta y vaga a sus discípulos y a su pueblo. Él demostró que, cuanto más diferentes son los fenómenos físicos individuales, la esencia espiritual detrás de ellos es a la vez más evidente, a otro nivel. Él enseñó cómo detrás del Sol físico -origen de toda vida y actividad- está el centro de la vida espiritual.

Vamos a tratar de condensar en un lenguaje sencillo las doctrinas que Zaratustra trató de inculcar a sus discípulos. El habló así: «El hombre, tal como lo percibimos, no sólo está formado por un cuerpo físico, pues ese cuerpo físico no es sino la manifestación exterior del Espíritu. Así como el cuerpo físico no es sino la cristalización manifiesta de lo espiritual en el hombre, el Sol, en la medida en que es un cuerpo de materia luminosa, no es más que el cuerpo exterior de un Sol espiritual». A la parte espiritual del hombre se le llama el «Aura» —o «Ahura», para usar la antigua expresión— a diferencia de su cuerpo físico, y en el mismo sentido la parte espiritual del Sol físico puede ser llamada el «Gran Aura» ya que lo abarca todo. Zaratustra llama a lo que está detrás del Sol físico, Aura Mazdao Ahura Mazdao, el gran Aura. Todas las experiencias espirituales y las condiciones están vinculadas con esta esencia espiritual detrás del Sol, así como la existencia y el bienestar de las plantas, los animales y todo lo que vive en la Tierra están vinculados con el Sol físico. Detrás del Sol físico vive el espíritu del Señor y Creador, Ahura Mazdao. Esta es la derivación del nombre «Ormuz», el Espíritu de la Luz. Mientras que los hindúes buscaron místicamente en el interior para encontrar a Brahma, el Eterno, que brilla como un centro luminoso en el hombre, Zaratustra señaló a sus discípulos a la gran periferia, mostrándoles que el poderoso Espíritu del Sol, Ahura Mazdao, el Espíritu de la Luz, habitaba en el cuerpo físico del sol. Ahura Mazdao tenía que enfrentarse a su enemigo —Ahriman, el Espíritu de las Tinieblas— al igual que el hombre, que lleva dentro de sí a los enemigos de sus buenos impulsos, se esfuerza por elevar a su verdadero ser espiritual a la perfección, y tiene que luchar contra sus bajas pasiones, deseos, y las imágenes engañosas de la mentira y la falsedad.

Zaratustra fue capaz de transmutar su concepción del universo desde la mera doctrina hasta el sentido real, la visón real. Y así fue capaz de enseñar a sus discípulos que dentro de ellos había un principio activo de perfección. Cualquiera que fuera su desarrollo les enseñó a darse cuenta de que este principio de perfección podría hacerles ascender a estados cada vez más altos de la existencia. Les enseñó que las pasiones y deseos, la mentira y el engaño dentro del alma dan lugar a la imperfección. Zaratustra muestra los ataques que se le hacen a Ahura Mazdao en el mundo exterior por el principio de la imperfección, por el mal que ensombrece a la luz, por Angra Mainyu-Ahriman.

Los discípulos de Zaratustra pudieron así darse cuenta de que el gran universo se refleja en cada individuo. El verdadero significado de esta doctrina no radica en sus conceptos teóricos e ideas, sino en la sensación que provocó en el hombre, un sentimiento que le enseñó su relación con el universo y le hizo capaz de decir: «Aquí estoy yo, un pequeño mundo, pero un mundo que siendo pequeño es una réplica del gran mundo. En los seres humanos, el principio de la perfección se opone al mal; en el gran universo, Ormuz y Ahriman se enfrentan uno al otro. Todo el universo es, por así decirlo, un hombre grande que ha crecido inconmensurablemente y las más altas fuerzas humanas son Ahura Mazdao. Su enemigo es Ahriman».

Si el hombre dirige su atención verdaderamente al mundo físico finalmente tiene que descubrir que todos los fenómenos son parte del gran proceso cósmico, y se llena de temor cuando la observación celestial le pone de manifiesto el hecho de que las mismas sustancias que existen en la Tierra existen también en las más lejanas estrellas. A la luz de las enseñanzas de Zaratustra, el hombre siente en su ser espiritual que forma parte del espíritu de todo el Universo, y siente que emana de ese Espíritu. En esto radica la gran importancia de su doctrina.

Tal enseñanza no es abstracta sino muy concreta. Incluso cuando la gente de nuestro tiempo tiene un cierto sentimiento de lo espiritual detrás del mundo físico, es muy difícil hacer que se den cuenta de que necesariamente debe de haber más que un poder espiritual central. Pero así como hay diferentes fenómenos naturales: temperatura, luz, fuerzas químicas y otras similares, de la misma forma hay diferentes órdenes de poderes espirituales inferiores, fuerzas subordinadas cuyo ámbito de actividad es más limitado que el de aquel poder omnímodo que todo lo abarca. Zaratustra hizo una distinción entre Ormuz y otros seres espirituales inferiores, que eran sus servidores. Antes de pasar a considerar a estos seres espirituales inferiores, démonos cuenta de que la doctrina de Zaratustra no es el dualismo simple, una enseñanza de los dos mundos, de Ormuz y de Ahriman. Él enseñó que detrás de estas dos corrientes en el universo hay un poder de donde proceden ambos, el reino de la luz (Ormuz) y el reino de las tinieblas (Ahriman). Antiguos escritores griegos nos dicen que la unidad detrás de Ormuz y Ahriman era adorada por los antiguos persas, como la Unidad Viviente, pero es difícil recrear esa idea hoy en día. Zaratustra llama a esto Akarene Zervane, lo que está detrás de La Luz. Para poder llegar a una concepción del significado de esto, pensemos en el curso de la evolución. Debemos concebir toda la creación como un viaje hacia la perfección cada vez mayor, de modo que si miramos hacia el futuro, el Ahura de Ormuz crece más y más en claridad. Mirando hacia el pasado, vemos a los poderes ahrimánicos en oposición a Ormuz, y en el transcurso del tiempo, sin embargo, su existencia habrá de cesar. En todas estas cosas, debemos entender que una observación del futuro y del pasado conduce al mismo punto. Es muy difícil para el hombre de hoy darse cuenta de esto. A modo de ilustración pensemos en un círculo. Si empezamos por el punto más bajo y pasamos a lo largo de un lado llegamos al contrario, al punto más alto. Si se pasa a lo largo del otro lado, también se llega al mismo punto. Si ampliamos el círculo, tenemos que seguir avanzando, y la curva del arco se hace más plana y más plana. Dibuja el círculo más grande y más grande, y el arco finalmente se convierte en una línea recta, a partir de entonces las dos líneas llevan hasta el infinito. Pero antes de esto, con un círculo más pequeño, llegamos al mismo punto a lo largo de ambos lados. ¿Por qué no suponer que el mismo resultado se obtiene cuando los lados del círculo son planos y sus líneas rectas? En el infinito, el punto entonces debe seguir siendo el mismo en un lado como en el otro. Por lo tanto para concebir el infinito, podemos imaginar una línea continua indefinidamente en ambos lados, lo cual constituye, en efecto, un círculo.

Esto es una concepción abstracta de lo que subyace en la doctrina Zaratustriana de la Zervane Akarene, esto es, la Zaruana Akarana. Tomando el concepto del tiempo, mira hacia el futuro por un lado, y al pasado por el otro. El tiempo, sin embargo, está soldado en un círculo; la terminación se lleva  a cabo en el infinito. Esto se representa simbólicamente como la serpiente que se muerde su propia cola, en la serpiente del Poder de la Luz que crece más y más brillante, que se teje por un lado, y por el otro el Poder de las Tinieblas, que parece crecer más y más profundamente. Mientras nosotros permanecemos en el centro, Ormuz y Ahriman, la luz y la sombra, se entremezclan, y en todo esto se teje el autónomo y misterioso «Zaruana Akarana», el Tiempo.

Esta antigua concepción del universo no se limita a indicar vagamente: «Fuera y por detrás del mundo de los sentidos, que actúa sobre los ojos y los oídos, está el Espíritu». Sino que una especie de alfabeto, lo que son los registros del mundo espiritual, fue revelado. Supongamos que hoy en día tenemos una página de un libro. Vemos en ella las letras y construimos palabras de estas letras, pero primero tenemos que haber aprendido a leer. Los que no han aprendido a leer en sentido espiritual, no pueden entender a Zaratustra, no pueden leer el sentido de su enseñanza, sino que simplemente ven signos y símbolos. Sólo aquellos que saben cómo construir estas señales en una doctrina a la que sus almas responden, pueden entender a Zaratustra.

Ahora bien, detrás del mundo de los sentidos, en la agrupación ordenada de las estrellas, Zaratustra percibió una escritura simbólica en el espacio cósmico. Así como tenemos un alfabeto escrito, Zaratustra vio en los mundos estelares del espacio, una especie de alfabeto de los mundos espirituales, un lenguaje mediante el cual se convirtió en articulado. Así surgió la ciencia de penetrar en el mundo espiritual y la lectura e interpretación de las constelaciones. Sabía también la forma de descifrar los signos en que los espíritus cósmicos inscriben sus actividades en el espacio. Su lenguaje era la agrupación y el movimiento de las estrellas. Zaratustra y sus discípulos vieron que Ahura Mazdao crea y se manifiesta mediante la descripción de un círculo aparente en los cielos, en el mismo sentido que nuestra Astronomía, y este círculo era para ellos el signo externo de la forma en que Ormuz manifestaba su actividad al hombre. Zaratustra mostró -y esto es un punto muy importante- que el zodiaco es una línea que vuelve sobre sí misma, formando un círculo como expresión de la rotación del Tiempo. En el sentido más elevado, enseñó que, mientras una rama del Tiempo se adelanta hacia el futuro, la otra se vuelve hacia atrás hacia el pasado. Zaruana Akarana, la línea auto-contenida del Tiempo, el círculo descrito por Ormuz, el Espíritu de Luz, es lo que más tarde fue llamado el Zodiaco. Esto es expresión de la actividad espiritual de Ormuz. El curso del Sol a través del Zodiaco es la expresión de la actividad de Ormuz. El Zodiaco es la expresión de Zaruana Akarana. Y Zaruana Akarana y el Zodiaco son una y la misma palabra, como Ormuz y Ahura Mazdao. Y hay dos cosas que aquí deben ser recordadas.

Cuando el Sol pasa en verano a través de la luz, sus plenos poderes caen sobre la Tierra, son las fuerzas de la luz espiritual enviadas por Ormuz desde su reino de luz. Los signos del zodíaco a través de los cuales pasa Ormuz en verano o durante el día revelan su actividad sin verse obstaculizados por Ahriman. Los signos del Zodíaco en el horizonte son símbolo del reino de la sombra a través del cual pasa Ahriman. ¿Cuáles, entonces, son las expresiones de Ormuz (que representa a la parte clara del Zodíaco) y de Ahriman (la parte oscura), en su actividad en la Tierra?

zodiacohumano

 Hay una diferencia entre la influencia del Sol en la mañana y al mediodía. Cuando Ormuz asciende desde Aries a Tauro, el efecto de sus rayos no es lo mismo que cuando está descendiendo. Sus rayos difieren tanto en verano como en invierno y se diferencian con cada signo a través del cual pasa el Sol. El curso del Sol a través de los signos del zodíaco reveló a Zaratustra las múltiples facetas de la actividad de Ormuz, y vio aquí las expresiones de los seres espirituales que son, por así decirlo, los servidores, los «hijos» de Ormuz, quienes ejecutan sus órdenes. Estos poderes subordinados, cada uno con su propia actividad especial, son los «Amschaspands» o «Pentas Ameschas». Mientras que Ormuz representa la actividad colectiva del Zodiaco, los Amschaspands tienen que realizar las actividades especializadas que se expresan en la radiación del Sol desde Aries, Tauro, Cáncer, y así sucesivamente. La actividad de Ormuz se expresa en la irradiación del Sol a través de todos los signos de la luz del zodiaco de Aries a Libra o Escorpio. Según Zaratustra, Ahriman trabaja desde el centro de la Tierra, desde la oscuridad donde habitan,sus siervos, los Amschaspands, y son los adversarios de los genios buenos que rodean a Ormuz. Zaratustra distinguió doce tipos de seres espirituales, seis o más bien siete, en el lado de Ormuz, y seis, o más bien cinco, en el lado de Ahriman. Se les simboliza como genios buenos y genios malos, o espíritus serviles, en función de si el curso del Sol pasa  por los signos del zodiaco de luz o por los signos oscuros. Goethe estaba pensando en estos ayudantes de Ormuz, cuando escribió al principio del Fausto, en el Prólogo del Cielo:

 

 

“Pero vosotros, puros hijos de Dios,

Disfrutad de la belleza eterna:

Dejad que lo que siempre opera y vive

Os encierre dentro de los límites de su amor,

Y se apodere de pensamientos dulces y melancólicos

Fantasmas al frente de su hermosura».

 

Los Amschaspands de Zaratustra son los mismos seres a los que Goethe se refiere como los «hijos puros de Dios», que sirven al más alto Poder Divino.

Hay doce Amschaspands o genios, y a continuación hay otros poderes espirituales de los cuales la enseñanza de Zaratustra distingue veintiocho grados. El número es aproximado, ya que varía entre los veinticuatro, veintiocho, y treinta y uno. Estos poderes subordinados se llaman Izerads o Izods. ¿Qué clase de seres son? Si pensamos en los Amschaspands como las doce grandes potencias en el espacio, a continuación los Izods son las fuerzas subordinadas que están detrás de las actividades más bajas de la Naturaleza, y de éstos  hay entre veinticuatro y treinta y uno. Hay todavía un tercer grupo de poderes espirituales, poderes que, en nuestro sentido, no son muy activos en el mundo físico como tal. Zaratustra les llama Ferruhars o Frawashars. Las doce fuerzas detrás de las cuales viven los Amschaspands están activas en todas las actividades físicas de la luz sobre la Tierra: detrás de los Izods debemos imaginar a las fuerzas que afectan al reino animal. Los Frawashars deben ser considerados como los seres espirituales que guían las almas de grupo de los animales.

Así, Zaratustra vio un mundo real suprasensible detrás del mundo de los sentidos: primero Ormuz y Ahriman, detrás de ellos Zaruana Akarana, y por debajo de ellos los Amschaspands, buenos y malos. Ahora, ¿cuáles son los Izods y Frawashars? Según Zaratustra son la esencia espiritual que impregna el macrocosmos, la esencia de la vida de los fenómenos físicos externos que percibimos con nuestros sentidos. El hombre, tal y como él está en el mundo, es una réplica de este mundo superior, y por tanto contiene dentro de sí todos los poderes que dan alma al mundo superior. Así como hemos reconocido a Ormuz en la lucha del hombre hacia la perfección, y a Ahriman en los instintos impuros del hombre y de sus impulsos, así también podemos encontrar en el hombre la huella de otros seres espirituales, los genios menores.

Y ahora tengo que hablar de algo que hoy en día puede parecer extraordinario a las concepciones habituales mantenidas por el hombre sobre el Cosmos. No está muy lejos, sin embargo, el tiempo en que la ciencia externa descubrirá que hay elementos suprasensibles detrás de todos los fenómenos físicos, un mundo espiritual que está detrás del mundo de los sentidos. Entonces se dará cuenta de que el cuerpo físico del hombre en todas sus partes, es una imagen de todo el Cosmos. El Cosmos se derrama y se densifica en el cuerpo físico del hombre. Por lo tanto, de acuerdo con la concepción de Zaratustra -que se parece mucho a la de la Ciencia Espiritual- podemos decir que tanto Ormuz como Ahriman trabajan sobre el hombre: Ormuz como el impulso hacia su  perfección, y Ahriman como el impulso en oposición al mismo. Pero las actividades espirituales de los Amschaspands también actúan sobre el hombre. Tenemos que pensar de estos seres, hasta ahora densificados en el hombre, que son físicamente manifiestos.

En el tiempo de Zaratustra no había, por supuesto, ciencia de la anatomía en nuestro sentido de tal expresión, pero él y sus discípulos, dentro de su concepción espiritual del mundo, vieron a las doce corrientes de Amschaspands como una realidad. Vieron estas corrientes que fluyen hacia el hombre y su acción sobre él. La cabeza humana era para ellos la expresión visible de las actividades de las siete corrientes buenas de Amschaspands, así como de las cinco malas. ¿Cómo se expresa esta verdad en el momento actual? Hoy en día, el anatomista ha descubierto la existencia de doce pares de nervios craneales que se repiten en el cuerpo. Estas son las contrapartes físicas, las corrientes congeladas, por así decirlo, de los Amschaspands. Hay doce pares de nervios y por medio de ellos el hombre puede alcanzar la máxima perfección, o hundirse en el mayor de los males. Así, la enseñanza espiritual dada por Zaratustra a sus discípulos aparece de nuevo, materializada, en nuestra época. La gente puede considerar una fantasía por parte de la Ciencia Espiritual decir que Zaratustra se refería a los doce pares de nervios craneales cuando enseñó acerca de los Amschaspands, pero el mundo tendrá mucho que aprender de esto, pues un día constatará que todo el tejido del Cosmos en movimiento actúa continuamente sobre el hombre. Las antiguas enseñanzas de Zaratustra están siendo revividas de hecho en la fisiología moderna.

Los veintiocho a treinta y uno Izods ocupan la misma posición subordinada a los Amschaspands al igual que los veintiocho nervios de la espina dorsal actúan con relación a los nervios del cerebro. Los nervios espinales que estimulan la vida del alma del hombre son creados desde afuera por las corrientes espirituales de los Izods, ellos actúan en nosotros y se cristalizan, por así decirlo, en los nervios espinales. Y en cuanto a aquello que no pertenece a la naturaleza de los nervios, pero que nos hace individuos, que no es introducido desde fuera, sino que vive dentro, ahí viven los Frawashars o Ferruhars. Ellos viven en esos pensamientos que trascienden la actividad meramente física del cerebro y los nervios.

Hay una notable conexión entre las tendencias de nuestro tiempo y las doctrinas que Zaratustra dio en imágenes espirituales que fluyen tras el velo del mundo de los sentidos. Sin embargo hay una cosa importante a tener en cuenta. Las enseñanzas de Zaratustra influyeron en el pensamiento de la gente por mucho tiempo y posteriormente pasaron a segundo plano. A veces fue el camino místico de pensamiento el que predominó, a veces lo oculto tras el pensamiento griego mantuvo unidas en cierta medida a las dos corrientes. Hoy en día parece que hay una tendencia a la vía mística. Muchos se sienten atraídos hacia el ocultismo de la India con su tendencia a la introspección, y esto explica el hecho de que en la vida espiritual de hoy en día se preste poca atención a las características esenciales de las doctrinas de Zaratustra. Aunque todavía hay mucho del pensamiento antiguo persa en nuestra propia vida espiritual, sin embargo, en cierto sentido, sus características más esenciales, la esencia misma de la doctrina de Zaratustra, se ha perdido en nuestra época. Cuando nos damos cuenta una vez más que las enseñanzas de Zaratustra son los prototipos espirituales de innumerables ejemplos de la investigación física, la nota clave de nuestra cultura de hoy será reemplazada por otra.

Ahora bien, una característica importante en casi todas las otras corrientes místicas de la cultura no se encuentra en la religión de Zaratustra, y la razón de esto es que su preocupación total se dirige a los fenómenos macrocósmicos. Otros sistemas religiosos han acentuado los contrastes presentados por la división de los sexos. Y mientras en los sistemas religiosos más antiguos las diosas y los dioses son símbolos contrastados de las dos corrientes que actúan en el mundo, la religión de Zaratustra eleva por encima de esta concepción los símbolos del Bien como luz y del Mal como oscuridad. Y la razón, de ello es la pureza sublime de esta religión y su nobleza, que se eleva por encima de las ideas que desempeñan un papel desagradable en cualquier esfuerzo que profundice en la vida del pensamiento de nuestro tiempo. Incluso los escritores griegos declararon que la más alta divinidad tuvo que crear forzosamente a Ahriman, así como a Ormuz con el fin de que pudiera existir el contraste necesario. Esto implica que un poder primordial fue creado en perjuicio del otro. En la religión hebrea, la mujer, Eva, fue el símbolo del mal que vino a este mundo, mientras que en la religión de Zaratustra no existe ningún elemento de antagonismo sexual. Las cosas desagradables que hoy en día entran en tan gran medida en nuestra literatura actual, se introducen en nuestros pensamientos y sentimientos y así acentúan desagradablemente las principales causas de enfermedad y salud, sin afectar a los elementos esenciales de la vida, y todo esto desaparecerá cuando la «heroica» concepción de Ormuz y Ahriman sea entendida, cuando la verdadera influencia Zaratustriana se propague en la cultura actual, vestida con las palabras de su gran fundador.

Estas cosas siguen su propio camino en el mundo y nada puede detener el progreso de la verdad inherente a la cultura de Zaratustra. Si seguimos el progreso de la cultura en Asia Menor, hasta los últimos tiempos entre los asirios, babilonios, egipcios, e incluso hasta la era cristiana, encontramos las huellas de conceptos derivados de la iluminación del gran Zaratustra. Y no nos vamos a extrañar del punto de vista expresado por un escritor griego, de que los grandes líderes espirituales de las razas impartieron a la gente parte de una futura cultura de la que se encontraban necesitados. Este escritor griego señalaba a Pitágoras mostrando lo que había aprendido de sus grandes predecesores —Geometría de los egipcios, aritmética de los fenicios, astronomía de los caldeos— y cómo él se había vuelto a las doctrinas de Zaratustra para aprender de ellas la enseñanza sagrada de las relaciones del hombre con el mundo espiritual y del desarrollo verdadero de la vida. El mismo autor afirma que la conducta de vida establecida por Zaratustra conducía al hombre por encima de todos los conflictos menores, ya que todos ellos culminaban en el gran conflicto entre el Bien y el Mal, donde la victoria sólo puede ser adquirida por medio de la purificación del mal, de la mentira y de la falsedad. El peor enemigo de Ormuz llevaba el nombre de «calumnia», una de las cualidades principales de Ahriman. El escritor griego nos dice que Pitágoras no pudo encontrar la más alta idea moral (la purificación moral del hombre) entre los egipcios, de quienes aprendió geometría, ni entre los fenicios de quienes aprendió aritmética, ni entre los caldeos de quienes aprendió la Astronomía; pero que tuvo que recurrir a los seguidores de Zaratustra para entender la concepción heroica del universo, ya que la purificación por sí sola puede vencer al mal. Esto demuestra el alto valor dado a las nobles enseñanzas de Zaratustra en los tiempos de la antiguedad.

Lo que he dicho puede ser ilustrado con citas de documentos históricos. Plutarco, por ejemplo, dice que Zaratustra enseña el culto de la luz porque la luz es el factor más importante para el bienestar de la Tierra y el más alto factor espiritual es la Verdad. Ello está completamente de acuerdo con lo que se ha dicho.

Pero volvamos de nuevo a las concepciones védicas antiguas. Ellas fueron el resultado de un descenso místico hasta el ser interior. Antes de que el hombre pueda penetrar en la luz interior de Brahma, se encuentra con sus propias pasiones, con sus impulsos salvajes y semi-humanos, pues éstos se oponen a su entrada en la verdadera vida del espíritu y el alma. Los místicos de la India se dieron cuenta de que la unión mística con Brahma sólo podría ser alcanzada mediante la eliminación de todas las impresiones del mundo físico, y de que las llamadas sensuales de colores y sonidos tenían que cesar. En tanto que estos elementos entrasen en la meditación, los opositores a la consecución de la perfección estarían ahí presentes. El místico indio habría dicho: «Echad todo lo que de las potencias exteriores pueda entrar en el alma; profundizad en vosotros mismos en el núcleo más íntimo de vuestra propia alma; descended al reino de los Devas, y cuando hayáis vencido a los Devas inferiores encontraréis el reino de Brahma. Pero huid del mundo de los Asuras, esos seres que de tan buena gana intentan penetrar en vosotros desde el mundo de Maya, el mundo exterior. A éstos en ningún caso deberá de permitírseles la entrada».

Y ahora escuchen lo que Zaratustra enseñó a sus discípulos: «Los pueblos del Sur están constituidos de diferente manera y por ello buscan el mundo espiritual de otra forma. Su manera no ayudaría a una nación que tiene como misión no sólo la de soñar y meditar sobre este maravilloso mundo, sino la de enseñar a la humanidad el arte de la Agricultura y la conquista de la barbarie. No miréis las cosas externas solo como Maya, sino que debéis penetrar detrás de este velo de color y sonido que hay a vuestro alrededor. Rehuid todo lo que amenace con mantener vuestra alma dentro de los lazos del egoísmo, y huid de todo lo que lleve el sello de las cualidades dévicas. Abríos camino a través del reino de los Asuras inferiores y ascended a los superiores. Vuestra naturaleza es tal que podéis hacer esto si lo queréis». En la India los Rishis habían enseñado que el hombre no estaba estructurado como para poder buscar lo que se encontraba en el reino de los Asuras, y que por lo tanto el hombre debería de huir de su mundo y entrar en el de los Devas.

Esta es la diferencia entre las culturas india y persa. A los pueblos hindúes se les enseñaba que los Asuras eran los malos espíritus y que debían de ser evitados, pues la estructura de los indios era tal que sólo podían conocer los Asuras inferiores. Los pueblos persas, por el contrario, sólo conocían los Devas inferiores y por lo tanto se les enseñó: «Penetrad en el reino de los Asuras y seréis capaces de ascender desde allí al reino de los Asuras superiores».

El impulso que Zaratustra dio a los hombres de su época residía en el hecho de que él tenía un don para la humanidad que podría actuar a través de todas las edades, un regalo que haría despejar el camino de ascenso y conquistar todas las falsas doctrinas que engañan al hombre en su camino hacia la perfección. Zaratustra por lo tanto, se veía a sí mismo como siervo de Ahura Mazdao, y como tal, él conocía personalmente la labor de oposición de Ahriman. Su enseñanza fue pensada para ayudar a la humanidad a una conquista heroica del principio ahrimánico. Encontramos sus palabras registradas en los documentos de una época posterior. Inspirado por el impulso interior de su misión y, encendido por la pasión con la que se sintió como antagonista de Ahriman, dijo: «¡Voy a hablar! Vosotros que viajáis desde lejos, y vosotros que con ganas de escuchar venís de cerca. ¡Fijaos bien en mis palabras! Ya nunca más el Maligno, el falso líder, conquistará al Espíritu del Bien. Demasiado tiempo ha impregnado al habla humana con su mal aliento. Voy a refutarle con el discurso que el Altísimo, el Uno Primordial, ha puesto en mi boca. Voy a trasmitir lo que Ahura Mazdao me dice. Y el que no oiga mis palabras, ni entienda su significado tal y como yo las digo, experimentará mucha maldad al final de los ciclos del mundo».

 Así habló Zaratustra.

Caigamos en la cuenta a través de estas palabras de que el mensaje de Zaratustra a la humanidad puede ser sentido y experimentado a través de todas las épocas culturales futuras. Aquellos de nosotros que tengan oídos para escuchar los ecos oscuros que aún viven en nuestro tiempo, y si escuchan con oídos espirituales, que escuchen los sutiles tonos de las palabras de Zaratustra a la humanidad de hace miles de años. Para aquellos que tienen oídos para oír, el mensaje de Zaratustra y el de otros grandes líderes de los cuales hablaremos en estas conferencias, pueden resumirse en las siguientes palabras: «Estos Espíritus enviados de Dios brillan como estrellas en los cielos de la Vida Eterna. Que se conceda a cada alma el poder contemplar su esplendor en los ámbitos de la vida terrenal».

Traductor desconocido.

 

[1] (véase el capítulo VI de «El Oriente a la Luz de Occidente» por Rudolf Steiner)

[2] Panteísmo. Doctrina y creencia según la cual todo cuanto existe participa de la naturaleza divina porque dios es inmanente al mundo. El panteísmo es el sistema de creencia de quienes sostienen que la totalidad del universo  es el único Dios. Esta cosmovisión y doctrina filosófica afirma que el universo entero, la naturaleza y Dios son lo mismo. En otras palabras, la existencia (todo lo que fue, es y será) puede ser representada a través de la noción teológica de Dios.