GA218c6. Las esferas planetarias y su influencia en la Vida del hombre en la Tierra y en los Mundos Espirituales

Rudolf Steiner — Londres, 19 de noviembre de 1922

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Mis queridos amigos,

Hoy me gustaría llevar nuestros recientes estudios a una cierta conclusión. Para empezar, podemos recordar, lo que le espera al ser humano inmediatamente después de la muerte. El cuerpo físico se deja a un lado, quedándose  en una condición en la que no se ha encontrado nunca, durante la vida terrenal con la conciencia predominante de nuestra época. Dentro y alrededor de él, tiene su yo, su cuerpo astral y su cuerpo etérico. Desde el nacimiento hasta la muerte, como saben, el cuerpo etérico permanece unido al físico. Incluso en el sueño es el cuerpo astral y el yo del ser humano el que sale de lo físico, y por lo tanto salen del cuerpo etérico también. Ahora, sin embargo, por un corto tiempo después de la muerte (sólo una cuestión de días), el hombre todavía habita en su cuerpo etérico —el cuerpo de fuerzas formativas—  y con ello se permite mirar hacia atrás en el curso de su vida terrenal pasada, que  de hecho, siempre se encuentra en el cuerpo etérico. Como he mencionado en los discursos públicos recientes, esto puede suceder en la iniciación también, cuando el hombre es capaz de dejar libre el cuerpo etérico, él ve el panorama completo de su vida terrena.

Sin embargo, no es por mucho tiempo que podamos retener el cuerpo etérico después de la muerte. Perteneciendo como lo hace a todo el Cosmos, el cuerpo etérico siempre quiere expandirse. Incluso durante la vida, si perdemos nuestro cuerpo físico por un solo instante, nuestro cuerpo etérico se inclinaría de inmediato —como si fuera una fuerza elástica— a disolverse en el cosmos. Solo el cuerpo físico, en el que permanece a lo largo de nuestra vida, lo mantiene unido. Y luego, cuando el poder coherente del cuerpo físico ya no es nuestro, de inmediato el cuerpo etérico comienza a expandirse, tanto que dentro de unos días ya no está para nosotros. Es como cuando tomas una pequeña gota de agua; la gota está allí ante ti; la calienta y se evapora y expande en todas las direcciones; entonces ya no está allí; ya no puedes verla. Así el cuerpo etérico se expande en el Cosmos después de la muerte; después de unos pocos días ya no está allí.

 La ciencia oculta indica que esto solo puede durar unos días. Los iniciados son capaces —artificialmente, por así decirlo— de hacer uso del cuerpo etérico, incluso durante la vida terrena. A pesar de que permanece en el cuerpo físico, nos volvemos capaces de hacer caso omiso de este último, con el cuerpo etérico como tal. A la vez tenemos el panorama de nuestra vida terrena hasta el momento. Sin embargo, al mismo tiempo vemos como resplandece y brilla en nuestro cuerpo etérico, un reflejo del gran universo. La totalidad de los cielos estrellados están en el cuerpo etérico. De inmediato tenemos el panorama de nuestra vida terrenal hasta el momento dado. Sin embargo, al mismo tiempo vemos irradiar y brillar en nuestro cuerpo etérico un reflejo del gran Universo. Todo el Cielo estrellado está allí en el cuerpo etérico. De hecho, no se puede ver el cuerpo etérico separado del físico sin mostrar a la vez el mundo estrellado en todas las direcciones: incluidos los planetas y las estrellas fijas. Son los planetas y las estrellas fijas los que finalmente reciben nuestro cuerpo etérico. La ciencia espiritual muestra que podemos mantener las imágenes en nuestro cuerpo etérico solo durante tres o cuatro días como máximo; luego se desvanecen, y para evitar ser desconectados del todo, debemos regresar a nuestro cuerpo físico antes de que esto suceda; de lo contrario, el cuerpo etérico ya no se mantendrá unido. Y así, de hecho, unos días después de la muerte, el cuerpo etérico se desvanece, no lo tenemos más. Sin embargo, nosotros mismos somos progresivamente recibidos en el mundo de las estrellas.

Al principio, cuando nos despojamos de nuestro cuerpo etérico, nos sentimos como extraños en medio del mundo de las estrellas. Sólo la luna, las fuerzas lunares nos son familiares. La Luna emerge por un lado como una imagen detrás de su apariencia física. Al mismo tiempo sin embargo, empezamos a descubrir qué tipo de fuerzas espirituales están conectadas con ella. Nos hacemos conscientes de cómo, con la Luna, está conectado Iahvé —el poder del universo, como se explicó en la conferencia anterior. Para el alma que ha pasado por la Puerta de la Muerte, la Luna se transforma, por así decirlo, en una colonia de seres espirituales, y Iahvé es su líder. Ahora, después de la muerte, realmente aprendemos a conocer lo que la ciencia espiritual nos relata, pues las imágenes de estas verdades espirituales pueden ser recibidas por la Ciencia Espiritual incluso en la vida terrenal. Aprendemos a conocer lo que significa que el hombre en la Tierra tiene que morir. Sí, es a través de la Luna —a través de los Poderes de Iahvé— que aprendemos el significado de la muerte.

En cuanto a la muerte desde el punto de vista terrenal, vemos el cuerpo físico del ser humano sin vida, en tanto que el alma, el espíritu y el cuerpo etéreo que lo llenaron hasta la fecha han desaparecido. El cuerpo físico es recibido por las fuerzas de la Tierra, es decir, por los elementos —por la tierra y el agua si se ha enterrado o si es cremado por el aire y el fuego. El cuerpo humano físico, que se dejó a un lado por el ser humano que lo moraba, es recibido ahora por las fuerzas de la Tierra. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿Qué significa para el cuerpo físico que se le deje a un lado por el hombre y sea entregado a la destrucción? La verdad es que: cuando el hombre nace y trae con él la fuerza de crecimiento infantil —es más, incluso antes de su nacimiento, cuando, como embrión en el vientre de su madre, como cuerpo que ya pertenece a la Tierra— son estas mismas fuerzas, las que se manifiestan como fuerzas de destrucción, cuando el hombre muere, las que ayudan a construir su cuerpo. Las mismas fuerzas que se desprenden del cuerpo físico humano en la muerte, que se manifiestan en la muerte donde el cuerpo físico se desintegra, juegan un papel esencial en la construcción de este mismo cuerpo. A través de sus experiencias astrales etéreas y subsecuentes, el hombre mismo va al Mundo Espiritual, sin embargo, algo de importancia sucede también aquí en la Tierra. Del cuerpo físico se libera una aparición espiritual que emerge, por así decirlo, del cuerpo humano. Mientras que el ser humano real sigue su camino, aquí, en el otro lado, podríamos decir que otro ser proviene del cuerpo humano. Verdaderamente es así cuando un ser humano muere. Allí yace su cuerpo físico, el hombre mismo se está alejando de él, y al mismo tiempo otro ser lo abandona. ¿Qué es este otro ser? Son las fuerzas de la Luna, viviendo como lo hacen también aquí en la Tierra. Aunque se concentran en la entidad cósmica que llamamos Luna, el alcance de estas fuerzas se extiende a lo largo y ancho, y en la Tierra se manifiestan en los poderes de la Muerte. Además, los poderes de la Muerte son al mismo tiempo los de Nacimiento. Conducen al ser humano a la vida terrenal y se manifiestan cuando él lo abandona. Así comenzamos a darnos cuenta de la profunda conexión entre el nacimiento y la muerte. Tomen a todos los seres humanos que mueren en tiempos sucesivos. De cada uno de ellos, a su vez, surge por así decirlo la aparición de la muerte se une a una atmósfera espiritual que está allí alrededor de la Tierra, no menos que el aire que respiramos. Esta atmósfera espiritual contiene lo que la muerte renuncia y el nacimiento recibe. Desde las mismas fuerzas que se elevan hacia arriba, por así decirlo, desde los cadáveres humanos, nacen a su vez los seres humanos. Espiritualmente, nuestros poderes de crecimiento están íntimamente conectados con esta esfera de fuerza de muerte, o fuerzas que se manifiestan en la muerte, que rodea a la Tierra.

Ahora, mis queridos amigos, piensen en lo siguiente: Estas fuerzas espirituales, de la muerte y el nacimiento a la vez, como hemos visto son las fuerzas de la Luna, y en ellas se mezcla todo lo que el ser humano muerto, a lo largo del camino desde el nacimiento hasta la muerte, acumula a través de los poderes morales, de los valores morales. Si has sido bueno de alguna manera, en la esfera de estas fuerzas lunares de muerte encontrarás, por así decirlo, un ser específico, imbuido de la fuerza interna que se deriva de tu bondad. Sin embargo, el mismo ser está imbuido de todo lo que se deriva de tu maldad. Es un ser que engendramos nosotros mismos, durante el tiempo, mientras vivimos en la Tierra. Desconociéndolo como estamos en nuestra conciencia normal, lo acarreamos en nosotros. Lo dejamos todas las noches cuando estamos durmiendo, porque en efecto, esta entidad permanece en el cuerpo físico cuando al dormir salimos de él. Ya les dije, ¿no es cierto, que nuestros sentimientos morales y religiosos se quedan dormidos en el cuerpo físico y etérico? También queda atrás este ser real que nosotros mismos damos a luz durante la vida terrenal, —el portador de nuestro Karma.

Este ser ahora permanece con nosotros después de la muerte mientras permanecemos en el reino de las fuerzas de la Luna. De hecho, solo porque este ser nos mantiene en medio de las fuerzas lunares, es decir, en el vecindario cercano de la Tierra, durante la primera etapa después de la muerte estamos obligados a permanecer conectados con ellas y con nuestro propio Karma, tanto que vivimos de nuevo a través de todos los actos que hicimos en la Tierra desde el nacimiento hasta la muerte. Tenemos que vivirlos de nuevo de una forma espiritual, tres veces más rápido de lo que lo hicimos en la Tierra. Lo vivimos nuevamente en orden inverso. Entonces pasamos un período de tiempo después de la muerte, obligados a hacer cosas íntimamente conectadas con nuestros actos terrenales. Estamos unidos, es verdad, ya no a través del cuerpo físico con las fuerzas de la muerte de la Luna (porque hemos dejado el cuerpo físico a un lado), y sin embargo como seres anímico espirituales estamos obligados a llevar a cabo acciones íntimamente conectadas con nuestras obras en la Tierra. Y a medida que avanzamos en nuestra vida nuevamente en orden retrógrado, nuestro Karma se nos hace cada vez más convincente.

Sin embargo, con todo esto, mis queridos amigos, deben recordar sobre todo juzgar estos asuntos espirituales de una manera espiritual. Si apreciabas a un ser humano en la Tierra, ahora puedes estar sintiendo: ¡ay!, después de su muerte, él vivirá de nuevo a través de todo lo que fue malo o defectuoso en sus acciones. Desde un punto de vista físico y terrenal, lo sientes por él. Pero si le preguntas al alma misma que ha atravesado la puerta de la muerte, si él también lo juzga así, él respondería: «No. No quisiera someterme a esta vida después de la muerte de otra manera que no sea con el juicio que es mío aquí y ahora, como un ser puramente anímico espiritual, experimentando de nuevo todas las cosas, para impresionarlos aún más profundamente en mi verdadero ser. Si he sido responsable de cualquier acción que me haga parecer un hombre moralmente imperfecto, y si no pudiera volver a vivirlo con toda la profundidad interior como lo estoy haciendo ahora, no sentiría el fuerte impulso de poder hacerlo mejor. No quisiera liberarme de este, mi fallo. Precisamente al experimentar la acción una y otra vez en alma y espíritu, nace en mí el impulso para superarlo con una mejor acción». No, por nada en el mundo, los muertos renunciarían a esta oportunidad para hacerlo mejor otra vez, porque solo esto le dará poder para alcanzar su plena humanidad, le dará la fuerza para ser completo. En este aspecto, pueden estar seguros, así como un paisaje se ve muy diferente visto desde el valle o desde la cima de una montaña, la vida misma se ve diferente desde este mundo físico donde estamos ahora y desde ese otro lado. Con demasiada frecuencia, las relaciones entre la vida terrenal y la vida después de la muerte, que después de todo trasciende lo físico, son mal juzgadas por esta razón. Piensen en otro ejemplo, mis queridos amigos. Tal vez eres un antropósofo muy bueno, muy interesado en la ciencia espiritual, pero estás viviendo en la misma casa y en estrecha relación con alguien que la detesta, que considera la antroposofía como su mayor enemigo. Ahora puede decir que lamenta mucho haberle causado tanto dolor por su apego a lo que detesta. Desde el aspecto de la vida terrenal esto puede ser juzgado correctamente. Visto desde el otro lado, sin embargo, muy a menudo resulta que por el Karma de la otra persona no podía acercarse a la antroposofía debido a los obstáculos traídos de una vida anterior,  haciéndola muy odiosa en su cabeza. En cuanto a su cabeza, simplemente no podía soportarlo. Se enojaba y se excitaba cada vez que oía hablar de verdades antroposóficas. Sin embargo, en lo más íntimo de su corazón, puede que no sea reacio a ellas en absoluto, y cuando muere, bien puede ser que después tenga un profundo anhelo por la antroposofía. A menudo, por lo tanto, harán justo lo que se necesita para alguien que la odió durante la vida terrenal, si después de su muerte recurren a él con pensamientos derivados de la Antroposofía, para llevárselos. Por paradójico que parezca, no pocos parientes que se enfurecieron y asaltaron cuando otro miembro de la familia se convirtió en un antropósofo se han apegado profundamente a él después de la muerte. A este respecto, una vez más, deben tomar en serio lo que dije durante mi última estancia aquí: juzgamos la vida de forma muy diferente desde ese lado que desde este lado.

Sí, el hombre se vuelve muy diferente después de su muerte. Porque también deberían pensar en esto: en la vida física y terrenal el cerebro está dentro en la cavidad del cráneo; un poco más abajo está el pulmón y luego los otros órganos. Más hacia afuera, en la superficie del cuerpo, están los sentidos. Por todo lo que está contenido dentro de los límites de la piel, pueden percibir el mundo exterior. Ahora después de la muerte tú mismo sales al mundo. Al principio las estrellas solo brillan en tu cuerpo etérico, pero cuando el cuerpo etérico también ha sido dejado de lado, en realidad te identificarás con las estrellas. Antes, tenías en ti un cerebro; ahora tendrás en ti las esencias espirituales de Venus, Mercurio, el Sol, etc. Puedes decir realmente: incluso cuando en la Tierra tenía en mí mi pulmón, mi corazón, mis riñones y demás, entonces Luna, Mercurio y Sol están en mí ahora. Tú en tu ser interno eres uno con el gran Universo. ¿Te imaginas que el Universo te proporcionará el mismo tipo de percepción y comprensión que tu cerebro? ¡El mundo se verá muy diferente a ti ahora! La Tierra misma se ve diferente cuando la contemplamos desde el Sol que cuando nosotros mismos estamos en la Tierra y miramos hacia el Sol.

Entonces, experimentamos en toda su realidad esta recapitulación hacia atrás de nuestra vida, tiempo durante el cual permanecemos en estrecha conexión con la Luna, Mercurio y Venus, mientras que nuestra relación con las estrellas más distantes: con Marte, Júpiter y Saturno, y con el Estrellas sobre todo, aún está débilmente desarrollada.

Cuando hemos retrocedido así en nuestras acciones hasta el nacimiento, entonces las juzgamos desde el punto de vista de las estrellas; y en nuestro juicio de nosotros mismos ya no miramos hacia atrás sino hacia adelante. Tenemos el tipo de juicio que nos dice: debes hacer esto para equilibrar esta acción, y así equilibras otra acción, y así sucesivamente.

Estamos inmersos en la recapitulación de nuestra vida durante los primeros veinte o treinta años después de la muerte, de acuerdo con la edad que alcanzamos; toma un tercio de la vida terrenal. (Los niños que han muerto lo pasan rápido: mientras que para los niños muy pequeños, concluirá fácilmente, apenas se cuestiona). Conectados todavía en alma y espíritu con la vida terrenal pasada, viven nuevamente en secuencia hacia atrás. Y cuando al fin haya llegado al momento del nacimiento, solo el «recuerdo» del mismo permanecerá con nosotros. Es como si en este momento tuviéramos que dejar de lado otro cuerpo más. Estamos acostumbrados a decir que dejamos de lado el cuerpo astral. Lo que sucede en realidad es que la acción viviente en la que se estaba inmerso ahora se transforma en una imagen mental, solo que se piensa con una conciencia perteneciente a las estrellas, mientras que aquí en la Tierra se estaba pensando con una conciencia terrenal.

A medida que se avanza ahora en el camino más allá en el mundo espiritual, se vive con los Seres de quienes la refulgencia física es el Sol, la Luna y las Estrellas. Con los Seres espirituales de las estrellas vivirán ahora. Además, en esta vida en medio de las estrellas, llevas contigo el recuerdo de la entidad kármica que debiste dejar a un lado con tu cuerpo astral. Una vez más, el «dejar de lado» significa nada más que el hecho de que la vida en la que estábamos inmersos y en la que nos hemos involucrado activamente ahora no es más que un recuerdo para nosotros: un recuerdo que nosotros, como Hombres cósmicos, llevamos incorporado. Ponderado con este recuerdo, el legado de nuestra vida terrenal, nos adentramos en un mundo puramente espiritual.

Mientras se somete a la recapitulación antes mencionada de la vida terrenal pasada, el hombre está esencialmente dentro de la esfera planetaria. Avanzando de las fuerzas espirituales de la Luna a las de Venus, Mercurio, Sol, Marte, Júpiter y finalmente Saturno, viviendo por lo tanto entre las esferas de la Luna y Saturno, sintiendo dentro de sí mismo el Cosmos Planetario, a lo largo de este tiempo el hombre aún se está sometiendo a la recapitulación hacia atrás de su reciente vida terrestre. Hace unos días les contaba cómo las fuerzas de la Luna y Saturno que llevan al hombre al reino terrenal, buscando una y otra vez mantenerlo en la Tierra, Saturno, por otro lado, busca llevarlo al Universo de estrellas. Sin embargo, debemos comprender esto verdaderamente, porque cuando el hombre entra en el Universo de las Estrellas entre la muerte y el nuevo nacimiento, ya no ve el reflejo físico de las Estrellas; él está viviendo ahora con los Seres, a quienes pertenecen las Estrellas.

Cuando después de la muerte pasamos la esfera de Saturno, llegamos a estar maduros para experimentar el mundo espiritual puro. En el libro «Teosofía», este momento se describe como el paso del mundo del alma a la tierra del Espíritu. Sin embargo, traumatizado por el recuerdo de su pasada vida terrenal, el hombre es incapaz de cruzarlo él solo. Él necesita un ayudante en el mundo espiritual, y de esto también, recordarán, lo he explicado en conferencias recientes. En la época anterior al Misterio del Gólgota, los Iniciados en los Misterios podían decir a sus discípulos: Si han enviado debidamente sus ofrendas religiosas al mundo espiritual, podrán encontrar el Ser sublime del Sol que los acompaña desde el momento en que tú mismo te apartas de la esfera solar. Él en Su Ser espiritual los acompañará al otro lado, donde, por así decirlo, el Sol brilla espiritualmente en el espacio cósmico, incluso mientras Él mismo brilla físicamente sobre la Tierra. El Ser sublime del Sol irá contigo; Él los escoltará a la esfera de Saturno y más lejos desde allí a la esfera de las Estrellas. El Sol espiritual, por así decirlo, estará brillando para ti; y así recorrerás tus pasos del mundo anímico hacia la Tierra del Espíritu.

Ahora a través del Misterio del Gólgota algo diferente se ha extendido. El Ser del Sol descendió a la Tierra, tomando un cuerpo en el Hombre, Jesús de Nazaret. Al volverse ahora con el corazón, la mente y el sentimiento al Cristo y al Misterio del Gólgota, ya aquí en la Tierra, el hombre recibe el poder que le permitirá ir más allá de las esferas del Sol y Saturno, para entrar en la Tierra del Espíritu,  —en otras palabras, en el mundo de las Estrellas.

Luego viene el estado en el que el hombre experimenta su vida posterior entre la muerte y el nuevo nacimiento. Y ahora voy a contar más sobre este estado, en la forma en que el hombre de hoy en día —después del misterio del Gólgota— puede sufrirlo en virtud del poder que ha recibido de Cristo, debo insertar lo siguiente. En primer lugar, debo señalar lo que realmente significa, cuando estamos en el mundo de las Estrellas, en la Tierra del Espíritu, que tengamos el «recuerdo» de nuestra vida terrenal. Lo siguiente les ayudará a entenderlo.

Al ir más allá de la esfera de Saturno, entramos en lo que se llamó el Zodíaco, en las concepciones del mundo antiguo. Aunque se suponía que tipificaría los cielos de estrellas fijas como un todo —la Tierra del Espíritu, en otras palabras— en la suma total de las estrellas que constituyen el Zodíaco, tenemos una imagen completa del camino que el Hombre debe atravesar, construyendo desde el Cosmos, con la ayuda de los Seres de las Jerarquías, la semilla del Espíritu de su cuerpo físico para la próxima encarnación. Si dijeran: «Aquí en la Tierra tenemos un trabajo tan interesante que hacer, construir una civilización, trabajar para nuestros semejantes y demás; cuán pobre debe ser dedicarse solo a formar un cuerpo para nosotros mismos» estarían cometiendo un gran error. Nada de lo que se pueda hacer en la Tierra puede ser tan grande y múltiple como lo que tienes que hacer cuando, desde los mundos estelares, construyes este templo de los Dioses que es el cuerpo humano. Esta es, con mucho, la tarea más grande y más múltiple. Tampoco haces meramente tu propio cuerpo por ti mismo. Como veremos en un momento, realmente lo haces para que pertenezca a la humanidad como un todo. Asociado como estas por el Karma con un ser humano u otro, mientras construyes tu nuevo cuerpo lo imbuyes con la tendencia de unirte de nuevo de una manera beneficiosa, para que junto con ellos se puedan hacer las cosas bien. Estás trabajando para la humanidad en un grado mucho más alto que el que puedes hacer aquí en la Tierra. Ahora, en cuanto a cómo se trabaja en medio de las estrellas, déjenme describirlo con más detalle, solo recuerden lo que dije antes. Contar los sublimes mundos de allá, solo puedo hacerlo en imágenes; los conceptos humanos de nuestro tiempo no están tan formados como para permitirnos expresarlo de otro modo.

Una vez más, tienes que construir en su totalidad la semilla espiritual de tu próximo cuerpo físico. Lo construyes con los ingredientes del Universo. Cuando, por ejemplo, vives en y con los Seres espirituales que tienen su reflejo físico en la constelación de Aries, el Carnero, trabajarás con las Jerarquías de Aries en la formación de tu futura cabeza, que de hecho es un Universo en sí misma. No importa cuán contraída esté aquí en el cuerpo físico, en tu cabeza llevas todo el Cosmos: el Cosmos visto desde el aspecto de Aries. Y mientras, en el escenario de Aries, estás trabajando con la Jerarquía de esa constelación, los planetas están brillando; a medida que brillan físicamente sobre la Tierra, también brillan espiritualmente hacia el otro lado. Digamos, por ejemplo, que has trabajado desde Aries hasta la siguiente constelación: Tauro, el Toro. Mientras trabajas con las Jerarquías de Tauro, elaboras la región de tu laringe en su conexión con los pulmones. Mientras tanto, Marte, desde las esferas planetarias, brilla en la esfera de Tauro, y en los movimientos de Marte se expresa todo lo que hiciste con tus órganos del habla, correcta o incorrectamente, mientras estabas en la Tierra. Cada mentira que un hombre pronunció brilla espiritualmente desde el planeta Marte mientras está trabajando a través de la esfera de Tauro. Por lo tanto, pueden imaginarse cuál es la naturaleza de la «memoria» que conservamos de nuestras propias obras. Las encontramos después de la muerte, escritas en el Universo; como el mismo Logos, hablando desde el Universo desde ese otro lado de la existencia del mundo.

Por lo tanto, tenemos que trabajar en nuestro cuerpo futuro para la región de los órganos del habla, obstaculizando o ayudando de acuerdo a como mentimos o contamos la verdad. Y así es, por tomar otro ejemplo es cuando estamos pasando por la constelación de Leo. Es el Sol ahora el que arroja luz espiritual sobre todas las imperfecciones de nuestro corazón, más o menos profundas o superficiales como lo hemos sido con nuestros sentimientos y con nuestras simpatías o antipatías, pertenecientes a nuestro temperamento y a la circulación de la sangre mientras estábamos en la Tierra. Entonces, mientras trabajamos y construimos nuestro cuerpo futuro, el lenguaje de los Planetas, que suena en los espacios cósmicos, expresa toda nuestra vida precedente. Es así de hecho y en verdad, por extraño que pueda parecer desde un punto de vista terrenal. Vemos los movimientos planetarios desde ese lado, incluso desde fuera —Marte, por ejemplo, moviéndose en la constelación de Tauro. Los movimientos se forman a sí mismos en una escritura cósmica, pero la escritura no es muda, realmente suena en el Universo. Tal es la escritura de las estrellas, de nuestras propias obras inscritas en los espacios cósmicos. No es de extrañar que a nuestro regreso preparemos lo que será nuestro: la medida de nuestro Karma. Porque solo podemos construir el cuerpo físico para nuestra vida futura bajo la influencia incesante de este hablar de las Estrellas.

Entonces, continuamos nuestro camino a través del reino espiritual. Cuanto más tiempo pasamos en este viaje espiritual, mayor es la proporción de nuestra conciencia plena en la vida terrenal pasada a la conciencia débil que teníamos como niños pequeños.   Porque ahora estamos en un estado de conciencia que trasciende la conciencia que teníamos en la Tierra, así como nuestra conciencia terrenal como hombres y mujeres adultos trasciende el estado soñador de la infancia. Existen claramente estas tres etapas. Si un hombre vivió hasta la edad de treinta años y pasó los primeros cinco años en la conciencia ensoñadora de la infancia, vivirá seis veces más en una conciencia más plena. Así que ahora, de nuevo, vive seis veces más que toda su vida terrenal con la plena conciencia que le pertenece en medio de las estrellas. Por lo tanto, lo entendemos de manera muy simple: un niño que muere vivirá solo por un corto tiempo entre la muerte y el nuevo nacimiento. Mientras más años vive un hombre en la tierra, más tiempo debe pasar allí. Porque con su larga vida en la Tierra, su conciencia superior se oscureció por un tiempo más prolongado, me refiero a la conciencia superior a la  terrenal a la que se sometió en el mundo espiritual después de su muerte anterior. Cuanto más se oscurezca esta, más tiempo debe trabajar para volver a encenderse. Porque debemos entrar completamente a la luz.

Cuando estamos completamente en la luz, llega el momento entre la muerte y el nuevo nacimiento que encontrarán descrito en uno de los Dramas Misterio como la medianoche en la vida espiritual del hombre. Es aproximadamente en la mitad del tiempo entre la muerte y el nuevo nacimiento. Este es el momento en que nuestra conciencia, en medio de los Seres de las Jerarquías del mundo espiritual, está más impregnada de luz espiritual. Sin embargo, en este momento también experimentamos más profundamente: allá abajo en la esfera planetaria está el registro permanente de todo lo que tú, hombre, hiciste. No puedes abandonarlo, no puedes dejarlo así, así nos lo dijimos a nosotros mismos, ni puedes alterarlo mientras estés aquí; puedes cambiarlo solo bajando a la Tierra. Y así surge la urgencia, de descender nuevamente a la Tierra, —acordándolo, por así decirlo, con la Luna y Saturno. Las fuerzas de la Luna se delinean para nosotros una vez más y decidimos seguirla, por lo tanto, iniciamos nuestro viaje de regreso.  Si un hombre creció hasta la vida adulta en su última encarnación,  será siglos después.

Mientras vamos acercándonos a la esfera planetaria y notablemente a las esferas de Mercurio, Venus y la Luna, más vamos perdiendo la conciencia de comunidad con los Seres de las Jerarquías. Por decirlo con más precisión: la conciencia en la que entramos ahora contiene solo las revelaciones de estos Seres espirituales, mientras que hasta hace poco nos sentíamos viviendo entre ellos y dentro de ellos. Mientras preparamos la cabeza humana de nuestra próxima encarnación, por ejemplo, nos sentimos trabajando muy íntimamente con ellos. Ahora nos aparecen como en imágenes. Mientras tanto, dentro de nosotros van surgiendo las fuerzas de la Luna. Nos sentimos una vez más: somos un ser destinado a vivir nuestra propia vida. Aunque todavía no estamos en un cuerpo físico, tenemos una premonición de vivir en nosotros mismos, como extraños del Cosmos. Ya no vemos los Seres espirituales como realmente son; todo lo que ahora poseemos son sus imágenes.

Mientras revisamos estas imágenes, la semilla espiritual del cuerpo físico que estábamos preparando cae cada vez más lejos de nosotros y desaparece. Estamos obligados a presenciar esto: la semilla espiritual se nos ha caído; se ha convertido en una madre y un padre físicos, entrando en las fuerzas de la generación, en la corriente de la generación sobre la Tierra física. Entonces lo es en toda la realidad. El cuerpo físico que también estábamos preparando va contrayendo paulatinamente y cae en la corriente de la generación —en un padre y madre físicos en la Tierra— mientras que nosotros, como seres anímico espirituales, somos dejados atrás, sintiendo que pertenecemos a lo que nos ha caído, pero que no podemos unirnos directamente a ello. En esta condición —es nuestro único medio para volver a unirnos con ello— ahora comenzamos a atraer hacia nosotros las fuerzas del Éter que están en el Cosmos; comenzamos a formar nuestro cuerpo etérico. Hacemos esto cuando la semilla espiritual de nuestro cuerpo físico ya ha caído de nosotros y está allá abajo en la Tierra, preparando el cuerpo físico en el útero de la madre, mientras estamos reuniendo las fuerzas con las que formamos nuestro cuerpo etérico. Con este cuerpo etérico nos unimos, cuando la semilla humana ya lleva un tiempo en el útero materno.

Tal es el proceso de retorno a la vida terrenal. Hemos estado viviendo con las imágenes, nada más que las imágenes, de los Seres espirituales; ahora incorporamos lo que podemos tomar en nosotros mismos solo a través de las fuerzas de la Luna. Lo que hasta ahora no era más que el «recuerdo» de nuestra propia entidad kármica, ahora lo tomamos como fuerzas efectivas reales, directamente en nuestro cuerpo etérico. Y así, luego van apareciendo en la Tierra de tal manera que nosotros mismos ocasionamos el desarrollo de nuestro destino, de nuestro Karma. Es al atravesar las fuerzas lunares donde concebimos el anhelo de vivir y cumplir nuestro Karma en la Tierra.

Tal, mis queridos amigos, es el ciclo a través del cual el hombre vive desde la muerte hasta el nacimiento. Primero experimenta el ascenso hacia la conciencia independiente dentro de la esfera espiritual. A partir de entonces, esta conciencia gradualmente se empapa nuevamente en el crepúsculo; la esfera del Espíritu permanece con él solo en imágenes, y recibe en sí la voluntad del Karma. Regresa a la Tierra para trabajar una vez más en un cuerpo físico. Así que continúa, hasta que a través de una secuencia de tales vidas en la Tierra se vuelve capaz de otra metamorfosis, de otro modo de ser.

En el tiempo terrenal actual es como he estado relatando. En su descenso de las esferas estrelladas, el hombre tiene el recuerdo de su antigua existencia terrestre y ahora comienza desde este recuerdo. Después de haberlo preparado para sí mismo dentro de las esferas estrelladas, en su descenso ahora se une con su propio cuerpo físico. Pero ahora estamos viviendo en un período muy importante de la existencia de la Tierra, cuya importancia solo podemos comprender si primero sabemos lo que acaba de relatarse, cómo en las esferas estrelladas nos preparamos, trabajamos y adquirimos el cuerpo físico donde finalmente nos incorporamos cuando de nuevo bajamos a la Tierra. En este punto, está a punto de suceder algo de gran significado en nuestra época. Diré más sobre esto en la tercera parte de la conferencia.

A menudo he llamado la atención sobre el hecho de que en el último tercio del siglo XIX, los cambios cuyo origen está en el mundo espiritual comenzaron a afectar el curso completo de la vida terrenal humana. Las puertas del conocimiento estaban en cierto modo abiertas al mundo espiritual. Si el hombre está debidamente activo por su parte, ahora puede alcanzar el mundo espiritual con verdadera cognición, mientras que durante muchos siglos antes, mientras se desarrollaba el conocimiento material, esta posibilidad no le había sido dada.

El cambio tuvo lugar al principio en el mundo espiritual, en el sentido de que los Seres que habían estado dirigiendo hasta ahora fueron reemplazados por ese Ser espiritual que por su semejanza de carácter con lo que tradicionalmente se conoce con este nombre puede describirse como el Ser de Michael, podemos decir verdaderamente, que Michael se ha hecho cargo de la guía espiritual de la humanidad. El hecho de que Michael ahora está entrando en la vida anímico espiritual de la humanidad tiene su equivalente visible en la Tierra. Un número cada vez mayor de personas comienza a darse cuenta de que el hombre está viviendo constantemente conectado, no solo a través de su cuerpo físico con la Tierra, sino a través de su alma y espíritu con el mundo espiritual. El hombre está creciendo en conocimiento espiritual consciente. Este es un aspecto del liderazgo de Michael, pero también hay otro. Estar sinceramente lleno de conocimiento espiritual también afecta el corazón humano, al alma humana. Cuanto más se difunda la luz de la Ciencia Espiritual, menos seguirá siendo una mera teoría; se derramará en el sentimiento humano, estará presente en forma de verdadero amor humano, en círculos cada vez más amplios.

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¿Cuál es, en efecto, la relación con el ser humano de todo el aprendizaje y la información acumulados en los últimos siglos? Vive como conocimiento en la cabeza humana; no llega al hombre completo, no fluye desde la cabeza hacia el ser humano como un todo. El conocimiento de este tipo se convierte en una especie de tumor en el alma. Al no recibir las fuerzas adecuadas del resto del ser humano, se endurece gradualmente. Esto es lo que ocurre cuando simplemente nos hacemos más inteligentes en nuestra cabeza, y los sentimientos apropiados, surgidos del resto de nuestro ser humano, ya no impregnan nuestra creciente inteligencia. Se establece un tipo de crecimiento canceroso en nuestra alma y vida espiritual. La cabeza en sí misma no puede prosperar realmente si el ser humano no está viviendo en el mundo con amor sincero, y con disposición a lo que ama.

Sin embargo, el hombre nunca entenderá lo que el liderazgo de Michael pretende a menos que salga a su encuentro con su propia contribución activa, a menos que abra su mente a la iluminación espiritual y se llene del amor humano que brota de tal iluminación. Cuando lo haga, también se hará consciente, con una comprensión cada vez mayor, del significado del liderazgo y la guía de Michael.

La gente del Antiguo Testamento, —ellos también hablaron de un liderazgo de Michael, y al hablar así concibieron a Michael como el servidor de Iahvé. Por lo tanto, Michael, en los tiempos del Antiguo Testamento, trabajó con esas fuerzas espirituales que son las fuerzas de Iahvé. Él era el rostro de Iahvé. Ayudó en la lucha inexorable de la que hablé antes: la lucha con los poderes ahrimánicos. En nuestra época, por otro lado, el liderazgo de Michael comienza ahora a ayudar a regular los destinos históricos de la humanidad, también significa que la palabra se hará realidad en el presente: El liderazgo de Cristo se extenderá por la Tierra. Es como si Michael fuera antes, llevando la luz del conocimiento espiritual, mientras que después de Él viene el Cristo, llamando al hombre al amor universal y omnímodo. Ahora esto implica un cambio no solo para la Tierra; implica cambios también para la vida que el hombre pasa entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Desde los tiempos antiguos de la evolución terrenal ha sido como lo describí hoy. El ser humano prepara la semilla espiritual de su propio cuerpo físico, que asume cuando entra en su nueva vida en la Tierra. Ahora, sin embargo, desde que comenzó el liderazgo de Cristo-Michael, los hombres podrán tomar cada vez más una decisión importante antes de descender a la Tierra. Hasta ahora, solo unos pocos lo harán; pero con el paso del tiempo será un número creciente. Porque el conocimiento espiritual arroja su luz no solo en la Tierra, sino también en los reinos superiores. A través de la dirección actual de Michael, el hombre aprenderá a tomar una decisión muy importante en el momento en que ya ha asumido su Karma y lo ha incorporado a su nuevo cuerpo etérico, pero todavía está emprendiendo el camino hacia lo físico.

Con la creciente difusión del conocimiento espiritual en la Tierra y con la creciente experiencia del hombre en sí mismo del amor humano universal, surgirá la siguiente posibilidad para la humanidad en el tiempo venidero. Cuando esté en el punto de descender a una próxima vida terrenal, el hombre podrá decirse a sí mismo: «Este es el cuerpo que he estado preparando; sin embargo, habiéndolo enviado a la Tierra y habiendo recibido mi Karma en el cuerpo etérico que he tejido desde el Cosmos, veo cómo es este Karma. A través de algo que hice en vidas pasadas, veo que he herido gravemente a otro ser humano». Porque siempre corremos el peligro de herir a otros a través de las cosas que hacemos. La luz del juicio en cuanto a lo que le hemos hecho a otro hombre será particularmente vívida en este momento en el que aún vivimos solo en nuestro cuerpo etérico, sin haber tocado aún lo físico. Aquí también trabajaran en el futuro la luz de Michael y el amor de Cristo. Y entonces podremos lograr un cambio en nuestra decisión, es decir, darle al otro hombre a quien hemos lesionado el cuerpo que hemos estado preparando, mientras nosotros mismos asumimos el cuerpo que él preparó.

Tal es la poderosa transición que tendrá lugar de ahora en adelante en la vida espiritual de los hombres. Nos será posible por nuestra propia decisión entrar en el cuerpo forzosamente preparado por otra alma humana a la que una vez hicimos un daño grave; él, por otro lado, podrá ingresar al cuerpo que preparamos. Lo que somos capaces de lograr en la Tierra producirá una compensación kármica de otra manera que hasta ahora. Nosotros, los seres humanos, podremos incluso intercambiar nuestros cuerpos físicos. De hecho, la Tierra nunca podría alcanzar su objetivo si esto no ocurriera; la humanidad nunca crecería como un todo. En preparación para futuras encarnaciones planetarias de la Tierra, debe llegar un momento en la evolución terrenal cuando será imposible que un individuo disfrute de las cosas en la Tierra a expensas de otros. Como en una planta, la hoja o el pétalo individual se siente miembro del todo y comparte, —pictóricamente hablando— el bienestar de toda la planta, así debe venir un futuro para el planeta Tierra cuando el ser humano no quiera disfrutar la felicidad a expensas del todo, pues el hombre se sentirá miembro de la humanidad. Y será la verdadera contrapartida espiritual de esto cuando aprendamos a preparar el cuerpo físico incluso el uno para el otro.

De hecho, estamos emergiendo de la época cuando cada uno de nosotros tenía por así decirlo, su propia continuación del cuerpo físico para sí mismo. En la nueva época que ahora está comenzando, —provocada por el actual liderazgo de Michael—Cuando estamos eligiendo nuestro cuerpo físico, esto determinará nuestra decisión. Si te preparas para este evento, incluso ahora en la Tierra —prepararse para ello por la Sabiduría del Hombre y por el Amor del Hombre— lo que estás haciendo tendrá realidad en el mundo espiritual. Y esta es la verdadera «magia ideal». Es la verdadera «magia blanca» como se la llamaba en los antiguos tiempos, y en ella está a punto de entrar la humanidad.

Quería contarles acerca de este vital factor que ahora ha entrado en la senda evolutiva de la humanidad. No debemos encogernos por falta de coraje cuando es necesario revelar hechos del mundo espiritual que entran profundamente en la vida humana. Porque todo el futuro de la humanidad depende de que el hombre aprenda realmente a vivir con el mundo espiritual con la misma naturalidad como en la Tierra vive con lo físico. La humanidad debe aprender a sentirse nuevamente en casa en el mundo espiritual como lo estuvo al principio, en el tiempo primigenio. Solo haciéndolo, estaremos ayudando al futuro de la humanidad. En el verdadero sentido, debemos entender las palabras de Cristo: «Mi Reino no es de este mundo». ¿Cómo entonces lo entenderemos? ¿Después de todo, no descendió a la Tierra? ¿No debería, por lo tanto, haber dicho:

Mi reino es de este mundo? No, él no dijo eso, porque tenía la intención de transformar gradualmente la Tierra en un Reino que no debería ser completamente absorbido en las cosas terrenales, sino que debería pasar, cada vez más, a un estado espiritual. El Reino de Cristo no es como ha sido la Tierra hasta el Misterio del Gólgota, ni como todavía continuaba, corriendo en las viejas líneas como por efecto de la inercia. El Espíritu prevalecerá sobre la Tierra, ¡ese es Su Reino! Y esto sucederá cuando la humanidad realmente comprenda el liderazgo de Michael. Tampoco puede probarse la verdadera comprensión de ninguna otra manera que no sea la búsqueda que ahora he indicado: la búsqueda de la iluminación espiritual y humana, llena del amor de Cristo.

Traducido por Gracia Muñoz en abril de 2018.