Parte I.C3. La interpretación del asterograma de la muerte.

Del libro Isis Sophia III – Nuestra relación con las Estrellas

de Willi Sucher.

English version (p.16)

En el capítulo anterior, hablamos más sobre el asterograma de la muerte desde el punto de vista técnico. Lo vimos como un panorama, la suma total de una vida humana en la Tierra. Este aspecto nos lleva de regreso al pasado, y algunas veces hemos llamado a las posiciones anteriores de Saturno, relativas a los lugares de los planetas en la muerte, como los tránsitos «anteriores» (zurükliegende) de Saturno. Sin embargo, también hay otro aspecto del asterograma de la muerte que conduce al futuro, a las diversas etapas de la vida después de la muerte, a través de las cuales el alma debe pasar. Para este propósito, llevaremos a cabo una interpretación cualitativa de las posiciones de los planetas en el momento de la muerte de Tycho Brahe.

Encontramos a Marte en la constelación de Leo. Para elaborar una interpretación de Leo, buscamos el diagrama llamado Etapas de Evolución en la tercera parte de Isis Sophia II. Ahí encontramos una indicación que nos lleva de vuelta al sexto gran ciclo del Antiguo Saturno. (Véase también la constelación en oposición de Acuario). Este fue el gran escenario en el primer comienzo, cuando los Espíritus de las Armonías, o Querubines, impulsaron las armonías (o «la Música de las Esferas») en el Antiguo Saturno. Podemos Imaginar que un mundo estelar físicamente visible aún no existía, y en lugar de las estrellas fijas que vemos ahora, había una «galaxia» más profunda y armoniosa, un sonido de esencia divina. Éste era el mundo en donde los Espíritus de la Armonía estaban activos. Aquí tenemos, en una imaginación cósmica, la imagen del gran cosmólogo Tycho Brahe, quien de niño podía ver en la astronomía una manifestación de lo divino.

Además, nuestro diagrama indica una conexión de Leo con el segundo gran ciclo de la evolución del Antiguo Sol. Entonces los Espíritus del Movimiento estaban activos. Vivieron en el reflejo de esas «Armonías de las Esferas», que se manifestaron mucho más tarde en los movimientos de los planetas de nuestro sistema solar. Este poder de movimiento y dirección en el Antiguo Sol todavía estaba en un estado de alma o formación astral que reflejaba la armonía de la gran galaxia más allá del universo del Antiguo Sol. En esta astralidad cósmica o fuerza del alma, vivieron y trabajaron los Espíritus del Movimiento. También lo irradiaron a la humanidad en el antiguo Sol. Sin embargo, la humanidad todavía no podía realizar la actividad del alma, y sólo permaneció en nuestros primeros ancestros un reflejo del funcionamiento de los Dynamis. Así, se estableció la primera base de nuestro sistema rítmico, que aún hoy refleja los ritmos cósmicos. Nuestra respiración y latidos cardíacos están relacionados con el ritmo del año platónico (ver Isis Sophia II, Tercera parte). Somos, con respecto a nuestra organización Leo, un cosmólogo perfecto, pero inconsciente.

Ahora con Marte en Leo, podemos ver aún más claramente la imagen del gran astrónomo. También podemos corroborar nuestro punto de vista anterior sobre Marte cuando lo conectamos con los años 1563/65. Fue entonces cuando Tycho Brahe finalmente decidió convertirse en astrónomo. Él obedeció a su propia vocación; el cosmos estaba vivo en su ser más íntimo.

Otra indicación concerniente a Leo se refiere al segundo gran ciclo de la Antigua Luna. (Isis Sophia II, Tercera parte). En el transcurso de esa etapa de la evolución, el planeta de la antigua Luna se condensó a tal grado que los rangos superiores de las jerarquías espirituales ya no pudieron habitar en él. Separaron una parte de las sustancias más refinadas y fundaron otro cuerpo celeste, una especie de antiguo Sol renacido, como su foco de actividad. Estos gigantescos sucesos cósmicos se reflejan en Libra, pero vemos al separado Sol yendo por un tiempo a su manera en Leo.

Aquí ahora miramos más profundamente en el destino de Tycho Brahe. No se convirtió en astrónomo por mero deseo de conocimiento. Un profundo propósito espiritual estaba trabajando en él. Anteriormente hemos indicado que se opuso a las opiniones de Copérnico sobre los movimientos de los planetas y la posición del Sol. ¿Por qué hizo esto?

Copérnico simplificó la concepción de nuestro sistema solar al considerar que el Sol se encuentra en el centro del universo planetario. Los puntos de vista más antiguos, que en parte eran extremadamente complicados, consideraban a la Tierra como el foco central. Nuestra época está tan acostumbrada al esquema copernicano que a veces encontramos los aspectos más antiguos, por ejemplo, los sistemas ptolemaicos, extraños y propios de la naturaleza primitiva de la humanidad en esos tiempos. Sin embargo, los sistemas antiguos se fundaban en ideas y estados de conciencia completamente distintos, que la mentalidad de nuestro tiempo, difícilmente puede comprender.

Originalmente, los antiguos esquemas del cosmos se basaban en la concepción de las esferas de los planetas. Estas esferas, indicadas por las órbitas de los cuerpos celestes, fueron concebidas como las más importantes. Se consideraba que los dioses, o jerarquías espirituales, vivían en ellos, y movían las esferas. Por lo tanto, los planetas, que se fijaron a las esferas, también se movieron, pero eran de importancia secundaria. Solo una época que se movía hacia interpretaciones mecánicas de todo lo que existe en el universo, podría descartar tan fácilmente esos puntos de vista antiguos. Por lo tanto, era posible que un hombre como Copérnico pudiera sentar las bases de una concepción del sistema solar que se pudiera explicar de manera similar al funcionamiento de una máquina. Tycho Brahe era muy consciente de esto. Él tenía una conexión profunda con los Misterios antiguos de encarnaciones previas en los cuales, las esferas planetarias eran experimentadas como las moradas de los dioses. Por lo tanto, debe de haberse horrorizado ante los puntos de vista de Copérnico, que tienden a convertir al universo en un puro mecanismo. Luchó mucho por poner en su lugar algo mejor,  pero no lo logró muy bien; su tiempo estaba en su contra.

Por lo tanto, él se encontraba entre la Edad de Oro de los Misterios, cuando la humanidad todavía vivía con los dioses, y un futuro que aún retiene el renacimiento de los Misterios en su seno. La dirección hacia este futuro, y la profunda conexión interna de Tycho Brahe con ella, la encontramos indicada en la asociación de Leo con el sexto gran ciclo de la evolución de la Tierra (Isis Sophia II, Tercera parte). La humanidad de esa sexta etapa de la Tierra serán los verdaderos cosmólogos. Entonces  comprenderán por completo la interacción entre las fuerzas astrales cósmicas y su propio ser y los seres de la naturaleza.

Estas implicaciones de Leo están indicadas por la posición de Marte en esa constelación. El alma experimenta en la esfera de Marte después de la muerte, el trasfondo espiritual del mundo físico-material, que había conocido previamente en la Tierra. (Véase Isis Sophia II, Tercera parte.) Así podemos imaginar que Marte en Leo señala el tipo de experiencias que Tycho Brahe tuvo después de la muerte en esa esfera cósmica. Él pudo ver la verdad espiritual completa sobre la interconexión física entre el cosmos y la Tierra. Se convirtió en un gran «astrólogo» en un sentido espiritual y pudo inspirar a quienes vivían en la Tierra. Podía leer la profecía de los futuros eventos terrestres y así ayudar a las almas a cumplir su destino.

Estos aspectos pueden ser ampliados por un estudio de las vidas de otras almas cuyo Marte también estaba en Leo en el momento de la muerte. De los muchos ejemplos que tenemos ante nosotros, tomamos el del famoso poeta de la Divina Comedia, Dante. Murió el 14 de septiembre de 1321 cuando Marte estaba en Leo. El tránsito anterior o previo de Saturno sobre esta posición, apunta al año 1301. Dante estaba involucrado en ese momento en agitaciones políticas en su ciudad natal de Florencia, en el curso de las cuales tuvo que ir al exilio. Nunca se le permitió regresar a Florencia, y deambuló de un lugar a otro durante los últimos veinte años de su vida. Externamente, se vio obligado a llevar una vida inestable, pero durante todos esos dolorosos años, el poeta de la insuperable Divina Comedia, nació espiritualmente. En 1300, el año anterior a la catástrofe, tuvo una profunda experiencia interna en la que había concebido ese gran poema, y Saturno estaba en Leo. Todos los que conocen la Divina Comedia estarán de acuerdo en que se basa en una gran concepción de la naturaleza espiritual del interior de la Tierra y del cosmos de las estrellas. Por lo tanto, Dante también era un cosmólogo que se inició en la interrelación entre el ser humano y las estrellas. Vemos en eso una confirmación de lo que dijimos sobre Marte en Leo.

Ahora pasamos a la posición de Júpiter en Virgo, en el momento de la muerte de Tycho Brahe. Una experiencia en la esfera de Júpiter después de la muerte, los arquetipos espirituales de todas las fuerzas de la vida. (Véase Isis Sophia II, Tercera parte.) Se da cuenta de los orígenes de la enorme sabiduría-de vida que fluye a través de todas las criaturas vivientes y une su existencia en la gran corriente de la evolución divina. Así podemos imaginar que Júpiter en Virgo señala la estancia de Tycho en esa esfera donde vio la verdad de los impulsos eternos que hay detrás de toda la vida y la evolución, el origen común y el objetivo final de todas las criaturas vivientes. También debe haber comprendido su propia posición en esta corriente gigantesca de vida y desarrollo cósmicos. En la existencia terrenal de la humanidad, esta participación individual en la corriente tan sabia y múltiple de la evolución cósmica que está oculta detrás de su actitud interna hacia la vida, generalmente expresada en los temperamentos humanos y en la concepción de su vida entera.

Júpiter estaba en la constelación de Virgo. Además de la evolución del Antiguo Saturno, encontramos esta constelación asociada con el primer gran ciclo del universo del Antiguo Sol. (Véase Isis Sophia II, Tercera parte). Esa primera etapa del cosmos solar vio la recapitulación del Antiguo Saturno. La base misma de toda sustancia física se recreó, pero ahora estaba parcialmente impregnada de vida. Algo similar sucedió durante el ciclo inicial de la Antigua Luna que también asociamos con Virgo. Más aún, en relación con la evolución de la Tierra, encontramos allí la indicación de la etapa final de la Tierra. Hasta entonces nos habremos desarrollado, con respecto a nuestro yo, que seremos capaces de darnos cuenta de nuestra unidad espiritual, nuestra conexión interna con el universo, y con todo lo que existirá en ese universo futuro como los descendientes de los reinos actuales de la naturaleza, de las estrellas, etc.

En este escenario, encontramos al Júpiter de Tycho Brahe. Indica que después de la muerte, debe haber obtenido una visión profunda del funcionamiento, orígenes y propósitos últimos de la vida. Debe haber sido transmitido a esta alma, la Sabiduría divina, que opera en toda vida y que es la expresión de la poderosa corriente de evolución cósmica, tal como fue contemplada por las jerarquías espirituales más elevadas. También debe haber alcanzado una visión exaltada del funcionamiento de estas fuerzas vitales en el simple objeto, en la química de la materia, en la alquimia del destino humano, etc.

No podría haber aspirado a tales realizaciones si no hubiera puesto los cimientos para ellos en la Tierra. Las posiciones de los planetas en el asterograma de la muerte implican dos aspectos, como hemos visto: uno se refiere al pasado terrenal, el otro al futuro, a la vida después de la muerte. El pasado está indicado por los tránsitos previos o anteriores de Saturno. En relación con este último, encontramos información interesante, como se describió anteriormente. En 1569, Saturno estaba en el lugar posterior de Júpiter, y Tycho Brahe estaba entonces en Augsburgo, dedicado a estudios astronómicos y alquimistas.

Nuestra era actual tiende a menospreciar los esfuerzos de la alquimia medieval como una especie de superstición debido a la ignorancia de esas personas. Esto es cierto con respecto a las prácticas de un gran número de charlatanes que intentaron, o pretendieron, hacer oro. El verdadero alquimista, sin embargo, no dedicó energías a la satisfacción de la codicia humana básica. Trató de encontrar los secretos ocultos del funcionamiento de la naturaleza, las manifestaciones del espíritu en las propiedades y las sustancias de la Tierra. Mediante una profunda actitud devocional, se preparó para vislumbrar el funcionamiento de los seres elementales en la materia -la sabiduría cósmica- y las fuerzas de la vida, etc. Éste era el oro que deseaba encontrar, el metal de oro sólo era la manifestación externa de la Luz Divina de Sabiduría. Sin saber que expresiones como oro, mercurio o azufre, etc., significaban fuerzas invisibles y creativas en la naturaleza, para el genuino alquimista, no podemos entender el extraño lenguaje de los libros medievales sobre Alquimia.

Debemos imaginar que Tycho Brahe hizo experimentos de este tipo. Por supuesto, no sabemos lo que logró, pero continuó con sus experimentos en la isla de Ven. Él preparó medicinas e hizo uso de ellas en ciertas ocasiones. Por muy imperfectos que hayan sido estos intentos, fueron el fundamento de sus experiencias después de la muerte en la esfera de Júpiter, cuando se encontró cara a cara con la verdad espiritual del funcionamiento del mundo jerárquico cósmico en lo físico en las alas de las fuerzas de vida.

Encontramos a Júpiter asociado con Virgo en los asterogramas de la muerte de las siguientes personalidades: Pico della Mirandola, fallecido el 17 de noviembre de 1474. Estaba profundamente preocupado por el deterioro de la astrología convertida en un medio de adivinación y, por lo tanto, se oponía a ella. Sin embargo, tenía una opinión muy alta sobre la verdadera cosmología y sabiduría de las estrellas y deploraba su profanación.

Cuando William Blake murió el 12 de agosto de 1827, Júpiter también estaba en Virgo. Los tránsitos previos o anteriores de Saturno sobre esta posición de Júpiter coincidieron con el comienzo de la gran obra de Blake, Jerusalén. Por difícil que sea emitir una opinión sobre las obras de Blake, podemos decir con seguridad que su Jerusalén es una concepción apocalíptica de la gran transformación alquímica de la Tierra en un futuro estado de existencia. Sin duda es una interpretación artística de la Revelación de Juan el Divino. Podríamos agregar muchos más ejemplos, pero estos dos pueden ser suficientes para desarrollar lo que dijimos sobre el Júpiter de Tycho Brahe en Virgo.

Saturno estaba en la constelación de Libra en el momento de la muerte de Tycho. De la descripción de Saturno en Isis Sophia II, Tercera Parte, nos damos cuenta de que es el gran conservador de la «entelequia», el flujo de evolución no transitado a través de toda la existencia. El alma experimenta en esa esfera después de la muerte, los arquetipos espirituales de toda la existencia del alma, los motivos divinos de todas las emociones, impulsos, nociones, etc., que se encontraron en la Tierra sin saber de dónde venían. Podemos imaginarnos que Tycho Brahe conoció el trasfondo real de su composición psicológica. Por ejemplo, estaba en él el profundo deseo de servir a la sabiduría de las estrellas que moldeó toda su vida. ¿De dónde vino? Solo en la esfera de Saturno podemos obtener respuestas a tales preguntas. Allí, el conocimiento y la realización de encarnaciones pasadas proporciona las claves para la comprensión de las formaciones individuales del alma.

En la constelación de Libra encontramos la huella del último gran ciclo de la evolución del Antiguo Sol y la segunda etapa de la Antigua. Luna (Véase Isis Sophia II, tercera parte). Durante la séptima etapa del Antiguo Sol, los antepasados de la humanidad alcanzaron la perfección más elevada de la que entonces eran capaces. En una actitud similar a una planta, eran un espejo perfecto del universo del Sol y seguían infaliblemente sus direcciones. Esto nos da una idea del carácter de la individualidad de Tycho Brahe en encarnaciones anteriores. Estaba profundamente conectado con los antiguos misterios del Sol y se inició en vidas anteriores en los secretos de la naturaleza espiritual del Sol.

En la tercera parte de Isis Sophia II, hemos indicado brevemente el triple carácter del Sol, del presente que es, en cierto sentido, una réplica del Antiguo Sol. Esta individualidad se inició en vidas anteriores en secretos como éstos del triple Sol. Esta fue la razón por la que se convirtió en cosmólogo en su encarnación como Tycho Brahe. Era el arquetipo espiritual de su composición psicológica y puede explicar muchas de sus características y su destino.

Existe el otro aspecto de Libra, el segundo ciclo de la Antigua Luna. Ocurrió entonces la dramática salida del renacido Antiguo Sol con las jerarquías espirituales superiores. Por primera vez en la historia del universo, surgió una profunda brecha entre las fuerzas divinas superiores y las regiones inferiores de la existencia. Se hizo en aras del desarrollo de la independencia y de la libertad, pero también ofreció la posibilidad de que el mal, la muerte y la enfermedad se introdujesen en el universo.

Este aspecto de Libra apunta a otro aspecto del mundo del alma de Tycho Brahe. Anteriormente hemos mencionado su aversión por las visiones del mundo copernicano. En parte le influenció la herencia de los Antiguos Misterios del Sol, sin embargo, no fue capaz de retroceder en la rueda de la evolución. Después de su muerte, incluso su más estrecho colaborador del último año, Kepler, se pasó al copernicanismo y cada vez tenía más éxito. Por el bien del pensamiento y la libertad independientes, la humanidad tuvo que olvidar por un tiempo las antiguas concepciones espirituales del universo y experimentarlo solamente como un sistema material y mecánico. Ver a la humanidad moviéndose en esta dirección debe haber sido una experiencia trágica para Tycho Brahe.

Sin embargo, sobre la base del asterograma de la muerte, también podemos encontrar que esta experiencia de Saturno en Libra fue para esta alma el amanecer de una nueva luz. Mucho después de la muerte, debe haberse dado cuenta del gran cambio que había tenido lugar a través de la unión de Cristo con la Tierra. Percibió los nuevos Misterios del Sol que también había conocido en una encarnación anterior. (Tratamos de describir algunos de estos hechos en la tercera parte de Isis Sophia II.) Encontró y retomó el hilo de los Misterios que, para él, en su vida como Tycho Brahe, parecían haberse roto.

Saturno en Libra presagia, de hecho, las grandes decisiones en el curso de la evolución, también los grandes impulsos que hicieron posible el progreso de la humanidad en tiempos de crisis. Encontramos a Saturno en Libra en los asterogramas de la muerte de Copérnico y Kepler. Hemos mencionado ambos ya en relación con Tycho Brahe. El drama de la batalla a favor y en contra del sistema copernicano se hizo visible aquí. También en el asterograma de la muerte de Rudolf Steiner, Saturno estaba en Libra.

Ahora vamos a considerar brevemente la Luna y a los planetas interiores. En su caso, nos gustaría emplear las divisiones de la eclíptica en lugar de las constelaciones de las estrellas fijas del zodíaco. La astrología ortodoxa los llama signos, y desafortunadamente se les dan los mismos nombres y símbolos que a las constelaciones. (Las figuras 6a y 6b pueden ayudarnos a entender la diferencia. Los signos y las constelaciones se están separando lentamente. Esta creciente divergencia es causada por la precesión del punto vernal).

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Los planetas interiores están más conectados con el camino (aparente) del Sol o la eclíptica; por lo tanto, los consideramos desde el punto de vista de los signos. Además, la Luna tiene una afinidad más fuerte con la eclíptica. De la descripción de la Luna en la tercera parte de Isis Sophia II, concluimos que esta esfera cósmica es el gran almacén, por así decirlo, del cual todos los objetos físicos obtienen las sustancias que necesitan para su existencia corporal. Además, nuestro cuerpo se crea bajo la influencia de las fuerzas lunares, durante el tiempo de gestación. Después de la muerte se nos pide que abandonemos nuestra afinidad con el mundo corporal en la esfera de la Luna.

En el asterograma de la muerte de Tycho Brahe, encontramos a la Luna en la fase menguante y en el signo de Libra (♎). Los signos están más asociados con los ritmos estacionales y con el funcionamiento de las fuerzas formativas o de la vida en la naturaleza. En (♎) es el signo en el que se encuentra el Sol al comienzo del otoño, cuando en la naturaleza, la “caída» de la hoja comienza. Podemos ver en esta Luna de Tycho Brahe una indicación de su condición corporal hacia el final. Debe haber estado muy agotado, no solo desde el punto de vista fisiológico, sino también con respecto a su fondo interno de resistencia y naturaleza positiva hacia la vida. Bien podría ser que su vana lucha contra su tiempo hubiera sido extremadamente exigente, más aún porque su naturaleza no era en modo alguno plácida, sino más bien colérica.

Se puede decir, con cierta justificación, que sus últimos años ya fueron un proceso de purificación interna, que el ser humano normalmente experimenta sólo después de la muerte. La Luna menguante en el signo de Libra (♎) es una cierta amplificación de esto. Los lazos de Tycho Brahe con la existencia material ya no eran muy fuertes cuando murió; por lo tanto, su ascenso a las alturas espirituales fue probablemente bastante rápido y sin oposición.

El planeta Venus aparece aquí en la constelación de Leo (figura 7a), que corresponde al signo eclíptico de Virgo ♍ (véase la figura 6a y 6 b). Asociamos la esfera de este planeta en nuestras investigaciones con el «Mercurio de los Antiguos Misterios». En la tercera parte de Isis Sophia II, hemos delineado nuestros puntos de vista sobre este asunto de «M-Mercurio». También recogemos de esas descripciones que esta esfera está especialmente conectada con todo lo que podemos llamar «relaciones».

Sin embargo, para llegar al punto de vista de la esfera de Venus (M-Mercurio), no es suficiente tener en cuenta únicamente la posición momentánea del planeta. Toda la órbita es una indicación de la «esfera». Por lo tanto, debemos extender nuestras observaciones a los gestos del planeta en el transcurso del tiempo. Los gestos más reveladores de los planetas interiores son sus conjunciones con el Sol, cuando están más o menos en la misma posición que el Sol, tal como los percibimos desde la Tierra. Hay dos posibilidades: el planeta puede colocarse frente al sol, o detrás de él. A la primera posición se le llama “conjunción inferior”, a la segunda conjunción superior. Ambas se alternan en el tiempo. En la figura 7a y 7b (abajo), presentamos un diagrama de estos ritmos de Venus (M-Mercurio), primero sobre la base de la vista ptolemaica (con la Tierra en el centro) y en segundo lugar desde la visión copernicana. Hemos elegido los gestos sobre el momento de la muerte de Tycho Brahe.

Vemos en el diagrama que el «M-Mercurio» (o Venus) de Tycho Brahe tenía una conjunción inferior, antes de su muerte, con el Sol en el signo de la eclíptica Leo (♌). Visto desde la Tierra, parecía estar en un bucle causado por el movimiento retrógrado del planeta. Después de la muerte de Tycho Brahe, se movió a una conjunción superior en el signo de la eclíptica Tauro ♉. Estos gestos nos dan una idea de la condición de la esfera en ese momento. Podemos leer en él el carácter de la relación que este alma tuvo con su mundo circundante tanto durante la vida como también después de la muerte.

La posición en el signo de la eclíptica de Virgo (♍) nos da una indicación de la dirección que debemos buscar. Es un signo que está muy relacionado con la madurez. Cuando el Sol está allí en el curso de las estaciones, está madurando en la naturaleza (en el hemisferio norte). Este signo también tiene un carácter muy sutil y sensible, que ciertamente fue el caso con respecto a la vida de Tycho Brahe. Era como un ser con su piel sin protección, y su temperamento colérico podía estallar a la menor provocación. Tenía un fuerte sentido de la dignidad y era muy consciente de su propio peso e importancia espiritual. Esto también se indica por el tránsito previo de Saturno sobre esta posición en 1597, cuando dejó la isla de Ven. Estaba profundamente herido por la actitud de la corte del joven rey Christian y estaba dispuesto a renunciar al trabajo que había creado durante 21 años, en lugar de continuar bajo las difíciles circunstancias que habían surgido.

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La conjunción superior en el signo de  Tauro (♉), que tuvo lugar después de su muerte, está conectada con las experiencias de esta alma más allá del umbral de la muerte. El alma toma conciencia en la esfera del «M-Mercurio» de las implicaciones morales y los valores de sus relaciones y conexiones con grupos y comunidades. Los gestos del planeta en el asterograma de la muerte de Tycho Brahe sugieren que experimentó un cambio tremendo en esa esfera después de la muerte. Su sensación de «sensibilidad» se volvió muy refinada en cierto sentido, incluso resignada. Debió haberse dado cuenta de que, a través de su vida de sufrimiento en la Tierra, había preparado el camino para algo mucho más grande. Poco a poco, se convirtió en un guía espiritual e inspirador de las almas que moraban en la Tierra. Sabemos de inspiraciones definidas que procedían de él a personas de importancia histórica, y también somos conscientes de que en esta era presente puede ser consejero de almas que luchan por encontrar y cumplir la llamada interna de su destino. También puede ser experimentado como un espíritu líder de grupos, de aquellos que luchan por una unión espiritual y armonía entre los cielos estrellados y el destino terrestre. Desafortunadamente, no podemos explicar las bases de las afirmaciones anteriores. Para ello habría que realizarlo en una publicación posterior, ya que ésta necesitaría al menos un volumen.

Mercurio estaba en el signo de la eclíptica de Libra (♎), como la Luna. Consideramos los movimientos y gestos de este planeta como indicaciones de la esfera (invisible) de «Misterioso-Venus» (M-Venus). En la figura 8a y 8 b, presentamos un diagrama de estos gestos en el momento de la muerte de Tycho Brahe. Lo que dijimos antes sobre «M-Mercurio» se refiere también a «M-Venus»; solo, los ritmos son diferentes. Mercurio (M-Venus) está conectado con el desarrollo de la personalidad humana integrada, con la auto-manifestación de una persona como un ser inteligente en la familia de la humanidad. Después de la muerte experimentamos en esa esfera los aspectos morales de nuestras afiliaciones con instituciones y comunidades religiosas, filosóficas, etc.

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El planeta Mercurio, que indica esta región, se situó en el signo de Libra (♎), donde también tenía una conjunción inferior con el Sol (un lazo, véase la Fig. 8a) antes de la muerte de Tycho Brahe. Con referencia al asterograma de la muerte, vemos en esto una indicación de una actitud más bien desapegada, una especie de restricción que resulta de la seguridad de su propia dignidad personal, especialmente en años posteriores. Aunque el contacto social no fue difícil, existía el deseo de mantenerse al margen de cualquier asociación con grupos, etc. Por ejemplo, no se sabe nada sobre una conexión más profunda con ninguna institución religiosa. Debe haber sido una personalidad con un fuerte sentido de independencia y autosuficiencia espiritual.

Esta tendencia al desprendimiento después de la muerte hizo posible un ascenso bastante pronunciado hacia las regiones más altas de la vida, más allá del umbral. Las indicaciones adicionales de «M-Venus», una conjunción superior en el signo de Escorpio (♏) y un lazo o conjunción inferior en Capricornio (♑) (véase la figura 8a), sugieren que atravesó por una transformación fuerte y profunda. Su conocimiento íntimo de las estrellas y sus puntos de vista espirituales en el cosmos, lo ayudaron a preservar la conciencia en un alto grado después de la muerte. No todas las almas humanas pueden permanecer despiertas después de la muerte cuando se enfrentan a la deslumbrante luz del mundo espiritual. El cultivo de una sabiduría espiritual estelar ciertamente puede ayudar a un alma a atravesar las regiones más allá de la muerte en plena conciencia.

Finalmente, llegamos al Sol en el asterograma de la muerte de Tycho Brahe, que estaba en Virgo, o más bien a los pies de esa constelación. Las experiencias del alma después de la muerte en la esfera del Sol son bastante peculiares. El alma, en cierto sentido, se remite a la Tierra. En la Tercera Parte de Isis Sophia II, hemos descrito el gran cambio que ha tenido lugar con respecto al Sol y la Tierra. En un momento determinado, el gran líder espiritual de las jerarquías del Sol vivió en la esfera del Sol y al comienzo de nuestra era se unió a la Tierra. La humanidad cristiana llama a este espíritu el Cristo. Desde ese momento las cualidades espirituales del Sol han comenzado a funcionar dentro de la Tierra. Si las almas humanas entran a la esfera del Sol ahora, después de la muerte, la encuentran, en cierto sentido, desprovista de su gran líder espiritual, el Cristo. Solo podrán avanzar si pueden mirar hacia atrás en las experiencias del Espíritu del Sol, el Cristo, en la Tierra. No necesitan haber pertenecido a ninguna de las instituciones religiosas cristianas, pero solo pueden soportar la prueba de pasar por encima del umbral de la esfera del Sol, cuando han experimentado conscientemente en la Tierra el gran impulso de amor y hermandad de todos los seres en las que el Cristo se manifiesta. Sólo entonces el alma puede ascender a las regiones más elevadas del mundo espiritual, donde se enfrentará con su propio y verdadero «Yo» superior. Por lo tanto, la posición del Sol en el momento de la muerte indica, más bien, el camino del alma desde la Tierra a través de las regiones cósmicas y a través de la puerta del Sol al reino donde mora su propio y eterno arquetipo espiritual. En nuestras investigaciones encontramos que el alma generalmente regresa a la siguiente encarnación de la misma región donde ascendió después de la muerte precedente. Esta zona está indicada por la posición del Sol en el zodíaco en el momento de la muerte.

El Sol a los pies de Virgo en el asterograma de la muerte de Tycho Brahe nos recuerda el último gran ciclo de la evolución de la Tierra (Tercera parte de Isis Sophia II). Lo encontramos también en las visiones de Juan (San Juan). Es la imaginación en el Capítulo XII del Libro de Apocalipsis: La Mujer en el Cielo, vestida con el Sol, de pie sobre la Luna y coronada con doce estrellas, es perseguida por un poderoso dragón. Él está esperando que nazca su hijo, el «Hijo del Hombre», porque quiere destruirlo. Entonces el Arcángel Miguel con sus huestes viene al rescate de la mujer. Se desata una poderosa batalla en el cielo, y el dragón es derrotado y destruido.

Vemos en esta imaginación la imagen del comienzo de las etapas finales de la evolución de la Tierra. La mujer en el cielo es el Alma del Mundo, de quien vive una reflexión en cada alma humana. El niño, el «Hijo del Hombre», es el fruto espiritual de la evolución de toda la humanidad, en la medida en que apunta a la realización de las fuerzas de Cristo en cada corazón humano. Contra este nacimiento espiritual en un ser humano, resisten otras fuerzas que quieren evitar el ascenso de la humanidad a las alturas espirituales de la existencia. Quieren aferrarse a la etapa actual de un universo material, preservarlo para sus propios fines como un mecanismo gigantesco, sin vida y sin alma. Estas son las fuerzas del dragón.

La posición del Sol en el asterograma de la muerte de Tycho Brahe delata su asociación con las «huestes de Micael», que se preparan para luchar contra el adversario de la mujer en el Cielo. Él no puede ser llamado cristiano en el sentido ordinario y convencional. El cristianismo con el que entró en la esfera del Sol 25 es mucho mayor. Su lucha por una concepción del cosmos de las estrellas como manifestación de la divinidad es, para alguien que puede ver más profundamente en el alma humana, un testigo seguro del cristianismo cósmico de Tycho Brahe. En duras batallas que se remontan a encarnaciones anteriores a esta, en la Edad Media, se abrió paso a la realización de Cristo como el gran Espíritu del Sol que descendió a la Tierra, sufrió la muerte en la Cruz y pasó por la resurrección por el bien de la salvación. Así, esta alma ha ingresado al mundo espiritual y está trabajando para un cristianismo cósmico-espiritual, que no es solo una cuestión de palabras elocuentes, sino de obras de gran alcance y penetrantes. Algún día entrará en otra existencia terrenal y se mantendrá en las filas de aquellos que luchan por preservar la vida espiritual contra las fuerzas que proclaman el agotamiento del universo y la insignificancia de la Tierra y de la humanidad, y así sucesivamente. Estos parecen ser los únicos aspectos de los que una determinada sección de la ciencia actual es capaz.

Traducido por Carmen Ibañez Berbel en enero de 2018.