C9. El Conocimiento imaginativo y la imaginación artística

Del ciclo: Desarrollo Esotérico

Rudolf Steiner –  : 21 de octubre de 1906

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Entre las diversas reglas que el maestro da al alumno, la Imaginación es la segunda. Consiste en que no pase por la vida como por inercia, sino en el sentido del decir de Goethe: «Todo lo que es transitorio es solo una semejanza», en todo momento debe surgir en él algo de lo que se encuentra en cada animal o en cada planta.

Por ejemplo en el azafrán de la pradera podrá descubrir la imagen de un alma melancólica, ,

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en las violetas la imagen de una calma piadosa

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en el girasol la imagen de una vida fuerte, vigorosa, llena de  autonomía y de ambición.

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Cuando un hombre vive en este sentido, se eleva al conocimiento imaginativo. Y podrá ver que una llama asciende de la planta, una imagen en color, que le eleva al plano astral. Así, es guiado a ver en todo lo que se le presenta a los seres espirituales de otros mundos. Ya he dicho, sin embargo, que el alumno debe seguir estrictamente al maestro oculto, pues solo el  puede decirle lo que es subjetivo y lo que es objetivo. El maestro oculto puede dar al alumno la estabilidad que necesita en el mundo sensible, de tal manera que uno mismo pueda corregir continuamente los errores.

Pero en el mundo astral es muy fácil caer en engaños y se necesita del apoyo de alguien más experimentado. El maestro debe dar una serie de instrucciones al que desea seguir el camino Rosacruz. En primer lugar, le dará las instrucciones precisas cuando llegue a la etapa del desarrollo imaginativo. Le dirá: esfuérzate sobre todo en amar no simplemente a un solo animal, ni formar una relación particular con un solo animal, o experimentar esto o aquello con uno u otro animal. Busca más bien la sensación vital de todo ese grupo de animales. Entonces a través de esa idea, recibirás lo que es un alma-grupo. El alma individual que los hombres, poseemos en el plano físico convive en el plano astral con el alma grupo de los animales. El animal no puede decirse «yo» a sí mismo, aquí en el plano físico.

La pregunta que a menudo se plantea es: «¿Tiene el animal un alma, como el hombre?» Tiene un alma, pero el alma del animal está en el plano astral. El animal es para el alma-grupo, lo que los órganos individuales  son para el alma humana. Si nos duele un dedo, es el alma el que lo experimenta. Todas las sensaciones de los órganos individuales pasan por el alma. Esto mismo ocurre con el alma-grupo de los animales. Todo lo que son experiencias individuales de los animales, las experimenta el alma-grupo. Tomemos, por ejemplo, a todos los leones: las experiencias de los leones, se llevan al alma común. Todos los leones tienen un alma grupo común en el plano astral. Si se inflige un dolor a un solo león o si experimenta placer, esto continúa hasta el plano astral, como el dolor de un dedo llega al alma humana. El hombre puede elevarse a una comprensión del alma-grupo si es capaz de crear una forma que contenga a todos los leones individuales, como concepto general, que guarda las imágenes individuales que le pertenecen.

Las plantas tienen su alma en la región Rupa del plano devakánico. Al estudiar un grupo de plantas y obtener una clara relación con su alma-grupo, el hombre aprende a penetrar en el alma-grupo de las plantas, en el plano Rupa. Cuando el lirio o el tulipán ya no son algo especial para él, sino que cuando ve crecer a todas las plantas, densificando la imagen de tal manera que la convierte en Imaginación, entonces el alumno experimentará algo totalmente nuevo. Lo importante es crear una imagen muy concreta formada individualmente en la imaginación. Entonces el hombre experimentara la planta, como un revestimiento de la Tierra, de tal manera que los prados cubiertos de flores, se conviertan en algo totalmente nuevo para él, que las flores se convierten en una manifestación real del espíritu de la Tierra. Esa es la manifestación de estas plantas en diferentes almas-grupo. Así como las lágrimas humanas son en la expresión de la tristeza interior del alma, así como la fisonomía de un hombre se convierte en una expresión del alma humana,  el ocultista aprende a mirar en el verde de la cubierta vegetal la expresión de los procesos interiores, de la vida espiritual real de la Tierra. Así, algunas plantas se convierten para él en las lágrimas de la tierra, donde brota su dolor interior. Y así vierte un nuevo contenido imaginativo en el alma, al igual que alguien puede temblar y conmoverse ante las lágrimas de un compañero.

Uno tiene que atravesar estos estados de ánimo. Si él sufre un humor tan vis-à-vis del mundo animal, se eleva al plano astral. Y cuando se sumerge en el estado de ánimo del mundo de las plantas, se sitúa en la región inferior del plano devacánico. Y allí observara en la forma-flama que asciende de las plantas que cubren la Tierra antes velada por una suma de imágenes, las encarnaciones de los rayos de luz que descansan sobre las plantas.

Uno también puede acercarse a la piedra inerte de esta manera. Hay una experiencia fundamental en el mundo mineral. Tomemos una montaña de cristal, resplandeciente de luz. Cuando uno la contempla, se dirá a sí mismo: En cierto modo esto representa la materia física, la piedra es materia física. Pero hay una perspectiva de futuro a la que el maestro conducirá al alumno. El hombre de hoy está atravesado por instintos, deseos,  pasiones. Esto satura su naturaleza física, pero ante el ocultista se presenta un ideal. El se dice a sí mismo: la naturaleza animal del hombre poco a poco se puede purificar y llegara un momento en que el cuerpo humano se nos puede presentar interiormente casto y libre del deseo, como este mineral que nada anhela, en el que no se agita ningún deseo ante lo que se le acerca. La naturaleza interior del mineral es casta y pura. Esta castidad y pureza es la experiencia que debe impregnar al alumno cuando contempla el mundo mineral. Estos sentimientos varían pues el mundo mineral se manifiesta en diferentes formas y colores, pero la experiencia fundamental que impregna el reino mineral es la castidad.

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Nuestra Tierra actualmente tiene una configuración y forma muy particular. Si nos remontáramos a etapas anteriores de la Tierra podríamos ver que tuvo una configuración completamente diferente. Vamos a sumergirnos en la Atlántida y aún más atrás: llegaremos allí a temperaturas cada vez más altas, en las que los metales fluyen como lo hace el agua actualmente. Todos los metales se han convertido en venas de la Tierra, ya que una vez fluyeron como arroyos a lo largo de ella. Así como ahora el plomo es duro y el mercurio es líquido, en tiempos lejanos el plomo era fluido y el azogue algún día se convertirá en un metal sólido. Así, la Tierra va transformándose y el hombre siempre está participando en estas diferentes evoluciones. En las épocas de las que estoy hablando, el hombre no existía como ser físico. Pero sus cuerpos etérico y astral estaban allí, dado que podían vivir en esas altas temperaturas. La envoltura física del hombre comenzó a formarse gradualmente con el proceso del enfriamiento.

Y así como siempre  se está formando en el hombre algo nuevo durante la evolución de la Tierra, algo nuevo se forma también en el exterior en la Naturaleza. Los rudimentos del ojo humano se  planearon por primera vez en la evolución del Antiguo Sol. Primero se formó el cuerpo etérico que a su  vez formó el ojo físico humano. Y asi como se congela un pedazo de hielo a partir del agua,  igualmente se forman los órganos físicos del sutil cuerpo etérico. Los órganos físicos se formaron en el hombre, a la vez que la Tierra se iba solidificando. En cada época, la formación de un órgano humano es paralelo a la formación de una configuración particular en la Naturaleza. A la par que en el ser humano se formaba el ojo en el reino mineral se formó la crisolita. Así, podemos pensar que las mismas fuerzas que articularon la naturaleza de la crisolita formaron el ojo en el hombre.

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No podemos quedarnos satisfechos cuando generalizamos diciendo que el hombre es un microcosmos y el mundo es el macrocosmos; el Ocultismo tiene que demostrar la relación real entre el hombre y el mundo. En la época Atlante, cuando se formó el órgano físico que hace posible la facultad de razonamiento,  el plomo se solidificó, en el mundo exterior, pasó del estado fluido al estado sólido. Las mismas fuerzas que hacen posible la solidificación del plomo son las creadoras del órgano de la inteligencia. Un hombre sólo puede comprender, cuando puede reconocer las conexiones entre el ser humano y las fuerzas de la Naturaleza.

Hay un grupo particular dentro del movimiento socialista, un grupo que se ha distinguido por su moderación a partir del socialismo. Se trata de los impresores, los que trabajan en la imprenta, que siempre han conservado una buena parte de las facultades de razonamiento. Este grupo especial del movimiento socialista lo componen los impresores, y esto es así porque los impresores trabajan con el plomo. El primer convenio sindical entre los trabajadores y los empresarios salió de los impresores. El plomo produce este estado de ánimo si se toma en pequeñas cantidades.

Puedo citar otro caso a partir de la experiencia en la que, de una manera similar, pude observar la influencia de la naturaleza de un metal en un hombre. El tenia una sensibilidad especial para descubrir fácilmente las analogías con todo lo que era posible. Se podría concluir que eso tenía  mucho que ver con el cobre, y ese fue el caso. El tocaba la corneta en una orquesta, un instrumento que contiene mucho cobre. Cuando algún día se estudie la relación entre el inerte mundo externo y el organismo humano, se encontrara que existe una relación entre el hombre y el mundo circundante en las formas más variadas: por ejemplo, la relación de los sentidos con las piedras preciosas.

Existe una relación de los sentidos con las piedras preciosas basados en la evolución de los sentidos. Ya hemos encontrado la relación entre el ojo y el topacio. También hay una relación entre el ónix y el órgano de la audición. El ónix mantiene una extraordinaria relación con las oscilaciones del sentido del yo y los ocultistas siempre lo han reconocido. Representa, por ejemplo, la vida que sigue a la muerte. Así, en el «cuento de hadas», de Goethe,  el perro muerto se convierte en ónix a través de la lámpara del anciano. En esta intuición de Goethe, encontramos el resultado de un conocimiento oculto. Ahí está la relación del ónix con el órgano de la audición.

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 También podemos ver una relación oculta entre el órgano del gusto y el topacio, el sentido del olfato y el jaspe, la piel como el sentido del calor del hombre y la cornalina, el poder productivo de la imaginación y el carbunclo (zafiro). Este fue utilizado como símbolo del poder productivo de la imaginación, que surgió en el hombre, en el momento mismo en que el carbunclo apareció en la naturaleza.

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Los símbolos ocultos se extraen de la verdadera sabiduría, y si penetramos en ese simbolismo oculto encontraremos allí un genuino conocimiento.

 El que conoce el significado de un mineral encuentra la entrada a la región superior del plano devakánico. Cuando uno contempla una piedra preciosa y se impregna del sentimiento de lo que la piedra preciosa nos tiene que decir, entonces encontramos la entrada a la región Arupa del Devakán. Así, la mirada del alumno se va ampliando y más y más mundos amanecen para él. No debemos quedarnos satisfechos con una indicación general,  poco a poco debemos encontrar la entrada en la totalidad del mundo.

En la literatura alemana encontramos como una intuición instintiva las fuerzas minerales, que nos muestran  poetas que eran mineros, por ejemplo, Novalis había estudiado ingeniería de minas. Kerning escogió a muchos mineros como arquetipos de sus personalidades ocultas. También está el poeta, Ernst Theodor Amadeus Hoffman, ese espíritu extraordinario que de vez en cuando se sumergía artísticamente en los secretos de la naturaleza, sobre todo en su cuento, «Las minas de Falun.» Ahí encontraremos muchos ecos de la relación oculta entre el reino mineral y el hombre, y muchas indicaciones de cómo los poderes ocultos se apoderan de una manera notable de la imaginación artística.

Los Centros de Misterio son la cuna de la esencia del arte. En el reino astral los Misterios son reales y vivientes. Allí uno puede conseguir la síntesis de la verdad, la belleza y la bondad. Esto era así en gran medida en los Misterios Egipcios y los de Asia, así como en los Misterios Griegos, especialmente en los de Eleusis. Los alumnos realmente podían contemplar cómo las Potencias Espirituales se sumergían en las diversas formas de existencia. En aquellos tiempos no había ninguna otra ciencia como la que se podía contemplar allí. No había otra bondad que la que surgía en el alma cuando uno contemplaba los Misterios. Tampoco había ninguna otra belleza que la que contemplaba como los descendían los Dioses.

Vivimos en una época bárbara, en una época caótica, en una época carente de estilo. En todas las grandes épocas el arte surgía de lo más profundo de la vida espiritual. Si uno observa las imágenes de los dioses griegos podrá distinguir claramente tres tipos diferentes: en primer lugar estaba el tipo Zeus, al que pertenecen Palas Atenea y Apolo. En este tipo, los griegos caracterizan su propia raza. Tenían un modelado definido del óvalo del ojo, la nariz, la boca. En segundo lugar, se puede observar el grupo que puede ser llamado el tipo Mercurial. Allí, las orejas y la nariz son completamente diferentes, el pelo es lanoso y rizado. Y en tercer lugar estaba el tipo Sátiro, en el que encontramos una forma completamente diferente en la boca, la nariz, los ojos, y así sucesivamente. Estos tres tipos están claramente configurados en la escultura griega. El tipo Sátiro es el representante de la antigua raza, el tipo Mercurio la raza siguiente y el tipo Zeus la quinta raza.

tres tipos griegos

  En los tiempos antiguos, la visión del mundo espiritual lo impregnaba y saturaba todo. En la Edad Media todavía llegaba a expresarse en el arte manual, cuando cada cerradura de la puerta era una especie de obra de arte. En la cultura exterior todavía podíamos encontrarnos con lo que el alma había creado. La edad moderna es totalmente diferente, ella presenta un solo estilo, es decir, el almacén. El almacén será tan característico de nuestro tiempo como los edificios góticos —por ejemplo, la catedral de Colonia— lo fueron en la Edad Media, en los siglos XIII y XIV. La historia cultural del futuro tendrá que contar con los almacenes como se cuenta con los edificios góticos de la Edad Media. En estas formas llega a su expresión una nueva vida.

 El mundo se llenará de nuevo con un contenido espiritual a través de la difusión de las enseñanzas de la Ciencia Espiritual. Entonces más adelante, cuando la vida espiritual llega a expresarse en formas externas, vamos a crear un estilo que exprese esa vida espiritual. Lo que vive en la Ciencia Espiritual podrá estamparse posteriormente en las formas externas. Por lo tanto tenemos que buscar la misión de la ciencia espiritual como una misión cultural.

Traducido por Gracia Muñoz