GA233ac3. El secreto de la Luna. Los Misterios de Primavera y Otoño

Del ciclo: La Fiesta de Pascua en relación con los Misterios (GA233a)

Rudolf Steiner – Dornach, 21 de abril de 1924

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Continuando nuestro tema de las dos últimas conferencias, ahora indicaré el aspecto astronómico de la Fiesta de Pascua. Para este fin, primero será necesario tocar algunos de los hechos relacionados con el llamado secreto de la Luna.

En todas las épocas, dondequiera que haya conocimiento de la Sabiduría de los Misterios, los hombres hablaron del secreto de la Luna que estaba conectado con el ser del hombre, en la medida en que el hombre mismo, en su naturaleza plena, está conectado con todo el Cosmos, tal como él está conectado, con respecto a su cuerpo físico, con la Tierra. Ahora con la época del materialismo ha ocurrido que de estos espacios lejanos del Cosmos cuya vida espiritual se expresa en las formas de las constelaciones y en los movimientos de las estrellas errantes, nada ha permanecido en la conciencia humana excepto la apariencia externa de las estrellas, el cálculo de sus movimientos si son planetas, y así sucesivamente.

Estudiar estas cosas en el camino de la astronomía moderna es como si debiéramos considerar las medidas externas y las proporciones y condiciones de movimiento del cuerpo humano en completa inconsciencia del hecho de que un alma y un espíritu impregnan ese cuerpo físico. Es como si uno olvidara que en las proporciones y movimientos de este cuerpo, se expresan el alma y el espíritu.

Ahora en el ser humano, hacen su aparición un alma y espíritu reunidos en un yo. Pero en el organismo del universo, visto y considerado espiritualmente, no es solo un alma y un espíritu lo que se expresa, sino una multiplicidad. Es una multiplicidad inconmensurable e infinita de seres espirituales que se expresan en las formas de las constelaciones, en los movimientos de los planetas, en la luz radiante de las estrellas, y así sucesivamente.

Toda la multitud de seres espirituales que viven en las estrellas están conectados con la vida interior del ser humano, así como las sustancias del entorno de la Tierra disponibles para la nutrición humana están conectadas con el hombre físico. Y la primera y más cercana relación del hombre con el gran universo tiene que ver con lo que podemos llamar el secreto de la Luna.

Considerada externamente, la Luna aparece desde el aspecto terrenal en constante metamorfosis. En el momento presente, vemos el disco lleno de la Luna brillando intensamente. Después la veremos de manera diferente y tenemos que suponer que está parcialmente iluminada, medio iluminada, cuarto iluminada, y así sucesivamente. Además, está esa apariencia de la Luna cuando se retira por completo de nuestra visión externa, el tiempo que llamamos Luna Nueva, y finalmente tenemos el regreso a la Luna Llena.

Hoy en día todo esto se explica como si la Luna fuera un cuerpo material que se moviera fuera en el espacio cósmico, iluminada desde varias direcciones por el Sol y mostrándose así a nuestra visión en diferentes siluetas y formas. Pero esto de ninguna manera agota lo que la Luna es para la Tierra y especialmente para la humanidad en la Tierra. Para la Luna especialmente, debemos entender claramente lo siguiente. Cuando miramos algo que se nos representa tan evidentemente en superficies físicas como la Luna Llena, mostrándonos un aspecto físico, vemos algo completamente diferente en su apariencia de lo que es cuando se revela a sí misma como la Luna Nueva. La Luna Nueva, a través de todas las relaciones cósmicas en las que se encuentra, no puede revelarse directamente. Ahora sin embargo, no debemos imaginar que la influencia de la Luna está ausente cuando no se revela como un fenómeno exterior. En los momentos cuando a través de las relaciones del mundo entero tomamos conciencia de la aparición de la Luna Nueva, en estos momentos la Luna está presente de manera invisible y por esta misma razón está presente de una manera más espiritual que cuando nos aparece en la luz física como la Luna Llena. Por lo tanto, la Luna está presente, ahora en una forma completamente física y ahora de nuevo en una forma completamente espiritual. De hecho, tenemos la alternancia rítmica perpetua entre la manifestación física y la manifestación espiritual de la Luna.

Para entender realmente lo que esto significa, debemos mirar hacia atrás al evento que se describe, por ejemplo, en mi libro, La Ciencia Oculta. La Luna estuvo una vez dentro de la Tierra; pertenecía al cuerpo de la Tierra. Salió del cuerpo de la Tierra y se convirtió en un satélite como lo llamamos, o en el planeta que acompaña a la Tierra. Se separó de la Tierra y ahora circula a su alrededor.

Ahora, en el tiempo en que estaba unida a la Tierra, la luna influenciaba al ser humano desde la Tierra misma. El hombre era por supuesto un ser muy diferente cuando se posicionó y evolucionó en una Tierra que todavía contenía a la Luna dentro de su cuerpo. La Tierra quedo empobrecida de todo el contenido de la Luna cuando salió de ella; y ahora desde abajo, el hombre es moldeado y retenido por otras fuerzas, es decir, solo por las fuerzas de la Tierra, ya no por las fuerzas conjuntas de la Tierra y de la Luna. Por otro lado, lo que trabajaba en él desde la Tierra, desde dentro hacia afuera cuando la Luna todavía estaba dentro de la Tierra, ahora trabaja sobre él desde fuera hacia adentro, es decir desde la Luna hacia la Tierra.

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Por lo tanto, podemos decir: las fuerzas de la Luna una vez atravesaron al ser humano, incidiendo primero sobre sus extremidades, sobre sus pies y piernas y luego fluyendo a través de él desde abajo hacia arriba. Pero dado que la Luna ha abandonado la Tierra, las fuerzas de la Luna trabajan sobre él de forma inversa, desde la cabeza hacia abajo. Y como resultado, las fuerzas de la Luna ahora tienen una tarea para el hombre bastante diferente de la que tenía antes. ¿Cómo se manifiesta esto? Se manifiesta de la siguiente manera. Cuando el hombre desciende de lo preterrenal a esta vida terrenal, experimenta ciertas vivencias definidas. Él pasó el tiempo entre la muerte y un nuevo nacimiento. Él ha absuelto, en lo que concierne a su alma y espíritu, todo lo que debe ser absuelto entre la muerte y un nuevo nacimiento, y ahora se prepara para descender a la Tierra para unirse con la naturaleza corporal física que le es dada por el padre la y madre. Sin embargo, antes de que pueda encontrar la posibilidad de que su yo y su cuerpo astral se unan con lo físico, primero debe vestirse con un cuerpo etérico que atrae hacia él desde el Cosmos circundante.

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Este es el proceso que ha cambiado fundamentalmente desde el momento en que la Luna salió de la Tierra. Antes de la partida de la Luna, cuando el hombre había absuelto la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento y se acercaba a la Tierra una vez más, necesitaba ciertas fuerzas para atraer e incorporar la forma de un cuerpo etérico alrededor del yo y cuerpo astral, el éter que se dispersa por todo el Universo. Estas fuerzas que recibió cuando se acercaba a esta vida terrenal, las recibía de la Luna que entonces estaba dentro de la Tierra.

Desde que la Luna dejó la Tierra, el hombre ha recibido las fuerzas que necesita para construir su cuerpo etérico fuera de la Tierra, es decir, desde la Luna, que ahora está dividida. Así, inmediatamente antes de su entrada en la vida terrenal, el hombre debe recurrir a lo que es inherente a las fuerzas de la Luna, es decir, a un principio cósmico, para construir su cuerpo etérico. Ahora bien, este cuerpo etérico debe construirse de tal manera que tenga, por así decirlo, un aspecto exterior y otro interior. Cuando el hombre forma el aspecto externo de este cuerpo etérico, necesita las fuerzas de la luz, ya que junto con otras sustancias, el cuerpo etérico se crea sobre todo a partir de la luz que fluye del Cosmos. Pero la luz del sol es inútil para este propósito; La luz del sol no puede proporcionar las fuerzas que permitan al cuerpo humano formar su cuerpo etérico. Para esto, se necesita la luz que brilla desde el Sol hasta la Luna y se remonta nuevamente desde la Luna. Y mediante este proceso de reflexión, la luz del sol se transforma esencialmente. En efecto, toda la luz que irradia desde la Luna al Cosmos contiene la fuerza por la cual el hombre, al descender, puede formar el aspecto exterior de su cuerpo etérico. Por otro lado, todo lo que brota espiritualmente de la Luna cuando está en la fase de Luna Nueva, todo esto irradia al Cosmos las fuerzas que el hombre necesita para formar el aspecto interno de su cuerpo etérico. Por lo tanto, este ritmo del brillo externo de la Luna y de su oscurecimiento le permite al hombre formar el lado externo e interno de su cuerpo etérico.

Ahora, lo que las fuerzas de la Luna hacen para el hombre depende esencialmente del hecho de que la Luna no es el mero cuerpo físico del que la ciencia moderna cuenta sus historias, sino que está impregnado en todas partes por la espiritualidad. La Luna en sí misma contiene una multitud de seres espirituales.

A menudo he explicado cómo son estas cosas. La Luna una vez se separo de la Tierra. Pero no fue solo la materia física la que entró en el espacio cósmico. También estaban aquellos Seres que vivieron en la antigüedad sobre la Tierra, no en un cuerpo físico sino en una forma espiritual, los Seres que fueron los Maestros primigenios de la humanidad. Estos también viajaron con la Luna al Cosmos y allí fundaron una especie de colonia lunar. Por lo tanto, debemos distinguir en la Luna lo físico y lo etérico del alma y el espíritu, solo que el alma y el espíritu no son una unidad sino una multiplicidad de Seres.

Ahora toda la vida espiritual en la Luna depende de la forma en que los Seres que la habitan miran hacia el universo circundante. Si pudiera expresarme pictóricamente, diría: los Seres espirituales de la Luna dirigen su mirada hacia lo que para ellos es más importante, es decir, sobre las estrellas errantes que pertenecen a nuestro sistema planetario. Y todo lo que sucede en la Luna, incluido todo lo que sucede para que el hombre pueda recibir las fuerzas que necesita para construir su cuerpo etérico, todo depende de los resultados de la observación alcanzada por los Seres en la Luna que, viviendo como están dentro de la Luna, escrutan  y observan a su alrededor las estrellas de nuestro sistema planetario, Mercurio, Sol y demás.

El conocimiento de esto estaba contenido en ciertos antiguos Misterios. Sabían que las constelaciones, las relaciones y los movimientos del sistema planetario al que pertenece nuestra Tierra se observaban desde la Luna y que en consecuencia se determinaban las hazañas de los Seres Lunares. No solo lo sabían, sino que de hecho lo expresaron; porque ellos trajeron estas fuerzas de la Luna a la conciencia de la humanidad en relación con las fuerzas de los otros planetas, tomando a la Luna, como si dijéramos, como el punto donde están determinadas las relaciones cósmicas conectadas con la formación del cuerpo etérico humano. Lo hicieron en los días de la semana:

  • Luna – Lunes.
  • La Luna en su observación de Marte, el día de Marte, el martes;
  • con Mercurio – día de Mercurio, Mercredi, miércoles;
  • con Júpiter – Júpiter es el Thor germánico o Donar – el jueves.
  • Luego, con Venus, la Freya germánica: viernes;
  • y con Saturno el sábado,
  • y finalmente con el Sol mismo. El Sol no puede influir directamente en la formación del cuerpo etérico con sus propias fuerzas, pero en el reflejo de la Luna desempeña su papel: el domingo.

Por lo tanto, los hechos relacionados con el punto de vista de la Luna se tomaron como el punto de partida para llevar el sistema planetario a la conciencia del hombre en la división del tiempo. Era como si quisieran decir en los Misterios antiguos: » Recuerda, oh hombre, que antes de descender a la Tierra necesitabas fuerzas engendradas en la Luna por el acto de los seres de la Luna en la observación de los otros planetas. Para la configuración de su cuerpo etérico, cuando descendió a la vida terrenal, está en deuda con la participación de la Luna en lo que se expresa en el martes, miércoles, jueves, etc. la configuración peculiar que tu cuerpo etérico puede asumir al descender a esta vida terrenal».

Así tenemos, por un lado, el curso rítmico de la Luna alrededor de nuestra Tierra a través de la luz y la oscuridad, y, por otro lado, hemos registrado en la conciencia del hombre toda la sucesión de los planetas. Y los Misterios también proclamaron el conocimiento de que a través del hecho de que los Seres Lunares vuelven su mirada hacia Marte, el hombre recibe la facultad de hablar incorporada en su cuerpo etérico. A través del hecho de que los Seres Lunares pueden dirigir su mirada hacia Mercurio, el hombre puede recibir la facultad de movimiento concentrada en su cuerpo etérico.

Para hablar por un momento en términos de estos secretos de la Luna, podemos expresar en una forma bastante diferente cómo la Euritmia surge del habla. Podemos decir, la Euritmia nace del habla, al descubrir los misterios del habla al dejar que los Seres Lunares nos digan las observaciones que hacen cuando miran a Marte, escuchamos de ellos cómo estas observaciones cambian cuando ahora vuelven su mirada a Mercurio. Es decir, cuando transformamos las experiencias marcianas de los Seres Lunares en las experiencias de Mercurio, recibimos de la facultad del sonido hablado en el hombre la facultad de Euritmia. Este es el aspecto cósmico de esto.

Luego llegamos a lo que impregna al ser humano con la facultad de la sabiduría. Esto lo recibimos a través de las experiencias de los Seres Lunares con Júpiter. Lo que fluye a través del ser humano a través del amor y la belleza en su alma, esto lo recibimos a través de las experiencias de los Seres Lunares con Venus. Y lo que experimentan al observar a Saturno inculca en el cuerpo etérico el calor interno del alma que el hombre requiere. Y al fin llegamos a algo que debe ser protegido por así decirlo, que debe mantenerse apartado para que no perturbe y estropee la formación del cuerpo etérico. Es lo que procede directamente del Sol antes del descenso del hombre a la Tierra. Así, desde el Sol —o la contemplación del Sol— proceden las fuerzas de las cuales el ser humano debe ser protegido para que pueda convertirse en un ser humano autocontenido mediante la incorporación del cuerpo etérico.

Así aprendemos a reconocer lo que sucede en la Luna y con esto también aprendemos a reconocer cómo se forma el cuerpo etérico humano cuando el hombre desciende de la vida pre-terrenal a la vida terrenal. Estas son las cosas que se relacionan con el secreto de la Luna.

Cosas como estas pueden ser contadas hoy; pero en ciertos Misterios antiguos no solo se les dijo, sino que se experimentaron conscientemente. Los hombres no solo conocían estas cosas; también las descubrieron interiormente.

 

  • Lunes
  • Martes:               Discurso
  • Miércoles:          Movimiento
  • Jueves:                Sabiduría
  • Viernes:              Amor, belleza
  • Sábado:               Calidez interior del alma
  • Domingo:            Fuerzas protectoras (reflejadas desde la Luna)

 

Por la Iniciación en los Misterios de los que hable ayer, el hombre podía ir más allá de la mera mirada a través de los ojos o escuchar a través de los oídos, para ver y escuchar el ambiente físico de la Tierra. Él podía liberarse de su cuerpo físico y vivir en su cuerpo etérico. Podía mantenerse separado del cuerpo físico y vivir solo en el cuerpo etérico. Y cuando vivía así en el cuerpo etérico con todas las cosas de las que acabo de contar, hablaba no con el habla que se forma a través de la laringe física, sino con el discurso que resuena en Marte como discurso cósmico. Se movía en la forma en que Mercurio guía los movimientos desde el Cosmos; no se movía con los pies y las piernas físicas, sino en el sentido en que Mercurio guía los movimientos del ser humano. Tampoco tenía la sabiduría que se adquiere con tantos dolores en la niñez y la adolescencia, una sabiduría que en esta era materialista es, por hablar verdaderamente, una falta de sabiduría. Vivía directamente dentro de la sabiduría de Júpiter; vivía en la sabiduría de Júpiter porque podía unirse con los Seres Lunares que observaban a Júpiter. Cuando fue iniciado de esta manera, el hombre estaba completamente dentro de la luz radiante de la Luna. Él había dejado la Tierra. Él no era un ser de carne y hueso en la Tierra, se había alejado de la Tierra y vivía como un ser en la luz de la Luna. Pero esta luz lunar estaba configurada, diferenciada, modificada por lo que vivía en los otros planetas de nuestro sistema planetario.

En el momento de las observaciones espirituales en tales Misterios, el hombre se convirtió en un ser liviano de la Luna. No lo digo en un sentido simbólico o concebido de manera abstracta, pero así como el hombre común de hoy, si ha ido a Basilea y regresa nuevamente, es consciente de la realidad, sabe que ha experimentado algo bastante real: también el hombre era consciente de una realidad cuando, a través del rito de Iniciación, visitaba a los Seres Lunares. Sabía que se había despedido de su cuerpo físico por un tiempo. Con su alma y su espíritu, había llegado a las esferas radiantes de la luz de los Seres Lunares, vestido con un cuerpo liviano y, a través de su unión con los Seres Lunares, mirando hacia los lejanos espacios, realmente había sido capaz de observar todo lo que se le podría revelar en los espacios lejanos del sistema planetario.

¿Y qué vio él? Esto en general  —todas las otras cosas que observó también, pero sobre todo observó esto— vio que del Sol vienen las fuerzas de los Seres que pueden no tener nada que ver con la forma del cuerpo etérico del hombre. Miró hacia el Sol en cuanto a algo que tenía un efecto destructivo y disolvente para el cuerpo etérico. Por esta experiencia, él sabía que las fuerzas que fueron recibidas por los Seres Solares no deben partir del cuerpo etéreo, sino de los miembros superiores de la naturaleza del hombre, del yo y del cuerpo astral. Las fuerzas del Sol deben poder trabajar solo sobre estos miembros superiores. Por lo tanto, sabía que con el cuerpo etérico humano no puede dirigirse hacia el Sol, porque el cuerpo etérico debe dirigirse a los planetas.

Es con el cuerpo astral y especialmente con el yo humano que puede volverse hacia el Sol. Sabía que para toda la fuerza interna del yo, del «Yo soy», debía ir al Sol. Esta fue la segunda gran experiencia en la Iniciación que comenzó desde el Misterio de la Luna. Esta fue la segunda cosa. El hombre aprendió que el cuerpo etérico pertenece al sistema planetario, mientras que para la fuerza interna y la penetración de su yo sobre todo y de su cuerpo astral, debe mirar hacia el Sol. Tal  fue realmente esta iniciación. El mismo hombre se hizo uno con la luz de la luna. Pero a través de la vida de la Luz de Luna de su propio ser, miró hacia el Sol. Y ahora se dijo a sí mismo: el Sol envía su luz a la Luna porque no es posible darsela directamente al hombre. Desde allí tenemos la luz de la luna al unísono con las fuerzas planetarias y de ellas construimos nuestro cuerpo etérico.

Este secreto era conocido para el que así fue iniciado. Y así supo en qué medida llevaba dentro de él la fuerza del Sol espiritual, porque lo había visto. Había tomado conciencia de cómo llevaba las fuerzas espirituales del Sol dentro de él, y este en efecto era el grado de Iniciación por el cual el hombre se convirtió en un Portador de Cristo, es decir, un portador del Ser del Sol, no un receptor del Ser del Sol, pero un portador del Ser del Sol. Así como la Luna misma, cuando es Luna Llena, es portadora de la Luz del Sol, así el hombre se convirtió en un portador del Cristo, un Cristóforo.

Esta iniciación por la cual un hombre se convirtió en Cristóforo fue una experiencia absolutamente real.

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Y ahora imaginen esta experiencia real por la cual el hombre se alejó de la Tierra y se elevó al Ser de Luz como hombre terrenal en el camino de la Iniciación. Imaginen esta experiencia pascual interna humana de los tiempos pasados transformada en una Fiesta cósmica. En tiempos posteriores, los hombres ya no sabían que tal cosa podría suceder. Ya no sabían que el hombre realmente puede salir del reino terrenal, unirse con la naturaleza de la Luna y desde la Luna contemplar el Sol. Pero un cierto recuerdo de eso había sido preservado. Este recuerdo en efecto se conservó en la Festividad de Pascua.

Porque la forma real en que el hombre puede experimentar estas cosas no se transmitió a la conciencia posterior, cada vez más materialista. En la idea abstracta, sin embargo, fue transmitida. El hombre ya no se miró a sí mismo y dijo: «Puedo unirme a la luz de la luna», pero él miraba hacia la Luna, hacia la Luna Llena. Mirando hacia arriba a la Luna Llena, no dijo,»yo mismo puedo evolucionar allá», sino «La Tierra se esfuerza allá». ¿Cuándo lo hace más que nunca? Es cuando comienza la primavera, cuando las fuerzas que estaban hasta ahora con las semillas, con las plantas dentro de la Tierra, fluyen desde la superficie de la Tierra. En la Tierra se convierten en plantas, pero van más allá. Fluyen hacia afuera a los espacios lejanos del Cosmos.

En los Misterios antiguos usaron esta imagen: cuando las fuerzas de la Tierra se mueven hacia fuera a través del tallo y la hoja de la planta que está surgiendo desde la Tierra hacia el Cosmos, entonces el hombre puede alcanzar la Iniciación Luna-Sol y convertirse en Cristóforo. Porque entonces, por así decirlo, puede flotar hacia arriba, hacia la Luna, elevado hacia arriba por las fuerzas que en primavera irradian de la Tierra hacia la Luna.  Debe entrar solo en la luz de luna llena.

Todo esto, entonces, se convirtió en un recuerdo, pero también se volvió abstracto… Debe ser la luz de la Luna llena…. Inconscientemente, ya no con el claro conocimiento de que esto podía ser una experiencia humana, las personas imaginaron que algo u otro —no el hombre mismo — fluyó hacia la Luna llena, la primera después del comienzo de la primavera. ¿Y qué puede hacer ahora esta Luna llena? Contempla al Sol; es decir, el primer día dedicado al Sol: el primer domingo siguiente. Del mismo modo que una vez un Cristóforo, desde el punto de vista de la Luna, contempló el Ser del Sol, entonces ahora la Luna contempla el Sol, es decir, su simbolización en el Domingo.

Por lo tanto, tenemos primero el comienzo de la primavera, el 21 de marzo. Las fuerzas de la Tierra están brotando hacia el universo. Pero debemos esperar la llegada del observador correcto, es decir, la Luna Llena.

21 de marzo – Luna llena – Día del sol.

¿Qué observa la luna? El sol; y el siguiente domingo se fija como el Domingo de Pascua. Esta es una forma abstracta de determinar la fecha, sobreviviendo de un evento de los Misterios muy real que en tiempos anteriores solía ocurrir para muchos hombres.

Y así es con esta Fiesta de Pascua. Nuestra presente Fiesta espiritual de Pascua representa un evento en los Misterios que de hecho se representó en todas partes en la primavera. Pero este es un Misterio diferente al que describí antes de ayer. El evento en los Misterios que describí anteayer llevó al ser humano a comprender el hecho de la muerte. Les conté cómo la idea de la resurrección llegó al hombre en festividades como la Fiesta de Adonis en otoño. Realmente llevó al ser humano a la experiencia de la muerte y a la resurrección en el Espíritu después de unos tres días. Este evento de resurrección pertenece realmente al tiempo de otoño por las razones que expliqué en esa conferencia.

El proceso que he descrito hoy es diferente. Fue celebrado o promulgado en otros Misterios para ciertas Iniciaciones, a saber, para la Iniciación del Sol y la Luna. Y este proceso posterior confrontó al ser humano con el comienzo de su vida. Por lo tanto, recordamos los tiempos antiguos cuando el descenso del hombre desde la vida preterrenal a esta vida terrenal fue reconocido en ciertos Misterios, mientras que el ascenso, la resurrección en el Espíritu, fue reconocido en otros Misterios, concretamente en los Misterios de Otoño.

En días posteriores, el hombre ya no fue capaz de penetrar en la realidad viviente de su relación con lo espiritual en el cosmos. Y al final las cosas fueron tan lejos que los Misterios de la resurrección de otoño simplemente se superpusieron al Misterio de la primavera del descenso. La confusión que así surgió en el curso de la evolución humana muestra cuán profundamente trabajó el materialismo en el transcurso del tiempo. Porque no solo creó falsas opiniones sino que trajo a la humanidad a una confusión real con respecto a aquellas cosas que, si puedo decirlo así, alguna vez estuvieron en orden sagrado y santo en el curso de la vida terrenal humana. Hubo una vez un orden sagrado en estas cosas. Cuando se acercaba el otoño, la humanidad celebró una Fiesta Cósmica, un Festival que señalaba un verdadero proceso de los Misterios. La naturaleza, decían, se está desvaneciendo y muriendo, la naturaleza es devastada. Es como la muerte gradual del hombre en cuanto a su vida física. Pero mientras que cuando miramos a la Naturaleza vemos solo lo transitorio en ella, en los hombres vive lo Eterno que debemos contemplar ahora aparte de lo que ocurre en la Naturaleza exterior, porque debemos contemplarlo en el espíritu como lo que resucita en el mundo espiritual después de la muerte .

Y a través de los Misterios de la primavera, se le dejó claro al hombre que la Naturaleza misma es vencida por lo Espiritual; lo espiritual trabaja nuevamente desde el Cosmos, lo físico germina y brota de la Tierra, porque está impulsado por lo Espiritual. Sin embargo, esto fue para llevar al hombre a recordar, no cómo pasaron a través de la muerte a lo espiritual, sino cómo han venido a la Tierra descendiendo de lo espiritual. Justo cuando la naturaleza está surgiendo y ascendiendo, el hombre debía recordar su descenso al mundo físico; y nuevamente, cuando la naturaleza está disminuyendo, el hombre debía recordar su ascenso, su resurrección en lo espiritual. Y, de hecho, profundizó infinitamente la vida del alma para experimentar cómo el hombre está relacionado con el Cosmos.

Pero esto varió según la localidad. Antiguamente, algunos se inclinaban por ser pueblos de otoño y otros más bien por ser pueblos de primavera. Entre los primeros se encuentran los Misterios de Adonis; entre estos últimos, otros Misterios relacionados con lo que he expuesto hoy. Y solo aquellos buscadores de la sabiduría de quienes se informa correctamente que, como Pitágoras, se movían de un lugar a otro, de un Misterio a otro, solo aquellos disfrutaban de la plenitud de la experiencia humana. Desde un lugar de los Misterios donde pudieron contemplar el secreto de otoño que es el verdadero secreto del Sol, caminaron a otro lugar donde podían contemplar el secreto de la Primavera, que es el secreto de la Luna.

Por lo tanto, de los más grandes Iniciados de la antigüedad se relata una y otra vez cómo vagaron de un lugar a otro de los Misterios. Y podemos decir verdaderamente que esos antiguos Iniciados en cierto sentido experimentaron el año en su vida interior, el año con sus Festividades sagradas. Un antiguo Iniciado podría decir: «Cuando llego a tal o cual lugar donde se celebran las Festividades de Adonis, contemplo el Otoño cósmico, el brillo del Sol espiritual en el comienzo de la noche de invierno». Y cuando llegaba a otro lugar donde se celebraban los Misterios de la Primavera, él decía: «Ahora seré testigo del secreto de la Luna». Así, en su vida interior aprendió a conocer aquello que determina el significado total del año.

Así que, como ven, nuestra Festividad de Pascua de hecho ha estado cargado con cosas con las que no debería haber sido gravado. Realmente debería ser una Festividad de «yacer en la tumba», como fue el caso en tales festivales en relación con la parte espiritual del hombre, por lo que este Festival de primavera de la colocación en la tumba debe ser al mismo tiempo un Festival para animar al hombre a trabajar, un Festival como un hombre que necesita de impulsos más fuertes y prístinos para la temporada de verano. El Festival de Pascua fue de hecho un Festival para convocar al hombre a trabajar durante el verano. Y el Festival de Resurrección de Otoño fue para el mundo espiritual un Festival celebrado en el momento en que el hombre se apartaba de su trabajo una vez más. Pero a medida que se alejaba de su trabajo, debía experimentar en lo más profundo de su ser lo que es más importante para su alma y espíritu. Debía volverse consciente de su ser eterno al contemplar la resurrección en el mundo espiritual tres días después de la muerte.

Pasando así de los secretos terrenales a los secretos cósmicos, del conocimiento terrenal al conocimiento cósmico, podemos reconocer lo que puedo llamar la estructura interna en el orden de nuestras festividades durante todo el año. Pero todavía hay muchos secretos que estaban ocultos en estos Misterios que han desaparecido.

Mañana, en la medida de lo posible, intentaré profundizar aún más en estas cosas, refiriéndome más a ciertos lugares de los Misterios. Por lo tanto, trataré de profundizar lo que les expliqué hoy en nuestro estudio de las relaciones en los Cielos.

Traducido por Gracia Muñoz en Enero de 2018.