GA102c5. La influencia de los Seres Espirituales en el Ser Humano

Rudolf Steiner — Berlín 16 de marzo de 1908

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En la conferencia anterior hablamos en líneas generales del desarrollo del ser humano en relación con la evolución del cosmos. Podemos observar estas cuestiones desde variados puntos de vista. Cuando dirigimos nuestra mirada espiritual hacia el pasado primigenio, se nos presenta una multiplicidad no menos rica en acontecimientos, y no debemos pensar que cuando caracterizamos las fases de evolución con algunos conceptos e ideas ya está todo sabido o completo. Es necesario caracterizar estos tiempos pasados así como nuestro presente desde los más variados aspectos. Poco a poco se nos irá haciendo cada vez más claro, pero no debemos dejarnos engañar por lo que aparece aquí y allá como contradicciones.

Tales contradicciones aparentes surgen del hecho de que incluso a la visión espiritual una materia puede ser vista desde aspectos muy variados. Uno puede caminar alrededor de un árbol, por ejemplo, y hacer una foto desde muchos lados. Cada imagen es verdadera y puede haber un centenar de ellas. Esto es sólo una comparación, pero en cierto sentido, es perfectamente adecuada para las épocas de la evolución terrestre que deben ser consideradas también desde muchos aspectos diferentes. Hoy vamos a considerar la evolución de la Tierra  en relación con la evolución de la humanidad desde un punto de vista diferente, y prestaremos especial atención al ser humano en sí mismo. Vamos a describir los procesos que se presentan en lo que llamamos los Anales Akáshicos, cuando dirigimos la visión espiritual al pasado.

A menudo he relatado que la Tierra  antes de convertirse en «Tierra » pasó por una serie de encarnaciones. Primero fue el período de Antiguo Saturno, el período de Antiguo Sol, el período de la Antigua Luna, y nuestro período de la Tierra .

En una breve mirada a la época del antiguo Saturno debemos tener en cuenta que de los elementos y las condiciones físicas que nos encontramos hoy en la Tierra, en nuestra tierra  sólida, el líquido, el aire, el fuego o calor, sólo el fuego estuvo presente en el antiguo Saturno. Tendremos la verdadera imagen de la primera encarnación de la Tierra  si atendemos a lo siguiente: Saturno no tenía gas,  ni agua, ni los componentes terrenales. Si pudieran visitar el antiguo Saturno, como hombres de hoy a ese momento, a medida que se acercaran no encontrarían nada más que una esfera que consistía únicamente en calor, habrían entrado en una especie de horno. Sentirían que entraban en una región de diferentes grados de calor. Así, el Antiguo Saturno consistía exclusivamente de fuego o calor.

En el Antiguo Sol, la segunda incorporación de la Tierra , el calor había llegado a una densificación tal que se puede hablar de un estado gaseoso o aireado.

La condición de la Antigua Luna mostró una fase acuosa de las sustancias del período anterior, y ya he comentado cómo la sustancia del Antiguo Sol se separo de la Antigua Luna produciéndose una poderosa densificación en todos los seres Lunares.

Es importante ser claramente conscientes de que en cada etapa posterior se recapitula de cierta manera la evolución anterior. Por eso, cuando miramos hacia atrás en la evolución de nuestra propia Tierra, tenemos al principio una recapitulación del Antiguo Saturno, una especie de repetición. Después se recapitula la etapa del Antiguo Sol, a continuación, una repetición de la fase Lunar, y sólo entonces comienza realmente la encarnación actual de nuestra evolución de la Tierra. A medida que nuestra Tierra  salió de la Pralaya, de la condición crepuscular en la que entro después de su existencia como Antigua Luna,  emergió de nuevo como una esfera de calor. Ya he descrito cómo se fueron desprendiendo los otros planetas. Primero vamos a aferrarnos al hecho de que la Tierra  era simplemente una bola ígnea, que solo contenía el calor como sustancia. Dentro de esta bola de calor o fuego el ser humano existía potencialmente. El primer rudimento del hombre estuvo presente en Saturno, por lo que ahora en la recapitulación de la condición de Saturno en la Tierra, solo el hombre estaba presente. No había ningún otro reino. El hombre es el primogénito de la condición de la Tierra. Al principio de nuestra evolución terrestre no había reino vegetal, ni reino animal, ningún reino mineral. Nuestra Tierra  en el comienzo de su evolución estaba de hecho compuesta sólo de cuerpos calóricos humanos.

¿Cuál es entonces la diferencia entre la antigua condición de Saturno y su recapitulación en la Tierra?. Hay una diferencia considerable, ya que los cuerpos humanos que emergieron, como las plantas que se desarrollan a partir de semillas, habían pasado por las tres primeras etapas de su evolución. Su formación fue esencialmente más diversa, más compleja, pues todas las fuerzas que se encontraban trabajando en Saturno estuvieron presentes en primer lugar en esta condición de la Tierra. Pero dentro de ella también estaban las condiciones del Antiguo Sol y la Antigua Luna ya que se agregaron al principio evolutivo de la Tierra  formando un solo cuerpo una vez más; las fuerzas de Saturno, el Sol y la Luna trabajaron juntas en esta primera fase de la Tierra. Y así esta primera humanidad en el comienzo de la evolución de la Tierra era mucho más compleja que el ser humano del Antiguo Saturno. En el Antiguo Saturno, todo estaba indiferenciado —todo lo que entonces era el hombre de Saturno. Ahora bien, en la recién surgida Tierra, Saturno, el Sol y la Luna trabajaron juntos. El hombre se presentó en sus primeros rudimentos, a pesar de que estos rudimentos eran muy complejos.

Cuando la Tierra  emergió de la oscuridad del espacio cósmico, era un espacio rebosante de calor interno, y dentro de él vivían las primeras formas de la humanidad como seres de calidez. Cuando, con la visión clarividente se mira hacia atrás a lo que realmente existía del hombre en ese momento se encuentran esos rudimentos humanos originales, como si la esfera tuviese muchas clases de corrientes de calidez. Estas corrientes van hacia la superficie de la recién surgida Tierra , se hunden en la superficie, y forman allí masas más calientes que los alrededores. El ser humano se distingue del medio ambiente, simplemente por el hecho de que uno sentía que ciertos espacios eran más cálidos. Puede aclararse este punto si observamos cuales fueron los primeros rudimentos de los órganos humanos.

Piensen en un niño recién nacido que todavía tiene una parte muy delicada en la cabeza, la fontanela. Imaginen que por este lugar abierto entra una corriente de calor. Piensen en esta corriente de calor, no densificada que fluye hacia la sangre  en corrientes que bajan y forman un centro en el propio corazón  y sigue su curso en las arterias, no a las arterias de la sangre, sino a la fuerza de las arterias. Ahí tenemos los primeros rudimentos del hombre-calórico. Más tarde, en el progreso de la evolución, el corazón humano con sus vasos sanguíneos surgió de este hombre de calor rudimentario. La circulación de la sangre ha surgido de él, y el órgano que existió durante mucho tiempo en la evolución del hombre y que más tarde desapareció fue un brillante órgano de calor, aunque en sus primeros rudimentos.  Mucho más tarde en la evolución terrenal el ser humano todavía tenía ese órgano. La fontanela que existe en la cabeza del bebé es una especie de órgano calórico que proyectaba el hombre cuando aún era incapaz de ver su entorno. Cuando todavía estaba en un elemento acuoso y no podía percibir a nuestra manera actual, cuando aún nadaba en el agua, sabía las condiciones de temperatura, ya que podía trasladarse a lugares en una determinada dirección o no. Usaba este órgano-linterna con el que se podía desplazar. Fue en la tercera época, la época de Lemuria que el hombre poseía este órgano. Ya les conté que la leyenda de los Cíclopes —el ser humano con un solo ojo— viene de esta etapa. No era un ojo real, lo describen como un ojo, lo que no es correcto. Era una especie de órgano de calor que indicaba las direcciones que podrían adoptarse. Así que deberíamos tener algo así como un órgano en forma de copa que se extiende hacia abajo a los primeros rudimentos del corazón, y rodeado por algo así como brazos prensiles, mientras que arriba uno tendría una especie de órgano sanguíneo. Esta era la apariencia del órgano en los primeros períodos.

Ahora, en el curso de la evolución de la Tierra , entró algo muy importante. La materia, la sustancia, se diferencio. La materia homogénea de calor se diferencio de tal manera que de la materia surgió el aire, mientras que una parte de la materia cálida anterior permanecía.  Y aquí deben tener en cuenta una ley: deben ser muy claros al respecto si desean considerar estos comienzos humanos en el curso de la evolución: dondequiera que la materia cálida se densifica en aire, entonces, al mismo tiempo, surge la luz.  La materia de calor todavía está oscura, no impregnada de luz. Pero cuando una parte del calor en una esfera cósmica se condensa en gas o aire, una parte de esta materia puede dejar que la luz le atraviese. Y así fue.

Ahora tenemos la Tierra  en la segunda etapa de su evolución. (Todos los demás aspectos van en paralelo con ella). Una Tierra que consiste en parte, de calor, parte de aire y brillante por dentro. Y todo lo que ocurre fuera se expresa asimismo en el desarrollo del hombre. Lo que antes era simplemente una rudimentaria calidez de órganos empezó realmente a brillar. El ser humano era como una especie de linterna. Uno no necesita encontrar esta maravillosa particularidad, ya que no es nada extraordinario. Hace algunos siglos se habrían quedado sorprendidos al oír hablar de seres luminosos, pero no hay motivo de asombro en la actualidad. La ciencia natural sabe que en las profundidades del océano, donde es imposible que pueda penetrar un rayo de luz, hay seres que brillan, derramando su propia luz. Y así, en ese momento el ser humano comenzó a irradiar luz.

Ahora se produjo en esta formación humana algo extremadamente peculiar, se añadieron los rudimentos para hacer uso del aire circundante. Esto se desarrolló paulatinamente y se formo el comienzo del proceso respiratorio. Vemos, pues, añadido al proceso de calor anterior una especie de proceso de respiración. Es importante tener claro que con el depósito de aire en la Tierra  apareció el proceso respiratorio, y que este hecho fue la adición de aire en la materia calórica, impregnando el calor con pequeñas burbujas de aire. Esto, está conectado con otra cosa, el efecto de la luz está ahí también y se manifiesta en los inicios del sistema nervioso. No es de hecho un sistema nervioso físico, son más unas líneas de fuerza que se desarrollan con la densificación. Debemos pensarlo como finas corrientes de aire,  como líneas de fuerza. Así pues, tenemos ahora un ser humano que en toda la finura rudimentaria es todavía un ser etéreo de calor y aire, en el que se muestran los primeros signos de un sistema nervioso. Esa fue la etapa de nuestra evolución terrestre, cuando el Sol se encontraba todavía en la Tierra. Imagínense cómo apareció este cuerpo cósmico en el espacio universal.

Si alguien mirara este cuerpo cósmico desde el exterior vería que todos los seres que acabamos de describir como seres humanos irradiaban una luz individual, y esta luz se convirtió en una esfera de luz que brillaba en el universo. Si se pudiera examinar la condición de Saturno se encontrarían que se puede abordar sin verlo, sólo lo podrían percibir a través del calor. Pero ahora que tiene incorporado el Antiguo Sol, desde el calor interior envía su luz al espacio.

Ahora poco a poco llegó el momento que ya he descrito como la salida del Sol. Todos los seres superiores que estaban conectados con el Sol y que dieron a los seres humanos la capacidad de la que acabamos de hablar, se separaron, junto con las sustancias más finas. El Sol salió. Y ya no brillaba, la luz salió de la Tierra.

Así que tenemos un cuerpo cósmico, que consiste en la Tierra y la Luna, la Luna en ese momento estaba presente todavía en la Tierra. Y se produjo algo muy notable. Puesto que todas las fuerzas más sutiles habían salido con el Sol,  dio como resultado una muy rápida —relativamente rápida— densificación. Las corrientes anteriores se fueron densificando. Y a medida que las sustancias más finas fueron desapareciendo, vemos cómo se condensa el estado gaseoso del agua. El cuerpo entero se organizó en forma no sólo de fuego y aire, sino también de agua. La fuerza lumínica había salido con el Sol y se hizo de nuevo la oscuridad en la Tierra, los seres habían mantenido en ellos mismos sólo una parte de la fuerza lumínica. Esta fue una etapa interesante de la evolución de la humanidad. Ya he demostrado que la luz sentó las bases del sistema nervioso. El sistema nervioso es una creación de la luz. El origen del sistema nervioso se debe a la transmisión de la luz. Ahora la luz, el Sol, salió al espacio cósmico y la sustancia se densifico muy rápidamente. Todavía no era la misma sustancia nerviosa actual, pero era más densa que antes, ya no era solo una sustancia etérea. Y lo importante era esto: que antes brillaba hacia fuera y ahora se volvió luminosa hacia el interior. Eso significa que en el hombre primitivo el sistema nervioso tenía el poder de crear luz interior, imágenes, visiones y surgió la conciencia clarividente.

Así, el Sol salió de la Tierra, dejó la Tierra  sin luz, pero los seres crearon la luz interior. Anteriormente habían reflejado la luz que brillaba hacia ellos, y ahora habían perdido el poder de brillar. La Tierra  ya no era Sol, pero su conciencia interior estaba iluminada como hoy en el sueño se ilumina la conciencia en el mundo de los sueños. Esta brillante conciencia interior, sin embargo, era en ese momento infinitamente más significativa, más viva. Y ahora llegamos de nuevo a un asunto importante.

Así como había surgido la luz cuando el calor se densifico en aire, ahora también con la densificación del aire hacia el agua apareció una contraparte. Así como el aire está relacionado con la luz, el agua está relacionada con el sonido y el tono. El sonido puede, por supuesto, pasar a través del aire, hacer que el aire vibre y de esa forma se vuelve audible. En la Tierra, sin embargo, surgió el sonido —el sonido como tal— junto a la formación del agua. Y exactamente como la acción de la luz fluía a través del aire, así ahora la totalidad del agua en la que el aire se había condensado vibraba con las corrientes del tono. La Tierra consistía entonces en calor, aire y agua. Las partes de la Tierra que se habían vuelto fluidas estaban particularmente impregnadas por la armonía de las esferas, por tonos que fluían a la Tierra desde el Universo con toda la armonía posible.

El resultado de esta acción de sonido en el elemento agua fue muy, muy importante. Deben imaginar que en este agua original, en este agua fluida terrenal, estaban contenidas todas las sustancias que existen hoy por separado como metales, minerales, etc. Es extremadamente interesante mirar atrás con visión espiritual a este tiempo antiguo y ver cómo se formaron las figuras más variadas. El tono creaba formas en el agua. Fue un período bastante sorprendente de la evolución de nuestra Tierra.

Algo sucedió entonces en la escala más grandiosa, similar a lo que sucede cuando se esparce arena fina sobre una placa de metal y se acaricia la placa con un arco de violín. Se forman las figuras del sonido de Chladni y ustedes saben por supuesto qué figuras y formaciones regulares aparecen. Así, la música que fluye desde el espacio cósmico da lugar a la mayoría de las formas y figuras múltiples, y las sustancias que están disueltas en el agua, que son ellas mismas acuosas, escuchan la música cósmica y se acomodan en conformidad con ella. La formación más importante de la danza de las sustancias ante la música cósmica es la albúmina, el protoplasma, la base de todo crecimiento vivo. Los materialistas pueden pensar lo que quieran de la construcción mecánica de la albúmina a partir del oxígeno, el nitrógeno, el carbono, etc. el protoplasma original estaba formado de sustancia cósmica que se había formado a partir de las armonías de la música cósmica.

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Y así las sustancias de la vida se organizaron de acuerdo con el mundo de la música. La sustancia albuminosa, ahora rodeada del protoplasma, entró en las estructuras finas, que todo lo penetran. El agua, con la albúmina coagulada de acuerdo con el tono cósmico, siguió su curso a lo largo de las líneas que he descrito como líneas de calor y poco a poco pasó a la formación de la sangre. El agua congelada se estableció como albúmina en las líneas de los nervios. Y en primer lugar, la albúmina formo una especie de envoltura, sin gluten cartilaginoso, se podría decir, como una protección desde el exterior. Todo esto realmente tomó forma a partir de la danza de las sustancias con la armonía de las esferas.

Todo esto existió antes de que hubiera una sola célula. La célula no es el origen del organismo, sino lo que he descrito. El origen del organismo es en primer lugar el espíritu, que existe en forma de calor, a continuación se manifiesta más en las líneas de fuerza, entonces surgió de las armonías de las esferas a través de la disposición de sustancias, del depósito de sí mismo en estas líneas de fuerza, y sólo relativamente tarde, al final, surgió la formación de la célula. La célula como la última excreción, tuvo que nacer de una criatura viviente. Los organismos nunca se han formado a partir de las células, sino que la célula se formó de la vida. La anatomía es siempre una consecuencia de la combinación.

Tenemos todo esto al principio de la condición de la Tierra  cuando todavía contenía a la Luna después de la salida del Sol. Pero mientras la Luna se mantuvo en la Tierra  hubo un aumento del endurecimiento de la formación albuminosa, y hubiera resultado el estado que he descrito como momificación si los seres y las sustancias más groseras no hubieran salido de la Tierra. La última parte desarrollada de la criatura humana en ese momento eran los nervios dirigidos a los órganos de los sentidos. Sin embargo, los órganos de los sentidos no se habían abierto todavía. Se habían formado desde dentro hacia afuera, pero aún no estaban activos. Y ahora la Luna salió, junto con las sustancias más pesadas. Como consecuencia el ser humano pudo pasar gradualmente a una condición superior. Sus sentidos se abrieron, los dos cuerpos celestes estaban ahora fuera y podían mantener un equilibrio mutuo. Sus sentidos se abrieron, los dos cuerpos celestiales estaban ahora afuera y podían mantener un equilibrio mutuo.  Mientras estuvieron unidos con la Tierra edificaron al hombre y ahora trabajaron desde fuera; abrieron sus sentidos y lo hicieron ver y oír, tal como se nos aparece hoy. La salida de la Luna ocurrió prácticamente en la mitad de la antigua época de Lemuria. Tenemos, pues, un ser humano que aún no había abierto sus órganos de los sentidos, pero que tenía un poderoso don de clarividencia. Ya he descrito cómo él podría llenar su conciencia con los colores más variados y los fenómenos de calor desde el interior, todos los cuales tenían verdadero valor e importancia, sin embargo, aun no podía percibir los objetos en el espacio. Eso sólo fue posible después de la salida de la Luna de la Tierra.

Si consideran este breve bosquejo que os he dado de la antigua evolución de la Tierra verán que el hombre actual en realidad tomó su punto de partida, como ser terrenal desde el exterior hacia el corazón. El corazón no era, por supuesto, un órgano como el actual, que se desarrolló mucho más tarde, pero los rudimentos del corazón proceden del elemento calor. Luego se añadió el sistema respiratorio nacido del aire, y el sistema nervioso nacido de la luz. Luego vino el material protoplásmico en el que se insertaron los órganos y se formó el conjunto de la materia viva, congelando los fluidos a través de los tonos de las sustancias cósmicas. En el período final, cuando la sustancia lunar todavía estaba presente en la Tierra, se produjo la densificación de la condición de solidez de la Tierra. En realidad, fue poco antes de la salida de la Luna cuando emergió lo que hoy llamamos el reino mineral, es decir, el elemento solido del líquido elemento. La albúmina es de hecho un estado intermedio entre lo sólido y lo fluido. Sin embargo, la Tierra  sólida en realidad surgió en el último período. ¿Por qué? Surgió porque bajo la influencia de la densificación —de todo lo que estuvo involucrado en el proceso continuo de condensación— los elementos se habían vuelto más y más materiales. Piensen por un momento en el inicio la evolución de la Tierra. ¿Qué importancia tiene el calor que hace allí? Dio a la naturaleza corporal lo que ahora late en su sangre. No hay que pensar que cuando hablamos de la condición de primer calor de la Tierra, estamos hablando de una calidez que surge cuando se enciende un fósforo. Eso es un mineral del fuego y del calor mineral. Estamos hablando del fuego y el calor que late en la sangre, ahí vive el calor. De hecho, no sólo existe el calor mineral que surge en el espacio exterior, que no es muy diferente al calor vivo que tenemos en nosotros mismos. Eso estuvo presente en el comienzo de la Tierra  y de él se formaron los primeros rudimentos del hombre. Pero incluso este calor viviente se desvaneció gradualmente con la densificación continua. Esto estaba relacionado con el proceso de densificación que se produjo cuando el Sol salió y la Luna se unió con la Tierra. La calidez de los minerales apareció por primera vez como un proceso de combustión.

Aquí llegamos a algo importante que os pido tengáis en cuenta. Es cierto que al principio se puede hablar de una condición de fuego, de calor, pero no podemos hablar realmente de una combustión. Eso no sería correcto. Debemos hablar sólo de lo que sentimos latiendo en nuestra propia sangre. El calor que proviene de un motor de combustión externa mineral apareció sólo cuando el Sol había salido y la Tierra  estaba unida con la Luna.

Y a través del proceso de combustión, que antes no existía en absoluto, se separó una sustancia en la masa de la Tierra, que se describe en el ocultismo como «ceniza.» Cuando se quema algo se da lugar a la ceniza. La ceniza se incrustó en la estructura de la Tierra cuando la Tierra  y la Luna estaban unidas. La evolución ahora había llegado tan lejos que a través de la presión del tono cósmico las sustancias se pusieron danzar, insertándose las masas de protoplasma. Había seres donde las finas sustancias protoplásmicas se habían organizado anteriormente a lo largo de las líneas de fuerza, este protoplasma es similar en la formación externa a la actual formación de la albúmina. Había también unas sustancias más densas que actuaron como una protección, que rodeaba a los seres como una especie de funda gelatinosa.

¿Que faltaba en estos seres? La sustancia ósea Si se me permite expresarme popularmente, todo era aún una masa pegajosa y la naturaleza mineral estaba totalmente ausente hasta el momento ya descrito. Ahora hay que pensar en lo diferentes que eran estos seres. Ustedes no tienen nada en su actual cuerpo físico que no esté impregnado de sustancia mineral. El cuerpo humano tal como se nos presenta hoy ha surgido sólo relativamente tarde. Se trata no sólo de los huesos, músculos y sangre, la sustancia mineral se ha incrustado en todas las cosas. Piensen en la sustancia mineral, piensen en toda la Tierra  y sus seres aún sin sustancia mineral y luego por un proceso de combustión del depósito de ceniza, la ceniza de las sustancias minerales más variadas. Por lo tanto, en los seres humanos, que hasta entonces de hecho, sólo llegaban a una densidad gelatinosa, los componentes de la ceniza se insertaron en todas las direcciones. Y los seres absorbieron la ceniza como antes habían absorbido la albúmina organizándose a su manera —tomando el elemento mineral de los densos huesos a la sangre fluida.

Pueden formarse una idea de lo que se estaba incrustando —todo lo que queda atrás como ceniza cuando el cuerpo se quema o se descompone. Lo que en realidad queda como ceniza es lo último que se originó. Todo lo que no se quedo atrás como ceniza estaba allí con anterioridad, pero almacenaban la ceniza en sí mismos. Alguien que observa las cenizas derivadas de un cadáver en estado de descomposición debe decirse a sí mismo: esta es la sustancia mineral en mí, que finalmente ha sido absorbida por lo que existía previamente. Así, surgió el último mineral en el curso del desarrollo de la Tierra y los otros reinos lo almacenaron en sí mismos, habiendo consistido previamente en otras sustancias.

Podemos preguntar cuál fue el motivo de esta incorporación de la ceniza. Llevamos cenizas dentro de nosotros todo el tiempo, solo que se distribuye y se queda atrás cuando nuestro cadáver se quema o se descompone. ¿Cómo presionó la ceniza en las líneas que se llenaron con sustancia albuminosa?

Hemos visto que en un principio hubo calor y los rudimentos del corazón se formaron a partir de él. A continuación fue produjo por el aire, el estado rudimentario de la respiración, entró la luz y formó los rudimentos de los nervios. Luego vino el sonido y produjo la sustancia viva haciendo que los materiales danzaran. Pero, ¿qué causó que el elemento ceniza, el mineral, fluyera hacia esta sustancia?

Lo que presionó la ceniza en los cuerpos humanos fue de ahora en adelante el pensamiento, que hizo del sonido, del tono, la palabra. Incluso en los tiempos de la Atlántida, cuando todo estaba inmerso en la niebla, lo que el ser humano hablaba no era solo un lenguaje único articulado, pues el hombre entendía el hablar susurrante de los árboles, el ondular de los manantiales y las fuentes. Todo lo que hoy es lenguaje articulado y todo lo que se expresa en él, formaron una danza; el tono, el elemento musical en él, formó los materiales en la sustancia viva. El sentido, el significado de la palabra presionó en esta sustancia viva formándose la ceniza en ese proceso de combustión.

Y en la medida en que el sistema óseo del hombre fue condensándose gradualmente hacia el final de la Época Atlante fue penetrado por los pensamientos, por la autoconciencia. Su intelecto amaneció y se hizo cada vez más consciente de sí mismo. Las cosas que existen en nosotros se crean desde el exterior: en primer lugar, los rudimentos que se desarrollan en el corazón humano, en segundo lugar, nuestro sistema nervioso con los rudimentos de la respiración, el tercero de los órganos glandulares, que surgen de la vida; en cuarto lugar, la estructura ósea, impregnada por la ceniza y, por último, el hombre se convierte en un ser consciente de sí mismo. Tal fue el curso de la evolución dentro de nuestra propia encarnación en la Tierra y ahora hemos llegado en nuestra descripción casi al final de la época Atlante.

Si comparan esto con nuestros estudios anteriores, verán que lo último en activarse siempre estuvo allí;  y que lo que presionó en la materia como «Palabra» estuvo en el principio de todo. Lo que le dio al hombre su yo, estaba allí desde el principio. Si tratan de entender claramente lo que se ha dicho hoy, también podrán encontrar fácilmente los hechos en los primeros párrafos del Evangelio de San Juan.  En una de nuestras próximas conferencias debemos mostrar cómo nuestros estudios que se han extendido hacia el espacio cósmico están bellamente presentados en el Evangelio de San Juan y también en los primeros versículos del Génesis. Todas estas cosas las recuperamos cuando consideramos el curso de la evolución. Una cosa, sin embargo, emergerá claramente: cuando miramos los hechos, nuestra evolución humana se ve muy diferente de lo que imagina la fantasía materialista. Los materialistas piensan que el hombre ha sido producido a partir de la materia grosera y que sus facultades espirituales se han desarrollado a partir de ahí.

Ahora ven que la misión real de la evolución terrenal, aquello en lo que se expresa el Amor en el hombre, fue colocado primero en lo que poseía como órgano de calor, que fue el primero en emerger. Antes que cualquier cosa orgánica, el Espíritu estaba allí en forma de líneas de fuerza, luego vino la incorporación de lo orgánico bajo el maravilloso concierto de la música mundial. Solo entonces se impregno todo de sustancia mineral, materia sólida, a través de la Palabra o el pensamiento. Lo más denso surgió lo último. El hombre se desarrolla a partir del Espíritu, y esto también se ve si estudiamos el curso de la evolución terrenal. El hombre tiene su origen y estado primario —como siempre ha demostrado todo estudio genuino del Universo— no en la materia, sino en el Espíritu. La materia se incrustó en el ser humano posteriormente a las fuerzas espirituales, y esto se vuelve cada vez más claro con lo que hemos estado estudiando.

Traducido por Gracia Muñoz en Enero de 2018.