GA94c16. Temblores de Tierra, volcanes y voluntad humana

Del ciclo: “Una Cosmología Esotérica”

Rudolf Steiner — París, 12 de Junio de 1906

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En una conferencia anterior volvimos en la evolución humana al momento en que se produjo la división de los sexos. Este momento es en sí mismo el clímax de una larga preparación cósmica. Después de la noche cósmica que separó la fase de la Antigua Luna de la fase terrestre, la Tierra comenzó a aparecer combinada con las fuerzas del Sol y la Luna actuales. Formaron un solo cuerpo que, poco a poco, se diferenció, dando nacimiento a los tres cuerpos tal como los conocemos ahora. La división actual de los sexos es el resultado de la separación entre las fuerzas de la Luna y las fuerzas terrenales. Las fuerzas femeninas de reproducción han permanecido bajo la influencia de la Luna. La Luna aún gobierna sobre las fuerzas de propagación tanto en el hombre como en el animal. Así el conocimiento oculto revela las fuerzas que están en juego en el sistema planetario.

En el momento en que el Sol todavía estaba unido tanto con la Tierra como con la Luna, ni las plantas ni los animales ni los seres humanos existían tal como los conocemos hoy en día. De hecho, solo existía un reino vegetal pero en condiciones totalmente diferentes a las nuestras. Este reino conserva una conexión particular con las fuerzas del Sol similar a la del animal con la Luna y del hombre con la Tierra. Mientras el Sol estaba unido con la Tierra-Luna, las plantas dirigieron sus flores hacia el centro del globo; cuando el Sol se separo, se orientaron de acuerdo con él y dirigieron sus flores hacia el cielo. Hemos visto en una conferencia anterior (XI) que las plantas han adoptado así una posición invertida en relación con el hombre; ambos se manifiestan en la vertical, mientras que el animal se encuentra a mitad de camino entre la orientación humana y la del mundo vegetal. La columna vertebral del animal está en la horizontal. Es a través de la separación gradual de los tres cuerpos celestes que los diferentes reinos de la Tierra se han convertido en lo que ahora conocemos: el reino vegetal en el momento de la separación del Sol, el animal cuando ocurrió la separación de la Luna. La composición prístina de estas fuerzas contenía en germen lo que luego tomaría la manifestación física. Imaginemos una sustancia que se calienta a una temperatura alta y luego se enfría; uno vería entonces tomar forma los diversos elementos que contiene.

En el momento de la Antigua Luna también encontramos las fuerzas Solares que durante un cierto período se concentran en un cuerpo celeste fuera de la Luna. La Luna giraba alrededor del Antiguo Sol pero de tal manera que siempre giraba del mismo lado al Sol; la órbita de la Luna alrededor de la Tierra es una continuación del movimiento anteriormente descrito alrededor del  antiguo Sol. Estos cuerpos, tanto al principio como al final de este período cósmico, se volvieron uno, así como la Tierra, la Luna y el Sol se unieron al comienzo de la evolución de la Tierra y se unirán nuevamente al final. Estos dos antiguos cuerpos cósmicos nunca habrían podido estar activos en la evolución si no hubieran refundido sus fuerzas después de su separación. La Luna, durante el tiempo en que se separó del Sol, se desarrolló de tal manera que se engendraron fuerzas que luego hicieron posible la aparición de un tercer cuerpo. De hecho, fue durante esta separación que el hombre fue capaz de desarrollar dentro de sí mismo lo que más tarde tomó la encarnación física y le dio la posibilidad de desarrollar la conciencia objetiva y despierta en la Tierra.

El período que precedió al Lunar se conoce como el Solar. En este momento de la evolución, todo era pura vida Solar. El ocultismo ve el Sol como una estrella fija que previamente había sido un planeta y, de manera similar, reconoce a la Tierra como un planeta destinado a convertirse en el Sol de un futuro sistema cósmico. Durante el período Solar, el hombre solo estaba dotado de una conciencia similar a la del sueño sin sueños.

Otro estado más precedió al período Solar; en ese momento el Sol ni siquiera era un planeta. El ser humano solo estaba dotado de una profunda conciencia de trance o un sueño profundo. Todavía no era el ser de luz en el que se convertiría en el antiguo Sol; simplemente vibró como un tono en la armonía pura de este período de Saturno, pero debe anotarse que nuestro presente Saturno no tiene nada que ver con esta condición.

Después de nuestro período terrenal de clara conciencia física, una quinta condición surgirá de la imaginación astral consciente durante un período conocido como Júpiter. Esto será seguido por un período de Venus en el que tomaremos conciencia de lo que hoy es la inconsciencia del sueño. Finalmente, aparecerá un período de Vulcano que corresponde al estado de conciencia más elevado que puede alcanzar un iniciado.

Pero esto no agota las relaciones de la Tierra y los planetas. De hecho, podemos dividir nuestra actual etapa terrestre en dos partes. Durante la primera se produjo que nuestra sangre es roja. ¿Qué nos ha dado nuestra sangre roja? Durante la separación de la Tierra y el Sol, este globo compuesto de sustancia fluida fue atravesado por otras fuerzas fluidas que emanaban del planeta Marte. Antes de este pasaje de Marte, no existía la más mínima huella de hierro en esta Tierra. De hecho, ese es el resultado de este pasaje; todas las sustancias que contienen hierro, como nuestra sangre, han estado sujetas a la influencia de Marte. Marte ha coloreado la sustancia de la Tierra. Y la apariencia de sangre roja es el resultado de su influencia. Es por eso que la primera mitad de la evolución de la Tierra se conoce como el período de Marte.

En ese momento, el hierro era una sustancia fluida y los metales solo se endurecieron más adelante. El mercurio es el único metal que aun no se ha solidificado. Cuando esto suceda, el alma del hombre se habrá vuelto totalmente independiente del cuerpo físico y la visión imaginativa astral se habrá vuelto consciente. Este hecho está conectado con las fuerzas de Mercurio que influyen en la segunda parte de la evolución de la Tierra durante la cual se densificarán y finalmente se volverán sólidas. La Tierra es a la vez Marte y Mercurio. Y es esto lo que los Iniciados han entretejido en nuestro lenguaje al indicar que los días de la semana pertenecen a los planetas de nuestra evolución: Marte y Mercurio están ubicados entre la Luna y Júpiter.

 El interior de la Tierra.

La ciencia física solo conoce la corteza terrestre, una capa mineral que, de hecho, es una delgada capa en la superficie de la Tierra. En realidad, la Tierra consiste en una sucesión de capas concéntricas que describiremos ahora:

1) La capa mineral contiene todos los metales que se encuentran en los cuerpos físicos de todo lo que vive en la superficie. Esta corteza se forma como una piel alrededor del ser vivo de la Tierra. Solo tiene unos pocos kilómetros de profundidad.

 2) La segunda capa Solo puede entenderse si tenemos en cuenta una sustancia que es exactamente lo contrario de lo que conocemos. Es vida negativa, lo opuesto a la vida. Toda la vida se extingue allí. Si una planta o un animal se hundiera en ella, sería destruida inmediatamente. Quedaría totalmente disuelto. Este segundo caparazón, mitad líquido, que envuelve a la Tierra es verdaderamente una esfera de muerte.

 3) La tercera capa es un círculo de conciencia invertida. Toda tristeza aparece allí como alegría. Y toda la alegría se experimenta como tristeza. Su sustancia, compuesta de vapores, está relacionada con nuestros sentimientos de la misma manera negativa que la segunda capa con respecto a la vida. Si ahora abstraemos estas tres capas por medio de nuestro pensamiento, entonces encontraríamos la Tierra en la condición en que estaba antes de la separación de la Luna. Si uno es capaz por medio de la concentración de alcanzar una visión astral consciente, uno podría ver las actividades en estas dos capas: la destrucción de la vida en la segunda y la transformación de los sentimientos en la tercera.

4) La cuarta capa se conoce como agua-Tierra, alma-Tierra o forma-Tierra, está dotada de una propiedad notable. Imaginemos un cubo y ahora imaginémoslo invertido en lo que se refiere a su sustancia. Donde había sustancia ahora no hay nada: el espacio ocupado por el cubo ahora estaría vacío mientras que su sustancia, su forma sustancial, ahora se extendería a su alrededor; de ahí el término ‘Tierra de la forma’. Aquí, este torbellino de formas, en vez de ser un vacío negativo, se convierte en una sustancia positiva.

5) Esta capa se conoce como la Tierra de crecimiento. Contiene la fuente arquetípica de toda la vida terrestre. Su sustancia consiste en florecientes y abundantes energías.

6) Esta Tierra de fuego está compuesta de voluntad pura, de fuerzas vitales elementales —de movimiento constante— atravesada por impulsos y pasiones, verdaderamente un depósito de fuerzas de voluntad. Si uno ejerciera presión sobre esta sustancia, resistiría. Si ahora, de nuevo, en el pensamiento, uno fuera a abstraer estas últimas tres capas que acabamos de describir, se llegaría a la condición en que estaba nuestro globo terráqueo cuando el Sol, la Luna y la Tierra todavía estaban entrelazados.

Las siguientes capas solo son accesibles a una observación consciente que no es solo la del sueño sin sueños sino una condición consciente en el sueño profundo.

7) Esta capa es el espejo de la Tierra. Es similar a un prisma que descompone todo lo que se refleja en él y pone de manifiesto su aspecto complementario; visto a través de una esmeralda parecería rojo.

8) En esta capa todo aparece fragmentado y reproducido hasta el infinito. Si uno toma una planta o un cristal y uno se concentra en esta capa, la planta o el cristal aparecerían multiplicados indefinidamente.

9) Esta última capa está compuesta de una sustancia dotada de acción moral. Pero esta moralidad es opuesta a la que se elaborará en la Tierra. Su esencia, su fuerza inherente, es una de separación, de discordia y de odio. Es aquí en el infierno de Dante que encontramos a Caín el fratricida. Esta sustancia es lo opuesto a todo lo que entre los seres humanos es bueno y digno. La actividad de la humanidad para establecer la fraternidad en la Tierra disminuye el poder de esta esfera. Es el poder del Amor el que lo transformará en la medida en que espiritualizará el cuerpo mismo de la Tierra. Esta novena capa representa el origen sustancial de lo que aparece en la Tierra como magia negra, es decir, una magia fundada en el egoísmo. (Ver diagrama)

Estas diversas capas están conectadas por medio de rayos que unen el centro de la Tierra con su superficie. Debajo de la Tierra sólida hay una gran cantidad de espacios subterráneos que se comunican con la sexta capa, la del fuego. Este elemento de fuego-Tierra está íntimamente conectado con la voluntad humana. Es este elemento el que ha producido las tremendas erupciones que llevaron a la época lemuriana a su fin. En ese momento las fuerzas que alimentan la voluntad humana pasaron por una prueba que desencadenó la catástrofe de fuego que destruyó el continente lemuriano. En el curso de la evolución, esta sexta capa retrocedió más y más hacia el centro y como resultado las erupciones volcánicas se volvieron menos frecuentes. Y sin embargo, todavía se producen como resultado de la voluntad humana que, cuando es malvada y caótica, actúa magnéticamente sobre esta capa y la interrumpe. Sin embargo, cuando la voluntad humana está desprovista de egoísmo, es capaz de apaciguar este fuego. Los períodos materialistas estan en su mayoría acompañados y seguidos por cataclismos naturales, terremotos, etc. Los crecientes poderes de la evolución son la única alquimia capaz de transformar, poco a poco, el organismo y el alma de la Tierra.

El siguiente es un ejemplo de la relación que existe entre la voluntad humana y los cataclismos telúricos: en los seres humanos que perecen como resultado de terremotos o erupciones volcánicas se advierte, durante su próxima encarnación, cualidades internas que son bastante diferentes. Traen desde el nacimiento grandes predisposiciones espirituales porque, a través de su muerte, fueron puestas en contacto con fuerzas que les mostraron la verdadera naturaleza de la realidad y la ilusión de la vida material.

También se ha notado una relación entre ciertos nacimientos y catástrofes sísmicas y volcánicas.

Durante tales catástrofes, las almas materialistas encarnan, atraídas con simpatía por los fenómenos volcánicos, por las convulsiones del alma malvada de la Tierra. Y estos nacimientos pueden a su vez provocar nuevos cataclismos porque recíprocamente las almas malvadas ejercen una influencia excitante sobre el fuego terrestre. La evolución de nuestro planeta está íntimamente relacionada con la evolución de las fuerzas de la humanidad y las civilizaciones.

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Traducido por Gracia Muñoz en Noviembre de 2017

 

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