Érase una vez un alma que, tras despedirse del mundo terrenal, emprendió un viaje más allá de la vida. Suspendida en el espacio infinito, sentía cómo la Tierra se alejaba suavemente, como un recuerdo que se disolvía en la brisa de los tiempos.

Ante ella apareció un círculo de luz plateada: era la Esfera Lunar, el umbral donde los antiguos Maestros esperaban. Rodeados de un resplandor etéreo, estos seres sabios extendieron sus manos luminosas y tejieron puentes de luz hacia el alma recién llegada.

—Ven, pequeña chispa del cosmos —susurraron—. Revivamos juntos la historia que has escrito en la Tierra.

En un juego de luces y reflejos, el alma vio desplegarse cintas doradas que contenían sus recuerdos. Las escenas de su vida aparecían una a una, pero en orden inverso, desde su último aliento hasta su primer llanto. Con cada imagen revivida, entendía no solo sus acciones, sino los hilos invisibles que las unían al gran tapiz del universo.

Mientras avanzaba por la espiral cósmica, guiada por los Maestros, comprendió que la vida no es más que un capítulo en la infinita historia del ser. Al final de la revisión, cuando la última imagen se desvaneció en el resplandor lunar, el alma supo que llevaba consigo algo más valioso que el tiempo: la sabiduría.

Y así, en el abrazo de la Luna, el alma continuó su viaje… hacia un destino aún por descubrir.

FIN

Creado por Gracia Muñoz y el apoyo de ChatGPT

Basado en la GA240c6. El guardián del umbral. El viaje retrospectivo después de la muerte