GA228c1. Las Individualidades Espirituales de los Planetas

Rudolf Steiner – Dornach, el 27 de Julio de 1923

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Hoy quiero aclarar ciertos profundos misterios del mundo, cuyo conocimiento se ha perdido en la civilización moderna. Para darse cuenta de algo de lo que se ha perdido, piénsese en la concepción moderna del sistema planetario, según la cual este se originó a partir de algún tipo de nebulosa primigenia en rotación, de la cual se aglutinaron los diversos cuerpos planetarios. A partir de esta imagen, podemos especular fácilmente que no hay diferencias fundamentales entre estos cuerpos celestes. De hecho, esta es la actitud predominante hacia ellos. Si todo el sistema planetario es visto como una nebulosa en rotación, de la cual los cuerpos celestes se separaron gradualmente, ¿qué diferencia esencial hay, por ejemplo, entre la Luna y Saturno? Es cierto, por supuesto, que la importante investigación del siglo pasado sobre las sustancias terrestres, particularmente sobre los minerales, ha llevado al conocimiento de la composición material de los cuerpos celestes e incluso a una especie de física y química aplicadas a ellos. Esto ha permitido que los libros de texto comunes ofrezcan detalles específicos sobre Venus, Saturno, la Luna y otros. Pero todo esto no es más que hacer una imagen del organismo físico del ser humano, por así decirlo, dejando completamente de lado el hecho de que él es un ser de alma y espíritu. Con la ayuda de la ciencia de la Iniciación, debemos aprender nuevamente a darnos cuenta de que nuestro sistema planetario también está impregnado de alma y espíritu. Y hoy quiero hablar de las diversas individualidades planetarias y de sus características particulares.

Comencemos con el planeta más cercano a la Tierra, el planeta cuya historia está ligada a la historia de la Tierra, aunque solo en cierto sentido, y que una vez desempeñó un papel completamente diferente en la vida terrestre del que desempeña hoy. Saben por mi libro Ciencia Oculta en Esbozo que hubo una época cósmica, relativamente hablando, no muy lejana en el pasado, cuando la Luna aún estaba unida a la Tierra. Luego, la Luna se separó de la Tierra y ahora gira alrededor de ella.

Cuando hablamos de la Luna como un cuerpo físico en los cielos, su naturaleza física es solo la revelación más externa del espíritu que está detrás de ella. Para aquellos que tienen conocimiento tanto de su naturaleza externa como interna, la Luna en nuestro universo se presenta inicialmente como una congregación de seres espirituales que viven en gran reclusión. Exteriormente, la Luna actúa como un espejo del universo, y su reflejo de la luz del Sol es evidente para la observación más superficial. Podemos decir que lo que proviene de la Luna es luz solar, que brilla sobre la Luna y luego se refleja. Ante todo, entonces, la Luna es un espejo de la luz solar. Ahora bien, como todos ustedes saben, vemos lo que está fuera o frente a un espejo, pero no vemos lo que está detrás de él.

La Luna no solo refleja la luz solar, sino que también refleja todo lo que irradia sobre ella, aunque la luz del Sol es, con mucho, la más fuerte. Todos los cuerpos celestes del universo envían sus rayos hacia la Luna, y la Luna, como un espejo del universo, los irradia de nuevo en todas las direcciones. Se puede decir, por lo tanto, que el universo se nos presenta de dos maneras. Se nos revela directamente en la Tierra, pero también en lo que es reflejado por la Luna. Los rayos del Sol trabajan con un tremendo poder en sí mismos, pero también en su reflejo desde la Luna. Toda otra radiación en el espacio cósmico también es reflejada por la Luna. Existe el universo manifiesto, y también su reflejo desde la Luna.

Cualquiera que sea capaz de observar las imágenes especulares devueltas en todas las direcciones por la Luna tendría ante sí todo el universo en reflejo. Solo aquello que está dentro de la Luna, eso y solo eso, permanece, si se me permite expresarlo así, como el secreto de la Luna. Permanece oculto, así como lo que está detrás de un espejo permanece oculto. Lo que está detrás de la superficie externa de la Luna, en la esfera más interna de la Luna, es significativo sobre todo en su aspecto espiritual.

Los elevados seres espirituales que habitan esta esfera interna de la Luna son seres elevados que se aíslan en estricta reclusión del resto del universo. Viven en su “fortaleza lunar”. Una persona puede desarrollar ciertas cualidades del corazón en relación con la luz solar hasta tal punto que ya no vea el reflejo de la Luna, y solo para tal persona la Luna se vuelve, por así decirlo, interiormente transparente. Solo entonces puede esa persona penetrar en la fortaleza lunar del universo. Entonces hace el significativo descubrimiento de que, a través de las expresiones, las enseñanzas de esos elevados seres que se han retirado en reclusión en esta fortaleza lunar, ciertos secretos pueden ser revelados, secretos que una vez estuvieron en posesión de los espíritus más avanzados en la Tierra y que desde hace mucho tiempo se han perdido.

Cuanto más retrocedemos en la evolución de la Tierra, menos encontramos las verdades abstractas que enorgullecen a la humanidad actual. Cada vez más encontramos imágenes, verdades expresadas en imágenes. Podemos esforzarnos por vislumbrar algunas de estas verdades profundamente significativas estudiando lo que aún se conserva, como el último eco de la sabiduría oriental, en los Vedas y el Vedanta. Podemos avanzar hacia las revelaciones primordiales ocultas tras los mitos y sagas, y darnos cuenta con asombro y reverencia de que una gloriosa sabiduría fue poseída una vez por hombres que la recibieron sin esfuerzo intelectual, como una gracia del mundo espiritual. Y finalmente, podemos llegar a todo lo que una vez fue enseñado a la humanidad primitiva en la Tierra por los elevados seres que ahora se han retirado a la fortaleza lunar del universo, después de haber dejado la Tierra junto con la Luna. Se ha conservado cierta memoria de lo que estos altos seres revelaron una vez a los pueblos de un pasado remoto, a seres humanos cuya naturaleza era muy diferente de la naturaleza humana tal como es hoy.

Si logramos profundizar en este misterio, que llamaré el misterio lunar del universo, nos daremos cuenta de que estos elevados seres, ahora atrincherados en la fortaleza lunar, fueron una vez los grandes maestros de la humanidad terrestre, pero que toda conciencia de las realidades del espíritu y del alma ocultas en esta fortaleza se ha perdido. Lo que aún se transmite a la Tierra desde los cielos representa solo lo que la superficie exterior, las murallas, por así decirlo, de la fortaleza lunar, reflejan del resto del universo.

Este misterio lunar fue uno de los secretos más profundos en los antiguos Misterios, pues es la sabiduría primordial la que la Luna guarda dentro de sí. Lo que la Luna puede reflejar del universo entero forma la suma total de las fuerzas que sostienen actualmente el mundo animal en la Tierra, especialmente aquellas fuerzas conectadas con la naturaleza sexual de los animales. Estas fuerzas también sustentan el elemento animal en el hombre y están conectadas con su naturaleza sexual en su aspecto físico, por lo que vemos que la naturaleza inferior del hombre es un producto de lo que irradia desde la Luna, mientras que la más elevada sabiduría que una vez poseyó la Tierra yace oculta dentro de la fortaleza lunar.

De este modo, uno llega gradualmente a un conocimiento de la “individualidad” de la Luna, a una comprensión de lo que la Luna es en realidad. Todo otro conocimiento de la Luna es solo como la información que podríamos obtener sobre un ser humano a partir de una imagen de cartón de él expuesta en alguna exhibición. Tal imagen no nos diría absolutamente nada sobre la individualidad del hombre. De la misma manera, no es posible para una ciencia que rechaza cualquier acercamiento a la Iniciación conocer algo sobre la individualidad de la Luna.

Ahora nos volvemos hacia Saturno. En tiempos antiguos, Saturno era considerado el planeta más externo de nuestro sistema, ya que Urano y Neptuno fueron añadidos mucho más tarde. Ahora los dejaremos fuera de consideración y pensaremos en Saturno como una especie de antítesis de la Luna.

La naturaleza de Saturno es recibir muchos impulsos diversos del universo, pero no permitir que estos fluyan de regreso, en todo caso, no hacia la Tierra. Saturno también, por supuesto, es irradiado por el Sol, pero lo que Saturno refleja de los rayos solares no tiene significado para la vida terrestre. Saturno es un cuerpo celeste completamente ensimismado dentro de nuestro sistema planetario, irradiando su propio ser hacia el universo. Cuando contemplamos a Saturno, siempre nos dice lo que él es. Mientras que la Luna, contemplada en su aspecto externo, nos habla de todo lo demás en el universo, Saturno no nos dice nada en absoluto sobre los impulsos que recibe del universo. Solo habla de sí mismo, solo nos dice lo que él mismo es.

Y lo que él es, eso se revela gradualmente como una especie de memoria del sistema planetario. Saturno se nos presenta como el cuerpo celeste que ha participado fielmente en todo lo que ha sucedido en nuestro sistema planetario y lo ha preservado con lealtad en la memoria, en su memoria cósmica.

Saturno guarda silencio sobre el presente cósmico. Recibe las cosas del presente cósmico dentro de sí y trabaja sobre ellas en su vida animico espiritual. Es cierto que las huestes de elevados seres que habitan en Saturno prestan atención al universo exterior, pero silenciosamente reciben los acontecimientos del universo en su ámbito del alma, y solo hablan de los eventos cósmicos del pasado.

Es por esto que Saturno es como una memoria caleidoscópica de nuestro sistema planetario. Guarda fiel y silenciosamente todo lo que ha sucedido en el sistema planetario. Guarda sus secretos dentro de sí mismo.

Al intentar sondear los misterios del universo, normalmente nos dirigimos a la Luna, aunque normalmente en vano, porque debemos ganar la confianza de los seres lunares si queremos aprender algo de ellos sobre los misterios cósmicos, pero esto no es necesario con Saturno. Con Saturno, todo lo que es necesario es estar abiertos a recibir lo espiritual. Y entonces, para los ojos del espíritu y del alma, Saturno se convierte en un historiador vivo del sistema planetario. Tampoco retiene las historias que puede contar sobre lo que ha sucedido en el sistema planetario. En este aspecto, Saturno es el exacto opuesto de la Luna. Saturno habla incesantemente del pasado del sistema planetario con tal calidez y entusiasmo interior que el conocimiento íntimo de lo que él dice puede ser peligroso, porque la devoción con la que habla de los sucesos pasados en el universo despierta en nosotros un amor abrumador por el cosmos-pasado. Saturno es el tentador constante de aquellos que escuchan sus secretos. Los tienta a que presten poca atención a los asuntos terrestres actuales y se sumerjan en lo que fue la Tierra una vez . Por encima de todo, Saturno habla de manera gráfica sobre lo que fue la Tierra antes de convertirse en Tierra, y por esta razón es el planeta que hace que el pasado nos sea infinitamente querido. Aquellos que tienen una inclinación particular hacia Saturno en la existencia terrenal son personas que siempre prefieren mirar al pasado, que se oponen al progreso, que siempre quieren traer de vuelta el pasado. Estas indicaciones dan una idea de la individualidad, el carácter individual de Saturno.

Júpiter es un planeta de un carácter diferente. Júpiter es el pensador en nuestro sistema planetario, y el pensamiento es la actividad cultivada por todos los seres elevados en su dominio mundial. Los pensamientos creativos recibidos del universo irradian hacia nosotros desde Júpiter. Júpiter contiene, en forma de pensamientos, todo el arte educativo de los diferentes seres del universo. Mientras que Saturno habla del pasado, Júpiter da una representación viva de lo que es congruente, de lo que está presente ahora en el universo. Sin embargo, es necesario que una persona reciba de manera sincera e íntima lo que él presenta a los ojos del espíritu. Si una persona no despliega su propio pensamiento, entonces él se encuentra, por ejemplo, ¿cómo podría decirlo?, no como un clarividente, entonces se encuentra con los misterios secretos de Júpiter, que descubre que se revelan solo en formas de pensamiento, y solo cuando la persona piensa por sí misma, solo entonces se encuentra con los misterios secretos de Júpiter, quien es el pensador del universo.

Cuando una persona intenta profundizar en alguna de las preguntas enigmáticas significativas sobre las posibilidades de su propio ser, y se enfrenta a obstáculos físicos y etéricos humanos, y especialmente cuando se enfrenta a obstáculos astrales humanos, y va por mal camino, entonces los seres de Júpiter intervienen y lo ayudan. Los seres de Júpiter son realmente los ayudantes de la naturaleza humana para el despliegue de la sabiduría humana. Y quien haya intentado correctamente resolver en un pensamiento claro una pregunta enigmática sobre las posibilidades de su propio ser, y no pueda llegar a una visión trascendental, si la persona lo mantiene pacientemente en mente y sigue trabajando en ello, encontrará que los seres de Júpiter realmente lo ayudan durante la noche. Y muchos que han llegado a una mejor comprensión de un enigma del día por la noche, como si fuera de un sueño, muchos tendrían que admitir, si realmente miraran la verdad, que las fuerzas de Júpiter aportan un impulso vivo y espiritual al pensamiento humano, si puedo expresarlo así. Así que, mientras Saturno es el guardián de la memoria del universo, Júpiter es el pensador del universo. Al pensamiento de Júpiter, el ser humano debe todo lo que realmente sabe sobre el estado espiritual presente del universo. A Saturno, el ser humano debe todo lo que tiene del pasado alma-espiritual del universo. Fue por intuición que era normal en la antigua Grecia, donde la gente vivía íntimamente con la presencia del espíritu, honrar a Júpiter en gran estima.

Un estímulo para todo el desarrollo del ser humano también se da a través del papel que juega Júpiter en el ciclo del año. Todos saben que, en cuanto a su movimiento aparente, Saturno se mueve lentamente, muy lentamente, alrededor de su órbita, tomando unos 30 años. Júpiter se mueve más rápido, tomando unos 12 años. Debido a este movimiento más rápido, Júpiter puede satisfacer más rápidamente la necesidad de sabiduría del hombre. Y cuando, en cierto sentido, el destino de una persona se expresa en el Todo del Mundo, cuando en ese mismo momento existe una relación especial entre Júpiter y Saturno, entonces puede llegar al destino de una persona una maravillosa y iluminada visión, en la que, con el pensamiento, se revelará mucho sobre el pasado en el presente. Y si miramos en la historia mundial de la humanidad, en la época del Renacimiento, donde surgió un renacer de antiguos impulsos, especialmente en las últimas fases del Renacimiento, este renacimiento de los viejos impulsos está asociado con una configuración planetaria específica entre Júpiter y Saturno.

Pero, como ya se ha dicho, Júpiter es, en cierto sentido, impenetrable y sus revelaciones permanecen en el inconsciente si el hombre no lleva a ellas un pensamiento claro y activo, lleno de luz, propio. Y es por eso que en tiempos antiguos, cuando el pensamiento activo aún se encontraba en una etapa muy temprana de desarrollo, el progreso de la humanidad dependía siempre, en verdad, de la relación entre Júpiter y Saturno. Cuando Júpiter y Saturno formaban juntos una cierta configuración planetaria, muchas cosas eran reveladas a nuestros antepasados en esos días. El hombre moderno está más dependiente de cosas alejadas de su desarrollo, lo que significa que la memoria de Saturno y la sabiduría de Júpiter están desconectadas en el desarrollo alma-espiritual de una persona moderna.

Ahora llegamos a Marte. Es difícil encontrar expresiones apropiadas para estas cosas, pero Marte podría ser llamado el gran «Hablador» en el sistema planetario. A diferencia de Júpiter, quien traduce su sabiduría en formas de pensamiento, Marte siempre ahoga las almas a él dedicadas con charlas sobre prácticamente todo lo accesible en el universo, lo cual, para él, no es todo. Marte es el planeta más parlanchín de nuestro sistema, y esta especialmente activo cuando los seres humanos dormidos hablan durante los sueños. Marte tiene un gran anhelo de estar siempre hablando, y siempre que alguna cualidad de la naturaleza humana le permite hacer que un hombre se vuelva locuaz, estimula esta tendencia.

Marte hace poco pensamiento. Tiene pocos pensadores, pero muchos habladores, en su esfera. Sus espíritus están siempre al acecho de lo que surge aquí o allá en el universo y luego hablan sobre ello con gran entusiasmo y fervor. En el curso evolutivo de la humanidad, Marte es la individualidad planetaria que de muchas maneras incita a los seres humanos a hacer declaraciones sobre los misterios del mundo. Marte tiene sus lados buenos y menos buenos; tiene su genio y su demonio. Su genio actúa de tal manera que los hombres reciben del universo los impulsos para el habla. La influencia de su demonio resulta en que el habla se malutilice de muchas y variadas formas. En cierto sentido, Marte podría ser llamado el Agitador en nuestro universo. Siempre está dispuesto a seducir, mientras que Júpiter solo quiere convencer.

El planeta Venus es nuevamente diferente. En cierto modo, podría decirse que Venus repele, rechaza todo el universo. Ella es recatada, pudorosa, distante con respecto al universo; no desea saber nada sobre el universo. Considera cualquier sometimiento al universo, podría decir, cualquier exposición y sometimiento universal externos, como si causara la pérdida de su pureza virginal, de su virginidad. Se siente profundamente consternada cuando cualquier impresión del universo externo intenta acercarse a ella. No tiene deseo alguno por el universo y rechaza a cualquier «bailarín» – es muy difícil expresar estas cosas, porque las circunstancias y condiciones deben describirse en términos del lenguaje terrenal –. Por otro lado, Venus es altamente sensible a todo lo que proviene de la Tierra. La Tierra es, por así decirlo, su amante. Mientras que la Luna refleja todo el universo circundante, Venus no refleja nada del universo y no quiere saber nada de él, pero refleja amorosamente todo lo que proviene de la Tierra. Si somos capaces de entrever los misterios de Venus con los ojos del alma, toda la Tierra con todos sus secretos está ante nosotros una vez más.

La verdad es que los seres humanos en la Tierra no pueden hacer nada en el secreto de sus almas sin que sea reflejado nuevamente por Venus. Venus mira profundamente en los corazones de los seres humanos, pues eso es lo que le interesa, eso es lo que permitirá que se acerque a ella, de modo que las experiencias más íntimas de la vida terrenal sean reflejadas nuevamente desde Venus, de una manera misteriosa y maravillosa. En el reflejo, ella transforma todo, así como un sueño transforma los sucesos de la existencia física. En realidad, por lo tanto, toda la esfera de Venus es un mundo de sueños. Los secretos de los seres humanos en su existencia terrenal son transformados por Venus en imágenes de sueños de infinita diversidad. Ella tiene mucho que ver con los poetas, aunque ellos no sean conscientes de ello.

Dije antes que Venus repele el resto del universo. Sin embargo, no rechaza todo de la misma manera. En su corazón, Venus repele lo que se acerca a ella desde el universo, pero no lo que viene de la Tierra. Como dije antes, ella rechaza a todo pretendiente, pero a pesar de eso, escucha atentamente las palabras de Marte. Ella transforma e ilumina sus experiencias oníricas de las cosas terrenales con lo que se le comunica desde el universo a través de Marte.

Todas estas cosas tienen su lado físico también. Los impulsos salen de estas fuentes hacia lo que se hace y lo que llega a existir en el mundo. Venus recibe en sí misma todo lo que viene de la Tierra y escucha siempre a Marte, sin querer que él lo sepa. Y de este proceso, aunque el Sol esté en medio para regularlo, nacen las fuerzas que subyacen en los órganos conectados con la formación del habla humana.

Si una persona quiere familiarizarse con los impulsos en el cosmos conectados con la formación del habla humana, entonces debe dirigir su mirada a esta notable vida y tejido que se despliega entre Venus y Marte. Y cuando el destino juega de tal forma que Venus se relaciona con Marte de tal manera que haya una gran importancia para el desarrollo del habla de un grupo de alma popular, el habla de ese pueblo se profundizará internamente cuando, por ejemplo, Venus se encuentre en cuadratura, (90 grados) con Marte. Por otro lado, un lenguaje tiende a volverse superficial, pobre en cualidades del alma, cuando Venus y Marte están en conjunción, y esto a su vez influye sobre el pueblo o nación correspondiente. De esta manera, los impulsos se representan tal como se forman en el Todo del Mundo y tienen su efecto en el pueblo al que pertenecen.

Pasemos ahora a Mercurio. En contraste con los otros planetas, Mercurio no está interesado en las cosas de naturaleza física o material como tal, sino en lo que es capaz de combinar, de coordinar. Mercurio es el dominio de los maestros de la combinación de conceptos e ideas en el pensamiento, mientras que Júpiter es la morada de los maestros del pensamiento lleno de sabiduría. Cuando un ser humano desciende de la vida preterrenal hacia una contemplación de las posibilidades de su existencia en la Tierra, el impulso de la Luna provee las fuerzas para su existencia física, Venus provee las fuerzas para sus cualidades básicas de corazón y temperamento, pero Mercurio provee el impulso para su capacidad de razonar sobre las cosas, de darles sentido, especialmente para su intelecto. Los grandes maestros artesanos del conocimiento coordinado interno tienen su morada en Mercurio.

Hay una conexión notable entre estos planetas y la vida y el ser de un ser humano. La Luna, que alberga a los seres que viven en estricta reclusión, y refleja solo lo que primero se le irradia desde el universo, construye y da forma a la forma externa, al cuerpo del hombre. Es por lo tanto a través de la Luna que las fuerzas de la herencia se incorporan en la constitución corporal. Dentro de la Luna residen esos altos seres espirituales, que en completa reclusión cósmica reflexionan sobre lo que se fomenta y se transmite en el flujo de la herencia de generación en generación a través de lo físico.

Es porque los seres de la Luna permanecen tan firmemente aferrados a su fortaleza que los científicos modernos no saben nada esencial sobre la herencia. Desde una comprensión más profunda, y en términos del lenguaje cósmico, en la actualidad, cuando se discute la herencia en uno u otro foro de la ciencia, estos foros podrían decirse que están “abandonados por la Luna” y “hechizados por Marte”. Porque la ciencia habla bajo la influencia de las fuerzas demoníacas de Marte y ni siquiera ha comenzado a acercarse a los verdaderos misterios de la herencia.

Venus y Mercurio, por otro lado, traen al ser humano el elemento kármico que está más relacionado con la vida del alma y el espíritu, y que se expresa en sus cualidades del corazón y en su temperamento. Y luego Marte, y especialmente Júpiter y Saturno, cuando un hombre tiene una relación adecuada con ellos, actúan como factores liberadores. Ellos arrancan al hombre de lo que está determinado por el destino y lo convierten en un ser libre. Se podrían usar palabras bíblicas, en una forma algo cambiada, de la siguiente manera: Saturno, el fiel custodio de la memoria cósmica, dice: «Hagamos al hombre libre en el reino de su propia memoria». Esta influencia de Saturno se ve forzada a la inconsciencia a medida que la memoria de un ser humano se convierte en su propia posesión, ya que de esta manera adquiere la base segura de su libertad personal. Sin embargo, el impulso interno de voluntad contenido en los actos de pensamiento libre se debe a la gracia otorgada por Júpiter. Sería en el poder de Júpiter gobernar y controlar todos los pensamientos de los hombres. Él es el que en quien encontramos los pensamientos de todo el universo, si somos capaces de acceder a ellos. Pero Júpiter también se ha retirado, dejando a los hombres pensar como seres libres.

El elemento de libertad en el habla se debe al hecho de que Marte también ha sido generoso. Debido a que Marte estuvo obligado, por así decirlo, a ceder ante la resolución tomada por los otros planetas exteriores y no pudo ejercer una mayor coerción, el hombre es libre, en cierto sentido, también en el ámbito del habla, no completamente, pero en cierto sentido libre. Desde otro punto de vista, por lo tanto, Marte, Júpiter y Saturno también pueden ser llamados los planetas liberadores, porque les dan al hombre libertad. Por otro lado, Venus, Mercurio y la Luna pueden ser llamados los planetas que determinan el destino.

En medio de todas estas acciones e impulsos de las individualidades planetarias se encuentra el Sol, creando armonía entre los planetas liberadores y los planetas que determinan el destino. El Sol es la individualidad en la que los elementos de la necesidad del destino y la libertad humana se entrelazan de una manera maravillosa. Y nadie puede comprender lo que está contenido en el resplandor ardiente del Sol a menos que sea capaz de contemplar esta vida entrelazada de destino y libertad en la luz que se extiende hacia el universo y se concentra nuevamente en el calor solar.

Tampoco podemos comprender nada esencial sobre la naturaleza del Sol mientras solo tomemos en cuenta lo que los físicos saben sobre él. Podemos comprender la naturaleza del Sol solo cuando sabemos algo sobre su naturaleza del alma y el espíritu. En ese reino, es el poder que impregna el calor en el elemento de necesidad del destino, que transmuta el destino en libertad en su llama, y si la libertad se malutiliza, que la condensa nuevamente en su propia sustancia activa. El Sol es, por así decirlo, la llama en la que la libertad se convierte en una realidad luminosa en el Todo del Mundo, y al mismo tiempo el Sol es la sustancia, como cenizas condensadas, en la que la libertad mal utilizada se moldea en destino, hasta que el destino mismo puede volverse luminoso y pasar a la llama de la libertad.

Traducido por Gracia Muñoz

3 comentarios el “GA228c1. Las Individualidades Espirituales de los Planetas

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