19ª Carta – La naturaleza del mundo Planetario: Mercurio

Del libro Isis Sophia I – Octubre de 1945

de Willi Sucher

English version (p.100)

Mercurio y su esfera

Contrariamente a la convocatoria de la carta 18, por ahora no vamos a analizar los nacimientos históricos con referencia al planeta Venus, pero vamos a continuar con la descripción de la actividad del planeta Mercurio y su esfera. Después podremos embarcarnos en la delineación de varios ejemplos históricos con referencia a la totalidad de los cinco planetas, junto con el Sol y la Luna, pues esto será mucho más satisfactorio que la consideración de las actividades aisladas de planetas individuales.

Algunos lectores pueden haber notado que la descripción de Venus en la carta 18ª no es lo que podríamos esperar de lo que respecta a la actividad esencial de este planeta, sino que nos hemos acercado mas al carácter que nos conecta con Mercurio. Hay una profunda razón interior  para esto. Hemos estado hablando de la esfera del planeta Venus, porque no lo estamos considerando desde el punto de vista de las posiciones fijas como la posición definitiva de Venus en un nacimiento, sino desde el aspecto del movimiento; por ejemplo, durante el desarrollo embrionario.

Tan pronto como tengamos en cuenta los movimientos de un planeta durante un cierto intervalo de tiempo, nos vamos fijando en la dinámica de su esfera, que está indicada por los gestos del planeta. Por lo tanto, podemos experimentar que el carácter de la esfera indicado por los gestos de Venus, tiene una naturaleza diferente de la del propio planeta. Lo mismo se aplica a Mercurio. Detrás de esto se esconde el hecho, que se conoce en el Ocultismo y es que las esferas de estos dos planetas interiores se intercambiaron en un determinado momento de la evolución humana. La esfera de Venus tiene realmente el carácter de Mercurio y la de Mercurio la dinámica de Venus.

Durante el período en que la humanidad perdió gradualmente la antigua sabiduría de las esferas observando únicamente a los planetas visibles, comenzó a elaborarse un velo ante estos misterios, que ya no pueden ser fácilmente levantados hoy en día. Muchos enigmas están, pues, aún sin resolver, y será la tarea de la futura astronomía espiritual traer  gradualmente la luz  sobre estos problemas. No es posible en estas cartas, que se ocupan principalmente de Astrosofía, exponer las muchas preguntas astronómicas relacionadas con este tema. Ahora vamos a tener que descubrir las leyes y los gestos fundamentales del planeta Mercurio a fin de encontrar el carácter de su esfera. A partir de un estudio de cualquier manual astronómico, podemos encontrar que este planeta hace tres bucles durante un año, y también que tiene tres conjunciones superiores con el Sol.

A partir de las descripciones anteriores en relación con Venus, sabemos que los planetas interiores hacen bucles (están entonces retrógrados) cuando en el curso de sus ritmos se paran  entre el Sol y la Tierra. Ellos están en conjunción superior cuando se mueven detrás del Sol y se colocan entre el Sol y la franja exterior de nuestro sistema solar. Así, con respecto a los gestos de Mercurio tenemos dos veces tres eventos que están relacionados entre sí. Si imaginamos que Mercurio, al igual que los otros planetas, se nos presenta desde la Tierra moviéndose en un círculo alrededor de la Tierra, más o menos por el círculo zodiacal, entonces tenemos la imagen que se produce en la Fig. 1.

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Recordemos ahora lo que dijimos en la carta anterior sobre el carácter de la esfera del planeta durante una conjunción inferior y una superior. La esfera invisible, de la cual el planeta es sólo el punto más denso, es presionada conjuntamente durante el tiempo de un bucle y no puede desplegar adecuadamente sus actividades con lo que también abarca a la Tierra. Durante la conjunción superior, que está bellamente expandida en el espacio cósmico. (Sólo tenemos que reemplazar Venus con Mercurio en el diagrama en la carta 18a con el fin de obtener la verdadera imagen de los movimientos de Mercurio).

Por lo tanto, durante el transcurso de un año tenemos un triángulo de conjunciones inferiores de Mercurio en el círculo zodiacal y otro triángulo de conjunciones superiores. El primero de ellos presenta el estado de ánimo más terrenal, más oscuro de la esfera planetaria y en el segundo una manifestación plena de luz cósmica. Sin embargo, esto no es del todo correcto, pues una observación cuidadosa a lo largo de varios años revela que estas conjunciones del planeta Mercurio no siempre se llevan a cabo en las mismas posiciones exactas del Zodíaco. Ellas retroceden. Por ejemplo, en noviembre/diciembre de 1945, nos encontraremos con una conjunción inferior o bucle de Mercurio en la constelación de Escorpio. El próximo año casi al mismo tiempo se producirá otro bucle en esta constelación, pero notarán que está más atrás en el zodiaco, en la constelación de Libra.

Nos daremos cuenta de que en el curso de los próximos años, este punto del triángulo (ver Fig. 2) deambulará lentamente a través de la eclíptica, y los demás puntos de los triángulos se moverán también hacia atrás. La estrella de seis puntas de la esfera indicada por el planeta Mercurio darán una vuelta por los espacios cósmicos y al igual que los gestos del planeta Venus revelaron una estrella de cinco puntas en su ámbito (véase la 13ª carta). En un período de unos siete años, un punto de los dos triángulos se moverá a la posición zodiacal en el que el punto anterior se situó 7 años antes. Además, después de un intervalo de tiempo de aproximadamente 20 años, cada uno de los puntos de los dos triángulos volverán a grandes rasgos a la misma posición que ocuparon aproximadamente 20 años antes. Estos ritmos ya revelan mucho sobre el carácter interno y la actividad de esta esfera.

Sabemos cuán profundamente se inscribe el ritmo de siete años en la organización humana. Está conectado con el desarrollo de las capacidades y cualidades ocultas en las personas. Transporta los impulsos que llegan a la vida anímica de una persona a través de las etapas del crecimiento natural y se van desarrollando hacia su realización. Esto se expresa aún más claramente en el ritmo de 20 o 21 años. Es el ritmo del desarrollo anímico de una persona, de los impulsos hacia la realización de su vocación. Por lo tanto, este ámbito se expresa en la voluntad del ser humano. Vimos a la Luna conectada con la cabeza, por lo que las fuerzas de la cabeza y las posibilidades de su desarrollo son experimentadas en el reino del pensamiento. Vimos que Venus se manifiesta en el sistema medio o rítmico de la organización humana, la vida que se refleja en la vida de los sentimientos. Ahora vemos a Mercurio activo en la profundidad de la voluntad humana.

Con el fin de encontrar la cualidad espiritual de Mercurio y su ámbito, debemos dar un paso adelante. En la esfera de la Luna nos encontramos con la actividad de la Jerarquía de los Ángeles. En el ámbito que se indica por los gestos del planeta Venus, vimos una expresión del trabajo de los Arcángeles. La esfera de la cual el planeta Mercurio es el punto de densificación visible es el reino de la jerarquía de los Arcai o Espíritus del Tiempo. Por lo tanto, si recordamos la biografía espiritual de los Arcai, vamos a ser capaces de encontrar los rastros de su actividad en la presencia de este planeta en nuestro universo. Dentro del ciclo de la evolución cósmica que llamamos Antiguo Saturno, los Arcai pasaron por la etapa de su evolución que corresponde en cierto modo al desarrollo del ser humano durante la actual evolución de la Tierra. Alcanzaron una conciencia del «Yo» igual a la de los seres humanos. Ahora debemos imaginar que hasta el momento de su actividad dentro del ciclo del Antiguo Saturno, sólo existía una sustancia primigenia que había sido dividida por la influencia de los Espíritus de la Forma en muchas entidades individuales, las bases de los cuerpos físicos de la Humanidad, y los seres de los otros reinos de la naturaleza. Ahora, durante las siguientes etapas de esta evolución cósmica, los Arcai empezaron su actividad. Ellos irradiaban «personalidad» a los espacios cósmicos, pero la sustancia planetaria no fue capaz de mantener estas fuerzas de la experiencia de la personalidad. Ellas fueron reflejadas en el ambiente espiritual del planeta. Así, los Arcai o Espíritus de la Personalidad alcanzaron el conocimiento de su propia personalidad, y este evento trajo un cambio en la cualidad de la sustancia planetaria primitiva. Se separó un paso más allá de su origen divino; se convirtió en calidez o calor. Incluso podemos experimentarlo como el primer paso decisivo de la separación desde el origen.

La experiencia del «yo», que es el paso evolutivo de los Arcai, lleva en sí la tendencia a convertirse en una entidad o de convertirse en un centro de la existencia distinto y separado de su entorno. El reflejo de esta experiencia del Arcai (como hemos dicho, la sustancia planetaria sólo podía sostener la «reflexión») apareció como la transformación de la sustancia primigenia de Voluntad Divina, en calor. Por lo tanto, la sustancia de calor se convirtió en el «espejo» a través del cual la jerarquía de los Arcai experimentaron la personalidad. Esta primera evolución de estos seres espirituales esta aún hoy, fundamentalmente, impresa en la esfera indicada por Mercurio. Se manifiesta en la Tierra donde se puede establecer una conexión con la creación de las personas y los seres en los reinos de la naturaleza.

Por lo tanto, se hace visible en la naturaleza del calor humano que es inherente a nuestra esfera volitiva. El estudio de Mercurio y sus movimientos durante el desarrollo prenatal revela la propia incorporación individual en la esfera de la voluntad; revela, por así decirlo, la «temperatura» psíquica de la vida volitiva. Esta temperatura es la base de la experiencia de una persona de sí misma como un Yo. Sabemos, por ejemplo, cómo el calor de la sangre está relacionado con el desarrollo del ego o del «Yo», pero también se puede encontrar en el individuo y la forma característica en que los seres humanos mueven sus extremidades, ya que están activos en la vida y hacen frente a sus problemas prácticos. En esto podemos experimentar los últimos vestigios de la herencia que los Arcai o los Espíritus de la Personalidad han impreso en la esfera que pertenece al planeta Mercurio.

En la siguiente etapa de la evolución cósmica, que llamamos el ciclo o la evolución del Antiguo Sol, los Arcai avanzaron a un plano superior de conciencia, a la capacidad de la cognición imaginativa. Fue entonces que ya no era necesario que experimentaran y supieran de su propio ser a través de la reflexión de los cuerpos de calor como en el Antiguo Saturno. Nuestro antepasado humano, mientras tanto, había evolucionado a la etapa de ser capaz de acoger y ser penetrados por un cuerpo etérico o de vida. En este cuerpo de vida los Arcai no podían trabajar. Y fueron ayudados los Seres Jerárquicos muy elevados, los Serafines.

Los Arcai penetraron estos cuerpos de vida con las imaginaciones recibidas de los Serafines o Espíritus del Amor. Así, fue creado un tipo de propagación primigenia en nuestro ancestro humano, y esta propagación consistía en el poder donar un poco de su propia sustancia de la que podría llegar a existir una nueva «hija-ser». Junto con esto fueron creados los primeros gérmenes de los órganos glandulares que observamos en las personas hoy en día. Aquí tenemos una preciosa indicación de las fuerzas que se encuentran, como una antigua inscripción en la esfera que pertenece al planeta Mercurio, y que se ponen de manifiesto en la actividad de este planeta, dentro de una persona cuando se crea su cuerpo durante el desarrollo embrionario.

Una vez más podemos detectar aquí el regalo de la actividad creativa, que a la vez revela dos partes diferentes de su tendencia primordial. Por un lado vemos aquí el mundo de los secretos de la actividad glandular en la propia organización, no sólo en relación con la propagación sino también con respecto a la función de las glándulas en su sentido más amplio. Estas glándulas finalmente establecen el equilibrio de la formación corporal y el crecimiento. Hacen del cuerpo una imagen armonizada y hermosa del arquetipo humano. También hacen posible que el ser humano pueda hacer de sí mismo, de la productividad artística de todo tipo, una imagen de lo cósmico, el arquetipo de la humanidad, el cual se extiende hasta lejanos futuros, que no solo será capaz de permitir que las fuerzas naturales produzcan el arquetipo tanto físico como espiritual del ser humano sino que será asimismo capaz de ser él mismo un creador en el espacio cósmico.

También podemos encontrar la manifestación de las fuerzas de Mercurio y su ámbito si nos fijamos en los gestos de este planeta durante el desarrollo embrionario del individuo. Ellos se manifiestan en la vida en la Tierra después de su nacimiento, y piden de cada persona su propia satisfacción. El siguiente ciclo de evolución, el universo de la Antigua Luna, trajo de nuevo un mayor desarrollo de las actividades de los Espíritus de la Personalidad. Luego alcanzaron la conciencia de inspiración. Hasta ahora habían percibido los acontecimientos del universo en poderosas imágenes interiores. Ahora podían oír la Palabra, los sonidos del lenguaje interior que era inherente como el impulso en movimiento de toda la Creación.

Así también fueron capaces de trabajar en el cuerpo anímico del ancestro humano y despertar en él la tendencia hacia la independencia. Sabemos por las descripciones anteriores que durante la evolución del Antiguo Saturno se creó nuestro cuerpo físico, y dentro de la evolución del Antiguo Sol este cuerpo físico se impregno con las fuerzas de la vida. Debemos imaginar este universo del antiguo Sol, que aún no estaba condensado en un sistema de estrellas visibles, moviéndose de manera que sus órbitas se pudieron calcular. Nada de un mundo estrellado era entonces existente. Pero las leyes del movimiento, que hoy parecen congeladas en la aparente rigidez del mundo estrellado, existían en el universo del antiguo Sol como el mundo psíquico de los Dioses.

Por ejemplo, aquello que podemos percibir hoy como el bucle de un planeta, entonces podría haber sido sólo un movimiento anímico que expresaba la percepción interna de un evento o tal vez la resolución de un ser espiritual. Puede que haya sido el impulso de transformar algo en una forma de existencia, que este ser no había asumido hasta ahora. En nuestro ancestro humano del Antiguo Sol, estuvo presente una reflexión de esta calidad en constante transmutación en el universo, y esto provocó la transmutación de los procesos en su propio cuerpo durante un período de tiempo. Por lo tanto, estaba dotado de vida. Dentro de la evolución de la Antigua Luna este cuerpo fue penetrado por un tercer principio, el alma o cuerpo astral.

Una parte interior, moviéndose en el mundo anímico que dirige el curso del mundo desde las experiencias interiores entró también en este ancestro humano. Ahora era capaz de tener una conciencia de lo que sucede dentro y alrededor de él. En si mismo se hallaba presente una imagen de aquello que aporto movimiento en el universo desde los impulsos psíquicos, emociones y reflejos. En esta alma o cuerpo astral, los Espíritus de Personalidad vertieron los impulsos de la independencia y el carácter de la personalidad.

Así sucedió que este impulso esta aún hoy escrito en la esfera de los seres jerárquicos pertenecientes al planeta Mercurio. En el movimiento y los gestos de este planeta, podemos experimentar la revelación de lo que vive en nosotros como el microcosmos, como nuestro mundo anímico personal que se manifiesta en las intenciones, emociones e impulsos. Podemos percibir la disposición de este pequeño universo anímico interior en nosotros, en las simpatías y antipatías que actúan como los eventos en un universo estrellado y crear las armonías o tal vez las discordias de la vida anímica humana. Así como las estrellas tienen sus ritmos, pueden hacerse invisibles en determinados momentos a nuestros ojos, a causa de sus posiciones en el cielo, o pueden estar en posiciones fuertes o débiles, también la vida del alma humana tiene sus ritmos. Podemos tener largos períodos de pasividad que alternan con periodos de fuerte actividad. Períodos de interés y dirección anímica que pueden desaparecer y ser reemplazados por nuevos intereses y flujos. Todos estos intervalos más largos de las direcciones psíquicas de los intereses de un ser humano se indican en cierta manera en los gestos prenatales de este planeta; por ejemplo, si un ser humano tiene, en un momento determinado de la vida, una inclinación hacia una concepción del mundo materialista o idealista se puede ver en los movimientos de Mercurio.

La evolución de los Espíritus de Personalidad dentro del ciclo de la Tierra trajo también un nuevo aspecto en la actividad, que hoy se manifiesta en los movimientos del planeta Mercurio y la relación de su esfera con los seres humanos. Dentro de la evolución Antigua Luna, esta jerarquía de seres espirituales implantó el impulso para desarrollar la independencia en la humanidad, es el más alto principio, el alma, o cuerpo astral. Este impulso fue necesario debido a que estaba destinado por los Dioses el convertirse en portadores autoconscientes de la astrología divina en el futuro.

Este desarrollo incluye también el peligro de ser demasiado independiente a través de la separación completa del mundo del alma cósmica y de la auto-satisfacción en el reino psíquico microcósmico de nuestro propio ser. Este peligro se escribe en la esfera del planeta Mercurio. Por ejemplo, podemos encontrar a través de la escritura del Mercurio en el nacimiento y sus antecedentes prenatales el posible sobre-énfasis del alma a la independencia, que a su vez se constituye en un intelectualismo que le separa del mundo de la realidad y le encierra en su propio universo anímico.

Pero la independencia en este ámbito también es una ilusión, porque no podemos romper los lazos con el alma y el espíritu del mundo del universo, ya que hemos nacido fuera de ese ámbito. Así también podemos ver el otro peligro que es el resultado de la ilusión del intelectualismo, la exposición de una persona a los poderes incontrolados de las pasiones y emociones que habitan profundamente en el reino del subconsciente. Ahora podemos ver que la imagen de los gestos del planeta Mercurio como dos triángulos en intersección es también una realidad interior (ver Fig. 1 y 2).

Uno de los triángulos apunta hacia la Tierra y está formado por las conjunciones inferiores cerca a la Tierra. Significa el peligro de la caída de las capacidades mercuriales de una persona a la tumba de la intelectualidad con destino al cerebro. El otro triángulo vuelto hacia el cielo muestra el peligro de caer en las profundidades de emociones y pasiones incalculables e incontrolables.

 También hay otro aspecto de este planeta y de su esfera. Los maestros espirituales de esta esfera, los Espíritus de Personalidad, avanzaron dentro de la evolución de la Tierra a la conciencia de la Intuición. Esto también se escribe en este ámbito planetario. Por lo tanto, podemos desarrollar estas fuerzas a medida que se encarnan en nuestro propio ser. Y en lugar de encerrarnos en nuestro propio mundo aislado, podemos experimentar a través del desarrollo anímico interior, la presencia de los seres espirituales reales dentro de nosotros.

Viven y trabajan en nuestro cuerpo astral, porque lo tomamos del mundo en el que estos Seres tienen su morada. Sin embargo, si no los reconocemos, si vivimos sólo en el ámbito de nuestro intelectualismo abstracto-distanciado del mundo, entonces estos Seres se convertirán en los amos incontrolados de nuestra alma. Por lo tanto, si nos fijamos en la posición y los gestos de Mercurio en un nacimiento, normalmente no es correcto considerar esto como una indicación clara de las peculiaridades del destino humano, en el sentido de pronóstico astrológico.

Esto se puede decir no sólo de Mercurio, sino de todos los planetas. Tenemos que aprender a mirarlos como grandes preguntas cósmicas cuyas respuestas solo podemos encontrarlas en la evolución de las facultades psíquicas y espirituales ocultas del ser humano. Sólo entonces podrá descender de nuevo la Astrosofía e incorporarse a una nueva Astrología Cristianizada.

Los acontecimientos en el Cielo

El cielo estrellado durante el mes de octubre es muy interesante. Podemos encontrar dos grupos de eventos:   el 1 de octubre se llevará a cabo una conjunción entre el Sol y Júpiter, y en el mismo día también se producirá una conjunción entre Mercurio y Júpiter. Esto sugiere que Mercurio debe estar también muy cerca del Sol (visto desde la Tierra), y de hecho podemos encontrar que el 2 de octubre habrá una conjunción superior de Mercurio con el Sol. En este caso, el planeta Mercurio se mantendrá detrás del Sol, entre el Sol y Júpiter. Por lo tanto vamos a tener el raro caso del Sol, Mercurio y Júpiter alineados uno detrás de otro.

Durante todo el tiempo el planeta Neptuno estará muy cerca de los tres cuerpos celestes que acabamos de mencionar; o ponerlo de otra manera, si fuéramos a extender una línea recta desde la Tierra a través del Sol, Mercurio y Júpiter en el espacio detrás de ellos, entonces nos acercamos al barrio de Neptuno. De hecho, las conjunciones del Sol, Mercurio y Júpiter con Neptuno han tenido lugar en los últimos días de septiembre; la del Sol y Neptuno en el Día de San Miguel, 29 de Septiembre.

Podemos ver que este grupo de eventos cósmicos está fuertemente relacionado con el tiempo de San Miguel de este año. Todos ellos tendrán lugar en la constelación de Virgo, en la parte superior de esta constelación, se puede distinguir en el cielo como la figura de un ser humanoide pero con alas, como un ángel. No podremos, sin embargo, ver estos eventos, porque el Sol está tan cerca que sus manchas de luz ciegan cualquier visión de estas estrellas. Se producirá una conjunción entre Marte y Saturno en la constelación de Géminis el 26 de octubre, casi en la frontera entre Géminis y Cáncer. Esto también es un evento muy importante, porque va a inaugurar un largo período durante el cual ambos planetas se pondrán retrógrados y realizarán dos conjunciones más. El último de ellos se producirá el 20 de marzo de 1946.

Por lo tanto, tenemos dos grupos de eventos: uno que está en la constelación de Virgo, el otro en Géminis. Este último incluso podemos observarlo en las primeras horas de la mañana, entre la medianoche y el amanecer, alrededor de 26 de octubre. Si tratamos de imaginar estos eventos, entonces oscuros recuerdos de largos tiempos pasados y las condiciones culturales pueden sonar de lo más profundo de nuestro ser como los sonidos del mar en constante movimiento. ¿De dónde vienen estos fragmentos de recuerdos y qué es lo que quieren decir o pedirnos? El conocimiento de la precesión, que es el movimiento del punto vernal  a través de las constelaciones del Zodíaco, podría llevarnos de vuelta al oscuro pasado cuando el gran Zaratustra fundó la antigua cultura persa, alrededor de 6000 AC. Saturno, el gran guardián de la memoria cósmica, puede abrir esta página en los registros cósmicos de la historia del mundo, y se nos permite leer en esta página la gran historia de Zaratustra y cómo fue capaz de experimentar, en o detrás de las estrellas, seres espirituales de los órdenes jerárquicos que trabajan en el planeta Tierra.

Podríamos deducir una imaginación débil de lo que vio en los eventos en la Tierra, en el cambio de las estaciones, en los acontecimientos de la vida humana y de la historia, y en la lucha entre el bien y el mal, el reflejo de estos poderosos eventos y constelaciones del gran universo. Vivía con los grandes seres espirituales del universo, que están más cerca de la Tierra y sus condiciones, sus necesidades y su futuro que otras personas de su tiempo, porque él vivió y podría unirse con el origen de todo lo que era y que estaba por venir.

Cuando nos preguntamos: ¿De dónde vino este gigantesco guía del conocimiento?, entonces podemos mirar a los otros eventos que tienen lugar en la constelación de Virgo. Si volvemos a la orientación de la precesión, el movimiento del punto vernal, nos puede llevar aún más atrás, a un pasado aún más remoto. Podemos llegar a una época anterior a la gran inundación atlante que destruyó el continente de la Atlántida. Podemos llegar a personas que tenían un conocimiento del universo estrellado, que excede a todo lo que podemos imaginar hoy.

Ellos fueron llamados los acadios. Ellos organizaron y ordenaron todo en la vida social de la Tierra según el gran fin de prototipos, que percibían en o detrás del universo estrellado. Ellos experimentaron en la multitud de estrellas la escritura de las huestes celestiales de seres excelsos, y en la lectura de este guión y actuar de acuerdo a ella, tuvieron la cierta experiencia que sus asuntos terrenales se dispusieron de la mejor manera posible.

Estos son los sonidos que podemos oír si tratamos de escuchar con nuestros oídos internos los eventos estelares de los que hemos hablado. Podemos escuchar mucho más por lo que hay que estar en silencio hasta que ha llegado el momento. Pero entre todo esto podemos percibir un sonido profundo, solemne, y podemos llegar a ser conscientes de que es la voz de ese Ser cuya fiesta celebramos en estos días. Él puede querer recordarnos a través de esas imágenes de un pasado remoto lo que la Humanidad ha perdido y tiene que recuperar de una forma completamente nueva. No podemos ahora mirar a las estrellas como los guías de nuestra vida en la Tierra.

Están muertos para nosotros; años luz e hipótesis espectro-analíticas los han desterrado de nosotros, pero podemos plantear la voluntad en nuestro lisiado pensamiento y restablecerlo con el fin de encontrar una nueva revelación de las estrellas. Podemos descubrir en ellas el gran recuerdo de toda la evolución pasada del mundo y de la Humanidad desde el principio. A partir de este conocimiento todo terrenal y del cerebro atado, superando la memoria cósmica, podemos obtener la sabiduría con la que ahora podemos empezar a ser seres humanos. A saber, seres que, de las profundidades insondables de la inteligencia cósmica, conocen las necesidades y la meta de la Humanidad, de la Tierra, y de todo el cosmos y que actúan libremente fuera este conocimiento en y para el futuro de nuestro universo.

Esto tal vez podría ser una parte del mensaje de San Miguel de este año que suena a través de los espacios cósmicos y quiere ser escuchado por el oído humano… Es sólo una representación general de estos eventos cósmicos que hemos tratado de describir. Puede que tengamos que decir mucho más acerca de ellos en el futuro.

Traducido por Diego Milillo y editado por Gracia Muñoz.