GA110c4. Las Jerarquías Espirituales y su reflejo en el mundo fisico.

Rudolf Steiner – Dusseldorf 13 de abril de 1909 PM

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La mirada retrospectiva sobre lo que se dijo esta mañana, nos permite comprender que las condiciones del Antiguo Saturno, relativamente transparentes y no tan opacadas por maya e ilusión nos suministran mayor claridad sobre cómo se realiza la redención o la continuada atadura de ciertas entidades que conocimos ayer al ocuparnos del profundamente significativo y a la par incisivo pasaje del Bhagavad Gita.

Recuerden lo que les dije, si los Espíritus de la Personalidad en el antiguo Saturno hubieran absorbido esos cuerpos calóricos de forma ovoide sin dejar nada atrás, al final de su evolución, la totalidad de Saturno se habría reabsorbido en el mundo espiritual. Pero como he señalado, esto no fue así, pues los Espíritus de la Personalidad imprimieron sus huellas en el conjunto del Antiguo Saturno con mayor intensidad de lo que hubieran debido, y no lo reabsorbieron en su totalidad, es decir, dejaron fuera de si esos cuerpos de calor exteriormente perceptibles.

¿Cuál es el poder que late en los Espíritus de la Personalidad en el antiguo Saturno?.  No es otro que lo que conocemos en el hombre moderno como el poder mental, el pensamiento. Porque en realidad, los Espíritus de Personalidad no hicieron otra cosa en el antiguo Saturno que ejercer el poder mental y lograr la formación de esos huevos calóricos, suscitando en sí mismos la idea de ellos. Así ese poder representativo de los Espíritus de la Personalidad tiene una potencialidad mucho más superior que en el caso de la humanidad moderna. ¿Cual es el poder que está detrás de la fuerza de las ideas, o conceptos, en la humanidad moderna?. Cuando se formula una idea hoy en día, se forma la representación sólo en el cuerpo astral, no se proyecta más allá del cuerpo astral. Y así la permanencia de esa forma no puede distinguirse en el mundo físico externo. En el antiguo Saturno los Espíritus de Personalidad eran magos poderosos. Formaron los huevos de calor en Saturno por la fuerza de sus pensamientos, y a través de esa misma fuerza también los dejaron atrás. Así que en realidad fue el poder de los Espíritus de la Personalidad los que causaron el residuo del antiguo Saturno, residuos que reaparecen una y otra vez, incluso durante la evolución del Antiguo Sol.

Es perfectamente comprensible que una entidad, que es realmente humana debe tomar forma a partir de su entorno, (pues los huevos que se formaron allí se construyeron del medio ambiente de Saturno) y los huevos se quedaron encantados, o encadenados a una existencia posterior. Esto se presenta en un sentido más abarcante de las condiciones de las que hablamos ayer pues aún no había llegado a ser tan complicado.

En este punto se puede decir: He aquí el fuego de Saturno, he aquí lo que siempre se espiritualiza de nuevo por ese fuego antiguo, que se retira de nuevo como el fuego interior del alma, como un calor confortable que se eleva hacia arriba a los mundos superiores. Pero si hubiera ocurrido sólo esto, Saturno se habría disuelto en los mundos superiores. Lo que se percibe como calor externo, que se ha condensado en calor externo es necesario que nazca de nuevo, debe reaparecer de nuevo, y reaparece de nuevo en el Antiguo Sol, como ya describí.

Ahora vamos a echar un vistazo a lo que hemos descrito en la conferencia anterior. Hemos dejado claro que esos seres de las jerarquías espirituales que llamamos Arcángeles, o Espíritus del Fuego, pasaron por su etapa humana en el Antiguo Sol, y que el elemento de calor se condenso por un lado, en humo o gas, por lo que el sol se convirtió en una esfera de gas, y por el otro lado el gas se combustionó de tal manera que la luz sale al espacio universal, y son los Arcángeles o Espíritus de Fuego los que viven en esa emanación de luz, quienes la inhalan y  la emiten y en esa actividad tienen su Ser. Como ya he dicho, si se hubiera viajado entonces por el universo, habrían visto al Antiguo Sol brillando en la distancia. En el interior de este sol hubieran registrado las distintas corrientes de gas, y lo habrían percibido como el proceso de la respiración de todo el cuerpo solar.

Vamos ahora a traer una vez más a nuestra mente este antiguo Saturno y el antiguo Sol. Hemos visto que en la vida de estos cuerpos planetarios reinan la vida y la actividad y que algo está ocurriendo allí. Hemos sido capaces de describir en el antiguo Saturno, las formaciones ovoides, que fueron construidas apareciendo y disolviéndose  de nuevo, con la excepción de aquellos restos que quedaron atrás. Cualquiera que observara la actividad interna del Antiguo Saturno se hubiera dicho a sí mismo: «Saturno es realmente un ser viviente. Es exactamente como si fuera un ser vivo. Vive: vive en sí mismo, y continuamente acumula formas de vida propia y así sucesivamente». En un grado aún más alto ocurre con el antiguo Sol. El se presenta como una unidad, como una totalidad en las condiciones cambiantes de su noche Solar y su día Solar, de la inhalación y la exhalación de la luz. Si se le hubiera podido observar habría dado la impresión de ser un cuerpo celeste lleno de vida.

Ahora todo lo que vive, que tiene ese tipo de actividad, que vive interiormente debe su vida y movilidad interna a los seres espirituales que gobiernan y guían ese movimiento. Es cierto que hemos dicho, que los Espíritus de Personalidad construyeron esas formas ovoides a través de su poder mental. Pero primero tiene que existir algo que suministre la sustancia de esos huevos. Los Espíritus de la Personalidad, los primigenios «principios» o Arkai no pueden producir esa sustancia. Eso es lo primero que debemos poner en nuestras mentes, que algo debe estar allí que proporcione la sustancia, es decir la calidez indiferenciada, el fuego mismo. Los espíritus de la personalidad sólo pueden moldear esa sustancia. Pero el calor lo deben recibir de otros lugares. ¿De dónde consiguen los Espíritus de Personalidad, la sustancia de calor, ese elemento de fuego?

Viene de Espíritus superiores esencialmente, seres espirituales que ya pasaron por su evolución humana hacia mucho tiempo, y que en el antiguo Saturno ya estaban mucho más allá de esa etapa.

Con el fin de formarnos una idea de tales seres sublimes, y por qué eran necesarios para dar el calor ardiente del antiguo Saturno, debemos por medio de una comparación, recordar el desarrollo del hombre mismo, pues el hombre  también, algún día se convertirá en un ser divino.

Sabemos que el hombre de hoy, integra su naturaleza humana en cuatro miembros constitutivos que son la clave de toda la ciencia espiritual: el hombre se compone de los cuerpos físico, etérico, astral y el yo. Sabemos cómo continua el desarrollo del hombre, su «yo» trabajando desde el interior empieza por remodelar el cuerpo astral para ponerlo por completo bajo su dominio.  Y, cuando el cuerpo astral este lo suficientemente transformado para que el yo tenga pleno poder sobre él, se puede decir que se ha configurado de modo que contiene el Yo Espiritual o Manas. Yo Espiritual o Manas es pues, un cuerpo astral supeditado al Yo.  Lo mismo sucede con el cuerpo etérico. Cuando el ‘yo’ intensificando aun mas su esfuerzo, vence también las fuerzas de resistencia del cuerpo etérico, este se transmuta en el Espíritu de Vida o Budhi. Y por último, cuando el ‘yo’ se enseñorea del cuerpo físico, cuando vence las fuerzas más reacias que son las fuerzas del cuerpo físico, entonces el hombre ha desarrollado dentro de sí al Hombre–Espíritu o Atman. Así queda constituido el hombre septenario con su cuerpo físico transformado en Atman u Hombre–Espíritu. Externamente, el cuerpo físico se muestra como tal cuerpo físico,  pero internamente, se halla totalmente supeditado a la incandescencia del yo, siendo cuerpo físico y  Atman, al mismo tiempo.

Análogamente el cuerpo etérico es a la vez cuerpo etéreo y Espíritu de Vida o Budhi, y el cuerpo astral es cuerpo astral y Yo Espiritual o Manas, el «yo» se ha convertido en soberano. Así, es como el hombre asciende a grados superiores en su propio desarrollo, con lo que se transforma, y trabaja en su propia divinidad, en su propia deificación, como diría Dionisio, el Areopagita, el amigo y discípulo del apóstol Pablo.

Sin embargo aquí no termina la evolución. Cuando el hombre este tan avanzado que ya ha conquistado por completo y absolutamente el cuerpo físico, todavía tiene por delante otras etapas superiores de desarrollo. Miremos las alturas espirituales, más y más elevadas, y a entidades suprahumanas mas y mas portentosas. ¿En qué consiste el continuo aumento de poder en estos seres?. Consiste en que en primer lugar se encuentran menesterosos y necesitan de algo, quieren algo, demandan algo del mundo, en tanto que después de su desarrollo, podrán entregarle algo. Fundamentalmente, todo el sentido y el espíritu de la evolución se apoya en el hecho de que pasamos del recibir, al dar. Vemos la analogía con la evolución humana en nuestra vida aquí entre el nacimiento y la muerte: el niño  nace desamparado y depende totalmente de quienes le rodean. Poco a poco se sobrepone a ese desamparo hasta que finalmente, el mismo se convierte en auxiliador de quienes le rodean.  Así sucede también con la gran evolución humana en el Universo.

En el antiguo Saturno, el hombre existía sólo como primer germen físico humano. Allí tuvo que contentarse con recibir las primeras bases de su humanidad, y así continuó durante toda la época solar y la lunar. En la Tierra adquirió su Yo, y ahora poco a poco se prepara para dejar que su Yo actúe sobre su cuerpo astral , etérico y  físico y así convertirse cósmicamente en un ser capaz de dar. Poco a poco se va introduciendo del estado de recibir, al de dar cósmico universal. Otro ejemplo de este hecho, nos lo ofrecen los Arcángeles o Arcangeloi. Ya en el Sol, su desarrollo les permitió darle la luz al espacio universal.

Repito, la evolución progresa del recibir al dar. En el caso de dar, la cosa tiene mayor alcance. Tomemos un ser que sólo puede dar sus pensamientos, que hablando con franqueza, no es todavía mucho lo que da por muchos que sean, pues el dador de pensamientos, seguirá siendo igual a como estaba. No ha dado nada visible o tangible, nada de efectivo en sentido superior. Pero llega un momento en que las entidades pueden dar no sólo pensamientos o especies mentales, sino mucho mas, por ejemplo, aquello que los Espíritus de Personalidad necesitaban en el antiguo Saturno: la sustancia del fuego calórico.

¿Quién estaba en un grado tan elevado de su propio desarrollo que pudiera emitir de su propio cuerpo esa sustancia calórica?. Eran los seres a quienes llamamos Tronos o Espíritus de la voluntad.

Así vemos que el antiguo Saturno se origina a través del hecho de que, desde determinado punto del Universo se concentran los Tronos y realizan en gran escala lo que a nivel inferior hacen los gusanos de seda, cuando con la materialidad de sus cuerpos hilan las hebras de seda. Los Tronos expelen e hilan la sustancia calórica y la ofrendan en el altar del antiguo Saturno.

Tenemos que considerar la vida de los Espíritus de la Personalidad en Saturno de tal manera, que estos Espíritus de la Personalidad o Arcai realmente impartían personalidad a ese calor dotándolo de autoconciencia. La sustancia del fuego calórico afluye desde el Universo  emanada de las sublimes entidades espirituales que son los Tronos.

¿En qué consisten esos huevos que se encuentran en Saturno?. En hilados del cuerpo ofrendado de los Tronos.

Pero eso no hubiera sido suficiente, la operación conjunta de los Espíritus de Personalidad tenía el poder de dar forma a la sustancia de calor, pero no podían hacerlo solos. Para producir esa vida interior y actividad, fueron necesarios otros seres espirituales que también habitaban en el antiguo Saturno, seres de una jerarquía inferior a los Tronos, pero mayor que la de los Archai o Espíritus de la Personalidad. Entidades a quienes les incumbe prestar ayuda a estos últimos. Podemos hacernos una idea de esa ayuda si pensamos en los ángeles que son los que están inmediatamente por encima de nosotros, y luego los Arcángeles, y los Principados o Espíritus de la Personalidad – arkai. Estos seres pertenecen a la Jerarquía que se encuentra inmediatamente por encima de nosotros. Los Tronos no son contiguos a los Principados sino que entre los dos existen grados intermedios, a lo que Dionisio el Areopagita; denomina Potestades o Exusiai (también Espíritus de la Forma) superiores en un grado a los Principados (Espíritus de la Personalidad). Las Potestades tenían con los Principados la misma relación que los Angeles tienen con nosotros. Otro grado superior a las Potestades lo ocupan las Virtudes (en griego Dynamis). Éstos se relacionan con los Espíritus de la Personalidad en el antiguo Saturno de la misma forma que los Arcángeles se relacionan hoy en día con nosotros.  Luego en ascenso le siguen las Dominaciones (Espíritus de Sabiduría) en griego Kyriotetes cuya relación con los Principados corresponde a la que estos tienen con nosotros. Solo después siguen los Tronos o Espíritus de la Voluntad.

Así, el antiguo Saturno tenemos una gradación ascendente de seres: los Espíritus de la Personalidad que estimulan y ejecutan la conciencia del «yo», luego los Tronos, o Espíritus de la Voluntad, que son superiores en cuatro grados, y que donan la sustancia ígnea  y entre estos dos coros para que pueda regularse y dirigirse toda la vida en el Antiguo Saturno, tenemos, en ascenso: las Potestades, o Espíritus de la Forma, las Virtudes o Espíritus del Movimiento (Dynamis); y las Dominaciones o Espíritus de la Sabiduría (en griego Exusiai y Kyriótetes). Estos eran, si se puede llamar así los habitantes del antiguo Saturno.

Mientras que el antiguo Saturno está evolucionando hacia el antiguo Sol -como se ha descrito en la última conferencia- los seres que acabo de enumerar también evolucionan hacia una etapa superior y los Arcángeles entran en la etapa humana. Externamente -podríamos decir físicamente- el calor se condensa en gas. El Antiguo Sol es un cuerpo gaseoso. Mientras que el Antiguo Saturno era todavía un cuerpo calórico oscuro, el Sol ya empieza a brillar pero alternando, por así decirlo, entre lo que podríamos llamar días solares y noches solares, alternancia de particular importancia, pues existe una enorme diferencia entre la vida solar diurna y la nocturna. Si no se hubiera producido otra influencia que la que señalé en mis dos conferencias anteriores,  los Arcángeles, que realizaban su condición humana en el antiguo Sol viajarían hacia el Universo en alas de los rayos luminosos, por el se difundirían y en las noches solares, tendrían que regresar al seno del Sol. Sería una inhalación y exhalación de la luz, y con ello también de los seres que hayan su medio vital en esa luz. Pero no fue así.

Permítanme ahora caracterizar la naturaleza de estos Arcángeles, de una forma sencilla, también podría decir trivial.

Cuando ellos se escapan, les gusta más esa expansión en la espiritualidad del Universo que la posterior concentración, existencia oprimente y de menos categoría. Les gusta más la vida en el éter lumínico. Pero no podrían jamás extender su vida en el éter lumínico mas allá de cierto límite, si nada hubiese acudido en su auxilio. Si los Arcángeles hubieran dependido totalmente de sí mismos, no hubieran podido hacer otra cosa que regresar dócilmente al Sol durante las noches solares. Sin embargo, ellos no lo hicieron, sino que prolongaron por mas y mas tiempo su estancia en el Mundo Espiritual. ¿Quién les ayudó a hacer esto?.

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Imaginemos que el círculo pequeño es esfera del Antiguo Sol, los Arcángeles tienden en todas direcciones hacia fuera, extendiendo su esencia espiritual en el Universo. Lo que favoreció esta expansión fue la circunstancia de que ciertos seres del Universo salieron a su encuentro. Así como en el Antiguo Saturno el elemento ígneo de los Tronos, afluía desde el Universo, así también los Arcángeles en su emigración se encontraron con otras entidades, incluso superiores a los Tronos, y ellas les ayudaron a permanecer en el mundo espiritual más tiempo del que hubiera sido posible por si solos.

Estas entidades que desde el espacio espiritual salen al encuentro de los Arcángeles, son los Querubines (Espíritus de la Armonía) coro particularmente egregio de entidades espirituales dispuestas a recibir a los Arcángeles con los brazos abiertos. Cuando los Arcángeles se propagan hacia el exterior, los Querubines acuden a su encuentro desde el Universo y  así toda la esfera del Antiguo Sol se hallaba rodeada del reino de los Querubines que se les acercaban. Del mismo modo que nuestra Tierra esta rodeada de su atmósfera, así el antiguo Sol se hallaba rodeado por el reino de los Querubines, en beneficio de los Arcángeles. Por lo tanto, al salir estos a los espacios universales, contemplaban a sus grandes ayudantes.

¿De qué manera se les acercaban? ¿Cómo se veían?.  Solo la conciencia clarividente que puede leer los Anales Akáshicos puede comprobarlo. Estos Grandes Auxiliadores Universales adoptaron figuras etéreas bien determinadas. Nuestros antepasados que, a través de sus tradiciones, todavía eran conscientes de estos significativos hechos, los representaban como peculiares animales alados, con sus cabezas configuradas de manera diferente: el león alado, el águila, el toro, el hombre alado. En efecto, los Querubines se acercaban por de pronto desde cuatro lados, mostrando precisamente los aspectos que corresponden a su posterior popularización. De ahí que las Escuelas de los primeros iniciados en la época post-Atlante designaron a los  Querubines que desde cuatro lados, se  acercaban al Sol con nombres que posteriormente se transformaron en el Toro, el León, el Águila y el Hombre. Oportunamente nos ocuparemos de ello en mayor detalle; por hoy nos limitaremos a estudiar los cuatro tipos de Querubines que se acercaron a los Arcángeles.

He ahí pues el aspecto presentado por el antiguo Sol, cuando sus auténticos moradores humanos, también llamados Arcángeles, se desplazaron al espacio universal, se les acercaron los Querubines desde cuatro lados y de cuadruple manera. Y esto les permitió permanecer en la región espiritual que rodeaba al antiguo Sol por más tiempo de lo que, de otra manera les hubiera sido posible. Y es que la influencia de los Querubines ejercía sobre los antiguos Arcángeles un efecto sumamente vivificante en el más alto grado, en el sentido espiritual. Pero como sea que esa influencia entró en la vecindad del Sol, esa influencia no podía quedar restringida únicamente a los Arcángeles, tenía que hacerse valer de otra manera. Pues así es siempre; lo que existe en alguna parte, ejerce efecto múltiple, no único. Pongamos el caso de dos personas que se hallan en una habitación; una de ellas desea un calor fuerte pero no la otra; sin embargo quedara afectada por el excesivo calor. Lo mismo sucedió con los Querubines que irradiaban desde el espacio cósmico: ejercían el efecto descrito sobre las entidades del antiguo Sol que se habían encumbrado hasta el elemento luminoso y podian vivir en el, acción que, sin embargo solo era posible durante el día solar, cuando la luz emanaba hacia el espacio cósmico.

Pero también había noches solares  cuando no emanaba luz alguna, los Querubines entonces también estaban en el cielo. En esa fase de oscurecimiento, el planeta solar era tan solo gas y calor, sin resplandor, los gases calóricos circulaban entonces dentro de la esfera solar. En esta etapa, los Querubines que de todos modos continuaban enviando sus efectos hacia el Sol, no podían ejercer normalmente su influencia sobre los Arcángeles,  sino que la ejercían sobre el oscuro humo del Sol, sobre el oscuro gas. En tanto que en el antiguo Saturno los efectos procedentes del cosmos se producían sobre el calor como tal, ahora, en el Sol, se ejercían sobre el calor condensado, esto es, sobre el gas. A esta acción de los Querubines hay que atribuir el hecho de que en el antiguo Sol a partir de la neblina solar se formaran los primeros rudimentos de lo que hoy llamamos el reino animal.  Al igual que sobre el Antiguo Saturno se genero a partir del calor, el primer rudimento del reino humano, o sea su cuerpo físico, asimismo en el Antiguo Sol se genera el primer rudimento del reino animal a partir del humo o gas, gracias a las figura de los Querubines reflejadas en los gases solares.

Estas figuras querubínicas que se extienden por toda la periferia del Sol, integran pues el conjunto de elevadas entidades que, por un lado se abren a los Arcángeles, y por el otro en las noches solares hacen surgir del gas o neblina solar, como por magia, los primeros rudimentos físicos del reino animal. De ahí que los antiguos conocedores de la cosmología espiritual le dieran el nombre de Zodiaco, esto es, circulo de animales a esas entidades que desde diferentes direcciones del espacio universal obraban sobre el antiguo Sol. He ahí el significado del zodiaco. En el antiguo Saturno los Tronos  derraman y sacrifican la sustancia precursora del cuerpo físico humano; en el Sol, se empieza trazando las primeras formas del reino animal, gracias a que los Querubines que se reflejan en el gas, es decir, en la sustancia calórica condensada, las evocan de ella. Inicialmente, los animales son, pues, trasuntos solares del zodiaco, existe una autentica relación interna entre el zodiaco y los animales que están en trance de devenir en el Sol.

En verdad, hubo buenas razones para dar semejantes nombres, y no se crean que, en aquellos tiempos los nombres se inventaron porque si. Uno nunca debe pensar que en aquellos tiempos antiguos los nombres fueran escogidos al azar. Hoy en día, cuando se descubre un nuevo planeta en la cadena planetaria, ¿qué dice el astrónomo que haya tenido la suerte de descubrirlo?. Abre el diccionario y buscan algún nombre tomado de la mitología griega que de casualidad todavía está desocupado, y se lo cuelga a su estrella.  En los tiempos en que en los nombres debían expresar la esencia de las cosas, es decir, en los tiempos en que los Misterios se hallaban en todo su apogeo, los nombres nunca se daban así; las denominaciones de antaño denuncian siempre un significado profundo del objeto. Las formas de nuestros animales, aunque hoy se hallen desfiguradas en caricatura, se extrajeron de la periferia del Universo, de la configuración del zodiaco, tal como existía entonces.

Puede que les haya llamado la atención el que aquí solo se apuntaran cuatro de los nombres zodiacales. Si bien estos son las expresiones principales para los Querubines, cada una de las figuras querubínicas tiene un descendiente o acompañante a la izquierda y a la derecha. Imaginen a cada Querubín escoltado de dos acompañantes, y así tendrán doce potencias en la circunferencia del Sol, que tienen que cumplir su misión cósmica conforme acabo de describir.

 Ahora se puede preguntar: ¿Qué relación tiene esto con los nombres comunes del Zodiaco?. A ello dedicaremos un comentario durante los próximos días, pues la secuencia de nombres ha cambiado un poco. En general se empieza a contar con Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo. Luego siguen Virgo y Libra. El Águila, por cierta transformación posterior tuvo que aceptar que la rebautizasen como Escorpión, por buenas razones. Siguen los dos acompañantes: Sagitario, Capricornio. El Hombre, por causas que oportunamente conoceremos se llama ahora Acuario. Finalmente Piscis. Así pues, la figura primordial de la que ha surgido el zodiaco, ya no trasluce sino en Tauro y Leo y un poco en el Hombre, que en ordinaria terminología exotérica, se llama Acuario. En los próximos días veremos el porqué de estas transformaciones.

Sintetizando, en el antiguo Saturno, elevadas entidades espirituales, los Tronos, segregan de su propia sustancia la materia ígnea. Otras entidades aun superiores, los Querubines recogen en su propio ser, la luz que nace de esa materia ígnea y transfiguran y enaltecen su condición luminosa. Sin embargo, cada enaltecimiento en el Universo, clama porque se produzca un rebajamiento para crear la necesaria compensación. Así, para que, de día, los Arcángeles encuentren la oportunidad de expandir su existencia espiritual, los Querubines tienen que continuar actuando de noche, y objetivar, en la sustancia calórica condensada a neblina, humo y gas, los entes y formas animales inferiores al hombre.

Con ello, hemos adquirido en sentido de la sabiduría primordial, una primera visión de la acción concertada de ciertas entidades espirituales del Universo con nuestro propio cuerpo celeste; hemos visto, asimismo, que lo que física y externamente sale a nuestro encuentro, siempre puede atribuirse a entidades espirituales. Lo que hoy tan profanamente se llama zodiaco, tiene su oriundez en la ronda de los Querubines que desde la periferia universal, ejercían su influencia sobre el antiguo Sol, cuando este irradiaba hacia el Universo cual energía luminosa, su propia energía.

Así hemos derivado el importante concepto del zodiaco y mañana continuaremos dentro de esta misma línea, podremos paulatinamente ascender a otros conceptos sobre los cuerpos celestes y verter mas y mas luz sobre su relación con las Jerarquías Espirituales.

Traducido por Gracia Muñoz con ayuda del texto de Juan Berlín traducido del alemán.