El Quinto Evangelio (Parte 3)

~ Peter Selg

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Jesús de Nazaret

…Según Rudolf Steiner, aunque el «Yo» de Zaratustra como tal, no fue transferido a la madre del niño Jesús salomónico, este «diálogo» permitió y sostuvo profundos procesos de transformación en ella. Se convirtió en una nueva personalidad y sintió cómo progresivamente se volvía más joven, vivificada y fortalecida por el efecto de las palabras de Jesús.

A partir de ese momento, culminando en el bautismo de Jesús en el Jordán, el alma del niño Jesús de Lucas cobró vida en ella:

«Lo extraño es que, a través de los efectos de esta conversación, el alma de la madre biológica del Jesús nathánico descendió del mundo espiritual y se unió con el alma de la madre adoptiva de Jesús. A partir de esta conversación, el alma de la verdadera madre del Jesús nathánico habitó en el alma de su madre adoptiva, como si se hubiera producido un renacimiento de la virginidad.

Es profundamente conmovedor observar esta transformación, ver cómo el alma de la madre de Jesús quedó imbuida con otra alma proveniente de los mundos espirituales».

Nota: En una anotación de cuaderno, Rudolf Steiner recoge la conversación con estas palabras:

«Conversación con su madre: No estoy de acuerdo con las enseñanzas de lo que se convirtió en Mitra, ni con las enseñanzas esenias. No puedo creer en enseñanzas que no son aplicables a las criaturas terrenales: leyes dadas sólo al pueblo judío; Mitra sólo para la gente del mundo; enseñanzas esenias sólo para un círculo reducido.

El Mesías no podría ayudarnos, porque ya no somos el pueblo de los profetas. Tampoco Mitra podría ayudarnos, ya que sólo puede ayudar a la Tierra, ni el Buda ni el principio esenio. Recordó su infancia: dedicó su «Yo» a lo que había comprendido, pues cada enseñanza había sido dada únicamente a la humanidad de un tiempo específico —“Sophia de María”—» (Cuaderno n.º 201, Archivo Rudolf Steiner, Dornach).

Dieciocho años antes, el alma de la madre del Jesús de Lucas había pasado al mundo espiritual, en paralelo o en torno al momento en que el «Yo» de Zaratustra pasó a su hijo. Ahora, cuando el «Yo» zaratústrico comenzaba a abandonarlo, ella podía retornar paulatinamente a la Tierra y unirse con el alma de la María que había acompañado a Jesús tan de cerca durante todos esos años y cuya comprensión cordial había sido un requisito previo para la conversación en Nazaret:

«De todas las impresiones obtenidas a través del esoterismo, tomar conciencia del carácter de esta conversación es una de las más grandes. Nada semejante puede verse en toda la evolución terrenal»

Tal como describe Rudolf Steiner en sus posteriores relatos del Quinto Evangelio, después de la conversación de Jesús de Nazaret con su madre adoptiva y la liberación inicial del «Yo» zoroástrico de su constitución, vagó por la casa durante días como en un sueño:

«Desde esa conversación estaba como transformado, tan cambiado que sus hermanos, hermanastros y otros parientes a su alrededor pensaron que había perdido la razón. «Qué tristeza», decían. «Sabía tanto; siempre fue muy silencioso, pero ahora ha perdido el juicio, se ha vuelto loco». En este estado, Jesús de Nazaret pronto «decidió» marcharse y buscar a Juan el Bautista en el Jordán. Ya conocía a Juan como miembro honorario de la comunidad esenia. También sabía que la individualidad de Elías estaba activa en Juan».

Nota: «En estos círculos esenios, Jesús de Nazaret también se encontró con Juan el Bautista, pero ninguno de ellos fue realmente un esenio, como revela el Registro Akáshico».

Según relata Rudolf Steiner, Jesús de Nazaret había tenido numerosas conversaciones con Juan entre los esenios y había experimentado, mediante percepción suprasensible, el trasfondo de la individualidad de Juan durante una de estas conversaciones. El 5 de octubre en Kristiania, Rudolf Steiner dijo:

«Tuvieron lugar muchas conversaciones entre Jesús de Nazaret y Juan el Bautista. Soy consciente de lo que significa relatar simplemente hechos como éste, pero nada puede detenerme, puesto que sé que tengo una obligación oculta de dar a conocer estas cosas ahora.

Un día, mientras Jesús hablaba con Juan el Bautista, la naturaleza física del Bautista pareció desvanecerse y Jesús tuvo una visión de Elías».

«Una única decisión final se liberó: un día, como obedeciendo a un impulso interior o movido por una necesidad interna, abandonó la casa, casi de forma automática, para encontrar a Juan el Bautista, a quien ya conocía».

Privado de la «conciencia del Yo» y siguiendo un «impulso cósmico inespecífico» o un «poderoso impulso cósmico», Jesús de Nazaret emprendió el camino hacia el Evento-Cristo, que habría de traer consigo la «iluminación macrocósmica de la Tierra» que tanto anhelaba.

Se movía «como gobernado por leyes cósmicas». Sus tres envolturas corporales restantes mostraban de nuevo la configuración de su infancia nathánica, «pero saturadas con todo lo que había sufrido desde su duodécimo año».

El ‘Yo’ de Zaratustra había partido, y todo lo que permanecía activo en sus tres envolturas se debía enteramente al poder de sus experiencias. En estas tres envolturas surgió un impulso que lo empujaba a emprender el camino que lo condujo a Juan el Bautista en el Jordán.

Partió como en una especie de sueño que no era sueño, sino en realidad un estado superior de conciencia. Solo permanecían sus tres envolturas corporales, espiritualizadas e impulsadas por los efectos de todo lo que había experimentado desde su duodécimo año, pues el ‘Yo’ de Zaratustra había partido”.

«Las tres envolturas lo conducían de tal manera que apenas percibía nada a su alrededor. Como el ‘Yo’ se había ido, vivía totalmente dentro de la visión del destino del ser humano y de lo que el ser humano carecía».

En Múnich, el 8 de diciembre de 1913, Rudolf Steiner habló por primera vez de tres personas que Jesús de Nazaret encontró en su camino para ser bautizado por Juan en el Jordán. En Kristiania, Steiner no había mencionado estos encuentros, posiblemente porque solo los conoció a través de investigaciones posteriores. De todo el contenido de las conferencias de Rudolf Steiner sobre el Quinto Evangelio, sus descripciones de estos encuentros —especialmente en las conferencias en Berlín el 6 de enero (Epifanía), 1914— son las más cercanas en carácter al Evangelio escrito que esperaba producir en el futuro.

En este contexto, las anotaciones de los cuadernos de Steiner, que registran en palabras el diálogo de estos encuentros, son especialmente notables:

«Yo he intentado poner palabras para revestir lo que él les dijo».

Steiner probablemente leyó en voz alta estas notas durante sus conferencias del 8 y 9 de diciembre de 1913 (Múnich); 17 de diciembre de 1913 (Colonia); y 6 de enero de 1914 (Berlín). Aquí está la descripción completa de Steiner de los tres encuentros, parafraseada de la conferencia de Epifanía en Berlín:

Cuando Jesús de Nazaret se puso en camino para encontrarse con Juan el Bautista, primero encontró a dos esenios con quienes había tenido muchas conversaciones. Como el ‘Yo’ de Zaratustra lo había abandonado, al principio no los reconoció. Sin embargo, las significativas impresiones fisonómicas dejadas en su ser por la inhabitación de Zaratustra permanecían, de modo que los esenios sí lo reconocieron.

Nota: El cambio que había experimentado produjo una expresión única en sus ojos, un resplandor suave, como si fuera de amor celeste encarnado en luz (no terrenal) por los seres humanos. Los esenios lo reconocieron como a un viejo conocido y descubrieron que no podían escapar a la infinita dulzura de su mirada. Y sin embargo, cuando miraban a sus ojos, sentían algo semejante a un reproche, que sin embargo, no provenía de él. Era como una fuerza que surgía en sus propias almas, irradiando hacia sus ojos y luego reflejándose desde ellos, como luz de luna suave, pero que también era como un tremendo reproche hacia su ser, hacia lo que ellos eran. Les resultaba difícil tolerar su presencia, que percibían como amor infinito y reproche. Se sentían fuertemente atraídos por su presencia, pero inmediatamente sentían el impulso de alejarse» (Múnich, 8 de diciembre de 1913).

Los dos esenios se dirigieron a él con las palabras: “¿Hacia dónde conduce tu camino?”. Jesús de Nazaret respondió:

«Hacia donde almas como las vuestras no quieren mirar: allí donde el dolor de la humanidad puede sentir los rayos de la luz olvidada».

Los dos esenios no comprendieron lo que estaba diciendo. Cuando se dieron cuenta de que él no los reconocía, le dijeron: «Jesús de Nazaret, ¿no nos conoces?». Pero él respondió: «Sois como ovejas perdidas, y yo tendré que ser el pastor del que huisteis. Si de verdad me reconocéis, pronto volveréis a huir. ¡Hace tanto tiempo huisteis!».

Los esenios no sabían qué pensar de él; no comprendían cómo tales palabras podían provenir de un alma humana. Lo miraban con incertidumbre. Pero él continuó hablando:

«¿Qué clase de almas sois, ¿dónde está vuestro mundo? ¿Por qué os vestís de engaño? ¿Por qué ardéis por dentro con un fuego que no se enciende en la casa de mi Padre? Tenéis la marca del Tentador sobre vosotros; él ha hecho brillar y relucir vuestra lana con su fuego. Los pelos de vuestra lana atraviesan mis ojos. Ovejas perdidas, el Tentador ha llenado vuestras almas de arrogancia. Lo encontrasteis cuando huisteis de mí.

Cuando Jesús terminó de hablar, uno de los esenios dijo: «¿Acaso no le hemos mostrado al Tentador la puerta? Él ya no tiene parte en nosotros». Y Jesús de Nazaret dijo: «En efecto, le mostrasteis la puerta, pero él huyó hacia otros seres humanos. ¡Os está acechando por todos lados desde otras almas humanas! ¿Creísteis que podíais elevaros rebajando a otros? Pensáis que sois elevados, no porque os hayáis elevado a vosotros mismos, sino porque habéis rebajado a otros para que estén por debajo de vosotros. Permanecisteis donde estabais. Esa es la única razón por la que os consideráis elevados por encima de los demás».

Los esenios tuvieron miedo, pero en ese momento Jesús de Nazaret desapareció ante sus ojos, y ya no pudieron verlo.

Con la mirada nublada un instante, sintieron la necesidad de mirar a lo lejos, donde contemplaron algo parecido a un espejismo: el rostro enormemente agrandado de quien acababa de estar frente a ellos. Y entonces oyeron palabras que resonaban como surgidas del espejismo, palabras terribles que les traspasaron el alma:

«Vuestro esfuerzo es en vano porque vuestro corazón está vacío. Se han llenado del espíritu que engañosamente disfraza el orgullo de humildad.

Después de permanecer un rato como aturdidos por ese rostro y esas palabras, el espejismo desapareció, pero Jesús de Nazaret ya no estaba frente a ellos. Miraron a su alrededor y vieron que había seguido caminando y que ahora estaba a cierta distancia. Los dos esenios regresaron a casa y no dijeron nada a nadie sobre lo que habían visto. Guardaron silencio hasta su muerte.

Nota: En su conferencia en Colonia el 17 de diciembre de 1913, Rudolf Steiner describió con mayor detalle cómo los dos esenios regresaron a su orden, afligidos y silenciosos. Durante el resto de sus vidas, nunca contaron lo que habían experimentado al encontrarse con Jesús de Nazaret, pero esto los cambió profundamente:

«Como resultado, se convirtieron en las almas más profundas entre sus hermanos, pero permanecieron en silencio, casi mudos, hablando solo lo necesario para la comunicación diaria. Sus hermanos no sabían por qué su carácter había cambiado tanto. Hasta el día de su muerte, no revelaron nada de lo que oyeron. Por consiguiente, experimentaron lo que entonces se convertiría en el Misterio del Gólgota de una manera muy particular.

Tras un tiempo de camino hacia el Jordán, Jesús de Nazaret se encontró con un hombre sumido en la desesperación. Jesús le preguntó: «¿Adónde te ha llevado tu alma? Te vi hace eones; eras muy diferente entonces». El hombre desesperado respondió: «Fui muy respetado y ascendí rápidamente en la vida, ocupando muchos puestos importantes. Al ver mi rápido ascenso y superar a otros, me decía a menudo: «¡Qué persona tan excepcional eres! ¡Tus grandes virtudes te elevan por encima de todos! Tuve suerte y disfruté al máximo de mi buena fortuna». Así habló el hombre desesperado.
Y continuó: «Una noche, mientras dormía, algo me vino a la mente como en un sueño. Me hicieron una pregunta como en un sueño, y de inmediato supe que me avergonzaba. Porque la pregunta que me hicieron fue: «¿Quién te hizo grande?». Y un ser se presentó ante mí en mi sueño diciendo: «¡Te he enaltecido, pero por eso me perteneces!». Y me avergoncé, porque creía que debía mi progreso solo a mis propios esfuerzos y talentos.

En mi sueño, sentí vergüenza al enfrentarme a este otro ser que me decía que no me había ganado el éxito. Y en mi sueño, huí de vergüenza. Dejé atrás todos mis cargos y honores, y ahora vago, buscando sin saber qué busco. Así habló el hombre desesperado, y mientras hablaba, el ser de su sueño apareció de nuevo y se interpuso entre él y Jesús de Nazaret, ocultándole la figura de Jesús. El hombre desesperado sintió que este ser estaba relacionado de alguna manera con Lucifer. Mientras el ser permanecía allí, Jesús de Nazaret se vio obligado a seguir adelante. Cuando el ser desapareció, Jesús de Nazaret ya se había alejado un poco, y el hombre continuó su vagabundeo confuso.
«Mientras Jesús de Nazaret seguía caminando, se encontró con un leproso, y de nuevo le preguntó: ‘¿Adónde te ha llevado el camino de tu alma? Te vi hace eones, y entonces eras diferente’. El leproso respondió: La gente me rechazó por mi enfermedad. Nadie quería saber nada de mí, y no sabía cómo iba a satisfacer mis necesidades básicas. En mi sufrimiento y vagabundeo, llegué a un bosque y vi algo a lo lejos, como un árbol brillante. Me atrajo irresistiblemente, y al llegar, algo parecido a un esqueleto emergió del árbol brillante y supe que la muerte misma estaba frente a mí. La muerte dijo: «¡Soy tú! Te estoy consumiendo», y tuve miedo. Pero la muerte dijo: «¿Por qué tienes miedo? ¿Acaso no me has amado siempre?». Pero yo sabía que nunca lo había amado. Y mientras me hablaba, diciendo: «¿Por qué tienes miedo? ¿Acaso no me has amado siempre?», se transformó en un hermoso arcángel. Luego desapareció y caí en un sueño profundo. A la mañana siguiente me desperté y me encontré tumbado junto al árbol. Desde entonces, mi lepra ha ido empeorando cada vez más.

Mientras el leproso terminaba de contar su historia, el ser que había visto junto al árbol se interpuso entre él y Jesús de Nazaret, transformándose en un ser que reconoció como Ahrimán o algún ser ahrimánico. Mientras miraba al ser, este desapareció, al igual que Jesús de Nazaret. Para cuando el leproso se recuperó, Jesús ya se encontraba a cierta distancia y el leproso tuvo que continuar su propio camino.

«Como para repasar cómo la evolución terrenal está ligada a los elementos luciféricos y ahrimánicos, estos acontecimientos ocurrieron entre la conversación de Jesús de Nazaret con su madre adoptiva y el bautismo de Juan en el Jordán. Estos acontecimientos lo prepararon —el Jesús Natán en quien el «yo» de Zaratustra había trabajado durante dieciocho años— para recibir al Ser Crístico. Es de suma importancia abordar este punto correctamente si queremos comprender la evolución de la humanidad en la Tierra».

El bautismo en el Jordán significó el descenso del Ser Crístico al cuerpo y alma bien preparados de Jesús de Nazaret. Según Rudolf Steiner, Jesús de Nazaret había sido preparado para el misterio del bautismo en el Jordán, para recibir al Ser Crístico, mediante un proceso extremadamente complejo y sutil de desarrollo y evolución corporal, imbuido de las cualidades polares pero complementarias de Salomón y Natán, y por su largo camino de sufrimiento existencial y compasión por la humanidad. En un sentido muy concreto, dice Rudolf Steiner, el bautismo en el Jordán significa la «concepción» del Ser Crístico en el ser de la Tierra.

El Quinto Evangelio nos dice que las palabras del Evangelio de Lucas son una reproducción exacta de lo que pudo haber escuchado en aquel momento una conciencia clarividente altamente desarrollada al escuchar la expresión cósmica del misterio que se estaba representando. De hecho, las palabras que resonaron desde el cielo fueron: «Este es mi hijo amado; hoy lo he engendrado». Estas son las palabras del Evangelio de Lucas, y reproducen con precisión lo que sucedió entonces: el engendramiento, la concepción, del Cristo en el ser de la Tierra. Eso es lo que tuvo lugar en el Jordán.

Traducido por Gracia Muñoz en agosto de 2025

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3 comentarios el “El Quinto Evangelio (Parte 3)

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  2. Avatar de José Mª Rodriguez José Mª Rodriguez dice:

    Sobre la traduccción de «madrastra», ya tuvimos serias discusiones al traducir los Evangelios en 2020. El problema reside en que los traductores alemán /español traducen la palabra alemana » madre de paso» directamente a «madrastra», que tiene ese «tufillo» aportado por Disney con las madrastras malas de sus films. Yo propondría lo que ya hicimos en ese momento: madre adoptiva o de acogida.

    Un saludo cocinera.

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