Prólogo

Del libro: El cristianismo como hecho místico

Rudolf Steiner

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En este libro, Rudolf Steiner traza el camino que conduce desde los rituales secretos de los antiguos santuarios de Misterios hasta su cumplimiento final en el Misterio del Gólgota, realizado por Cristo «en el gran escenario de la historia del mundo como un hecho externo». Steiner muestra cómo las corrientes de experiencia espiritual que formaron la ciencia, el arte y la religión del mundo antiguo encontraron su expresión más elevada en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo—el Misterio del Gólgota. En este último, Steiner vio el acontecimiento central en la evolución del cosmos, la Tierra y el ser humano: el punto culminante del proceso prehistórico e histórico que comenzó con la palabra divina: «Hágase la luz».

En el Acto de Libertad de Cristo, reconoció el impulso espiritual en el que únicamente puede hallarse el sentido y el destino de todas las cosas creadas. Steiner consideraba al «Logos que se hizo carne» como el fundamento de toda búsqueda religiosa contemporánea, y afirmaba claramente: «Hoy ya no es posible encontrar lo espiritual si no se comprende el Misterio del Gólgota». Este libro representa un primer paso hacia una comprensión verdaderamente moderna del Misterio del Gólgota: de los acontecimientos que condujeron a él, y de sus consecuencias en los primeros años de nuestra era. Conduce al lector desde aquel tiempo en que los hombres aún reconocían como realidad concreta y viviente el nacimiento de todas las cosas a partir de la Voluntad divina, pasando por el momento central de la Muerte en el Gólgota, hasta el despertar de nuevas posibilidades para la creación en la luz naciente del Espíritu.

Cómo llegó Steiner a esta profunda comprensión de la naturaleza y el significado de Cristo, cómo se preparó para ello mediante una larga y ardua formación en la ciencia natural, la filosofía y —por encima de todo— en el desarrollo de su vida interior, se muestra en la introducción de este libro. El Reverendo Dr. Alfred Heidenreich conoció personalmente a Rudolf Steiner y asistió a varios de sus ciclos de conferencias. Sus impresiones sobre este pensador excepcional de nuestro tiempo constituyen una valiosa aportación a este volumen de la Edición del Centenario de las Obras Escritas de Rudolf Steiner.

La presente traducción de El cristianismo como hecho místico es fruto del esfuerzo conjunto de tres estudiantes de las obras de Steiner—uno de ellos, un clérigo en activo. La traducción, junto con sus notas explicativas y de referencia, llevan el sello de una erudición cuidadosa y serán valoradas por el estudiante serio.

En su uso del término «místico» en el título de este volumen, Steiner alude indirectamente a una formación espiritual moderna, conducente a lo que él denominó «conocimiento exacto del espíritu». Aunque citó a numerosos escritores de los siglos tardorromanos y cristianos primitivos, se basó ante todo en este «conocimiento exacto», más que en fuentes tradicionales o históricas. Desde el punto de vista de su percepción consciente de la realidad espiritual, vio en el cristianismo un «Hecho Místico» de un alcance y una significación que sobrepasan las capacidades de la concepción humana ordinaria.

Además de compartir con otros los frutos de su percepción espiritual mediante libros como este, Steiner delineó una ciencia del espíritu que incluye un método de formación adecuado a las capacidades de hombres y mujeres de hoy. Indicó cómo una persona puede despertar facultades latentes dentro de sí misma, puede aprender a abrir sus ojos espirituales y así alcanzar una comprensión clara y consciente de la realidad superior.

El primer paso en este camino de formación espiritual se encuentra en la máxima del mundo antiguo: «Conócete a ti mismo». Desde los tiempos más remotos, el autoconocimiento ha sido reconocido como el objetivo indispensable inicial de la realización espiritual. En un siglo cristiano primitivo, uno de los Padres del Desierto escribió: «Grande es quien puede resucitar a los muertos; grande es quien puede ver ángeles con sus ojos físicos; pero verdaderamente grande es quien es capaz de verse a sí mismo. Tal persona tiene abiertos sus ojos espirituales».

 Rudolf Steiner establece el autoconocimiento como la conditio sine qua non para quienes hoy desean comenzar el peregrinaje desde la oscuridad, quienes aspiran a abrir sus ojos espirituales hacia una percepción consciente de la Luz del Mundo.

Paul Marshall Allen
Alvastra,
South Egremont, Massachusetts
Septiembre de 1961

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