Continuando el camino iniciado ayer, resumo muy brevemente la conversación del ermitaño y Perceval. Al preguntarle cuál ha sido su pecado, responde: «estoy encolerizado contra Dios porque no me ha mostrado su fidelidad. El ermitaño separa la mirada del problema personal y le hace descubrir la realidad del Ser y le muestra cómo en éste se encuentra la contradicción; por lo cual el hombre es invitado a elegir. Cómo el hombre ha aparecido, para elegir; que ha hecho una elección problemática. Que, a través de este problema, aparece el drama de la negación, que el hombre ha mancillado la tierra, que en tanto que madre, era virgen y le coloca delante de esta realidad: El hombre ha nacido de una tierra virgen, que ha destruido la virginidad de la tierra, que apareció una nueva virginidad, a través de la cual la Divinidad misma entró en esta existencia mancillada, y así apareció, la grandeza del amor divino, de tal forma que el hombre descubre lo que es y que tal como es, es amor. Ahora el hombre tiene un órgano interior nuevo, que debe aprender a discernir la claridad exterior y la interior, es decir un instrumento de percepción moral y a través de éste puede aprender a autodefinirse a sí mismo, así puede hacer el aprendizaje de la libertad.
Y ahora se vuelve hacia él, personalmente – hasta ahora había hablado de la humanidad en su conjunto – y le dice; «Toma tu moral, tus decisiones y dime ¿Qué te preocupa?».
Perceval habla de él, realmente, de su mujer, de la búsqueda del Grial. El ermitaño le dice que los sufrimientos que padece por su mujer le conducirán al bien. Pero la búsqueda del Grial es una cosa diferente, pues el Grial pertenece a una dimensión que se da a sí mismo y le hace dirigir su atención a lo que ha vivido sin darse cuenta.
Resumiendo: Se trata de la experiencia que hacemos cada noche cuando nuestra vida, que está fatigada y destruida, se renueva y regenera. Cada noche hacemos la experiencia de un milagro, pues cada mañana se nos concede una nueva vida. Cuando el ermitaño expone este misterio le hace pensar que ese milagro no se lleva a cabo ahora, como se hacía antes, pues la conciencia del hombre es cada vez más vasta y el hombre penetra fácilmente en las regiones del sueño llevando su propio desorden. Y por ello, cada vez es más necesario que haya hombres que vigilen sobre la limpieza del sueño.
Ya en la Edad Media existían hombres que tomaban sobre sí esta tarea: «los guardianes del Grial». También podríamos decir que pertenecían a una corriente espiritual. Eran hombres que cultivaban ciertas cualidades de conciencia a través de la cual podían mandar ciertas fuerzas purificadoras a la esfera del sueño.
En el momento en que Perceval pudo penetrar conscientemente en la esfera del sueño se dio cuenta que en esta esfera el que era responsable de esta fraternidad espiritual no consiguió guardar la fuerza necesaria en esa esfera. Descubre después que, en realidad, sin saberlo, había tenido una misión importante, porque si en ese momento hubiera clarificado su conciencia en el dominio del sueño habría liberado toda esa esfera para los hombres y así descubre que había llegado a ser sin saberlo profundamente culpable. También descubre que, muchas de las cosas que había hecho habían sido destructivas, encontrándose así ante la ruina de su ser. En ese momento se desarrolla el punto culminante del drama y el ermitaño le ayuda a separarlo pues, al mismo tiempo, descubre que el mundo espiritual lo sabía ya, antes que él, y este mundo le ayudaba y conducía a pesar de todo. Esta no es una experiencia abstracta, sino una experiencia real de la gracia.
Después de esto, Perceval descubre de qué manera había sido situado, por su destino, en este punto central del drama del Grial. Y como un niño sin fuerzas, nuevo, empieza a dar los primeros pasos para descubrir lo que significa esta nueva tarea. Y así dejó al ermitaño, quien en el momento de la separación le dijo: «Estate atento al misterio que consiste en el hecho de que Cristo ha dado a los hombres un signo visible, perceptible de esta gracia que acompaña a los hombres», como diciendo que lo que tiene lugar en los ritos de la Iglesia es una manifestación exterior de esta gracia espiritual de la que él había tenido experiencia.
Perceval siguió su camino y, un día, encontró otro caballero, vestido con una armadura cubierta de piedras preciosas y pensó: «Debe ser un caballero pagano» (es decir, un moro). Se precipitaron el uno contra el otro, en el más duro combate de su vida, pues por primera vez había encontrado un rival qua tenía exactamente la misma fuerza que él y no conseguía vencerlo. En cierto momento del combate su espada se rompió de nuevo y cuando el caballero «pagano» vio que no tenía arma, paró el acoso. Nunca antes, había encontrado Perceval un caballero tan noble; tanto en el terreno físico como en el moral, nunca había encontrado a nadie parecido. En esta situación contradictoria deciden presentarse cada uno y dice el otro: «Yo soy de la familia d’Anjou». Contesta Perceval «Yo soy de la familia d’Anjou» y así reconocen que son hermanos, pues durante sus aventuras orientales el padre de Perceval había tenido un hijo. Combatiendo por una reina negra, ésta le ofreció su mano, concibiendo un hijo. Después el padre se había marchado a Sevilla, donde conoció a la madre de Perceval. Sin quererlo, había ganado un torneo y los jueces le dijeron que tenía que casarse y, a pesar de decir él que ya tenía esposa en un país lejano, a la que amaba, cuando aquellos comprendieron que la esposa era pagana le convencieron de que su matrimonio no era válido y le obligaron a casarse con la madre de Perceval.
Así pues, el padre de Perceval tenía dos hijos, pero no conoció a ninguno de los dos, pues murió antes del nacimiento de Perceval. Ahora, se encuentran los dos hermanos. El hermano cuya madre era negra y el padre blanco, tenía la piel blanca y negra. Wolfram le llama con un nombre muy curioso que se escribe: «FEIREFIS». Los sabios han descubierto el verdadero sentido de esta palabra: En la lengua heráldica hay una palabra que en francés se escribe VAIR –término con el que se designa los componentes de esta figura:
(una barra blanca, otra negra)
En alemán VAIR se dice FEIR= Fils = hijo = Feirefis significaría «el hijo de dos colores, blanco y negro».
Los dos hermanos tienen que reconocer que cada uno es tan fuerte y noble como el otro y continúan juntos su camino, hasta que de repente se encuentran ante la puerta del Castillo del Grial, donde penetran y son bien recibidos. Allí les dicen que el nombre de Perceval había aparecido sobre el borde del Grial y son conducidos al gran salón donde ya había estado Perceval en la otra ocasión y vuelve a tener lugar toda la escena de la otra vez. Pero ahora, cuando el Grial pasó delante del Rey su sufrimiento fue tal que se puso a gritar, suplicando que se llevaran el Grial de su presencia porque su dolor era tal que no quería vivir, quería morir. Pero cuando se ha visto el Grial, ya no se puede morir y en ese momento, Perceval avanza, se pone de rodillas, invoca a la Santa Trinidad, se levanta, se vuelve hacia Amfortas y le dice emocionado: «Oh, querido tío, ¿Cuál es tu mal? En ese mismo instante todos sus sufrimientos desaparecieron y el Rey Amfortas apareció en una belleza tan radiante que era más hermoso que todos los demás, incluso que Perceval.
En el poema de Wolfram hay una frase muy significativa. Dice: «Aquel que invocó a la Santa Trinidad es el que ha dado la vida y la salud a Amfortas». Wolfram era consciente de que la fuerza que se manifestó en ese instante era la fuerza de la Resurrección.
Podría decirse que el Poema termina, pues es el momento en que Perceval es proclamado Rey del Grial después que Amfortas es curado. De repente aparece Kundry. Como ya no tiene ninguna maldición que echar, anuncia que hay un batallón cerca del castillo. Perceval sale inmediatamente para ver de qué se trata y encuentra un montón de soldados alrededor de una tienda más bella que las otras que parece ser la tienda del jefe del batallón. Al abrir Perceval la cortina ve una mujer dormida: es Conduiramur, su esposa y a su lado, dos niños. Había tenido dos gemelos que nacieron después de la marcha de Perceval. Este condujo a su esposa y a sus dos hijos al Castillo del Grial, donde tuvo lugar otra escena:
El hermano de Perceval se había quedado en el castillo y decía: «No entiendo nada. He visto una princesa de una belleza inusitada que parece llevar algo, pero no he visto que era» y se da cuenta que es ¡que no puede ver el Grial! Es decir, era consciente que podía penetrar en el mundo del sueño, pero no ver lo esencial, no puede ver la fuente de la renovación de las fuerzas y pregunta al viejo de la corte, a quien Perceval había visto a través de la puerta entreabierta. Este anciano era el abuelo de toda la familia-. Era el Rey Titurel que había construido el Castillo del Grial con la ayuda de los ángeles. El anciano dice: Feirefis no ve el Grial porque no ha sido bautizado, porque no conoce el Misterio de la Trinidad. Sólo era blanco y negro, es decir, estaba en el mundo de la dualidad.
Feirefis estaba tan enamorado de la portadora del Grial que cuando le dicen que aquello ocurre por no estar bautizado, dice: «Os daré todo lo que queráis, pagaré lo que sea, pero quiero ser bautizado». Entonces le dicen que se trata de algo que no se puede comprar y comprende que se trata de un camino espiritual. Se hace enseñar la ley de la Trinidad y se hace bautizar y así fue capaz de ver el Grial, casándose con la Reina del Grial. Marcharon después a Oriente, donde tuvieron un hijo que se llamó Preste Juan, cuya leyenda fue conocida durante la Edad Media. ¿Sabéis por qué Cristóbal Colón quiso ir a las Indias?, para encontrar el reino del Preste Juan. Creía que se trataba de un camino físico; no sabía que era un camino espiritual. No descubrió el Grial, pero sí América.
Después del bautizo de Feirefis tuvo lugar aún otro acontecimiento. Perceval fue llamado a otro lugar, donde se encontró delante de una roca en la cual había una abertura. Cuando llamó al interior de esta abertura, no tuvo respuesta. Abrió la puerta -que había estado tapiada- y descubrió en el fondo de la gruta a Sigune arrodillada. Había muerto mientras rezaba y a su lado estaba su caballero. Perceval pudo así reunir, en la muerte, al caballero y su dama enterrándolos juntos. Con esta imagen termina el Poema de Wolfram von Eschenbach y es, verdaderamente, la imagen más impresionante de la fidelidad a través de toda la vida.
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La primera aparición del Grial se encuentra en el Evangelio. Cristo llevaba a sus discípulos al borde del Lago, unas veces para pescar, otras para hablar. Un día fue para atravesar el lago. Del otro lado del lago les condujo a la montaña y si leéis el Evangelio con atención -y la traducción es buena- veréis que allí se dice: «Subieron a la montaña y de pronto Jesús volviendo los ojos, vio a la muchedumbre venir hacia El y preguntó a sus discípulos ¿qué les daremos de comer?». Dice el Evangelio: «El sabía bien lo que tenía que hacer, pero lo preguntó así para probarlos. Los discípulos dijeron: Hay aquí un chico que tiene cinco panes y dos peces» y dice el Evangelio que «Jesús levantó los ojos, dio las gracias, bendijo los panes y dijo a sus discípulos que los distribuyeran entre la muchedumbre y así todo el mundo sació su hambre».
El lago, los pescadores, la montaña, la comida misteriosa que se multiplica y cada cual queda saciado. En el tercer capítulo de S. Juan, Jesús añadió: «Yo soy el Pan de la vida». La pequeña frase de «Jesús volviendo los ojos miró a la muchedumbre» nos hace comprender que este acontecimiento no fue físico, sino espiritual y es la primera vez que unos hombres han sido llevados conscientemente, al dominio del mundo del sueño y que asistieron al misterio de la regeneración de las fuerzas, por la fuerza de Cristo.
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Damos paso a las preguntas que quieran hacer
PREGUNTAS
– En toda la historia de Perceval todos los personajes que tuvieron alguna relación con él pasaron a mejor vida, excepto el anciano que le dio consejos y le armó caballero. ¿Por qué no volvió a salir si era tan importante?
– El otro día Vd. dijo que cuando reconocemos nuestras faltas, las reparamos. ¿El mundo espiritual envió a Cristo para reparar el daño ocasionado por Lucifer?
– ¿Cómo se ha de entender el hecho de que Perceval, cuando va montado en el caballo blanco y se dirige al castillo dice: «Si es verdad que Dios existe, dejo las riendas sueltas y que el caballo me lleve?
– ¿Existe alguna relación entre la gracia que es dada y la disposición anímica en el momento en que se nos da algo, debido a un trabajo personal o no?
– Conoce Vd. al autor alemán Michael Ende que ha escrito «La historia interminable» y qué relación tiene con Perceval y sus historias con nuestro tiempo?
– Hay un libro que se llama “La demanda del Grial» del S. XIII. ¿Qué relación tiene el personaje que allí aparece, que encuentra el Grial, llamado Galaad, con Perceval? ¿Cuál es la misión de ese libro?
– La historia de Perceval sabemos que tiene mucha importancia, cuando él reconoce sus faltas. La historia tiene mucha importancia para todos los que estamos aquí, pero la historia de las personas humanas no es tan definida y normalmente no se encuentra un ermitaño que nos lo haga ver todo tan claro. ¿Cómo podríamos hacer cada uno de nosotros para encontrar ese momento en que hay que hacer la pregunta y conocer nuestras verdaderas faltas?
– ¿Hay alguna diferencia objetiva cuando alguien hace algo inconsciente o conscientemente?
Respuestas del señor Klockenbring
Me gustaría responder primero la pregunta más literaria.
Efectivamente, los diferentes romances del Grial aparecieron a finales del S. XII o principios del XIII. El primero que se conoce es el de Chrétien de Troyes, hacia 1169 ó 1170. Se sabe que en 1180 participó en una cruzada en Tierra Santa porque a partir de entonces no se vuelve a tener noticias suyas. 30 ó 40 años más tarde, el Romance de Wolfram von Eschenbach aparece y cuenta la historia que había empezado Chrétien y que no pudo éste terminar a causa de su muerte. Lo que es más interesante es que indica las fuentes: Dice que recibió el cuento del Grial del Conde Philippe de Flandes que era descendiente de una vieja familia de Duques de Alsacia, pero se sabe que esta familia desciende de Santa Odilia y es posible que en este ambiente haya habido una tradición en cuanto al Grial. Wolfram dice que recibió la tradición de un hombre llamado Guillot o Guyot (puede escribirse de las dos formas). Si se escribe como el último, el nombre viene a ser Guido. Si es el primero, automáticamente querría decir Guillermo. Wolfram dice que este Guillot era un provenzal y añade que éste recibió la tradición de un judío que vivía en Toledo que conoció las leyes de la Astrología.
Hay otro Romance del Grial escrito en una época entre el de Chrétien y el de Wolfram, por un hombre llamado Robert de Boron, originario de Montvelliard, en la región del Jura, entre Francia y Suiza, región entre dos civilizaciones, como le ocurre a Alsacia y a Flandes.
Robert de Boron no cuenta la historia de Perceval sino una tradición sobre el origen del Grial, y nos cuenta que el Grial es el cáliz en el cual Cristo dio de beber a sus discípulos en la Cena del Jueves Santo. Cuenta que cuando Cristo fue crucificado en el Gólgota, los ángeles tomaron el Cáliz y recogieron en él la Sangre después de su muerte en la Cruz. José de Arimatea, que había ofrecido su propio sepulcro para el cuerpo de Cristo, encontró este Cáliz en su casa. La historia cuenta luego, como durante la noche siguiente al Gólgota, José de Arimatea fue hecho prisionero en una Torre en la cual estuvo muchos años y rezando fue alimentado por el Grial que le llevaba un ángel. Esta misma leyenda nos dice que cuando Jerusalén fue tomada en el año 10, José de Arimatea fue liberado de esa prisión y decidió marcharse de esa región, tomando el camino hacia el Oeste que terminó por llevarlo hasta las Islas de Britania.
A lo largo de los s. XIII y XIV hubo una profusión de romances que nacieron por el impulso dejado por la tradición francesa, sobre todo de la Bretaña y Normandía creyendo que el romance do Chrétien no estaba terminado y así se hicieron varias «continuaciones» en las que la historia se hacía cada vez más complicada y no solamente Perceval habría encontrado el Grial, sino otro caballero que era menos puro que Perceval, que se llamaba Boores y otro que era aún más puro que Perceval, llamado Galaad.
Es fácil reconocer que este romance es una especie de imaginación sobre la historia de Perceval, pues podemos reconocer en estos tres personajes que tuvieron acceso al Grial los tres aspectos del psiquismo: la voluntad, el corazón y el espíritu. Boores es el hombre de la voluntad. Galaad el del espíritu puro y Perceval, el corazón, el centro. Considerad esto como «variaciones sobre un mismo tema».
Después leí lo que había dicho Rudolf Steiner que efectivamente, la tradición de Wolfram era muy segura. La frase exacta que emplea Rudolf Steiner es que «Wolfram era un hombre profundamente iniciado, pero, en ciertos detalles, la tradición de Chrétien era más exacta».
También existe otro romance sobre el Grial que se llama «El libro del Grial» y es muy posible que este libro sea anterior al de Chrétien y difiere completamente del otro. Describe la historia de un sacerdote que vivió en el s. VIII y que tenía dudas sobre la Trinidad y una noche entre el jueves y el Viernes Santo, cuando se preparaba, mediante la oración, para la misa que iba a celebrar al día siguiente y que ofrecía a Dios sobre la Trinidad, bruscamente su espíritu se abrió y fue invitado a recorrer un camino y nos cuenta este camino, que es muy difícil de comprender, porque se describe en imágenes. Se ve que esas imágenes no tienen nada que ver con combate en el mundo exterior, sino que son imágenes que reflejan un camino espiritual.
Después de pasar por diferentes pruebas a lo largo de ese camino, este sacerdote recibió en sus manos un pequeño libro que cabía en la palma de la mano y en esa misma noche pudo leer todo el libro y éste le indicó el secreto del origen de la raza humana. No puedo contar los detalles, pero, sumergiéndose a través de la meditación de este relato sobre la raza humana, este padre comprendió el misterio de la Trinidad y en ese libro se dice que ese misterio es el misterio del Grial.
Veis pues, que hay diferentes aspectos sobre este motivo. Podríamos continuar una o dos semanas más estudiándolo.
Quisiera ahora responder la pregunta que hice yo mismo ayer y las preguntas que se han planteado hoy encontrarán su respuesta.
Habéis podido daros cuenta que en las enseñanzas del ermitaño a Perceval uno de los problemas de partida era la aparición del mal. También una gran parte de las preguntas que se han hecho hoy giran alrededor de la relación con el mal. Me gustaría ahora volver sobre este problema, no sólo a través del romance de Chrétien o del de Wolfram, sino a través de lo que nos enseña la Antroposofía.
Tengo que reconocer que, gracias a la Antroposofía, yo entendí de manera más profunda la real historia de la tentación y de la caída, como no fue escrita en el Antiguo Testamento.
Normalmente se comprende la exhortación que Dios hizo al hombre como una prohibición, cuando dice: «Comerás de todos los árboles que hay en el jardín, excepto de uno, el árbol para conocer el bien y el mal». Cuando se dice «del árbol de la sabiduría», se traduce mal el texto hebreo. He leído varias traducciones de judíos que conocen el hebreo y considero esta traducción de «el árbol para conocer el bien y el mal” es más exacta. Luego añade «si comes de este árbol morirás de muerte». Evidentemente esto se entiende como una prohibición. He leído en algunos escritos de filosofía que la teología judeo cristiana empieza siempre por una prohibición y por eso es importante poner las cosas en claro.
¿Para qué fue creado el hombre? Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen. Y a nuestra imagen creémosle». Una vez que el hombre fue creado, la misión que Dios le dio fue la de dar nombre a todas las demás criaturas. ¿Qué quiere decir dar el nombre? Comprender. No puedo dar nombre a algo que no comprendo. Si doy un nombre a algo, quiere decir que comprendo lo que es esa cosa. No es posible que Dios haya prohibido al hombre conocer. Se tiene que tratar, pues, de otra cosa y ahora tengo que seguir con un desarrollo fisiológico y podéis pensar que es algo complicado, aunque por otro lado es muy simple. ¿Cómo funciona el organismo humano?
Está formado, constituido y alimentado por todas las fuerzas del cosmos. Como y vivo gracias a todo. Como el aire, la luz, el agua, las substancias minerales, las sustancias vegetales, como todo lo que el mundo me ofrece para mi subsistencia y vivo de lo que el mundo me da. «Tu comerás de todos los árboles del jardín». Pero mientras vivo soy un ser enteramente vital, es decir, estoy dormido. No tengo conciencia. ¿Sobre qué reposa la conciencia?
Es muy interesante que entre todas las células de mi cuerpo que reciben y dan, hay algunas que se han especializado de forma diferente. No reciben lo que se les da del exterior como un alimento, sino que lo rechazan. Son los órganos de los sentidos. El ojo está constituido de tal manera que el cristalino dirige los rayos de luz hacia el interior y allí el haz de rayos de luz se reciben en la retina y ésta reacciona como un espejo, incluso más violentamente que un espejo. El espejo reenvía la luz otra vez al exterior. La retina para la luz, reacciona a ella con un color complementario y por este hecho se puede decir que “mata» la luz, y en ese proceso transforma, metamorfoseando la penetración de la luz física en representaciones psíquicas y nosotros formamos la imagen y así podemos tomar consciencia de lo que está fuera de nosotros.
Con los fenómenos sonoros pasa algo muy parecido. Diariamente nos atraviesan las ondas sonoras que nos envían y son como vibraciones a través de nosotros y actúan para conformar nuestro esqueleto. Los fisiólogos y los músicos han descubierto con asombro que el hombre es un fenómeno musical extremadamente interesante. (El Sr. Klockenbring va señalándose el brazo derecho, desde la 1ª falange hasta el hombro) la relación de este fragmento y el siguiente, es de un segundo, el siguiente un tercio, el otro un quinto, el siguiente un octavo. (Los sonidos de una trompeta son exactamente 1/2 – 1/3 – 1/5 – 1/8) El brazo del hombre es un fenómeno musical.
Pasa igual con las formas, son fenómenos que podéis estudiar. No tenéis más que preguntar a un médico antropósofo los secretos del cuerpo humano. ¡Es una maravilla!
Estamos constituidos así gracias a la armonía del cosmos entero, pero tenemos dos órganos que no se dejan atravesar por las ondas musicales. Se ponen a vibrar ellos mismos como pequeños tambores y transmiten estas vibraciones a través de ciertos huesecillos muy delicados. Esas vibraciones son detenidas a través de un cierto sistema de nervios que dan forma a lo que nosotros percibimos como sonidos. ¿Sabéis cuáles son esos órganos?, los oídos. Todos los órganos de los sentidos han sido constituidos no para comer sino para rechazar el alimento que reciben. Es un fenómeno fisiológico puro, simple. Si abrís un libro de Anatomía podéis encontrar los dos árboles. Los niños, cuando miran algún libro de fisiología de sus padres, se llenan de asombro y admiración cuando ven un árbol rojo y azul: el de la circulación de la Sangre. Dad vuelta a la página y encontraréis otro árbol. Este nos da un pequeño escalofrío, porque es un árbol gris: el del sistema nervioso. El árbol para comer y el árbol para conocer. Uno es el que alimenta nuestra actividad y cambia y transforma lo que recibimos y lo que damos. El otro es el que no come nada, rechaza la vitalidad y la transforma en imágenes: visuales, táctiles, olfativas, gustativas y auditivas.
Lo que se describe en el Génesis es una enunciación del fenómeno humano. El hombre es una criatura que vive de la vida del mundo, pero en una parte de su cuerpo rechaza esta vida y en la medida que hace esterechazo, puede conocer. Así, el hombre fue instruido en el mundo terrestre y comenzó a dar nombres.
Y ahora comienza el drama. Sin duda sabéis como es un lago en lo alto de una montaña: completamente puro, refleja exactamente lo que pasa a su alrededor: el cielo azul, las estrellas, las nubes, la luna… todo lo que pasa. Pero no tiene ninguna relación con lo que refleja. En su origen, el hombre era un reflejo de conciencia, lo reflejaba todo, no tenía conocimiento de lo que era más importante, o menos, de lo que estaba más cerca, o más lejos, era como un espejo neutro. Tenía que llegar a ser como Dios, es decir, que manejaría libremente su conciencia.
Un día, tuvo que poner en movimiento su conciencia y apareció ante ésta una fuerza que le hizo saborear los hechos producidos por el conocimiento. En un momento dado, el hombre no sólo percibió, sino que comenzó a sentir su percepción y comenzó a preferir una percepción a otra. Su proceso de percepción comenzó a ser para él un proceso de alimentación y a partir de ese momento, su percepción ya no fue objetiva. El deseo, el gozo, la gracia penetró en sus actos de percepción.
Ved por ejemplo la diferencia entre al hombre y la vaca. Esta come lo que es bueno para ella. Nunca comerá una hierba venenosa y cuando está enferma, comerá la hierba que le sanará. Ella no sabe que esa hierba es buena para tal cosa, pero la vaca vive en un estado de metabolismo con el mundo exterior, no es capaz de establecer conceptos y no tiene la libertad del hombre.
El hombre no sabe lo que es bueno o malo para él. Se siente atraído por la sensación que producen en él, por ejemplo, el chocolate, la carne, la leche, etc. Aprecia la diferencia y valora a través de sus preferencias, es decir, ha roto su relación con las fuerzas cósmicas de la vida: Ha roto su lazo natural con el mundo exterior y se ve obligado a descubrir mediante su conocimiento las consecuencias de sus actos.
Podéis ver ahora que cuando se dice «del árbol para conocer no comerás, porque si comes, morirás» no se trata de una amenaza, como cuando un mal pedagogo dice: «Si haces esto te pegaré». Más bien es algo así como esos anuncios que se colocan sobre los postes eléctricos, que dicen «no tocar, peligro de muerte».
Se trata aquí de la descripción del movimiento de la conciencia del hombre y cómo esta conciencia ha dejado de ser subjetiva y cuando lo consiguió, la relación normal primitiva del hombre con el ambiente exterior se rompió y ahora el hombre tiene que buscar esta relación por sí mismo.
Y veis que el camino continúa: «Hagamos al hombre a nuestra imagen» es decir, un ser consciente, como Dios lo es. Este es otro aspecto de lo que hemos visto al descubrir la envidia y podemos apreciar cómo entró la subjetividad en el alma humana.
Ahora quiero hablar de algo que Rudolf Steiner nos hizo conocer. Él nos demostró que las fuerzas divinas que actúan, protegen al hombre. Cuando el hombre encontró su consciencia subjetiva, las fuerzas divinas le dieron un remedio contra dicha subjetividad, contra la influencia de Lucifer. ¿Sabéis cuál es? La enfermedad y la muerte. Voy a poneros un ejemplo grotesco. Sabéis que si alguien come demasiado chocolate -come y come y come, hasta caer enfermo- su hígado le dice: «Amigo mío, has comido demasiado chocolate».
Cuando alguien tiene mal carácter y reacciona a todas las sensaciones con amargura, un día su estómago le dice: «Amigo mío, esto no marcha bien». Y así continuamente.
Cada vez que el hombre come demasiado, cae enfermo, pues sus órganos no le dicen hasta donde puede ir y cuando ha sobrepasado el límite le avisan: «Hasta aquí has llegado, pero no más».
Ya sabéis lo que nos dice nuestro destino. En un momento dado, cuando hemos hecho tonterías durante 20, 3O, 40 … 80 años, nuestro destino también nos dice: «Hasta aquí, bien, pero no más. Bien, ahora vamos a reorganizarte». Y el hombre abandona su experiencia terrestre y vuelve al mundo de sus orígenes y pierde sus malas costumbres, deseos, hábitos, temores y, poco a poco vuelve a ser él mismo y encuentra el mundo espiritual por sí mismo. De esa forma la muerte es verdaderamente un remedio.
Pero el hombre ha empezado a tener miedo a la enfermedad y sobre todo a la muerte y por ello otra fuerza ha empezado a nacer en él. Ya hemos hablado de ella cuando mencionamos la objetividad a todo precio. Frente a Lucifer ha aparecido otro espíritu, que en la Biblia se llama Satán, y que los persas conocen con el nombre de Ahriman. Contra las influencias de este espíritu los seres que dirigen y protegen al hombre han dado otro remedio. Pues las influencias de Ahriman son tan fuertes que nos conducirían a una crispación de tal categoría que seríamos incapaces de evolucionar. Nos quedaríamos como lo que somos.
El remedio dado contra estas influencias se llama en las religiones orientales, el Karma. Y ahora tenemos que hablar algo sobre el tema. Normalmente nos representamos el Karma -que se nos presenta después de la muerte para decirnos lo que hemos hecho y tenemos que corregir esto y lo otro- como una restricción. Voy a poner otro ejemplo grotesco.
Supongo que, en España, como en el resto de los países, hay fiestas populares, verbenas, donde hay casetas de tiro al blanco con pistola, escopetas o con otros objetos. Desde que existen los hombres existen tales juegos. Es una de las más antiguas tradiciones y su atracción sobre los seres humanos no ha disminuido jamás. ¿De dónde proviene? Cuando hay una diana y el hombre intenta acertar hay algo que no soporta: no dar en el blanco. Es una de las fuerzas más profundas del ser humano.
Finalmente, el hombre no tiene ninguna necesidad de ningún instructor celeste porque, en el fondo de sí mismo, no soporta cometer faltas. La ley del Karma se la impone él mismo, pues se dice: «Yo soy quien no soporta haber hecho algo mal y tengo que llevar sobre mi conciencia el haber hecho algo mal hasta que lo corrija. Evidentemente es difícil y eso me da vergüenza; entonces lo oculto pero cada vez es más fuerte el sentimiento y de repente, cuando miro, veo la suma de lo que no he compensado y esto es lo mejor que nos puede ocurrir. Pues entonces nos podemos decir: la próxima vez haré esto y lo otro etc.
Ahora tenemos que comprender que, si esto se ha escrito así en la naturaleza humana, se ha hecho de tal forma que puede llegar un momento en que ya no se pueda más, como por ejemplo llegar a perder el valor. ¿Qué puedo hacer? Comprender que la fuente de la vida es venir a vivir una vida humana, venir a vivir la muerte del hombre para poner en movimiento esta fuerza que el hombre pierde cada vez más. Y cuando el hombre siente que Cristo ha hecho esto por él, esta fuerza se comunica con El.
El hombre recibe la Gracia de poder recomenzar. Si nos dijeran «todo está bien», Cristo hizo esto por tí, tendríamos el sentimiento de vergüenza ajena.
Pero como Cristo vino a vivir nuestra misma existencia, renovando así en nosotros el valor de volver a coger nuestro «fardo», conocemos que no solamente lo hizo por nosotros, sino que nos comunicó la fuerza de hacer, porque Cristo quiere transformarnos. Si nos preguntaran cuál debe ser la disposición anímica para captar esta fuerza, esta gracia, podríamos poner un ejemplo, para lo cual os ruego que hagáis un pequeño esfuerzo conmigo: Cuando se pronuncia la palabra AMOR se puede discutir sobre el amor, se puede establecer una teoría sobre el amor, hacer anécdotas sobre el amor. Cantidades de representaciones sobre el amor, pero también se puede hacer otra cosa. Se puede decir «voy a pensar en AMOR» y quito de en medio todas las demás representaciones y solamente pienso AMOR. Si pienso AMOR, descubro que el alma ama y yo mismo amo. ¿De dónde me viene esto? De la misma noción de amor, que es una realidad. Yo no sé lo que es el amor, nunca he amado verdaderamente, nunca he sido verdaderamente amado y, sin saberlo, si pienso AMOR, el amor mismo me dice lo que él es y sé que es aquello a lo que más aspiro. En ese momento he abandonado el mundo de la especulación y hago la experiencia y si estoy atento puedo recibir un contenido espiritual. Esto es una Gracia.
Al momento siguiente puedo pensar en otra cosa y el momento de Gracia ha durado un momento. Pero cada vez que vuelvo a tener esta noción y pienso en ella con pureza, puedo volver a hacer esta experiencia: que «EL AMOR ES». Aunque nunca haya tenido la experiencia exterior, él es: esta es la experiencia de la Gracia, que es una experiencia de renovación y no tengo necesidad de dormir para ser regenerado por el sueño, porque aquí me encuentro en el terreno de la regeneración, estando despierto.
Hubo un tiempo en que el hombre no lo podía hacer así, sino que tenía la imagen de una fuerza divina que venía hacia él. Los romanos, o los griegos, llamaban a esta fuerza: Marte, Cuando era la fuerza que daba el valor; Venus, cuando era la fuerza que daba el amor, o la belleza y así, los hombres tenían la visión de un ser divino que eliminaba de ellos las fuerzas morales pues los hombres, por si mismos no podían eliminar las fuerzas morales.
Cuando Cristo vino a vivir sobre la Tierra y vivió El mismo las fuerzas morales y los hombres vieron cómo se creaban estas fuerzas, nació en los hombres la capacidad de ese recibir esas fuerzas. Comenzaron así a penetrar -en estado de vigilia- en el terreno donde no podían entrar más que durante el sueño y por la imaginación, empezaron a penetrar poco a poco en los dominios donde se puede conocer qué es la Gracia.
Cuando se nos dice que el Grial es el Cáliz donde los ángeles recogieron la Sangre de Cristo, o que es una piedra sagrada sobre la que una paloma llevó una hostia el Viernes Santo, siempre se trata de la misma realidad, es decir, que ante la conciencia del hombre se ha situado la conciencia del misterio de darse completamente. ¿Cómo llamar a esta disposición del espíritu que percibe este misterio? Voy a poner otro ejemplo. Un día encontráis un ser humano que os cae simpático. Al cabo de un cierto tiempo, os decís: Sí, es simpático, pero… cuando me dice las cosas, ¿me las dice por simpatía?, ¿estamos realmente en contacto? Y todos conocéis la misteriosa búsqueda que supone buscar un contacto interior de un ser con otro ser. Si hemos comprendido bien al otro, lo sentimos. El otro también hace esfuerzos de tacto interior para saber si yo soy lo que parezco. Y algunas veces tenemos un instante en que el contacto se establece: éste es también un momento de Gracia. Un hombre encuentra a otro, tal como es. ¿Cómo llamamos a esta experiencia?: la confianza. Creo en él, él cree en mí. Existe la comunicación. Este es el verdadero sentido de la palabra FE. Si tenéis fe en el amor en realidad entendéis vuestro tacto interior hacia esta noción. La fe es un órgano de percepción de la realidad espiritual. En el trabajo de un camino de búsqueda antroposófica la primera cualidad que se aconseja es la «devoción» pero no la que nos lleva a rezar continuamente sino esta actitud de tacto interior, y de escucha, de respeto devocional. Si tenemos esta actitud ante cualquier noción en un momento dado ésta puede hablarnos y revelarnos, entonces su ser espiritual: que es una Gracia.
En un principio esto lo sintieron los hombres de una forma global, porque el Amor de Cristo era una fuente tan grande que durante tres o cuatro siglos vivieron en la experiencia, en el continuo resurgimiento de la vida. Pero poco a poco la continuación de su camino llevó al hombre a que pudiera percibir esto; que Cristo tiene que llegar a ser el Amigo, el Salvador, el Maestro de cada uno. Por eso el hombre tiene que hacer la experiencia de la soledad. Y en ésta el destino de Perceval es uno de los más característicos, pues su destino, es nuestro destino; que cada cual lo vive a su manera.
No podemos decir, Perceval tuvo suerte de encontrar al ermitaño porque queridos amigos, si Nietzsche hubiera encontrado lo que nosotros hemos encontrado, no hubiera muerto loco. Hemos encontrado a Rudolf Steiner que nos ha dado una iniciación más profunda que la del ermitaño. Hay que aprender a escucharlo. Esto es algo muy serio, algunas veces nos olvidamos, pero también algunas veces tomamos conciencia de la Gracia extraordinaria de vivir en nuestro siglo. Sería bueno que lo olvidáramos lo menos posible.
Basta con mirar un poco lo que vive en la mayoría de los hombres de hoy día, los caminos que parecen sin salida y descubrir que existe la posibilidad de una pedagogía nueva, una pintura nueva, una vida social nueva… Entonces llega el momento en que cada cual se dice: «Hay que empezar por algún sitio».
Y cada uno empieza como puede: unos leyendo, otros hablando, otros a través del trabajo, etc. Cada destino individual es un camino que comienza hacia la realidad espiritual.
Voy a mencionar otra cosa más. Sabéis que en el Génesis está escrito: «Cuando el hombre, después de comer del árbol para conocer fue excluido de este dominio espiritual, tuvo que comenzar su camino de búsqueda». También se dice allí: «pondremos un ángel a la entrada de este camino para que no coma del árbol de la vida». También Rudolf Steiner dio una explicación luminosa a esta frase. Dijo: «Efectivamente, de todas las fuerzas a las cuales el hombre tenía acceso, algunas le fueron retiradas, de tal forma que no pudo percibirlas y por ello ya no pudo tampoco turbarlas, no pudo comunicarles su enfermedad».
Rudolf Steiner nos dice que, en efecto, hay ciertas fuerzas que han sido retenidas por encima del hombre, a las que no tiene acceso inmediato, pero tiene un conocimiento subconsciente de estas fuerzas y por eso se acuerda siempre subconsciente y soterradamente de sus orígenes. Y esta realidad acompaña siempre al hombre, como un doble superior de sí mismo.
Esto ocurre a nivel individual y lo descubrimos en la irradiación luminosa de un niño. Cuando éste cumple los tres años, se aleja de él y el niño se hace persona. A menudo nos parece triste ¿por qué no continua como era? Pero aquel ser está en algún sitio y el hombre tiene el íntimo conocimiento subconsciente de ese ser. De la misma manera ocurre en la Humanidad. Una parte de la humanidad primitiva se separó y se quedó en el mundo espiritual, como un doble del hombre que ha permanecido inocente. Este ser superior del hombre ha acompañado el destino de la Humanidad y ha visto el destino trágico que tomaba éste y ha sentido la angustia por ello y ha preguntado al mundo divino: «¿Qué hacer para ayudar a la Humanidad?»
Y se realizó algo que se puede comparar a un gran sacrificio. Aquel ser puro se unió completamente al Hijo divino, recibió al ser divino él, siguió el camino a través del cual el Hijo divino se aproximó a la encarnación. Es el ser que nació en Belén y por encima brillaba el conjunto de las jerarquías divinas y el Ser del Hijo estaba próximo a él. Cuando este ser puro llegó a la edad de 30 años se sometió al bautismo de Juan y en ese momento el Ser del Hijo Divino se encanó en él. En el Evangelio según Lucas, en el manuscrito más antiguo, se citan las siguientes palabras: «En el momento en que Jesús salió del Jordán, después del bautismo, se oyó una voz que decía: «Tu eres mi hijo bien amado. En ti hoy me he manifestado, hoy te he engendrado».
Esta penetración del Ser Divino en el ser humano puro es el acontecimiento que ocurrió en el Bautismo del Jordán. Si meditamos sobre este hecho podemos llegar poco a poco a medir lo que es uno de los más grandes misterios, es decir, el secreto de un Ser que es verdaderamente Divino y verdaderamente humano y las dos naturalezas se interpenetran completamente.
Si yo hablo aquí de este hecho es porque el cristianismo ha luchado durante varios siglos alrededor de este misterio y uno de los lugares en que la lucha ha sido más intensa es España pues cuando vinieron los visigodos a instalarse en este país tenían una forma de espiritualidad que se llamaba arrianismo que decía: «El Logos, el Verbo divino es la primera de todas las criaturas. Si no fuera una criatura, el poder divino no podría atravesarnos nunca. No podríamos ser transformados». Ahora yo hago una observación. Si por ejemplo tuviéramos aquí un montón de hormigas y nos diéramos cuenta que tenían una enfermedad yo puedo sentir una gran piedad por ellas y decido entregarme por ellas. Yo soy un hombre, no una hormiga, y puedo hacer lo que quiera, pero no puedo transformar a las hormigas.
Esta era la gran pregunta de los arrianos visigodos’ «Si un ser divino se da por nosotros y no es humano, no serviría para nada». Por eso concibieron esta idea: que el Logos era la primera de todas las criaturas y en ella se manifestaba el Hijo de Dios.
Otra de las grandes representaciones nació en Egipto, donde había una antigua experiencia que aquel que aspiraba a la iniciación iba aprendiendo a conocer todos los reinos de la naturaleza y se les presentaba la duda: ¿Cuál es al ser a quien debo la existencia? Quién vivía con esta pregunta llegaba un día a la siguiente experiencia: Tenía la impresión de estar en el fin del mundo y delante de él se extendía la eternidad y estaba delante de la eternidad como delante del mar, pero esa eternidad era totalmente oscura y silenciosa y este hombre sabía: es en este silencio, en esta oscuridad, donde se encuentra el secreto de mi origen. Pero la inmensidad se callaba.
Rudolf Steiner nos describe esta experiencia de la forma siguiente: Cuando un hombre había vivido con este silencio durante cierto tiempo demasiado largo, su nostalgia, su necesidad de respuesta se hacía cada vez más incoercible era más que un grito de pregunta y el silencio y la inmensidad se callaban todavía y después podía ocurrir que de su nostalgia emanaba algo que penetraba en el silencio y, de repente, tomaba conciencia: he llegado a ser otro, diría. Isis, la Diosa, ha dado a luz a un hombre nuevo. En el mismo momento que hacía esta experiencia, sabía que era para siempre, pues todo lo que vive nace en cada instante de la inmensidad.
Ciertos Misterios Antiguos conocían el secreto del nacimiento divino en la eternidad, pero no sabían que este nacimiento tendría lugar en la Tierra. Y fue en Egipto donde cierto Padre de la Iglesia cristiana formuló su concepción de la Encarnación: aquel que nace en Belén encarnado en Jesús es el que nace del Padre en toda la eternidad. Y estas dos representaciones, la de una criatura pura, que es verdaderamente humana y que recibe en ella al Hijo y la otra representación, que el Hijo es engendrado en la eternidad por el Padre no pueden reconciliarse.
Y en el año 589 en el Concilio de Toledo se decretó que el arrianismo era definitivamente herético y en ese momento se proclamó el hecho de que Cristo Jesús es verdaderamente Dios y verdaderamente Hombre, pero no podemos representarnos ni cómo, ni por qué.
Esta concepción de la Iglesia es justa, pero se puede pensar y comprender.
Y yo creo que el Misterio de este Ser puro que planea sobre nuestras cabezas y que recibe en él la sangre sagrada, es decir el Hijo Divino, -el misterio del Grial- es una forma de representación de esta interpenetración de lo eterno en lo temporal.
Para terminar, quiero hacer hincapié en nuestro pequeño ejercicio del AMOR, pues cuando pensamos AMOR con nuestro pensamiento personal y descubrimos en un momento dado que nos manifiesta su realidad eterna y durante un instante las dos realidades se penetran, descubrimos que en la Humanidad actual ese misterio se está aproximando.
Madrid, 30 de marzo de 1983

