Enfoque Práctico II – febrero de 1970

Por Willi Sucher

Conclusión de la Conjunción Superior de Venus

Una humanidad moderna podría concebir un orden social de esta naturaleza como una imposición. En la antigüedad fue recibido, por supuesto, por una conciencia totalmente diferente de la actual. De hecho, ha sobrevivido hasta nuestra era, pero ha pasado por una serie de variaciones y cambios. Uno de ellos fue el orden social de la antigua Roma. Allí el orden social se fundaba en el concepto de Derecho Cívico. Otra forma fue el feudalismo medieval, basado en un orden jerárquico de la sociedad. Sin embargo, nuestra época moderna considera cada vez más que este tipo de orden social debe evolucionar hacia algo más afín a la condición de la humanidad contemporánea. Los antiguos órdenes e instituciones sociales eran necesarios por la evolución inaugurada por las fuerzas de Marte. El ser humano de la Era actual experimenta, sobre todo en lo más profundo del subconsciente, que la estructura y organización de la sociedad humana, o comunidad, debe erigirse y nacer del trabajo de las fuerzas de Venus. Desgraciadamente, lo que se olvida con demasiada frecuencia es que, para lograrlo, los individuos debemos elevarnos a un nivel de elevada libertad espiritual e imaginación moral, que es lo único que nos permite realizar y justificar la independencia que hemos alcanzado.

El desarrollo hacia estos objetivos más elevados, de ajuste a los nuevos requisitos para poner en orden la «casa de la humanidad», es obviamente lento en su progreso, tumultuoso a veces, e incluso doloroso. Un estudio histórico correspondiente revela que los mayores puntos de inflexión en este camino, por ejemplo, las revoluciones sociales en la historia moderna están conectados con acontecimientos en estas líneas nodales y absidales de Neptuno, Venus e incluso Marte.

A continuación, se ilustran cuatro gráficos abreviados, tres de los cuales presentan las configuraciones heliocéntricas de los cielos en la época de las grandes revoluciones sociales: La primera muestra la situación en vísperas de la Revolución Francesa (Fig. 18). Júpiter acababa de pasar a Urano en conjunción y estaba cerca del nodo ascendente de Neptuno y del perihelio de Venus. Al mismo tiempo se encontraba en un aspecto llamado quintil, o a 72° de distancia, de Neptuno. La cercanía de Urano y Júpiter a los elementos de las esferas de Neptuno y Venus concuerda con lo que dijimos anteriormente (enero del 66) sobre las implicaciones contenidas en la cercana coincidencia de estas líneas que identifican las esferas planetarias.

Evidentemente, en aquel momento, en 1789, llamaba a la puerta la necesidad de reconstruir los cimientos de la comunidad humana. La llamada al nuevo orden de Venus se hizo patente en los cielos.

La Revolución Francesa fue una rebelión contra la oxidada estructura feudal de la monarquía francesa. Era de esperar en algún momento de la historia. En la época anterior a su inicio, también existía una conexión con ciertos impulsos esotéricos y ocultos de la humanidad. Por ejemplo, el gran motivo de alcanzar la Fraternidad, la Igualdad y la Libertad mediante esta revolución, demuestra que existía en algunas mentes la comprensión de la necesidad de construir el nuevo orden sobre lo triple. La triplicidad del ser humano como cuerpo, alma y espíritu -un antiguo reconocimiento espiritual- debe salvaguardarse si se espera construir un nuevo orden social sobre una base sana. El conocimiento de los requisitos de la economía, la salvaguarda de los derechos humanos y el libre desarrollo de la vida cultural deben, por supuesto, ir con ello.

Sin embargo, muy pronto se hizo evidente que la humanidad de la época era incapaz de alcanzar estos objetivos de permitir que las tres esferas se desarrollaran, cada una en libertad sin obstáculos. El elemento político, que debería haber salvaguardado los derechos humanos, se transformó en lo contrario y se convirtió en el terror practicado por muy pocos, por ejemplo, Robespierre. ¿Qué había ocurrido? Que la humanidad había vuelto a caer en el antiguo orden de estructuras sociales de Marte, donde unos pocos, el monarca, el déspota, el líder absoluto gobernaban a las multitudes.

¿Por qué ocurrió esto? La tentación de retroceder parece haber sido facilitada por el movimiento de Júpiter a través del afelio de Marte aproximadamente un año después del comienzo de la revolución. De este modo, las fuerzas marcianas de la conciencia social levantaron de nuevo la cabeza y estropearon el impulso original allí donde pudieron encontrar acceso en la naturaleza humana. No hay necesidad de imaginar que las cosas tenían que desarrollarse como lo hicieron. Principalmente, en nuestra época tenemos el poder de resistir tales tentaciones, pero sólo puede hacerse con plena conciencia. Cualquier tipo de torpeza y letargo mental puede abrir las puertas de la mente a estas fuerzas.

No hemos incluido un diagrama de las configuraciones en el momento de la revolución de 1848-9, principalmente en Europa Central. Júpiter volvió a moverse en 1848 a través del nodo ascendente de Neptuno y el perihelio de Venus, como en 1789, pero la característica principal fue el lento movimiento de Neptuno a través del afelio de Marte. De hecho, estas rebeliones no tardaron en decaer, principalmente en compromisos con las estructuras monárquicas existentes.

La siguiente gran revolución tuvo lugar en Rusia el 7 de noviembre de 1917. Los bolcheviques, bajo el liderazgo de Lenin, consiguieron eliminar el gobierno de Kerenski, que anteriormente había suplantado al régimen zarista. La configuración parece mucho más dramática que la de 1789. Neptuno y Saturno estaban cerca del nodo ascendente de Neptuno y del perihelio de Venus, y Marte se acercaba muy rápido a esas líneas.

Cabría esperar que, en este caso, los principios de orden social de Venus hubieran tenido una oportunidad única de establecer un gran avance, en relación con la búsqueda por parte de la humanidad moderna de una nueva construcción agradable de la vida comunitaria. De hecho, ocurrió todo lo contrario. Lo que se logró fue un cambio muy profundo de la clase que llevaba las riendas del gobierno político absoluto. En los tiempos anteriores a la revolución, era el absolutismo del régimen zarista el que dominaba al pueblo ruso, a veces hasta la esclavitud. El régimen bolchevique debía establecer el gobierno universal del llamado proletariado. En realidad, los altos funcionarios del Partido Bolchevique ejercían un estricto gobierno y dominaban las tres esferas de la vida comunitaria.

De nuevo podemos preguntar: ¿Por qué ocurrió esto? Una respuesta reside en la naturaleza y el carácter de Lenin. Al principio de su vida, a los 17 años, su hermano fue ejecutado por el gobierno zarista por actividades revolucionarias. Eso ocurrió en mayo de 1887. Saturno estaba entonces en su propio nodo ascendente y se acercaba a la línea nodal de Neptuno y al perihelio de Venus. Lenin quedó profundamente conmocionado por ello, y su reacción fue de odio hacia la clase dominante, el régimen burgués. Se dice que se le oyó murmurar: «Les haré pagar por esto». A lo largo de los siguientes treinta años de vida extenuante, en parte en el exilio en Siberia y Suiza, mantuvo vivo este odio feroz. Luego, cuando llegó la oportunidad en 1917, construyó la nueva estructura social sobre este odio abismal «de clase». Ciertamente, una reconstrucción social inspirada por las fuerzas de Venus no podía construirse sobre esto. De nuevo, como antes, las viejas fuerzas de Marte se apoderaron de aquellos que en nuestra época actual promueven el totalitarismo sin diluir, ya sea dirigido por uno o por un grupo de seres humanos.

Así vemos las raíces kármicas de ese Marte en la carta del 7 de noviembre de 1917. Saturno estaba en la misma parte del Zodíaco en 1887. Además, la posición de Neptuno en 1917 es, en este contexto, altamente significativa. Este planeta y su esfera pueden realizarse en la existencia humana como expresión del amor espiritual en el sentido más elevado. En el mismo año 1917, algo antes de la revolución rusa, Rudolf Steiner fue abordado por algunos de sus amigos en busca de una respuesta constructiva a los problemas sociales que se avecinaban a medida que se prolongaba la Primera Guerra Mundial. Estaban preocupados por las perspectivas de futuro. Rudolf Steiner respondió a sus peticiones elaborando con ellos la idea de la Comunidad triformada. Antes hemos mencionado que en la Revolución Francesa surgió el llamamiento a la Fraternidad, la Igualdad y la Libertad. La idea era proporcionar oportunidades de funcionamiento sano y sin trabas para cada una de las tres esferas de la vida social: para la economía, para la función del Estado como guardián de los derechos del ser humano, y para la vida cultural, educativa. En la Revolución Francesa, estas ideas se perdieron en el auge del terror que levantó cabeza en un momento determinado.

Rudolf Steiner elaboró estas ideas hasta el más mínimo detalle de las funciones necesarias de las tres esferas. De haber sido aceptada e introducida, podría haber inaugurado una realización verdadera y científica de un orden de Venus con respecto a los candentes problemas y crisis sociales de nuestra época. Esto habría sido una manifestación de ese Neptuno en Cáncer en el sentido más positivo.

Sin embargo, también tiene otro lado que pasa a primer plano, sobre todo si las mentes y actitudes humanas no lo afrontan con una actitud amante del mundo constructiva y responsable. Entonces se convierte en un promotor del odio, incluso del odio mundial. Esto vivía en el alma de Lenin, y en 1917, cuando Neptuno estaba en Cáncer, este odio de clase -odio a la llamada burguesía- se convirtió en la primera piedra de una supuestamente nueva e ideal «casa de la humanidad». Sin embargo, el desafío en el cielo fue respondido en la Tierra por una rotura a perpetuidad del puente, el Puente Bifrost, entre las moradas de los humanos y la de los dioses.

Esto se vio facilitado por otro factor. Cuando se trató de segregar al partido bolchevique, mucho antes de 1917, de los mencheviques más moderados, Lenin se vio obligado a definir la concepción filosófica del mundo de su partido radical. Sin vacilar, declaró que el materialismo, o materialismo dialéctico, era la única filosofía posible para los bolcheviques. Esto se convirtió en el trasfondo del poderoso movimiento del ateísmo en Rusia, patrocinado oficialmente. Sin embargo, todo esto tiene un fundamento histórico evidente sobre la base de los ritmos de ese Neptuno en Cáncer. Un ciclo de este planeta nos lleva desde 1917 hasta mediados del siglo XVIII. El tiempo de una revolución de Neptuno, o vuelta a la misma posición sideral, es de 164,77 años. Alrededor de 1750, surgieron los enciclopedistas y materialistas filosóficos franceses, como: De La Mettrie (fallecido en 1751), d’ Holback (fallecido en 1789) y Helvetius (fallecido en 1771). De La Mettrie es conocido por su Histoire naturelie de l’ âme (Historia natural del alma), 1742 y L’ Homme machine (La máquina humana), 1745. Helvetius escribió De 1′ ésprit (Sobre el espíritu) en 1758, que creó una gran controversia debido a sus postulados materialistas. Todo ello quedó también como herencia en aquel Neptuno en Cáncer. Lenin tomó el materialismo teórico y filosófico e hizo de él una práctica vital, en un sentido nacional.

En 1933, en Alemania, los nacionalsocialistas tomaron el poder bajo el liderazgo de Hitler y sus socios. La carta de aquel día es de lo más dramática. La Tierra en ese momento estaba en la línea nodal ascendente de Neptuno y perihelio de Venus, mientras que Saturno estaba en la porción opuesta del Zodíaco. Volvemos a ver aquí el signo principal de la gran crisis social de nuestra era moderna. Sin embargo, había también otras implicaciones de naturaleza seria que daban indicaciones significativas de por qué este acontecimiento histórico en la esfera de la evolución social fracasó tan terriblemente. Marte casi había entrado en su propio afelio, Neptuno aún estaba cerca de él, y por el otro lado Plutón se acercaba a esa «línea de la vida» de los impulsos sociales modernos, los elementos de las esferas de Venus y Neptuno.

La llamada revolución nacionalsocialista se vio facilitada por los acontecimientos previos. El 23 de octubre de 1929, la conocida Bolsa de Wall Street se desplomó, sumiendo no sólo a la economía estadounidense en una grave recesión, sino también a toda la economía mundial. Además, en Alemania el desempleo, como resultado de la recesión, fue muy grave y prevaleció hasta el momento en que Hitler tomó el poder. Se puso delante del pueblo alemán y le prometió pan y trabajo. Y una nación totalmente desesperada aceptó su oferta.

La oferta iba acompañada, como sabemos, de la idea de un retroceso absoluto a los principios más antiguos de la comunidad humana. La construcción de la sociedad exclusivamente sobre conceptos de raza y lazos de sangre se convirtió en el pilar del nuevo orden social. Se suponía que organizaba cada detalle de la complejidad de la vida social, hasta el punto de que incluso se convirtió en una religión de estado, suprema sobre todas las demás religiones, si es que no se eliminaban por completo. Todo ello mediante un totalitarismo marciano cuyo terror no tenía nada que envidiar al terrorismo del comunismo político.

Aquí presenciamos el pleno impacto del antiguo principio de construcción social de Marte, que rechazó y erradicó cualquier rastro del principio de Venus, en caso de que intentara entrar en escena en la humanidad moderna. En la carta de 1933, vemos que esto se manifiesta en las posiciones de Marte y Neptuno cerca del afelio de Marte. Al mismo tiempo, percibimos también cómo tales impulsos son cuidadosamente preparados por las fuerzas contrarias que trabajan contra el sano progreso. Neptuno estaba realmente muy cerca del afelio de Marte en 1929, en el momento del comienzo de la crisis económica mundial, y se movió realmente a través de esa línea en 1930, cuando todo el peso de esa crisis se sintió en todas partes. Este es el látigo que utilizan las antifuerzas, aparte de las promesas materiales ocasionales, para tratar de hacer retroceder a la humanidad a sus antiguos y materialistas conceptos de la sociedad humana.

En este punto puede ser una idea constructiva estudiar la historia de los elementos planetarios implicados, como los movimientos de los nodos y los ápsides. Por supuesto, somos plenamente conscientes de que pueden plantearse objeciones con respecto al empleo de los elementos de Neptuno y Urano. El argumento puede ser que sea cuestionable que estos planetas existieran antes de un determinado momento de la historia cósmica. Sin embargo, nosotros sostenemos que sí existieron dentro de las órbitas de la época que vamos a considerar. Aparte de esto, tenemos la impresión de que las esferas y sus elementos correspondientes estaban presentes en el cosmos antes de que los planetas, como objetos visibles, llegaran a existir.

Según los cálculos, la línea nodal ascendente de Neptuno y la línea del perihelio de Urano coincidieron aproximadamente en el año 8.700 a.C., y se encontraban a 15° de la posición del equinoccio de primavera. Hemos elegido investigar esta conexión con el perihelio de Urano, porque vemos a Júpiter cerca de este elemento de Urano en la carta de 1933. Júpiter está asociado con nuestro proceso de pensamiento, con la filosofía, etc. Queremos encontrar el trasfondo filosófico de ese impulso de los nacionalsocialistas. En cualquier caso, se podría afirmar que hubo mucho ocultismo turbio entre bastidores de ese movimiento que parece estar, hasta cierto punto, asociado con el perihelio de Urano. (Lo que estamos considerando ahora es, por supuesto, sólo una cara de la historia de la línea de los ápsides de Urano).

La fecha de 8700 a.C. nos proporciona una clave interesante. Esto fue unos 1500 años antes del comienzo de la llamada Quinta Época, después de la terminación de la Antigua Atlántida. Así que fue durante el cierre de la séptima subraza de ese continente desaparecido. Rudolf Steiner habla de ello en su libro Memoria Cósmica (pág. 58 de la edición de 1959, de Rudolf Steiner Publications, Inc., Englewood.) «…ellos (los miembros de esta subraza, también llamados mongoles primigenios) llegaron a la convicción de que lo más antiguo es también lo más sensato y lo que mejor puede defenderse de la facultad del pensamiento… habían perdido el poder sobre la vida, pero nunca perdieron su fe directa e ingenua en ella. Esta fuerza se había convertido en su dios, en cuyo nombre hacían todo lo que consideraban correcto. Así aparecían ante los pueblos vecinos como poseídos por esta fuerza secreta, y se entregaban a ella con confianza ciega …»

Esto es, aparte de su contexto histórico, una descripción perfecta de lo que se manifestó en muchos casos durante el reinado de esos poderes políticos en Alemania durante los años treinta y cuarenta. Era la herencia de un antiguo ocultismo que debía poner orden en la «casa» del pueblo alemán. En realidad, sin embargo, esa versión decrépita de las fuerzas de Urano demostró de la manera más perfecta en el curso de los acontecimientos que no podía hacer otra cosa que destruir.

Al último cuadro hay que añadir también la historia de los ápsides (perihelio-afelio) de Marte y Venus. El afelio de Marte, que actualmente se encuentra en dirección a la constelación de Leo, coincidió con la línea del perihelio de Venus (por supuesto, alargada más allá del límite de la órbita planetaria) hacia el año 3200 a.C. Ambas se encontraban entonces en dirección a la constelación de Cáncer o su equivalente. El movimiento de las líneas absidales de Venus es muy lento, casi idéntico al del equinoccio de primavera. Por ello, ocurre que el perihelio de este planeta permanece durante mucho tiempo en la zona de Cáncer. En teoría, tarda unos 120.000 años en atravesar esa constelación.

Aparte de estos hechos, la coincidencia de las dos líneas de los ábsides es significativa. El año 3200 a.C. estaba próximo al comienzo del Kali Yuga en 3101 a.C. Esta es una de las cuatro edades del mundo, según la sabiduría india: Krita Yuga, Treta Yuga, Dvapara Yuga y Kali Yuga. Coincidieron con el descenso de la humanidad hacia una implicación cada vez mayor en el mundo material hasta que finalmente, en el Kali Yuga que terminó en 1899 d.C., la humanidad alcanzó lo más bajo, la etapa oscura (Kali), que significa la emancipación final del mundo espiritual. Alrededor del inicio del Kali Yuga, se produjo la coincidencia de los dos ápsides planetarios. Presente en Cáncer, por una parte, estaba el elemento de la esfera suave de Venus, el extremo perihelio de esta, que se asocia con la parte de la cabeza de la esfera. El ser espiritual de Venus estaría allí «amorosamente inclinado» hacia las preocupaciones del universo solar. Marte mostraba una actitud muy diferente. A través de su afelio, expresión de la naturaleza de miembro de su esfera, manifestó el impulso hacia cierto grado de disociación del sistema solar. Apuntaba, por así decirlo, a la consolidación de la situación derivada de la destrucción del puente entre la tierra de los dioses y la de los humanos, según la mitología nórdica. Este acontecimiento inicial del Crepúsculo de los Dioses estaba asociado a la constelación de Cáncer. En otras palabras, los seres de Marte insistieron en el desarrollo y la perpetuación del materialismo, en contra de los seres de Venus. Por cierto, Cáncer está relacionado con la filosofía del materialismo.

Todo esto acompañó el comienzo del Kali Yuga. También debemos tener en cuenta este complejo, cuando observemos las cartas de las crisis sociales de la era moderna y el papel del afelio de Marte en ellas.

Por último, hemos incluido la carta del 6 de agosto de 1945. No se trata, en sentido estricto, de una carta que se refiera a una crisis social; sin embargo, la consideramos una consecuencia de la anterior. Uno de los resultados de los acontecimientos de 1933 fue la Segunda Guerra Mundial. Aunque se desarrolló con gran ferocidad, se prolongó interminablemente y adquirió dimensiones mundiales imprevisibles. Finalmente, el gobierno estadounidense decidió emplear la bomba atómica para forzar el fin de la guerra en Asia. Así ocurrió Hiroshima. En aquel momento Plutón se situó sobre el nodo ascendente de Neptuno y el perihelio de Venus, con la Tierra enfrente. El planeta Plutón, que puede asociarse tanto a una gran espiritualización como a la máxima destrucción, acompañó este ominoso momento. Una vez más, las contrafuerzas inventan otro «látigo» con el que intentan alejar a la humanidad de las soluciones «amorosas de Venus» a los problemas sociales de toda la humanidad. El látigo del miedo se utiliza, como tantas veces, en estos contextos. Se supone que el miedo al Holocausto Atómico mantendrá al mundo moderno en los grilletes de la obediencia a las viejas reglas marcianas del juego social.

Si se observan estos desarrollos históricos, uno puede sentirse inclinado a la desesperación. ¿Podrá la humanidad llegar algún día a un orden de «Venus amorosa” como institución social y, sin embargo, ¿conservar las justificadas cualidades marcianas de la claridad científica de las ideas? No vemos ninguna razón real para la desesperación. El hecho de que los intentos puramente orientados hacia Marte, con el rechazo de las perspectivas de Venus, se hayan derrotado a sí mismos, o lo estén haciendo constantemente, puede, no obstante, darnos esperanza. Las prácticas y métodos de las cualidades de Marte se convierten invariablemente en consecuencias inhumanas y antihumanas, por lo que acaban siendo rechazadas. El camino hacia soluciones saludables, compatibles con las implicaciones verdaderas y espirituales de la humanidad, puede ser largo, fatigoso y doloroso, pero los impulsos constructivos acabarán prevaleciendo sobre los ataques de las fuerzas contrarias.

Traducido por Carmen Ibáñez Berbel