GA130c6. Yeshu ben Pandira II

Del ciclo: El cristianismo esotérico y la misión de Christian Rosenkreutz

Rudolf Steiner — Leipzig, 5 de noviembre de 1911

English version

Ya que ayer hablábamos de la diferenciación de la vida anímica del ser humano en tres partes —el reino de los conceptos, o del pensamiento, el reino de las emociones, y el reino de los impulsos de la voluntad— ahora debería ser interesante para nosotros plantear la pregunta: ¿Cómo puede la autodisciplina, el alimento de la vida del alma, ponerse a trabajar de la manera apropiada para desarrollar y cultivar estas tres partes de la vida anímica? Aquí comenzaremos con nuestra vida volitiva, nuestros impulsos de voluntad, y nos preguntaremos: ¿Qué características debemos cultivar especialmente si queremos trabajar de manera beneficiosa en nuestra vida de voluntad?

Lo más beneficioso de todo para nuestra naturaleza volitiva es la influencia de una vida dirigida en todo su carácter hacia la comprensión del karma. También podríamos decir una vida anímica que se esfuerza por desarrollar, como principal característica, la serenidad y la aceptación de nuestro destino. ¿Y qué mejor manera puede uno encontrar de desarrollar esta aceptación, esta serenidad del alma en presencia del propio destino, que haciendo del karma un contenido real en la propia vida?

¿Qué queremos decir con esto? Esto significa que —no sólo teóricamente sino de una manera viva— cuando nos sobrevenga nuestro propio dolor o el dolor de otro, cuando experimentemos la alegría o el golpe más duro del destino, seremos realmente plenamente conscientes de que, en cierto sentido superior, nosotros mismos hemos dado la ocasión para este doloroso golpe del destino: esto significa desarrollar un estado de ánimo tal que aceptemos una experiencia de alegría con gratitud, pero también seamos claramente conscientes, especialmente en lo que se refiere a la alegría, de que no debemos excedernos, ya que esto es peligroso. Si deseamos progresar en nuestro desarrollo, podemos concebir la alegría de la siguiente manera. En su mayor parte, la alegría es algo que apunta a un destino futuro, no a uno ya pasado. En la vida humana, la alegría suele ser algo que uno no ha merecido a través de acciones anteriores. Cuando investigamos el karma por medios ocultos, siempre descubrimos que en la mayoría de los casos la alegría no se ha ganado, y debemos aceptarla con gratitud como enviada por los dioses, como un regalo de los dioses, y decirnos a nosotros mismos: La alegría que viene a nuestro encuentro hoy debe encender en nosotros la voluntad de trabajar de tal manera que tomemos en nosotros las fuerzas que nos fluyen a través de esta alegría, y las apliquemos útilmente. Debemos considerar la alegría como una especie de pago anticipado a cuenta del futuro.

En el caso del dolor, por el contrario, nuestras acciones han sido en general de tal manera que lo hemos merecido, que siempre encontraremos la razón en el curso de nuestra vida presente o en vidas anteriores. Y hay que entender entonces con la mayor claridad que a menudo nos hemos conducido en nuestra vida externa de conformidad con este estado de ánimo kármico. No siempre somos capaces de conducirnos en la vida externa ante lo que nos causa dolor, como si nuestra conducta pareciera ser una aceptación de nuestro destino. Por lo general no tenemos una visión de ello —de la ley del destino. Pero, a pesar de que no seamos capaces de conducirnos hacia el exterior de tal manera, lo principal sin embargo es que podamos hacerlo desde nuestro interior.

E incluso si nos hemos comportado exteriormente de acuerdo con este estado de ánimo kármico, deberíamos decirnos a nosotros mismos en lo más profundo de nuestras almas que nosotros mismos hemos sido la causa de todas esas cosas. Supongamos, por ejemplo, que alguien nos golpea, que nos golpea con un palo. En tal caso, generalmente es característico que una persona pregunte: «¿Quién es el que me golpea?» Nadie dice en tal caso: ‘Soy yo quien me golpea’. Solo en los casos más raros la gente dice que se castiga a sí misma. Y sin embargo, es cierto que nosotros mismos levantamos el palo contra otra persona en días pasados. Sí, eres tú mismo quien levantó el palo. Cuando tenemos que deshacernos de un obstáculo, eso es karma. Es karma cuando otros tienen algo contra nosotros. Somos nosotros mismos los que hacemos que nos suceda algo como recompensa por algo que hemos hecho. Y así llegamos a una actitud correcta hacia nuestra vida, a una ampliación de nuestro ser, cuando decimos: «Todo lo que nos sucede proviene de nosotros mismos». Nuestra propia acción se cumple externamente incluso cuando parece que alguien más la realizó.

Si desarrollamos tal forma de ver las cosas, entonces nuestra serenidad, la aceptación de nuestro karma en todos los acontecimientos, fortalece nuestra voluntad. Nos hacemos más fuertes para afrontar la vida con serenidad, nunca más débiles. A través de la ira y la impaciencia nos debilitamos. Ante cada acontecimiento somos fuertes cuando estamos serenos. Por el contrario, nuestra voluntad se vuelve cada vez más débil a causa del mal humor y una rebelión antinatural contra el destino.

Por supuesto, debemos ver dentro de una amplia brújula lo que consideramos como destino. Debemos concebir este destino nuestro de tal manera que nos digamos, por ejemplo, que el desarrollo de precisamente un poder u otro en un cierto período de la vida pertenece también al karma de una persona. Y a menudo se cometen errores justo aquí en la educación de los niños. Aquí el karma entra en contacto con el problema de la educación, pues la educación es el destino, el karma del ser humano en su juventud.

Debilitamos la voluntad de alguien cuando esperamos que aprenda algo, que haga algo para lo que sus capacidades aún no son adecuadas. En la educación se debe llegar a ver claramente de antemano lo que conviene a cada etapa de la vida de acuerdo con el karma universal de la humanidad, para que se haga lo correcto. Hacer lo incorrecto es levantar una rebelión contra el destino, contra sus leyes, y está asociado con un enorme debilitamiento de la voluntad. No es posible discutir aquí cómo un debilitamiento de la voluntad está asociado con todo despertar prematuro de los apetitos y pasiones sensuales. Son los apetitos, instintos y pasiones despertados prematuramente los que están especialmente sujetos a esta ley. Porque hacer uso prematuro de los órganos corporales es contrario al destino. Todo lo que está directamente en contra del karma de la humanidad, todas las acciones que se oponen a los arreglos existentes de la naturaleza, están asociadas con un debilitamiento de la voluntad.

Dado que la gente ha estado durante mucho tiempo sin ningún verdadero principio fundamental de educación, ahora hay muchas personas en el mundo que no pasaron su juventud de la manera correcta. Si la humanidad no se determina a dirigir lo más importante de todo, la educación de la juventud según la Ciencia Espiritual, surgirá una raza con voluntades cada vez más débiles —y esto no en un sentido meramente externo. Esto se apodera profundamente de la vida del ser humano. Pregunte a varias personas cómo llegaron a sus ocupaciones actuales. Puede estar seguro de que la mayoría de ellos responderá: «Bueno, no sabemos; de alguna manera hemos sido empujados a esta situación». Este sentimiento de que uno ha sido empujado a algo, este sentimiento de descontento, es también un signo de debilidad de la voluntad.

Ahora bien, cuando esta debilidad de la voluntad se produce de la manera descrita, todavía se siguen otros resultados para el alma humana, especialmente cuando la debilidad de la voluntad se evoca de tal manera que se producen estados de ansiedad, de miedo y desesperación a una edad juvenil. Será cada vez más necesario que el ser humano tenga una comprensión fundamental de las leyes superiores para superar los estados de desesperación, porque es precisamente la desesperación lo que se espera cuando no se procede de acuerdo con el conocimiento del espíritu.

Por medio de una cosmovisión monista y materialista es posible mantener sólo dos generaciones de personas con voluntades fuertes. El materialismo puede satisfacer sólo a dos generaciones: la que fundó la concepción y los discípulos que la han recibido de los fundadores. Esta es la peculiaridad de la visión del mundo monista y materialista: el que trabaja en el laboratorio o el taller y que fundó la visión, cuyos poderes están plenamente ocupados y activados por lo que está construyendo en su mente, experimenta una satisfacción interior. Pero el que se limita a asociarse con estas teorías, el que se hace cargo de un materialismo prefabricado, no podrá alcanzar esta satisfacción interior; y entonces la desesperación volverá a trabajar sobre la cultura de la voluntad y evocará la debilidad de la voluntad. Debilitamiento de la voluntad, seres humanos carentes de energía, serán los resultados de esta visión del mundo.

El segundo de los tres aspectos de la vida suprasensible que mencionamos ayer es el de las emociones. ¿Qué afecta favorablemente a las emociones?

Si nos esforzamos al máximo en adquirir una actitud mental atenta, una marcada atención a los acontecimientos de nuestro entorno —y no imaginen que esta atención es muy general y fuertemente desarrollada por la gente— esto puede ser de gran valor para nosotros. Debo mencionar repetidamente una sola ilustración. En cierto país, una vez se modificó el orden de los exámenes para maestros y, por esta razón, todos los maestros de escuela tuvieron que volver a presentarse a los exámenes. El examinador tuvo que evaluar tanto a maestros antiguos como jóvenes. Los jóvenes podían ser evaluados sobre la base de lo que habían aprendido en las escuelas de profesores. Pero, ¿cómo debería probar a los viejos maestros? Decidió preguntarles nada más que las materias que ellos mismos habían estado enseñando año tras año en sus propias clases, y el resultado mostró que muchos de ellos no tenían noción de las mismas materias que ellos mismos habían estado enseñando.

Esta atención, este hábito de seguir con vital interés las cosas que suceden en el entorno, es muy beneficioso sobre todo en el cultivo de las emociones.

Ahora bien, las emociones, como todo lo demás en el alma, están conectadas de cierta manera con la voluntad; y, cuando influimos desfavorablemente en nuestra vida emocional, podemos influir indirectamente en nuestros impulsos de voluntad. Alimentamos favorablemente nuestras emociones cuando nos sometemos a la ley del karma en relación con nuestra ira y nuestras pasiones, cuando nos aferramos al karma. Y esto lo encontramos en lo que ocurre en nuestro entorno. Lo encontramos, por ejemplo, cuando alguien hace lo contrario de lo que esperábamos. Entonces podemos decirnos a nosotros mismos: ‘Está bien; ¡eso es simplemente lo que está haciendo!’ Pero también podemos enojarnos y volvernos violentos, y esto es una señal de debilidad de la voluntad.

Los arrebatos de temperamento violento impiden el correcto desarrollo de las emociones y también de la voluntad, y también tienen una influencia mucho más extensa, como podemos ver a continuación. Ahora bien, la ira es algo que una persona de ninguna manera tiene bajo su control. Solo gradualmente puede dominar el hábito de enojarse, y uno debe tener paciencia consigo mismo. A quien crea que puede lograrlo con un giro de la mano, debo repetirle la historia de un maestro que se tomó muy a pecho la tarea de sacar a sus alumnos de la ira.  Cuando se enfrentó al hecho de que, después de constantes esfuerzos, un niño aún se enojaba, él mismo se enojó tanto que arrojó la botella de tinta a la cabeza del niño. Una persona que se permite hacer tal cosa debe pensar durante muchas, muchas semanas en el karma.

Lo que esto significa se nos aclarará si aprovechamos esta ocasión para profundizar un poco más en la vida del alma humana. Hay dos polos en la vida del alma, la vida de la voluntad por un lado y la de los pensamientos, de los conceptos, por el otro. Las emociones, los sentimientos del corazón, están en el medio. Ahora bien, sabemos que la vida del hombre alterna entre el dormir y el despertar; y, mientras el ser humano está despierto, su vida de pensamientos y conceptos es especialmente activa. Pues el hecho de que la voluntad no esté muy despierta puede resultar claro para cualquiera que observe de cerca cómo se produce un impulso de voluntad. Primero debemos tener un pensamiento, un concepto; sólo entonces la voluntad empuja hacia arriba desde las profundidades del alma. El pensamiento evoca el impulso de la voluntad. Cuando el ser humano está despierto, está despierto en pensamiento, no en voluntad.

Pero la ciencia oculta nos enseña que cuando dormimos, todo se invierte. Entonces la voluntad está despierta y muy activa, y el pensamiento está inactivo. Esto no puede ser conocido por el ser humano en un estado normal de conciencia, por la sencilla razón de que conoce las cosas sólo por medio de sus pensamientos y estos están dormidos. Así no observa que su voluntad esta activa. Cuando alcanza la clarividencia y llega al mundo de las representaciones imaginativas, entonces observa que la voluntad despierta en el momento en que el pensamiento se duerme. Y la voluntad se desliza en las imágenes que percibe y las despierta. Las imágenes se tejen luego a partir de la voluntad. Así, los pensamientos están entonces dormidos pero la voluntad está despierta.

Pero este estar despierto en nuestra voluntad está conectado con nuestra naturaleza humana total de una manera completamente diferente de la forma en que están conectados nuestros pensamientos. Según que la persona trabaje o no trabaje, esté bien o enferma, serena o iracunda, la voluntad se torna sana o enfermiza. Y según nuestra voluntad sea sana o malsana, obra en la noche sobre la condición de nuestra vida, incluso en el cuerpo físico. Mucho depende de si uno desarrolla un estado de ánimo de serenidad durante el día, aceptación de su destino, y así prepara su voluntad para que pueda decirse que esta voluntad desarrolla un calor agradable, un sentimiento de bienestar, o si, en el por otro lado, desarrolla ira. Esta insalubridad de la voluntad afluye al cuerpo durante el estado de sueño nocturno y es la causa de numerosas enfermedades, cuyas causas se buscan, pero no se encuentran porque las enfermedades físicas resultantes aparecen sólo después de años o incluso décadas. Sólo quien examina grandes extensiones de tiempo puede ver de esta manera la conexión entre las condiciones del alma y del cuerpo. Incluso por el bien de la salud corporal, por lo tanto, la voluntad debe ser disciplinada.

También podemos influir en nuestras emociones a través de la serenidad y la aceptación de nuestro karma para que funcionen beneficiosamente incluso sobre nuestra organización corporal. Por otro lado, de ninguna otra manera dañamos más a esta organización que por la apatía, la falta de interés por lo que ocurre a nuestro alrededor. Esta apatía se está extendiendo cada vez más; es la razón por la que tan pocas personas se interesan por cosas espirituales. Puede suponerse que razones objetivas conducen a la adopción de una visión materialista de la vida. En realidad, de ninguna manera existen razones objetivas tan grandes para una visión materialista de la vida. No, es apatía; nadie puede ser materialista sin ser apático. Es una falta de atención a nuestro entorno. Cualquiera que observe su entorno con interés alerta se enfrenta por todos lados con lo que sólo puede ser armonizado por el conocimiento espiritual. Pero la apatía amortigua las emociones y conduce a la debilidad de la voluntad.

Además, se atribuye un significado especial a la característica llamada obstinación —la actitud mental que insiste inflexiblemente en una cosa u otra. Las emociones malsanas también pueden provocar obstinación. Estas cosas son a menudo como la serpiente que se muerde la cola. Todo lo que hemos mencionado puede ser causado por la obstinación. Incluso las personas que van por la vida sin prestar mucha atención pueden ser muy obstinadas. A menudo se descubre que las personas que son totalmente débiles de voluntad persisten obstinadamente en algo cuando no lo esperábamos, y la debilidad de la voluntad se acentúa cada vez más si no nos esforzamos por vencer la obstinación. Es precisamente en las personas de voluntad débil que encontramos esta cualidad de obstinación. Por otra parte, cuando nos esforzamos por evitar el desarrollo de la obstinación, veremos que en cada caso hemos mejorado nuestras emociones y fortalecido nuestra voluntad. Cada vez que en realidad somos aguijoneados por un impulso de obstinación, pero nos negamos a ceder a él, nos fortalecemos para la tarea de enfrentar la vida. Observaremos los frutos si procedemos sistemáticamente contra esta falta; luchando por vencer la obstinación alcanzamos la satisfacción interior. El nutrimiento de nuestras emociones depende especialmente de nuestra lucha en todos los sentidos para vencer la obstinación, la apatía, la falta de interés. En otras palabras, el interés y la atención en relación con el entorno fomentan tanto los sentimientos como la voluntad. La apatía y la obstinación tienen el efecto contrario.

Para una vida emocional sana, tenemos la hermosa palabra ingenio. * [Sinnigkeit, el don o la capacidad de la fantasía inventiva o creativa.] Ser creativamente fantasioso significa que se le ocurre algo ingenioso. Los niños deben jugar de tal manera que se estimule la fantasía, que se estimule la actividad espontánea de sus almas, para que tengan que reflexionar sobre su juego. No deberían organizar los bloques de construcción según patrones: esto simplemente desarrolla pedantería, no fantasía creativa. Estamos desarrollando fantasía creativa cuando dejamos que los niños hagan todo tipo de cosas en la arena, cuando los llevamos al bosque y les permitimos formar pequeñas canastas con erizos, y luego los estimulamos a hacer otras cosas con erizos pegados. Las cosas que hacen que un cierto talento inventivo se expanda nutren la fantasía creativa. Por extraño que parezca, tal cultivo de la fantasía creativa trae serenidad del alma, armonía interior y satisfacción.

Además, cuando salimos a pasear con un niño, es bueno dejarlo libre para que haga lo que quiera, siempre que no se porte demasiado mal. Y, cuando el niño haga algo, debemos mostrar nuestro placer, nuestra participación e interés; no debemos ser indiferentes o carentes de interés en lo que el niño produce a partir de su propia naturaleza interior. Incluso cuando instruimos a un niño, debemos conectar lo que le enseñamos con las formas y procesos de la naturaleza. Cuando los niños alcanzan una etapa mayor, no debemos ocuparlos entonces con adivinanzas o acertijos sacados de periódicos; esto conduce sólo a la pedantería. Por el contrario, la observación de la naturaleza nos ofrece lo contrario de lo que nos brinda la prensa para el cultivo de la vida afectiva. Un corazón sereno, una vida armoniosa de sentimientos, determina no sólo la salud mental sino también la salud corporal, aunque entre la causa y el efecto puedan mediar largos períodos de tiempo.

Llegamos ahora al tercer aspecto de la vida suprasensible, al pensar. Esto lo nutrimos y lo agudizamos, especialmente mediante el desarrollo de características que parecen no tener nada que ver con el pensamiento, con los conceptos. El mejor método para desarrollar un buen pensamiento es la completa absorción y comprensión, no tanto a través de ejercicios lógicos, sino observando una cosa y otra, utilizando para este fin los procesos de la naturaleza, a fin de penetrar en los misterios ocultos. A través de la absorción en los problemas de la naturaleza y de la humanidad, a través del esfuerzo por comprender personalidades complejas, a través de la intensificación de la atención, nos hacemos sabios. Absorción significa esforzarse por desentrañar algo pensando, concibiendo. A este respecto, podremos ver que tal absorción mental tiene un efecto maravillosamente bueno en la vida posterior.

El siguiente ejemplo está tomado de la vida. Un niño pequeño mostró a su madre aspectos notables de su observación, que estaban asociados con una absorción y una capacidad de percepción extraordinarias. Él dijo: «Sabes, cuando camino por las calles y veo personas y animales, parece como si tuviera que entrar en las personas y los animales. Aconteció que me salió al encuentro una pobre mujer, y entré en ella, y esto me fue terriblemente doloroso, muy angustioso». (El niño no había visto ninguna clase de indigencia en su casa, sino que vivía en muy buenas circunstancias.) «Y luego entré en un caballo y luego en un cerdo». Describió esto en detalle, y fue estimulado a un grado extraordinario de compasión, a actos especiales de piedad, a través del sentimiento de unión con la vida de los demás. ¿De dónde viene esto, esta expansión de la comprensión de uno para otros seres? Si reflexionamos sobre el asunto en este caso, nos retrotraemos a la encarnación precedente, cuando la persona en cuestión había cultivado la absorción en las cosas, en los secretos de las cosas, como hemos dicho.

Pero no tenemos que esperar hasta la próxima encarnación para los resultados que siguen al cultivo de la absorción. Estos se manifiestan incluso en una sola vida. Cuando somos inducidos en la primera juventud a desarrollar todo esto, desarrollaremos en la vida posterior un pensamiento claro y transparente, mientras que de lo contrario desarrollaremos un pensamiento ilógico y fragmentario. Es un hecho que los principios verdaderamente espirituales pueden hacernos avanzar en el curso de nuestra vida.

Durante las últimas décadas ha habido pocos principios fundamentales de la educación verdaderamente espirituales, casi ninguno. Y ahora estamos experimentando los resultados. Hay una cantidad extraordinaria de pensamientos erróneos en nuestros días. Uno puede sufrir los dolores del martirio de la vida terriblemente ilógica del mundo. Cualquiera que haya adquirido cierta clarividencia no siente simplemente que una cosa es correcta y otra incorrecta, sino que sufre un dolor real cuando se enfrenta al pensamiento ilógico y una sensación de bienestar en relación con el pensamiento claro y transparente. Esto significa que ha adquirido un sentimiento por tales cosas, y esto le permite tomar decisiones. Y esto trae diferenciaciones mucho más verdaderas cuando uno realmente ha llegado a esta etapa. Da una discriminación mucho más verdadera entre la verdad y la falsedad. Esto parece increíble, pero es cierto. Cuando se dice algo erróneo en presencia de una persona clarividente, el dolor que surge en él le muestra que eso es ilógico, erróneo. El pensamiento ilógico está extraordinariamente extendido; en ningún momento el pensamiento ilógico ha estado tan extendido como precisamente en nuestro tiempo, a pesar de que la gente se enorgullece tanto de su pensamiento lógico. He aquí un ejemplo que bien puede parecer algo burdo, pero es típico de la costumbre de pasar por las experiencias sin interés ni pensamiento.

Una vez viajaba de Rostock a Berlín. En mi compartimiento entraron dos personas, un caballero y una dama. Me senté en un rincón y sólo deseaba observar. El caballero pronto se comportó de una manera extraña, aunque por lo demás probablemente era una persona bien educada. Se acostó, saltó de nuevo en cinco minutos; luego volvió a gemir lastimosamente. Como la dama pensó que estaba enfermo, se apiadó de el y muy pronto hubo entre ellos una conversación en pleno curso. Ella le dijo que había observado claramente que él estaba enfermo, pero que sabía lo que significaba estar enfermo, porque ella también estaba enferma. Dijo que tenía una canasta con ella en la que tenía todo lo que era curativo para ella. Ella dijo: ‘Puedo curar cualquier cosa, porque tengo el remedio para todo. ¡Y piense en la desgracia que me ha sucedido! He venido desde el lejano interior de Rusia hasta aquí hasta el mar Báltico, para recuperarme y hacer algo por mi dolencia, y, justo cuando llego, me encuentro con que he dejado en casa uno de mis remedios importantes. Ahora debo regresar de inmediato, y esta esperanza también ha sido en vano.

Entonces el señor narró sus padecimientos, y ella le dio un remedio para cada una de sus enfermedades, y él prometió hacer todo, tomando notas de todas. Creo que había once recetas diferentes. Luego comenzó a enumerar todas sus enfermedades una por una; y comenzó a mostrar su conocimiento de lo que los curaría: que para una dolencia se la podía ayudar en cierto sanatorio, y para otra en otro sanatorio. Ella, a su vez, anotó todas las direcciones y solo temía que las farmacias estuvieran cerradas para el domingo cuando llegara a Berlín. Estas dos personas ni por un momento notaron la extraña contradicción de que cada uno sabía solo lo que podría ayudar al otro, pero para sí mismo y para ella no conocían los medios de ayuda. Esta experiencia les dio a estas dos personas cultas la posibilidad de bañarse en un mar de tonterías que brotaba de cada uno de ellos.

Tales cosas deben verse claramente cuando exigimos que el conocimiento de uno mismo nos dé una visión. Debemos exigir del autoconocimiento que desarrolle coherencia en el pensamiento, pero sobre todo absorción en el asunto que nos ocupa. Todas estas cosas trabajan juntas en el alma. El pensamiento rudimentario tiene el resultado inevitable, aunque sólo sea después de mucho tiempo, de volver a la persona malhumorada, hosca, hipocondríaca en todo, y con frecuencia no sabemos dónde se encuentran las causas de esto. El cultivo insuficiente de la concentración y la perspicacia lo vuelve hosco, malhumorado e hipocondríaco. Lo que es tan absolutamente esencial para pensar parece no tener nada que ver con él. Toda obstinación, todo egoísmo, tienen un efecto destructivo sobre el pensamiento. Todas las características relacionadas con la obstinación y el egoísmo —tales como la ambición, la vanidad, todas estas cosas que parecen tender en una dirección muy diferente hacen que nuestro pensamiento sea erróneo y actúan desfavorablemente sobre nuestro estado de ánimo. Debemos buscar, por tanto, vencer la obstinación, el egoísmo y cultivar, por el contrario, cierto ensimismamiento en las cosas y cierta actitud abnegada hacia los demás seres. La absorción, una actitud abnegada, con respecto a los objetos y sucesos más insignificantes, tiene un efecto favorable sobre el pensamiento y el estado de ánimo. En verdad, el egoísmo trae su propio castigo porque la persona egoísta se vuelve cada vez más descontenta, se queja cada vez más de que le va mal. Cuando alguien se siente así consigo mismo, debe someterse a la ley del karma y preguntarse, cuando está descontento: «¿Qué egoísmo me ha traído este descontento?»

De esta manera podemos describir cómo podemos desarrollar y cómo dañar las tres partes de la vida del alma, y esto es extraordinariamente importante. Vemos, por lo tanto, que la Ciencia Espiritual se aferra profundamente a nuestra vida, porque la verdadera observación de los principios espirituales puede llevarnos a la autoeducación, y esto es de vital importancia y se volverá cada vez más importante ya que ha pasado el tiempo en la evolución del hombre cuando los seres humanos eran guiados por los dioses desde arriba, desde los mundos superiores. En medida cada vez mayor, los hombres tendrán que hacer las cosas por sí mismos, sin ser dirigidos ni conducidos.

Con respecto a lo que los Maestros han enseñado acerca de nuestro camino ascendente hacia Cristo, Quien aparecerá incluso en este siglo en el plano astral, una mayor comprensión de este avance para la humanidad sólo puede lograrse de esta manera: que el ser humano pueda estimularse cada vez más a sí mismo. Así como les explicamos ayer que los seres humanos se abren paso gradualmente hacia Cristo, así debemos perfeccionar gradualmente en libertad nuestros impulsos de pensamiento, sentimiento y voluntad. Y esto sólo puede lograrse mediante el autodominio, la autoobservación. Así como en tiempos anteriores, en la antigua clarividencia, los impulsos eran dados a los hombres desde arriba por los dioses, así el hombre determinará su propio camino en tiempos posteriores a través de la nueva clarividencia. Es por esto que la Antroposofía aparece precisamente en nuestro tiempo, para que la humanidad aprenda a desarrollar las características del alma de la manera correcta. De esta manera el hombre aprende a afrontar lo que traerá el futuro. Sólo así podemos comprender lo que un día debe aparecer: es decir, que los astutos e inmorales serán echados fuera y se volverán inofensivos.

Las características mencionadas son importantes para todo ser humano. Pero son de tal naturaleza que son especialmente importantes para aquellos que están decididos a esforzarse por alcanzar rápidamente, de manera racional, aquellas características que serán cada vez más necesarias para la humanidad. Por esta razón, son los Líderes de los seres humanos los que se esfuerzan por lograr este desarrollo en una medida muy especial en sí mismos, porque los logros más altos solo se pueden alcanzar por medio de los atributos más altos.

En el grado más alto de todo, este desarrollo lo lleva a cabo, por ejemplo, esa individualidad que una vez ascendió al rango de Bodhisattva, cuando el Bodhisattva anterior se convirtió en Buda, y que, desde entonces, se ha encarnado una vez en casi todos los siglos; quien vivió como Jeshu ben Pandira, heraldo del Cristo, cien años antes de Cristo. Se necesitan cinco mil años para su ascenso al rango de Buda, y este Buda será entonces el Buda Maitreya. Será un Portador del Bien, porque (como pueden ver los que son suficientemente clarividentes) logra, mediante la más intensa autodisciplina, desarrollar al máximo aquellos poderes que hacen emanar de él fuerzas morales tan mágicas como permitirle impartir a las almas a través de la palabra misma fuerzas del corazón e impulsos morales. Todavía no podemos desarrollar en el plano físico ninguna palabra capaz de hacer esto. Incluso el Buda Maitreya no podría hacer esto en la actualidad —no podía desarrollar palabras tan mágicas. Hoy sólo los pensamientos pueden impartirse por medio de las palabras.

¿Cómo se está preparando? Desarrollando al grado más alto posible aquellas cualidades que se llaman buenas. El Bodhisattva desarrolla en el más alto grado lo que podemos describir como devoción, serenidad en la presencia del destino, atención a todo lo que ocurre a nuestro alrededor, devoción a todos los seres vivos y perspicacia. Y, aunque se necesitarán muchas encarnaciones para el futuro Buda, él se dedica durante sus encarnaciones principalmente a prestar atención a lo que ocurre, aunque lo que ahora hace es relativamente poco, ya que está completamente dedicado a la preparación de su futura misión.

Esto se logrará mediante el hecho de que existe una ley especial con respecto a este Bodhisattva. Esta ley la comprenderemos si tenemos en cuenta la posibilidad de que a cierta edad se produzca una revolución completa en la vida del alma.

La mayor de tales transformaciones que jamás haya ocurrido tuvo lugar en el bautismo de Juan. Lo que ocurrió allí fue que el yo de Jesús, en el trigésimo año de Su vida, abandonó la carne y entró otro yo: el Yo del Cristo, el Líder de los Seres Solares.

Una transformación similar experimentará el futuro Buda Maitreya. Pero experimenta tal revolución en sus encarnaciones de manera muy diferente. El Bodhisattva modela su vida sobre la de Cristo, y los iniciados saben que manifiesta en cada encarnación características muy especiales.

Siempre se notará que, en el período entre los treinta y los treinta y tres años, ocurre una poderosa revolución en su vida. Entonces habrá un intercambio de almas, aunque no de manera tan poderosa como en el caso de Cristo. El ‘yo’ que hasta entonces había dado vida al cuerpo se extingue en ese momento, y el Bodhisattva se convierte, en un sentido fundamental, en una persona completamente diferente de lo que ha sido hasta ahora, aunque el yo no cesa y no es reemplazado por otro, como sucedió con el Cristo.

Esto es lo que todos los ocultistas llaman la atención: que no puede ser reconocido antes de este tiempo, antes de esta transformación. Hasta este momento —aunque estará absorto intensamente en todas las cosas— su misión no será especialmente conspicua; y aunque es seguro que se producirá la revolución, nadie puede decir jamás lo que le sucederá. El primer período de la juventud es siempre completamente diferente de aquel en el que se transforma entre los treinta y los treinta y tres años.

Así se prepara para un gran evento. Esto será así: el viejo yo se desmaya y luego entra otro yo. Y este puede ser una individualidad como Moisés, Abraham, Elías. Este yo entonces estará activo por un cierto tiempo en este cuerpo; así puede tener lugar lo que debe tener lugar para preparar al Buda Maitreya. Por el resto de su vida vive con este yo que entra en ese momento.

Lo que ocurre entonces es como un intercambio completo. De hecho, lo que se necesita para el reconocimiento del Bodhisattva puede ocurrir. Y entonces se sabe que, cuando aparezca después de 3.000 años y haya sido elevado al rango de Buda Maitreya, su ‘yo’ permanecerá en él pero será impregnado interiormente por otra individualidad más. Y esto ocurrirá precisamente en su trigésimo tercer año, año en que, en el caso de Cristo, se produjo el Misterio del Gólgota. Y entonces aparecerá como el Maestro del Bien, como un gran Maestro que preparará la verdadera enseñanza de Cristo y la verdadera sabiduría de Cristo de una manera totalmente diferente de lo que es posible hoy.

La Ciencia Espiritual debe preparar lo que un día tendrá lugar sobre nuestra tierra.

Ahora, es posible que cualquiera en nuestro tiempo cultive esas características que son dañinas para la vida emocional, como la apatía, etc. Pero esto resulta en una laxitud en las emociones, una laxitud en la vida interior del alma, y tal persona ya no podrá realizar su tarea en la vida, ya no podrá cumplirla. Por esta razón, todos pueden considerar una bendición especial si pueden adquirir por sí mismos un conocimiento de lo que ocurrirá en el futuro. Quien tiene la oportunidad hoy de dedicarse al conocimiento espiritual, disfruta de un regalo de gracia del karma.

Porque tener un conocimiento de estas cosas da una base para la seguridad, la devoción y la paz en nuestras almas, para la serenidad, la confianza y la esperanza para enfrentar lo que nos espera en los próximos milenios de la evolución de la humanidad. Todo el que pueda saber estas cosas, debe considerar esto como una suerte especial, algo que evoca las más altas potencias del ser humano, que puede encender todo lo que en su alma parece a punto de extinguirse o está en un estado de desarmonía, o acercándose a la destrucción. El entusiasmo, el fuego, el éxtasis se convierten también en salud y felicidad en la vida exterior.

Aquel que sinceramente se familiarice con estas cosas, que pueda desarrollar la necesaria absorción en estas cosas, seguramente experimentará lo que ellas pueden traerle en felicidad y armonía interior. Y, si alguien en nuestra Sociedad todavía no encuentra esto demostrado en sí mismo, debería por una vez aceptar tal conocimiento y decir:

«Si aún no he sentido esto, la culpa es mía. Es mi deber sumergirme en los misterios de hoy. Es mi deber sentir que como ser humano, soy un eslabón en una cadena que debe extenderse desde el principio hasta el final de la evolución, en la que están unidos todos los seres humanos, las individualidades, los Bodhisattvas, los Budas, Cristo. Debo decirme a mí mismo: «Sentir que soy un eslabón en él es ser consciente de mi verdadero valor como ser humano». Esto debo sentirlo; esto debo experimentarlo.

Traducción revisada por Gracia Muñoz en marzo de 2023

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