Enfoque Práctico III – febrero, marzo y abril 1974

Willi Sucher

Acontecimientos históricos en relación con el perihelio-afelio de Júpiter

Las afiliaciones de acontecimientos cósmicos con estos elementos de la esfera de Júpiter a menudo conllevan una nota de desafío e incluso de exhortación a la humanidad con respecto a sus tareas espirituales intrínsecas en determinados momentos de la historia. Podemos comprender esto sobre la base del movimiento del perihelio de Júpiter a través del actual Piscis sideral, comenzando con el inicio de toda la época post-atlante y terminando con el final de esta época.

Las grandes conjunciones de Júpiter y Saturno en la historia ilustran muy claramente estas perspectivas. Anteriormente hemos trabajado los hechos relacionados con la gran conjunción del año 6 a.C., que tuvo lugar en el perihelio de Júpiter. Anunció para los Reyes Magos el nacimiento de Jesús y la venida de Cristo.

En los años 213 y 273 d.C. se produjeron dos grandes conjunciones cerca del afelio de Júpiter. Coincidieron, aproximadamente, con el tiempo de vida de Mani, el fundador del maniqueísmo, que experimentó una severa persecución hacia el final de su carrera terrenal.

En 848 d.C. se produjo una gran conjunción y en 878 d.C. una gran oposición en el perihelio de Júpiter. Ese siglo llevó a una parte de la humanidad, por pequeña que fuera, el mensaje del Santo Grial y de Parsifal.

En 1762 se produjo otra gran conjunción cerca del perihelio de Júpiter. Ese fue el año en que nació, por ejemplo, el filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte, [que experimentó en su fuero interno -ya entonces- la mayor independencia posible del mundo exterior. Insistía en que sólo la vida interior puede darnos la pauta de quiénes somos]. Como menciona Rudolf Steiner en sus Enigmas de la Filosofía: «De sí mismo no decimos ‘Es’, sino ‘Yo soy’. Con ello no sólo hemos dicho que existimos, sino también lo que somos, es decir, un yo…».

En 2011 tendrá lugar una gran oposición con Júpiter en su propio perihelio y Saturno en el afelio. A continuación, en 2040, se producirá una gran conjunción en el afelio de Júpiter.

Es notable que varios compositores parecen haber formado asociaciones del propio planeta Júpiter con estos elementos de la esfera de Júpiter, entre otros:

  • Johann Sebastian Bach: su Júpiter pasó por su afelio durante el desarrollo embrionario. A su muerte, el mismo planeta se encontraba todavía cerca de su perihelio en 22,5°.
  • En el momento de la muerte de Beethoven, Júpiter (189°) y la Tierra (185°) se encontraban en el afelio y Plutón (57°) estaba en el perihelio de Júpiter.
  • Cuando nació Mozart, Júpiter estaba en 189° cerca de su afelio; igualmente, estaba allí cuando murió en 196°, y también acompañado por una oposición de Saturno en 75°, todavía cerca del perihelio de Júpiter.
  • Los dos grandes pintores del Renacimiento, Alberto Durero (185°) y Rafael Santi (186°) también tuvieron en su nacimiento, asociaciones con un Júpiter en su propio afelio. Estaban verdaderamente en pie y trabajando en línea con las tareas e impulsos intrínsecos de la humanidad post-atlante, tal y como se expresaban en los elementos de la esfera de Júpiter.

A la muerte de Richard Wagner, Venus se encontraba en 186° y en el afelio de Júpiter.

Los «profetas» del desarrollo de la ciencia moderna de la naturaleza y la tecnología también tenían conexiones con estos elementos de Júpiter:

  • Francis Bacon, el fundador del Empirismo en las ciencias naturales, estuvo asociado con un Júpiter en su perihelio durante su desarrollo embrionario.
  • Faraday, el descubridor de la inducción electromagnética, entró en encarnación cuando Saturno estaba en 5° cerca del perihelio de Júpiter. Cuando murió, Neptuno estaba en 13,5° y asociado al mismo perihelio.
  • También alrededor de la época en que murió Edison, el gran inventor, especialmente de aparatos eléctricos, Urano estaba en 18° y todavía cerca del perihelio de Júpiter.
  • Henry Ford creó obviamente en su encarnación fuertes asociaciones con estos elementos, ya que Neptuno estaba en 4° en su nacimiento, acercándose al perihelio de Júpiter, mientras que Saturno (187°) y Júpiter (190°) estaban al mismo tiempo cerca del afelio. A su muerte, la Tierra (196°) y Neptuno (189°) estaban cerca de la línea del afelio.

No siempre los miembros de la raza humana se identifican con los grandes objetivos constructivos de la época post-atlante, sino que utilizan los potenciales del egoísmo y la independencia para fines egoístas y materialistas. Ejemplos de ello son:

  • César Borgia, a cuya muerte la Tierra (181°) y Júpiter (192°) estaban cerca del afelio de Júpiter, y Lenin, cuyo Marte (17°) estaba al nacer cerca de la línea del perihelio de este planeta.
  • Entre los grandes filósofos y escritores de la Edad Moderna destacan: Goethe, a cuya muerte la Tierra (182°) se encontraba en el afelio de Júpiter.
  • Dostoievski, que durante su proceso de encarnación se asoció a través de Saturno (14°) y Júpiter (2°) con el perihelio.
  • Emerson, cuyo Urano (190°) y Júpiter (186°) al nacer se habían desplazado hacia el afelio, y Mercurio (12°) a su muerte hacia el perihelio de Júpiter.
  • Víctor Hugo, en cuyo nacimiento Urano (184°) se había desplazado hacia la proximidad de la línea del afelio de Júpiter.
  • Mark Twain, con Saturno (199°) en su época todavía cerca del afelio y Plutón (14°) del perihelio, y a su muerte Júpiter (191°) en su afelio.

Elementos de la Esfera de Saturno

Los nodos de Saturno: el nodo ascendente de Saturno se encuentra en la constelación sideral de Géminis desde el año 869 d.C. aproximadamente, y permanecerá allí hasta más o menos el año 6600 d.C. En las proximidades de los años 3000 y 2900 a.C., se trasladó de la constelación sideral de Leo a la de Cáncer. De este modo, vemos aquí la conexión más profunda de los trabajos de la esfera de Saturno con el destino de la humanidad desde el comienzo del Kali Yuga (3101 a.C.) – incluso se podría decir, la negación de estas fuerzas por la raza humana. Uno de sus objetivos más elevados, con respecto a la evolución humana, es el desarrollo de capacidades superiores de cognición, o «gnosis» (por ejemplo, «Dia-Gnosis», o «Pro-Gnosis», en un sentido ideal).

Fueron precisamente estas capacidades las que la humanidad perdió gradualmente, aproximadamente después de la entrada del nodo ascendente de Saturno de Leo a Cáncer. Hemos señalado anteriormente cómo la constelación de Cáncer se asoció históricamente con el comienzo de Kali Yuga, con la destrucción del «puente» que una vez conectó Midgard con Asgard (Véase la historia de los ápsides de Venus y Marte).

Entonces, cuando el nodo ascendente entró en Géminis sideral, precisamente en el año 869 d.C., la humanidad se enfrentó a las consecuencias de lo que se había desarrollado gradualmente mientras este nodo estaba todavía en Cáncer. En 869 d.C. tuvo lugar el Cuarto Sínodo de la Iglesia de Constantinopla. En él se decretó que la antigua idea de la trinidad humana, cuerpo-alma-espíritu, era errónea, y que sólo estábamos formados por cuerpo y alma, con unos pocos atributos espirituales. Con la entrada del nodo de Saturno en Géminis, se hizo evidente una gran hendidura entre el espíritu y la materia, en lugar de una unión entre ambos, que habría sido la realización real y constructiva del potencial espiritual de Géminis. A medida que la humanidad avanza hacia el futuro, se enfrenta al reto de rectificar la perspectiva negativa de la constelación de los Gemelos. Esto puede hacerse comprendiendo e identificándose con el significado de la Encarnación de Cristo, cuando el Ser Divino descendió al cuerpo físico de Jesús en el momento del Bautismo. Esto sucedió cuando el planeta Saturno estaba en Géminis, cuando los cielos, por así decirlo, declararon que en ese momento la «división» de Géminis había sido potencialmente resuelta.

Una vez que esto se realice en la humanidad, hará posible que se encuentre constructivamente con la entrada del nodo ascendente de Saturno en Tauro sideral, alrededor del año 6600 d.C. Entonces podrá elevarse a capacidades asociadas con la Palabra Creativa Cristiana, incluso se podría decir, con toda la cautela necesaria, con la nueva Palabra Mágica. (Tauro está asociado con la Palabra, o Logos.) De lo contrario, esa futura humanidad caerá en los fosos de las más destructivas «Guerras de Todos contra Todos», que es una de las alternativas negativas de Tauro.

Todo esto se apoya en la carrera del nodo descendente de Saturno. Entró en lo que ahora llamamos Capricornio sideral, procedente de Acuario, alrededor del 5000 a.C. La entrada en Sagitario sideral ocurrió más o menos al mismo tiempo que la de Géminis, y del mismo modo la entrada en Escorpio coincidirá, aproximadamente, con la de Tauro.

La perspectiva del nodo descendente de Saturno en Capricornio fue encontrada constructivamente por la cognición del trasfondo espiritual del «Mundo de la Materia» por la figura espiritual que inaugura la antigua civilización persa, el gran Iniciado Zaratustra, alrededor del 5000 a.C. Él lo presentó a la humanidad como la polaridad espiritual cósmica de Ahura Mazda (el Sol-Aura) en las alturas del cielo, y Ahriman, el Espíritu de la Oscuridad en lo profundo de la Tierra.

En la entrada del nodo descendente de Saturno en Sagitario podemos ver una posible nota conciliadora de lo que describimos anteriormente como una de las perspectivas de Géminis. Sagitario lleva, en su significado más elevado, la imagen de la humanidad en el curso de la evolución. Así, hablaría de la necesidad de la humanidad moderna de atravesar la fase temporal de esa gran escisión entre espíritu y materia, para alcanzar el egoísmo y la emancipación, o libertad espiritual.

La coincidencia de la entrada del nodo descendente de Saturno en Escorpio, aproximadamente en el año 7000 d.C., es otra vívida imagen de lo que hemos descrito anteriormente como las perspectivas de Tauro. Estará entonces en la libertad de la humanidad decidir si quiere tomar el rumbo hacia la destrucción, a imagen del viejo Escorpio que es la Muerte, o el potencial redimido y transformado de esta constelación, que implica la «superación de la Muerte por la Resurrección».

Las conjunciones de los nodos de Saturno con los elementos de otros planetas hablan un lenguaje similar. Alrededor del año 6000 a.C., el nodo ascendente de Saturno estaba alineado con el nodo ascendente de Neptuno. Esto fue cuando ambos elementos estaban todavía en lo que ahora experimentamos como Leo sideral, una época en la que la humanidad (el peso de la civilización humana estaba entonces en la antigua India) tenía una vívida conciencia y experiencia todavía del mundo de los seres espirituales en su entorno. Esto se expresa en el símbolo tradicional de Leo: La relación del ser (humano) en el centro con la periferia. Más tarde, por supuesto, nos quedamos «atrapados» en ese centro y nos convertimos en un «egoísta». En el capítulo V mencionamos la conjunción de la línea nodal ascendente de Saturno con la línea del perihelio de Venus. Esto ya estaba en Cáncer.

Después de esto tenemos acontecimientos de esta connotación que sólo vendrán en el futuro. Aproximadamente en el año 2700 d.C., el nodo ascendente de Saturno estará en conjunción con el nodo ascendente de Plutón -hasta donde podemos determinar las posiciones de los elementos de Plutón en la actualidad con los medios astronómicos disponibles para el cálculo.

Alrededor del año 3275 d.C., el nodo ascendente de Saturno estará en línea con el perihelio de la Tierra. Esto ocurrirá en Géminis sideral. Después, hacia el año 3900 d.C., la línea nodal ascendente coincidirá con el perihelio de Saturno, en la misma constelación. Tendrá lugar durante la llamada «Era del Hombre de Agua», cuando el equinoccio vernal se haya trasladado a esa constelación. El Aguador-Acuario está «gobernado», según la tradición antigua y todavía válida, por Saturno. Por lo tanto, la conjunción de los dos elementos de Saturno tendrá un significado especial. Las condiciones en el planeta Tierra se habrán desarrollado físicamente hasta un punto en el que será cada vez más necesario sostener la existencia terrestre, por ejemplo, de los seres humanos y del medio ambiente del que tendremos que depender, mediante el despliegue consciente de fuerzas y potenciales cósmicos. Una nueva unión, sobre una base cristiana, entre los cielos y la Tierra – Géminis, donde tendrá lugar la conjunción de los elementos de Saturno – será primordial en una amplia base de la vida humana.

Alrededor del año 7400 d.C., después de que el nodo ascendente de Saturno haya entrado en Tauro sideral, se encontrará con el perihelio de Mercurio. Esto acentúa aún más lo que dijimos anteriormente sobre este elemento de Saturno en Tauro.

En el capítulo VI ya mencionamos la conjunción de las líneas nodales de Júpiter y Saturno hacia el año 12000 de nuestra era, en tiempos que apenas podemos imaginar sobre la base del Apocalipsis de San Juan, especialmente en relación con la descripción del Segundo y Tercer «Sellos».

Perihelio-afelio de Saturno: a medida que los nodos de Saturno retroceden, debido a su lento movimiento (31,503″ por año), en relación con las constelaciones, los ápsides de Saturno avanzan, porque se mueven más rápido (70,503″ por año) que los puntos equinocciales, en contra de la actual precesión anual de 50,2564″ de los equinoccios vernal y otoñal.

Así, veríamos en la entrada del perihelio en Tauro una fase del karma humano durante la cual fuimos guiados por los poderes divinos para descender al mundo de la materia, para entrar gradualmente en el camino hacia la independencia y la libertad espiritual. Al mismo tiempo, todavía éramos apoyados y guiados por estos poderes para conservar una consciencia y, más o menos, una tenue consciencia del mundo divino, manifestado externamente en los cielos estrellados. Eran épocas en las que los seres humanos aún tenían acceso a una astrosofía vívida. En los movimientos de las estrellas oían al mundo divino hablarles, dándoles consejos y mandamientos. Luego siguió una época en la que el creciente egoísmo del ser humano sentó las bases de una astrología, una sabiduría estelar que relacionaba los movimientos de las estrellas con el destino del individuo, finalmente incluso en un sentido fatalista. Todo ello se expresa en la imagen de Tauro, el Toro, donde se encontraba entonces el perihelio de Saturno. El pesado cuerpo del Toro es la imagen del mundo de la materia al que gradualmente tuvimos que enfrentarnos. Los poderosos cuernos del Toro representan la conexión con el mundo cósmico, el mundo de las estrellas, que el ser humano experimentó. Esto coincidió con las épocas en que la raza humana se dio cuenta gradualmente del hecho de la muerte del individuo, representada en Escorpio, entonces la imagen cósmica de la muerte. Antes de eso, la muerte era una experiencia diferente. En el trasfondo de nuestra conciencia directa del mundo espiritual, tomábamos la muerte como un cambio que sólo afectaba al nivel de nuestra existencia.

La entrada del perihelio de Saturno en Géminis, hacia 1413, indica un cambio fundamental en todo esto. Coincidió con el comienzo de la edad moderna, cuya tarea es desarrollar una ciencia precisa de la naturaleza y, finalmente, combinarla con una ciencia igualmente disciplinada del espíritu. En primer lugar, enfrenta a esta humanidad con la escisión perfecta entre el mundo celestial (incluido el espiritual) y el mundo de la materia, representado por la constelación de Géminis, los gemelos, uno celestial, inmortal y el otro terrenal, mortal. Una de las primeras manifestaciones de la nueva Era fue el desarrollo de una astronomía a través de la obra de Copérnico, Kepler, Galileo, Newton y otros, que enfrentó a la sociedad moderna con un mundo estrellado que se alejaba a distancias gigantescas, fomentando cada vez más la perspectiva de un universo material mecánico. En el curso de estos desarrollos, la antigua astrología quedó relegada al lugar de la superstición.

Sin embargo, desde el punto de vista del karma humano, representado por el perihelio de Saturno en Géminis, esto significa que la antigua dependencia y dominación a la que servía la astrología tradicional, especialmente esa actitud, debe ser superada y sustituida por el desarrollo de una relación espiritualmente libre y «fraternal» con la naturaleza y, en particular, con el mundo de las estrellas. Este es el «mensaje» contenido en el movimiento del afelio de Saturno a través de la constelación de Sagitario, el imaginario de «aquel que está por llegar a ser».

La entrada del perihelio en Cáncer hacia el año 6600 d.C. indica evidentemente que durante la última civilización de la quinta época post-atlante, el materialismo debe ser finalmente superado, a menos que se tambaleen los cimientos mismos de la existencia humana en el planeta Tierra. (La constelación de Cáncer está, en un sentido filosófico, relacionada con el materialismo). Llamamos la atención sobre lo que ya describimos en el capítulo IV, que el perihelio de Saturno se encontrará finalmente con el perihelio de Venus en Cáncer. Este último lleva todos los recuerdos del sufrimiento y del dolor de la raza humana durante la larga y necesaria estancia en las tinieblas de la existencia material. (Es interesante observar que el perihelio de Venus tarda casi 100.000 años en recorrer el espacio zodiacal que para nosotros es ahora la constelación de Cáncer). Sin embargo, en la parte opuesta del zodíaco, en Capricornio, a través de la cual se desplazará el afelio de Saturno, se pronuncia la perspectiva espiritualmente constructiva de todo esto; es decir, en el futuro seremos capaces a través de nuestros propios esfuerzos de volver a encontrar la «puerta de los dioses», tal y como se vivía Capricornio en la antigua Grecia.

Hacia el 2750 a.C., el perihelio de Saturno estaba en línea con el punto zodiacal en el que aparecía el Sol en el equinoccio de primavera, visto desde la Tierra. Ambos se encontraban en Tauro sideral, subrayado por lo descrito anteriormente.

Más tarde, hacia 1850 a.C., el perihelio-afelio de Saturno se encontró con los mismos elementos de Mercurio y hacia 1700 a.C. con las líneas nodales de Marte. En el capítulo IV hemos descrito las coincidencias históricas relacionadas con estos acontecimientos.

Lo mismo ocurrió con las líneas nodales de Venus en conjunción con estos ápsides de Saturno hacia el año 435 de nuestra era. La historia de estos acontecimientos se menciona en el capítulo V.

Los tiempos venideros verán más conjunciones de la línea perihelio-afelio de Saturno. En el capítulo VI se ha descrito una conjunción con las líneas nodales de Júpiter, alrededor del año 2780 de nuestra Era. Otra conjunción con las líneas nodales de Saturno, alrededor de 3900 d.C., ya ha sido mencionada anteriormente.

Hacia 4760 d.C., la línea perihelio-afelio de Saturno se encontrará con las líneas nodales de Plutón, en la medida en que estas últimas puedan calcularse con los medios astronómicos actuales.

Alrededor de 6055 d.C., estos elementos de Saturno se alinearán con los mismos elementos de la Tierra, y alrededor de 6500 d.C., coincidirán con las líneas nodales de Neptuno. Todo esto enfatizaría aún más lo que dijimos anteriormente sobre la entrada del perihelio-afelio de Saturno en Cáncer-Capricornio. Eventualmente, estas líneas de Saturno se encontrarán con los mismos elementos de Venus, alrededor del año 8500 d.C.

Acontecimientos históricos relacionados con los Nodos de Saturno

Los nodos de Saturno parecen estar especialmente asociados con mensajes significativos para la humanidad, que conectan su lucha por reconocer el verdadero significado y los objetivos espirituales de la humanidad. Estas asociaciones son evidentes en la historia del cristianismo primitivo. Inmediatamente después del primer acontecimiento de Pentecostés (Hechos, II), Júpiter atravesó el nodo ascendente de Saturno. Los apóstoles se prepararon entonces para llevar el mensaje del Acontecimiento de Cristo a la humanidad, después de que pudieron «hablar en otras lenguas, según el Espíritu les dio la palabra para que hablasen» (Hechos, II:4)

Una personalidad que trajo esto, al menos como impulso en su encarnación, fue Shakespeare. Durante su desarrollo embrionario, Júpiter se movía a través del nodo ascendente de Saturno. Asimismo, Richard Wagner tuvo un reto similar. Tras una larga lucha, podría decirse, logró formular el mensaje en su última composición, Parsifal, la historia del Santo Grial que está tan profundamente conectada con el Impulso Crístico.

Goethe también tuvo, puede decirse, una asociación «inspiradora» con el elemento de Saturno. Neptuno estaba en conjunción con Mercurio en 115° durante su encarnación, cerca de esa línea nodal ascendente, y a su muerte Neptuno (295°) estaba cerca de la línea descendente. (Goethe vivió exactamente el tiempo de media órbita de Neptuno a través del Zodíaco [y muy cerca de una órbita completa de Urano]).

Hahnemann, que descubrió las capacidades curativas de sustancias médicas muy diluidas (homeopatía) y la ley de «similia similibus curantur», encarnó (293°) y murió (292°) cuando Saturno estaba en su propio nodo descendente. En su época esto fue ayudado por la Tierra (296°) estando en esa línea. También los grandes compositores Johann Sebastian Bach, con Plutón en 104,8° al nacer y Neptuno en 117° al morir. 5°; Beethoven con Plutón en 289° al nacer y Urano en 295° y Neptuno en 284° al morir; Mozart con Saturno en 292° conjunción Mercurio (298°) y Venus (292°) en la época y Marte en 112° al nacer, trajeron «mensajes» significativos e inspiradores a la humanidad moderna con estas fuertes conexiones de los planetas con los elementos de Saturno; y William Blake ya tenía una asociación al nacer con el nodo ascendente de Saturno a través de Marte en 105°. Esto se acentúa aún más en el momento de su muerte con Venus en el lugar donde Marte estaba al nacer, y también Saturno (101°), Urano (296°) y Neptuno (285°) se unen a esta perspectiva. (Posiciones de esta naturaleza en el momento de la muerte indican más bien una posible «inspiración» de generaciones posteriores). Como era de esperar, también los grandes pintores del Renacimiento, que tanto aportaron con su arte a la humanidad posterior, tenían fuertes conexiones con las líneas nodales de Saturno:

  • Leonardo da Vinci trajo tales potenciales ya en su encarnación a través de Urano en 112° y Júpiter en 298° en su época. A su muerte aparecen como capacidades inspiradoras a través de Saturno en 287°.
  • Del mismo modo, Miguel Ángel encarnó con tales capacidades, a través de Saturno en 113° y Júpiter en 295°.
  • Rafael trajo a la humanidad moderna, a través de las numerosas pinturas de la «Madonna» y finalmente la «Madonna Sixtina», los misterios del nacimiento del espíritu. Esto encontró expresión a su muerte en la asociación de Saturno en 297° y Plutón en 281° con el nodo descendente de Saturno.
  • Rembrandt trató, en sus numerosas creaciones artísticas, los misterios más profundos de la Luz y la Oscuridad. Esto encontró expresión a su muerte con Neptuno en 298° y cerca del nodo descendente de Saturno.

De las grandes individualidades que trajeron como escritores y poetas importantes mensajes a la humanidad, aparte de Goethe mencionado anteriormente, encontramos a los siguientes conectados con las líneas nodales de Saturno:

  • Novalis, que intentó llevar a la humanidad moderna una realización más profunda del cristianismo. Tanto en su encarnación, con su época Júpiter en 296° y en su nacimiento con Plutón en 290°, como en su muerte, con Marte en 116°, tuvo fuertes asociaciones planetarias con estos elementos de Saturno.
  • Walt Whitman, de quien la Enciclopedia Británica dice: «En América Whitman vio un símbolo de ese pionerismo espiritual que, buscando perpetuamente un pasaje a la India, (es decir, Cristóbal Colón descubrió América tratando de encontrar este pasaje) vincula cada época a una mayor…» Son interesantes sus conexiones con los elementos de Saturno en el nacimiento (Júpiter en 284°) y la muerte (Venus en 118°).
  • Mark Twain también tenía asociaciones excepcionalmente fuertes con estos elementos planetarios en la muerte con Mercurio en 108°, Marte en 113°, Urano en 292°, y Neptuno en 108°.
  • Leo Tolstoi encarnó cuando varios de los planetas estaban en los elementos nodales de Saturno (en su época Mercurio en 120°, Venus en 293° y Urano en 278°; en su nacimiento Neptuno en 288°). A su muerte Urano estaba a 295° y Neptuno a 110°.

Acontecimientos históricos relacionados con el perihelio-afelio de Saturno

Los movimientos de los planetas a través de estos elementos de Saturno suelen reflejar decisiones sublimes y, en algunos casos, cruciales, que no sólo tienen importancia para el ser humano individual, sino para la evolución de la humanidad.

Decisiones de esta naturaleza fueron inauguradas, obviamente en vista de los futuros problemas y situaciones de la vida de la humanidad, por Cristo. Después del Bautismo de Jesús (la encarnación del Cristo cósmico) por Juan, Cristo fue conducido al desierto, permaneciendo durante 40 días. Durante todo ese tiempo, pero especialmente hacia el final, Cristo fue tentado por el Diablo y Satanás. (San Mateo IV; San Marcos I: 1-13; San Lucas IV: 1-13.) Rudolf Steiner señaló que había dos tentadores: Lucifer equivale al Diablo y Ahriman es lo mismo que Satanás. Cristo rechazó su influencia, y esta primera acción se llevó a cabo para ayudar a la futura humanidad a avanzar hacia una sana independencia. Coincidió con el paso de Marte por el perihelio de Saturno.

Un año más tarde (hacia el 28 de febrero del 32 d.C.), Marte atravesó la línea de afelio de Saturno. Un poco más tarde, cerca de la Luna llena de primavera del año 32 d.C., Júpiter se situó en la línea de perihelio de Saturno. Todo esto se impregnó de un nuevo significado y fue «cumplido» por Cristo en los preparativos que precedieron a aquella fiesta de Pascua y, finalmente, a la «Alimentación de los cinco mil» (San Juan V-VI). Este acontecimiento no tiene por qué verse como un milagro barato de multiplicación de panes materiales, sino que fue una «alimentación espiritual» de una multitud de seres humanos pertenecientes a la quinta, tanto Edad como Época. Los dos peces, que estaban disponibles para la alimentación, dan otra pista. Se trata de una referencia a los «dos peces» de la magnitud cósmica de la constelación de Piscis. Esta configuración de estrella fija está asociada, a través del perihelio de Júpiter, a toda la época post-atlante (ver p. 103). La humanidad de toda esta época recibió la «alimentación», es decir, se estableció el sustento para la raza humana que vendrá a manifestarse durante la época actual. Esto no es una vana fantasía, ya que Venus pasó en ese mismo momento por el perihelio de Júpiter en Piscis y así se «cumplió» esta Acción de Cristo.

Entre finales del año 32 y principios del 33, Venus y Marte se encontraron en conjunción cerca del perihelio de Saturno. Esto se asocia cronológicamente con los acontecimientos en torno a la Fiesta de la Dedicación (San Juan, cap X), tras la curación del hombre «ciego de nacimiento». En ese momento se exigió a los judíos la severa decisión de aceptar al Cristo (San Juan X:24- 42); sin embargo, lo rechazaron.

Las asociaciones de planetas con la línea perihelio-afelio de Saturno suelen funcionar como momentos de decisión, a veces decisiones que van mucho más allá de las preocupaciones del individuo. Por ejemplo, Copérnico encarnó (1473) cuando Saturno (85°) estaba en su perihelio. Unos 29-30 años más tarde, Saturno se encontraba de nuevo en la misma posición. Tales retornos de los planetas a los lugares donde se encontraban al nacer son como recuerdos, que reflejan las intenciones que condujeron a la encarnación. Copérnico estaba entonces, en 1502-3, todavía en Bolonia, estudiando derecho canónico. Además, asistía a las conferencias del astrónomo Novara y se familiarizó con la astronomía heliocéntrica pitagórica. Obviamente, adoptó la teoría heliocéntrica, que elaboró en los años siguientes. Ahora sabemos que esta decisión no fue sólo un asunto personal suyo, sino que llegó a afectar a toda la humanidad moderna.

Asimismo, el regreso de Saturno a la posición de nacimiento (268°) de Tycho Brahe, en su afelio, estuvo relacionado con decisiones básicas de su vida. Ocurrió en 1576, cuando Tycho Brahe pudo crear la fundación de su propio observatorio y comunidad de trabajo en la isla de Hveen.

Johann Kepler nació cuando Neptuno (85°) estaba en el perihelio de Saturno. Esto se activó en acontecimientos de su vida hacia 1588-89, cuando el propio Saturno se desplazó hacia esa línea. Entonces estudiaba teología en la Universidad de Tubinga y se preparaba para el ministerio. Al mismo tiempo, recibió instrucciones privadas de Michael Mästlin sobre la astronomía copernicana. Esto parece haberle llevado a una profunda decisión interior, probablemente no sin dolor, porque le vemos apartarse de la carrera ministerial para convertirse en profesor de matemáticas y astronomía. En esta decisión asistimos al nacimiento del Kepler que tanto tenía que aportar a la humanidad moderna.

Sin embargo, este tipo de «recuerdos» también están presentes en las configuraciones estelares en el momento de la muerte, sólo que se refieren a acontecimientos ocurridos durante la vida de los individuos. En este caso, debemos referirnos a descubrimientos que ya hicimos hace mucho tiempo: las posiciones de los planetas en el momento del fallecimiento de un ser humano contienen la biografía completa de ese individuo. Se establece por los lugares donde Saturno había estado durante la vida, inversamente a los retornos de Saturno a los lugares de encarnación. Así, por ejemplo, Saturno (96°) a la muerte de Beethoven había regresado a la posición donde había estado hacia 1797-8. En otras palabras, Saturno había anotado, por así decirlo, en la sustancia akáshica del cosmos (Saturno es el «órgano de la memoria» del cosmos) los acontecimientos de esos últimos años de la vida de Beethoven. Fue, en efecto, una época crucial de su vida y requería una decisión firme. Aparecieron los primeros signos de la inminente sordera total, el peor impedimento que podía ocurrirle a un compositor. Sin embargo, gracias a la fuerza de su decisión y a su insistencia, pudo regalar a la humanidad las maravillas de sus creaciones artísticas musicales, a pesar de su sordera.

En el curso de nuestras investigaciones también hemos descubierto que esos «recuerdos», en el momento de la llamada muerte, no se pierden. Viven en el cosmos y pueden incluso, en determinadas circunstancias, inspirar a las siguientes generaciones humanas.

Elementos de los planetas recién descubiertos: Urano, Neptuno, Plutón

De los elementos de los planetas recién descubiertos, las líneas perihelio-afelio en particular oscilan enormemente en relación con la eclíptica. Por lo tanto, es difícil relacionar sus posiciones con acontecimientos definidos de la historia y de la esfera humana. Los ápsides de Neptuno son especialmente difíciles de definir. Por poner un ejemplo: a principios de 1963 el perihelio se encontraba (según el American Ephemeris and Nautical Almanac) en 32,67° de la eclíptica. De ahí pasó a 57,6455° en marzo de 1968. Después retrocedió hasta los 18,5387° en mayo de 1972. En diciembre de 1974 habrá avanzado de nuevo hasta los 36,8738°, y probablemente seguirá avanzando después.

Los perihelios-afelios de Urano (para el cálculo de las posiciones medias, véase la tabla IV) son más estables, aunque oscilan también 4° a lo largo de los años. Estos elementos no tienen vecinos inmediatos en la actualidad. Sólo hacia el año 6800 d.C. se encontrarán con los ápsides de Marte (véase el capítulo VI). Tienen una conexión significativa con los Acontecimientos de Cristo, lo que puede contribuir a comprender su carácter.

Entre el 33 y el 34 d.C., Urano se desplazó hacia su perihelio. Del 3 al 5 de abril del 33 d.C. tuvo lugar el Misterio del Gólgota. En enero del 34 d.C., según los cálculos, Urano se encontraba realmente en su perihelio. Por aquel entonces tuvo lugar la conversión de San Pablo. No tenemos pruebas sobre el momento exacto, pero el calendario cristiano recuerda a «San Pablo en Damasco» el 25 de enero.

Todo esto es, en realidad, una sublime descripción del carácter potencial habría que decir realmente, «cumplimiento» cristiano de Urano. San Pablo, cuyo nombre original era Saulo, persiguió a los cristianos. Fue «consentidor» de la lapidación del primer mártir cristiano, San Esteban (Hechos VIII.). Se opuso a los cristianos, en un principio, basándose en el rechazo del Cristo por parte de los judíos, por no estar a la altura de sus aspiraciones «políticas», podría decirse. Además, Saulo no podía aceptar lo que sostenían los cristianos: que Cristo había resucitado de entre los muertos. Obtuvo cartas de los sumos sacerdotes de Jerusalén para ir a Damasco y continuar con las persecuciones (Hechos IX). De repente, a la puerta de la ciudad, le sobrecogió una «luz del cielo» y una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». En ese momento se dio cuenta de que Cristo estaba vivo y presente en la naturaleza que le rodeaba, y se convirtió en el gran apóstol del Impulso de Cristo en la zona del mar Mediterráneo.

Este Acontecimiento de Damasco de San Pablo se convertirá en el arquetipo de la experiencia de la «Segunda Venida» de Cristo, que cada vez más seres humanos tendrán de ahora en adelante en el futuro. En el pasado muy pocas personas han tenido «encuentros» similares. Ocurrieron en relación con acontecimientos en las líneas absidales de Urano, pero son difíciles de discernir. Un ejemplo es la aparentemente extraña historia de Bernadette, que acabó dando lugar al descubrimiento de Lourdes, en el sur de Francia, como lugar donde muchos enfermos recibían curación. La experiencia inicial de Bernadette, la visión de la «Señora» que le dijo que el agua de la gruta de Lourdes tenía capacidad curativa, ocurrió el 11 de febrero de 1858 (véase Franz Werfel, El canto de Bernadette). Por aquel entonces, Neptuno pasó por el afelio de Urano.

En la época aproximada de Rafael Santi, el pintor del Renacimiento, Júpiter se movía a través del perihelio de Urano. Si buscamos el momento de la posible activación por parte de Rafael del potencial contenido en esta posición, llegamos al año 1508, cuando Saturno atravesó este punto del perihelio de Urano. Esto no significa que algo tuviera que ocurrir en cualquier circunstancia. Tales tránsitos de planetas, como se les llama, sobre porciones en el nacimiento, o durante el desarrollo embrionario, ofrecen sólo posibilidades de promulgación. Encontramos que, en el año 1508, Rafael comenzó su primera pintura en la Estancia del Sello (Vaticano), la llamada Disputa del Santísimo Sacramento. Se reconoce generalmente que esta pintura «en su sentimiento religioso» supera con creces a cualquiera de las pinturas posteriores de la Estancia, conservando gran parte del carácter sagrado del arte florentino y umbro anterior» (Enciclopedia Británica). De hecho, parece representar la búsqueda de la humanidad cristiana de una comprensión real de la presencia de Cristo en el altar.

Además, unos pocos «cuadros de la memoria» contenidos en las configuraciones de la muerte de personalidades históricas cuentan historias similares de la vida de los seres humanos. (Hemos señalado anteriormente que se puede descubrir, sobre la base de los tránsitos precedentes de Saturno sobre las posiciones de los planetas en el momento de la muerte, que estas configuraciones llevan la totalidad de la historia de la vida de un ser humano).

Cuando Emerson murió (27 de abril de 1882) Urano estaba cerca de su perihelio. En 1832, cuando atravesó esa tremenda crisis en su vida, Saturno estaba allí. Así pues, Saturno «recordaba» este acontecimiento y volvió a hacerlo realidad en el momento de la muerte. A principios del año 1832 murió su esposa. Después se retiró de su cargo pastoral y finalmente realizó un largo viaje a Europa, donde entabló una duradera y profunda amistad con Carlyle. En la base de su renuncia al ministerio, bien pudieron estar las experiencias interiores que finalmente le llevaron a su «protesta contra los defectos del cristianismo histórico» en 1838. Para él, el cristianismo era algo mucho más profundo que las versiones ortodoxas que se habían desarrollado en aquella época.

Paracelso, el gran genio médico de la Edad Media, murió el 24 de septiembre de 1541, cuando Júpiter estaba cerca del perihelio de Urano. Tránsitos anteriores de Saturno nos llevan a las siguientes fechas de su vida: El primero fue hacia 1524, con Saturno en el afelio de Urano. Paracelso regresaba de una peregrinación de 12 años a Oriente. No sabemos exactamente dónde había estado, pero conoció, entre otras cosas, antiguas prácticas curativas. Pudo haber estado en los territorios de los tártaros, en Egipto, Palestina, Siria, etc. Algunos escritores han llegado a la idea de que incluso había sido «iniciado» en los misterios del chamanismo.

Luego, hacia 1539, cuando Saturno estaba en el perihelio de Urano, parece haber escrito el cuarto y último libro de su Astronomia Magna. En él dice cosas que sólo podrían haber salido de una profunda sabiduría esotérica cristiana: «Es posible, en efecto, que una persona se apodere de todo el mundo y lo encierre en sus manos, y esto con todos sus fundamentos y en clara percepción de su perfecta totalidad»… o … «Como un médico que pone su medicina en una pequeña caja, un extracto que contiene grandes virtudes así también puede un mago poner en una pequeña piedra gran parte de la ciencia celestial, y tales (dichas pequeñas piedras) son las cajas del mago en las que conserva los poderes y virtudes siderales».

El perihelio de Plutón se dio en 223,18° en enero de 1958. El American Ephemeris and Nautical Almanac cita la posición de este elemento para febrero de 1974 en 224,3121°. Aún no hemos podido descubrir el movimiento medio anual. Sin embargo, parece coincidir con las líneas nodales de Mercurio y Marte, por lo que tenemos la impresión de que una lista de personalidades con fechas y posiciones históricas no ofrecería mucha más ayuda práctica. Las líneas nodales de estos planetas interiores parecen ser más estables. Sin embargo, coinciden con los elementos de los planetas clásicos; por ejemplo, los nodos de Urano están cerca de los nodos de Venus. De hecho, coincidieron en torno a 1347 d.C., y en la actualidad no distan mucho más de 2°. Por lo tanto, no creemos que sea necesario, también en este caso, volver a enumerar las personalidades históricas.

Asimismo, las líneas nodales de Neptuno coinciden prácticamente en la actualidad con las líneas perihelio-afelio de Venus. Por lo tanto, podemos adoptar estos elementos de Venus también para definir el carácter histórico de los de Neptuno.

El nodo ascendente de Plutón se da en las efemérides mencionadas para el 30 de septiembre de 1974 a 110,007° de la eclíptica. (El movimiento anual parece ser de 48″ hacia adelante.) Esto está entre las localizaciones de los nodos de Júpiter y Saturno, y pensamos que una consideración especial para este elemento no sería de valor práctico para esta publicación.

Traducido por Carmen Ibañez Berbel

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