Por Willi Sucher
English version (páginas 218-234 )
Las siguientes enumeraciones de ejemplos históricos relativos al paso de los planetas a través de las líneas de los elementos planetarios no deben tomarse únicamente como demostraciones de realizaciones ideales. Ciertamente, en algunos casos se lograron respuestas morales e inspiradoras. En otros no tuvieron éxito o sólo lo tuvieron parcialmente, pero incluso si el fracaso fuera evidente, puede servir de inspiración para continuar con la profunda tarea de la evolución espiritual, para cooperar como humanidad en el gran Impulso Micaelita de esta Era: asociarse conscientemente con los acontecimientos en las anchuras estelares del universo para ayudar a transformarlos y elevarlos paso a paso hacia las metas de la futura evolución espiritual del mundo.
Además, hemos llegado a la conclusión de que no sólo son significativos los movimientos de los planetas a través de sus propios elementos, sino que también son importantes o esenciales las relaciones de los planetas con los elementos de los otros planetas. Debemos vivir gradualmente la experiencia de que las esferas planetarias están insertadas unas en las otras. Es demasiado obvio que la perspectiva de «cuerpos» planetarios individuales, uno separado y aislado de los otros por distancias colosales, es inadecuada para la realización de una nueva astrología o Astrosofía. Si podemos abrirnos paso hacia una experiencia de interrelación de las esferas, entonces el universo solar se convierte para nosotros en un organismo vivo, en el que las esferas aparecen como dominios interrelacionados de funciones similares, a una escala cósmica mucho más vasta, a las funciones orgánicas integradas en un ser vivo perteneciente a los reinos de la naturaleza.
Ejemplos históricos de asociaciones con los nodos de Mercurio
Tycho Brahe: en su nacimiento (14 de diciembre de 1546, calendario juliano) Venus (42°) se encontraba en la línea nodal ascendente de Mercurio. En este Venus vemos la contraimagen cósmica de la conexión kármica de Brahe con la vida de los «misterios», incluso con los antiguos. Por eso no pudo asumir, por ejemplo, la idea copernicana que sentó las bases para la posterior concepción materialista del universo. Sin embargo, tuvo que contemplar, hasta sus últimos momentos, cómo incluso Kepler aceptaba el sistema copernicano. Con esto podemos entender sus últimas plegarias, que repetía una y otra vez: «Que no parezca que he vivido en vano» (de Arthur Koestler Los Sonámbulos). Murió en un momento en el que sopesaba la trascendencia de la obra inteligente de su vida para toda la humanidad. Así, impregnó a Saturno en la línea nodal descendente de Mercurio con la sustancia etérica de su vida (Saturno 223°, el 24 de octubre de 1601). Por supuesto, esto también está asociado con el hecho de que la línea nodal descendente de Mercurio se encuentra, desde 747 a.C., en la constelación sideral de Libra.
Copérnico murió (24 de mayo de 1543) cuando Saturno (228°) se encontraba también en la línea nodal descendente de Mercurio. Durante décadas se había resistido a publicar sus puntos de vista astronómicos, porque sabía que poderosos sectores de la Iglesia romana se oponían a la perspectiva heliocéntrica. Finalmente, su entorno se impuso y se dice que en su lecho de muerte le mostraron el primer ejemplar impreso de su libro Sobre la revolución de los orbes celestes.
Kepler: en el momento de su nacimiento (27 de diciembre de 1571, véanse las cartas anteriores), así como en su muerte, el 15 de noviembre de 1630, Saturno (218,4°) estaba cerca de la línea nodal descendente de Mercurio. En relación con la interpretación de sus configuraciones estelares, hemos informado sobre el dramático encuentro entre Kepler y Tycho Brahe en torno al sistema copernicano.
Así pues, vemos aquí, en el espejo de los acontecimientos cósmicos, la contraimagen de una tremenda lucha relativa al progreso de la inteligencia humana desde la antigua grandeza espiritual, aún intacta en su mayor parte por los impactos del egoísmo, hasta los modernos enfoques intelectuales, aún abstractos en sus etapas iniciales.
Isaac Newton: es obvio que él también estuvo fuertemente involucrado en esta lucha, a lo largo de toda su vida. Por un lado, era un hombre con afinidades religiosas y esotéricas, y por otro era un gran matemático y científico, construyendo sus ideas sobre la astronomía copernicana. Todo ello se reflejó de forma notable en el cosmos. Nació el 4 de enero de 1643 (n. s. [nuevo estilo]) y murió el 31 de marzo de 1727 (n. s.). Alcanzó así los 84 años de edad, que corresponden exactamente a una órbita de Urano a través del zodíaco. Al nacer, este planeta se encontraba en 223° y al morir en la misma posición, 225°, es decir, en ambas ocasiones se hallaba en la línea nodal descendente de Mercurio. Además, Venus (49°) se encontraba en la línea nodal ascendente de Mercurio.
Goethe entró en encarnación (nacido el 28 de agosto de 1749) con Saturno (en la época en 222°) moviéndose a través de la línea nodal descendente de Mercurio, poco antes de su nacimiento. Se vio envuelto, a su manera, en los problemas y batallas relativos al desarrollo de la inteligencia moderna. En el transcurso de una larga vida logró sentar las primeras bases para una eventual unión entre la ciencia de la naturaleza y la ciencia del espíritu.
Rudolf Steiner se asoció activamente al impulso de Goethe, y prácticamente estableció la unión entre la ciencia de la naturaleza y la ciencia del espíritu en un gran número de detalles de la vida y el trabajo humanos. Cuando murió (30 de marzo de 1925), Saturno (227,3°) se encontraba cerca de la línea nodal descendente de Mercurio. Así, vemos que impartió los frutos espirituales de su vida a través de Saturno a la esfera de Mercurio. Contribuyó de manera muy constructiva a las soluciones sanas y armoniosas de esa gran batalla, que se destaca en la constelación de Libra, concerniente al desarrollo de la inteligencia humana hacia el futuro.
El desarrollo de la inteligencia y el intelecto modernos está, por supuesto, asociado de muchas maneras con el destino y la evolución de la conciencia religiosa y filosófica. Esto fue, entre el cúmulo de información histórica, evidente en el momento de la muerte de Mani, el fundador del maniqueísmo. Murió como un mártir por el mensaje que traía a la humanidad. (Para una información más detallada véase Duncan Greenlecs The Gospel of the Prophet Mani, (El Evangelio del Profeta Mani ) The Theosophical Publishing House, Adyar). Sus últimos días debieron de estar acompañados de tremendos conflictos intelectuales, lanzados contra él por sus perseguidores. Hay cierto desacuerdo sobre el año de su muerte, si fue el 28 de febrero de 276 o de 277. Sin embargo, esto no afecta decisivamente a la perspectiva sobre la posición de Saturno en ese momento, en 204° o 215°. Estaba cerca de la línea nodal descendente de Mercurio.
También tenemos pruebas en relación con la historia de la escolástica medieval. Cuando el más grande de los filósofos escolásticos, Tomás de Aquino, murió (7 de marzo de 1274), Marte estaba en la línea nodal ascendente de Mercurio (38°). Su maestro fue Alberto Magno. A su muerte, el 15 de noviembre de 1280, Marte (219°) y Venus (216°) estaban en la línea nodal descendente de Mercurio.
Anteriormente, San Francisco de Asís, fundador del movimiento franciscano, estableció en el momento de su muerte (4 de octubre de 1226) una conexión orbital con la línea ascendente y descendente de Mercurio. Venus estaba en 227° y Neptuno en 45°. (Los nodos de Mercurio estaban entonces en unos 38° y 218° de la eclíptica)
Thomas à Kempis, clasificado a veces entre los místicos medievales, es probablemente el autor del libro La imitación de Cristo. La Enciclopedia Británica dice de este libro: «(ha sido) traducido a más idiomas que cualquier otro libro, salvo la Biblia, y que ha conmovido el corazón de tantos hombres». En el momento de su muerte, el 8 de agosto de 1471, Venus se encontraba a unos 228° y Neptuno a 223°, es decir, cerca de la línea nodal descendente de Mercurio. Por otra parte, Saturno se encontraba al mismo tiempo a unos 64°, cerca del perihelio de Mercurio.
Blaise Pascal se asoció hasta su muerte, el 19 de agosto de 1662, con un Júpiter en 228° y cerca de la línea nodal descendente de Mercurio. Se le suele describir como filósofo religioso, matemático y físico. Participó en el desarrollo del barómetro y otros trabajos científicos. Además, tuvo profundas experiencias espirituales y religiosas. La Enciclopedia Británica dice: «…Después de dos meses de buscar a Dios, Pascal repentinamente, cuando estaba solo en su habitación el 22 de noviembre (1654), experimentó la conversión, la experiencia mística sufrida y descrita por muchos de los grandes pensadores religiosos…»
Vladimir Soloviev, el filósofo religioso ruso, tuvo experiencias similares en su infancia y primera juventud, que se convirtieron en la base de su posterior carrera como conferenciante y escritor. En un poema que tituló «Tres encuentros», describe cómo en tres ocasiones tuvo intensos encuentros espirituales con Santa Sofía, el Ser de la Sabiduría Divina. Cuando nació, el 16 de enero de 1853 (o. s.), Saturno (48°) se encontraba en la línea nodal ascendente de Mercurio.
A la muerte de Swedenborg, el 29 de marzo de 1772, Urano (49°) estaba cerca de la línea nodal ascendente de Mercurio. En una etapa relativamente tardía de su vida, hacia 1743, pasó evidentemente por una intensa experiencia interior. Le hizo poner fin a su exitosa carrera como científico y técnico, y se convirtió en «vidente», o místico, como se le suele llamar. Sin embargo, en su caso vemos también las grandes dificultades que el desarrollo de la inteligencia, tanto terrenal como espiritual, tiene en la humanidad de la Era actual. En él, la conexión inteligente del mundo material físico con el mundo espiritual invisible simplemente se vino abajo. No había puente entre ambos, y son precisamente estos puentes prácticos entre la ciencia de la naturaleza y la ciencia del espíritu, los que la humanidad moderna necesita cada vez más, en lo que respecta a la inteligencia, para sobrevivir:
Entre otros que participaron por grados y con más o menos éxito en esta batalla espiritual se encontraban: Louis Claude de Saint-Martin, nacido el 18 de enero de 1743. En el momento de su nacimiento, Plutón (226°) se encontraba en la línea nodal descendente de Mercurio. Llegó a ser conocido como «el filósofo desconocido «. Durante toda su vida, incluso mientras servía en el ejército francés, estuvo buscando la verdad espiritual y «mística». Con el tiempo conoció los escritos del «teósofo» medieval alemán Jakob Boehme, con cuyos escritos (por ejemplo, El camino a Cristo) se relacionó activamente. Por cierto, cuando Jakob Boehme murió, el 17 de noviembre de 1624, Plutón (47°) estaba en la línea nodal ascendente de Mercurio. Aquí tenemos un ejemplo que ilustra claramente cómo deben verse tales alineaciones de los planetas con los elementos de las esferas planetarias. En el momento de la muerte, uno entrega al cosmos, a través del cuerpo de éter emancipado, la sustancia vital de la encarnación, los esfuerzos, los logros, quizás también las perspectivas incompletas. Se combinan con los planetas en las posiciones en las que se encuentran en ese momento. Estas «huellas» en el cosmos no se pierden. Pueden convertirse en «inspiraciones» para las almas que, en su camino hacia la encarnación en la Tierra, pasan por estas esferas planetarias. Esto puede hacerse evidente en los planetas de sus configuraciones de encarnación, en posiciones similares a aquellas por cuyas huellas de vida podrían haber sido inspiradas.
La lucha por la inteligencia de Mercurio se hizo patente en dos personajes de la vida cultural alemana: Schiller y Novalis. Schiller murió el 9 de mayo de 1805. La Tierra (227°) se encontraba entonces en la línea nodal descendente de Mercurio. Schiller es conocido en la literatura alemana como dramaturgo, poeta y filósofo. Rudolf Steiner habla extensamente de él en sus Enigmas de la Filosofía y cita, por ejemplo, de las Cartas de Schiller sobre la educación estética del hombre: «…El ser humano que está envuelto en los sentidos, es conducido por lo bello al pensamiento; a través de la belleza el ser espiritual de uno es reconducido a la materia y devuelto al mundo de los sentidos…». Era la batalla de Schiller por la realización de la libertad en el dominio del pensamiento, que llega a expresarse en esa posición de la Tierra al morir.
Novalis (seudónimo de Friedrich von Hardenberg) nació el 2 de mayo de 1772. La Tierra (222°) se encontraba entonces cerca de la línea nodal descendente de Mercurio. Fue poeta y un fuerte representante de la antigua Escuela Romántica. Rudolf Steiner también lo menciona en sus Enigmas de la filosofía: «…El ego únicamente ocupado consigo mismo puede llegar a la verdad más elevada: (citando a Novalis) ‘Al ser humano le parece como si estuviera envuelto en una conversación y algún ser espiritual desconocido le hiciera evolucionar de forma milagrosa los pensamientos más evidentes’…» Aquí tenemos una clara evidencia de una conciencia y presencia de la inteligencia Mercurial en una persona.
Naturalmente, también cabría esperar que la historia del arte y las personalidades relacionadas con ella demostraran el compromiso con los potenciales de la esfera de Mercurio. El propio «instrumento» cósmico, que el planeta utiliza en asociación con su movimiento anual, sugiere la intención de «hacer descender»las fuerzas cósmicas y la inteligencia a un ámbito «inferior», o interior de Mercurio (véase la figura 10).
Rafael Santi murió el 6 de abril de 1520, cuando Júpiter (226°) estaba en la línea nodal descendente y Urano (46°) en la ascendente. Se le conoce sobre todo por su pintura de la «Madonna Sixtina». Leonardo da Vinci murió apenas un año antes que Rafael, el 2 de mayo de 1519. Urano (42°) ya estaba en la línea nodal ascendente de Mercurio. Su pintura de la «Última Cena» revela que debía de tener un acceso realista a la inteligencia cósmica. Cada uno de los doce apóstoles muestra con sus gestos su conexión individual con las doce constelaciones del zodíaco.
Miguel Ángel: nació el 6 de marzo de 1475. Urano (222°) se encontraba entonces en la línea nodal descendente de Mercurio, y Neptuno (229°) estaba todavía cerca de esa línea en el momento de su época. Parece casi innecesario afirmar que debió de tener una conexión muy fuerte con la inteligencia mercuriana, si se observa y estudia su obra escultórica y sus pinturas, por ejemplo, su «Juicio Final» de la Capilla Sixtina.
También algunos sectores de la historia de la música y la composición ofrecen un cuadro similar:
Beethoven, nació el 15/16 de diciembre de 1770. Urano (44°) se encontraba entonces en la línea nodal ascendente de Mercurio.
Richard Wagner, murió el 13 de febrero de 1883, cuando Neptuno (48°) estaba en esa línea.
Anton Bruckner murió el 11 de octubre de 1896, cuando Marte (47°) estaba en el elemento nodal ascendente, con Saturno (231°) y Urano (234°) en el nodo descendente de Mercurio.
La historia de los Estados Unidos de América ofrece otro ejemplo sorprendente de asociación con el funcionamiento de la esfera de inteligencia de Mercurio:
Cuando Benjamín Franklin nació, el 17 de enero de 1806, Saturno (49°) estaba en el nodo ascendente, y cuando murió, el 17 de abril de 1790, Venus (225°) estaba en el elemento nodal descendente de Mercurio.
George Washington murió el 14 de diciembre de 1799, cuando Neptuno (225°) estaba en la línea nodal descendente de Mercurio.
Abraham Lincoln también estaba intensamente conectado con estos elementos planetarios. Nació el 12 de febrero de 1809, y en el momento de su época Saturno (229°) estaba en el elemento nodal descendente y Marte (44°) en el ascendente de Mercurio. A su muerte, el 13 de abril de 1865, Plutón (43°) estaba cerca de esta última línea.
Cuando Ralph Waldo Emerson murió el 27 de abril de 1882, Saturno (45°) y Neptuno (46°) estaban ambos cerca del elemento ascendente de Mercurio.
Henry Ford nació el 30 de julio de 1863, cuando Plutón (42°) estaba lo suficientemente cerca del mismo elemento ascendente como para ser efectivo, y en su época la Tierra (45°) también estaba en esta posición.
Por último, queremos mencionar dos ejemplos que parecen estar relacionados con el desarrollo de lo que podríamos llamar inspiración de la inteligencia mercurial curativa:
En el momento de la llamada Evocación de Bernadette de Lourdes, el 11 de febrero de 1858, Júpiter (50°) estaba en el elemento nodal ascendente y Mercurio en el descendente de Mercurio. Bernadette tenía entonces poco más de 14 años. Mientras jugaba con otros niños cerca de la gruta de Lourdes, de repente tuvo una vívida visión de la que después siempre llamó «la Señora», que le dijo que el pozo de aquella gruta contenía agua con cualidades curativas, y que debía hacer de ese lugar la meta de peregrinación de los enfermos que buscaban curación. Así lo hizo y Lourdes se hizo famosa. (Véase El canto de Bernadette, de Franz Werfel).
También Clara Barton, nacida el 25 de diciembre de 1821, fallecida el 12 de abril de 1912, tenía obviamente una conexión con ese lado curativo de la inteligencia mercurial. Fue la fundadora de la Cruz Roja Americana y estuvo, durante toda su vida, involucrada en acciones de caridad. En el momento de su nacimiento, Venus (49°) estaba cerca del ascendente, y Mercurio (222°) en la línea nodal descendente de Mercurio, y al morir Saturno (52°) todavía estaba cerca del elemento nodal ascendente.
Las asociaciones de la configuración de nacimiento o muerte con el perihelio o afelio de Mercurio muestran también los tremendos cambios y desarrollos de la inteligencia humana a través de milenios de historia.
La obra de Rudolf Steiner contiene muchas demostraciones ideales de cómo una inteligencia espiritual renovada puede «cumplir» los contraeventos cósmicos. En 1900 Plutón se movió a través del perihelio de Mercurio. Durante el año 1901, hacia agosto/septiembre, Urano estuvo en el afelio de Mercurio. Este fue el momento en que Rudolf Steiner tuvo la oportunidad de comenzar con el mensaje que decidió llevar a la humanidad. El 22 de septiembre de 1900, comenzó con una conferencia sobre «Nietzsche», el filósofo alemán, en la Biblioteca del Conde y la Condesa Brockdorf en Berlín, y el 29 de septiembre, día de San Miguel, continuó con una conferencia sobre La Revelación Secreta de Goethe. A ésta siguieron ciclos de conferencias de temas variados, por ejemplo, El cristianismo como hecho místico. A principios de 1914, Saturno pasó por el perihelio de Mercurio. Rudolf Steiner pronunció entonces -del 20 al 23 de enero- las cuatro conferencias sobre el Pensamiento Humano y Cósmico que mencionamos en relación con Kepler (véase el capítulo IV).
Hasta qué punto el carácter de la elaboración de asociaciones planetarias por nuestra parte depende de nuestra iniciativa y decisiones espirituales y morales, y no de ningún tipo de imposición del mundo planetario, lo demuestra un contraste histórico con Rudolf Steiner: la interconexión entre De Lamettrie y Lenin. De Lamettrie fue un filósofo francés del siglo XVIII y perteneció a la corriente materialista de aquella época. Un libro suyo anterior fue L’ Histoire naturelle de l’âme, (La historia natural del alma). Un poco más tarde publicó una confesión más audaz de su materialismo filosófico L’ Homme machine (El hombre máquina). A su muerte, el 11 de noviembre de 1751, Saturno (255°) y Plutón (250°) estaban cerca de la línea del afelio de Mercurio.
Lenin nació el 22 de abril de 1870 (n. s.). Saturno estaba en 255° en su época y Mercurio estaba en 74° en su nacimiento. Lenin era un materialista confeso. Ya en una convención prerrevolucionaria del partido bolchevique, declaró que el «materialismo dialéctico» era la filosofía práctica de ese movimiento. Comparando las dos, la configuración de la muerte de De Lamettrie y el complejo de encarnación de Lenin, llegamos a la conclusión de que Lenin retomó en su descenso la huella o impulso que De Lamettrie había llevado al cosmos en su muerte. Este ejemplo debe reforzar nuestro sentido de la responsabilidad respecto a los potenciales presentes en el cosmos planetario. También nos muestra que no podemos mirar a este cosmos como algo en lo que, con demasiada facilidad, esperamos propensiones ya hechas y cosas por el estilo. Debemos aprender a enfrentarnos a los acontecimientos del cosmos con altos grados de moralidad espiritual individual. Puede darnos la certeza de que la vida humana en este planeta, [con sus] esfuerzos espirituales y morales, no son incidentes sin sentido de la casualidad. Son y serán cada vez más significativos para todo el universo. No se trata de que podamos «hacer lo que nos dé la gana». Ciertamente, no se trata de destruir el «gusto» y actuar como un autómata moral. Pero el «gusto» debe nacer de una conciencia interior del significado, incluso del más pequeño pensamiento y acto humano, para el cosmos. Ahí se esconde la verdadera y gran dignidad del ser humano, su potencial para ser en un futuro lejano un «compañero» del cosmos, y no seguir siendo sólo una criatura indefensa e insignificante.
De la historia del perihelio-afelio de Mercurio se desprende claramente que este planeta y su esfera tienen una profunda conexión con la historia de los misterios, tanto antiguos como nuevos. Especialmente la conjunción de la línea absidal de Mercurio con la línea nodal de Venus alrededor de 1879, el comienzo de la Era de Micael apunta en esta dirección. Por lo tanto, no nos sorprende que encontremos en la lista de personalidades históricas que se asociaron con estos elementos planetarios, una serie de médicos esoteristas y personas que trataron de llegar a una renovación de los misterios.
Especialmente el movimiento rosacruz medieval parece haberse combinado con estos elementos. Por ejemplo, Robert Fludd, un médico inglés estaba, según sus propios escritos, profundamente asociado con el movimiento rosacruz. Sobre la base de su enorme formación esotérica, demostró un profundo conocimiento de la conexión del cuerpo humano con los planetas y el zodíaco, descrita en su Utriusque cosmi historia. Durante su año de nacimiento (no se conocen las fechas exactas) tuvo lugar una gran oposición, es decir, una oposición de Saturno en 251° (constelación de Escorpio) y Júpiter en 79° (Tauro), descendiente de la gran conjunción del 6 a.C., la «Estrella de los Tres Reyes».
También Thomas Vaughan, nacido el 17 de abril de 1622 con Marte en 78°, era rosacruz según sus propios escritos. Fue también un verdadero alquimista, profundamente «iniciado» en los secretos espirituales de la materia y su posible transformación por el hombre, rechazando sin embargo «la impía y maldita fabricación del oro». Uno de sus libros se titula Anthroposophia Theomagica. Para un estudio más detallado de estas dos personalidades, sugerimos A Christian Rosenkreutz Anthology (Una antología de Christian Rosacruz) de Paul M. Allen, Rudolf Steiner Publications, Blauvelt, N.Y. También The Brotherhood of the Rosy Cross (La hermandad Rosacruz) por Arthur Edward Waite contiene algunos detalles históricos.
Joh. V. Andreae, que murió el 27 de junio de 1654 con Plutón en 75°, se supone que escribió, al principio de su vida, el principal libro del Rosacrucismo medieval, Las Bodas Químicas de Christian Rosacruz, Anno 1459. (Describe, en un lenguaje imaginativo, un trabajo de siete días de progresiones hacia la posible «Alquimia del Alma» cristiana, que puede tener lugar en la humanidad moderna como resultado de los esfuerzos apropiados.
Joh. von Goethe, nacido el 28 de agosto de 1749 con la Tierra en 72° en la época (el perihelio de Mercurio), también tuvo relación con el impulso rosacruz, como transmite su poema Los Secretos. En otros vemos, al menos, diversos intentos de alcanzar una nueva espiritualidad. Por ejemplo:
El Dr. Hahnemann, médico alemán, es un ejemplo notable. Es el fundador de la «homeopatía», que trabaja con la idea de la potenciación de sustancias con fines médicos. La Enciclopedia Británica escribe: «Algunos homeópatas actuales siguen creyendo con Hahnemann que, incluso después de que las partículas medicinales materiales de un medicamento se hayan subdividido al máximo, la continuación de la dinamización o trituración o sucesión desarrolla una acción curativa espiritual, y cuanto mayor es la potencia, más sutil y poderosa es la actividad curativa.» El propio Hahnemann expresó en su Organon la opinión «Sólo por medio de la influencia espiritual de un agente morbífico puede enfermarse nuestro poder vital espiritual, y del mismo modo sólo por la operación espiritual de la medicina puede restablecerse la salud.» Nacido el 10 de abril de 1755 con Plutón en 256° y Venus en 254°.
William Blake, en cuya época Venus (255°) estaba en el afelio de Mercurio, fue también, podría decirse, un luchador prematuro por una espiritualidad renovada. A. E. Abbot escribe en su Enciclopedia de las Ciencias Ocultas: «Blake era profundamente religioso, luchó contra el materialismo y buscó su propia regeneración espiritual a través de la lucha contra sí mismo. Veía en los simples sucesos cotidianos un significado trascendente, que transmutaba en visiones apocalípticas…».
Entre los que habían asumido una conexión con los ápsides de Mercurio a través del propio planeta se encuentran:
Beethoven: al presentar composiciones y óperas basadas en la mitología, apeló a la humanidad moderna para que encontrara su verdadero ser espiritual. Júpiter en esa época estaba en 253°, con Venus en 69°, y Mercurio estaba en 256° al nacer.
San Bernardo de Claraval: la obra de su vida y su influencia en las siguientes generaciones de la humanidad es sin duda una prueba de la presencia de la realidad espiritual divina en él. Murió el 20 de agosto de 1153 con Júpiter (257°), Neptuno (244°) y Plutón (65°) cerca de la línea absidal de Mercurio.
Culpeper: fue un herborista en la Inglaterra del siglo XVII. En una vida de sólo 38 años, recopiló diecisiete libros en total. El más conocido es English Physician Enlarged, publicado en 1653, cuando Plutón ya estaba cerca del perihelio de Mercurio. Lo notable es que no sólo dio extensas descripciones de la naturaleza y el uso médico de las hierbas, sino también sobre sus asociaciones con los planetas. Murió el 10 de enero de 1654 (o. s.) con Plutón en 245°.
Kepler y Leonardo da Vinci: ya los hemos mencionado antes, sobre todo a Kepler. Ambos tenían a Mercurio en su propio afelio al nacer (253° y 255° respectivamente).
Longfellow: en 1839, cuando apareció su Hyperion, Saturno se dispuso a atravesar el afelio de Mercurio, y en 1855, cuando salió su Hiawatha, Saturno se movió a través de la línea del peri- helio de Mercurio. A su muerte, el 24 de marzo de 1882, Mercurio estaba cerca de su afelio.
Mozart: en su última composición, Die Zauberflöte (La flauta mágica), intentó trasladar las viejas tradiciones y algunos elementos ocultos de la masonería y de los antiguos misterios de los templos (egipcios) a la experiencia de la humanidad moderna. En el momento de su nacimiento, Plutón se encontraba cerca del afelio, a 258°, y en el momento de su muerte, la Tierra se encontraba a 73°, cerca del perihelio.
Historia de los elementos de Venus
Los nodos de Venus: el nodo ascendente de Venus se encuentra actualmente en la constelación de Tauro. Entró en ésta entre el 747 a.C. y aproximadamente al comienzo de nuestra Era, procedente de Géminis. (Las fechas para el nodo descendente son aproximadamente las mismas, sólo que asociadas a constelaciones opuestas). Hacia el 6800 a.C., pasó de Cáncer sideral a Géminis. En un futuro lejano, hacia 6700 d.C., retrocederá de Tauro a Aries, todo ello según la composición actual del zodíaco.
La historia de los encuentros de esta línea nodal con elementos de los otros planetas es esclarecedora. Muy atrás en el tiempo, teóricamente en torno al 18000 a.C., la línea nodal ascendente de Venus estaba en conjunción con el nodo ascendente de Marte. Más tarde, pero puramente sobre una base de cálculo, las líneas nodales de Venus eran idénticas con el perihelio-afelio del planeta Marte en alrededor de 10000 a.C. Todas estas fechas se referirían a la época atlante.
Alrededor del año 6500 a.C., la línea nodal ascendente de Venus coincidía con el afelio de Marte. Esto ocurrió durante la antigua civilización india. Era la época en que esa humanidad, que aún llevaba en sí la herencia y la gloria de una antigua clarividencia, se enfrentaba a lo que debió experimentar como un mundo material duro y doloroso.
Hacia el año 1300 a.C., el nodo ascendente de Venus estaba en línea con el perihelio de la Tierra. Estaba cerca de la entrada de Géminis en Tauro. Era la época poco después del éxodo del pueblo hebreo de Egipto bajo el liderazgo de Moisés y su asentamiento en Palestina. Moisés, el iniciado, inauguró esto por su clara conciencia de la venida de Cristo, mil cuatrocientos años más tarde, y la necesidad de preparar los últimos acontecimientos, con respecto a su significado para toda la evolución de la Tierra. Aquí se hace evidente la asociación del nodo de Venus, que está relacionado con los misterios y la previsión que puede desarrollarse en ellos, con el perihelio de la Tierra, en cierto sentido la manifestación externa del alma contemplativa de la Tierra.
En 435 d.C., el nodo ascendente de Venus cayó en la línea del perihelio de Saturno. Durante el siglo anterior, Agustín de Hipona presentó en sus escritos a la humanidad europea occidental y al cristianismo, hechos que se fueron realizando cada vez más en los siglos siguientes. Llegó a la conclusión de que la grandeza y la gloria del cristianismo esotérico anterior, basado en la experiencia espiritual del Cristo resucitado, había llegado a su fin. Prácticamente todo lo que quedaba eran las Escrituras, y éstas debían seguirse estrictamente en tiempos futuros. Sobre esta base surgió el cristianismo ortodoxo. Todo lo demás empezó a considerarse herejía. Así, por ejemplo, el Papa León I (440-461 d.C.) combatió el maniqueísmo y otras «herejías». Los antiguos misterios habían llegado poco a poco al final de su actuación en la humanidad.
El colofón de todo esto ocurrió durante el siglo XIV. En 1347 d.C., las líneas nodales de Venus estaban en conjunción con las de Urano. Unos treinta años antes, entre 1307 y 1314, la Orden de los Templarios fue destruida. El 18 de marzo de 1314, el último Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay, fue quemado en la hoguera (Urano en 251° cerca del afelio de Mercurio). Unos días antes, los planetas Urano y Venus se encontraban en conjunción en sus nodos descendentes. Las ejecuciones se llevaron a cabo sobre la base de falsas acusaciones, arrancadas a los miembros de la Orden mediante severas torturas. Fue un hecho que ocurrió por el consentimiento del papado y la codicia del rey Felipe el Hermoso de Francia, que quería hacerse con los tesoros de los templarios. Con su destrucción final se había dado un paso más por parte de las fuerzas contrarias para intentar eliminar los últimos vestigios de los antiguos misterios.
Alrededor de 1879 d.C., los nodos de Venus se encontraron con la línea perihelio-afelio, o ápsides, de Mercurio. Esto coincidió con el comienzo de la Era de Micael, que puede dar a la humanidad la esperanza de que los nuevos misterios, basados en una comprensión espiritual de los Sucesos Crísticos, puedan ser despertados y puestos a trabajar para sanar a la humanidad de las muchas formas de enfermedad que la han afectado en todas las esferas de la vida.
Los ápsides (perihelio-afelio) de Venus: el movimiento de esta línea es muy lento y contrario al avance del punto del equinoccio de primavera en la eclíptica. En la actualidad, la diferencia es de sólo 0,8 segundos de arco por año. Así, el perihelio entró en el espacio de estrellas fijas del actual Cáncer, teóricamente procedente de Leo, y sólo sobre la base del cálculo, alrededor del año 25000 a.C. Y permanecerá en Cáncer durante decenas de miles de años. De hecho, según la velocidad actual, la línea de los ápsides de Venus necesita unos 1.500.000 años para desplazarse una vez por todo el zodíaco).
Para comprender el lenguaje del perihelio de Venus en Cáncer, por ejemplo, podemos recurrir a las grandes imaginaciones de la mitología nórdica. Es evidente que Cáncer estuvo allí en un tiempo y se asoció con el Puente Bifrost que conectaba Asgard, la morada de los Dioses, con Midgard, la morada de la raza humana. Luego, en el «Crepúsculo de los Dioses», este puente fue destruido y ya no fue posible la comunicación directa entre los dos reinos. Un profundo abismo los separaba.
Esta imagen quiere decirnos que en la antigüedad la humanidad tenía un acceso universal pero instintivo de naturaleza clarividente al reino de los Dioses. En un momento determinado de la evolución, las fuerzas contrarias a los Dioses consiguieron interrumpir y destruir esta conexión. En otras palabras, la humanidad perdió la antigua clarividencia.
La creciente oscuridad, con respecto a la visión interior, que acosó a la humanidad después de un momento definido de la historia, está claramente indicada en la historia del perihelio de Venus en Cáncer. Alrededor del año 3200 a.C., se encontró en conjunción con la línea del afelio de Marte. Esto coincidió bastante estrechamente con el comienzo del Kali Yuga, la «Edad Oscura», en 3101 a.C. (véase también el capítulo II). El elemento suave, por así decirlo, contemplativo de Venus, que está tan profundamente conectado con los misterios como demostramos, estaba en constante peligro de ser atacado a partir de entonces por el elemento voluntad de Marte, representado por el afelio de Marte. Los misterios promovían la experiencia de nuestra unión espiritual con el cosmos, con la naturaleza y demás. Marte había asumido la tarea de emancipar al ser humano de esta experiencia de unidad. El objetivo era sentar en el individuo las bases para la realización de la mismidad. Marte perpetró este objetivo hasta el punto de atomizar nuestra relación con cualquier cosa o ser de nuestro entorno.
El Kali Yuga duró 5.000 años. Llegó a su fin en 1899 d.C.; al menos tuvo la oportunidad de llegar a su fin entonces. Fue Rudolf Steiner quien ofreció a la humanidad moderna vías y medios para abrirse paso hacia una experiencia renovada de la luz y la vida del espíritu contra la oscuridad del Kali Yuga. Esto fue acompañado en los cielos por signos de desafío y estímulo. En 1899, Plutón se movió a través de la línea nodal ascendente de Venus, en oposición a Saturno que estaba entonces, por supuesto, en la línea nodal descendente de Venus.
Hacia 1600 a.C., la línea del perihelio de Venus estaba en conjunción con el nodo ascendente de Saturno. Era la época anterior a la venida de Moisés, descrita en el capítulo 1 del Libro del Éxodo. Vio a los hebreos en severa esclavitud en Egipto y, sin embargo, sus experiencias fueron una preparación para la tarea que Moisés finalmente les encomendó: sentar las bases para la Venida de Cristo. Esto se convirtió entonces en la redención de las tinieblas -representada en el cosmos por todo lo que sucedió en la constelación de Cáncer, el domicilio duradero del perihelio de Venus, para todos aquellos que «creen en» o que encuentran una conexión espiritual con Cristo. Este es el trasfondo de las palabras de Juan el Bautista que reconoció claramente lo que iba a suceder: (San Mateo III) «Arrepentíos, porque el Reino de los cielos está cerca…»
De hecho, gran parte de los Tres Años del ministerio de Cristo (31-33 d.C.), o el Misterio del Gólgota, tuvieron lugar cuando Saturno estaba en la constelación de Cáncer. Durante ese tiempo Saturno también se movió a través de la línea del perihelio de Venus. En otras palabras, el Cristo cósmico descendió a la Tierra con pleno conocimiento y deliberación durante un momento de la historia de este planeta en el que los cielos «recordaron» (Saturno/memoria cósmica) su caída, junto con la de la humanidad, ofreciendo salvación y un nuevo progreso espiritual hacia el futuro, a una humanidad que estaba «viviendo en el abismo». Desde entonces, la humanidad experimenta cada vez más este abismo de materialismo y las consecuencias de la segregación de la conciencia de la realidad espiritual, cada vez que suceden acontecimientos cósmicos en la constelación de Cáncer. En esos mismos momentos siempre destaca la oferta y la posibilidad de un avance hacia la curación y la superación del abismo. Por ejemplo, en 1917/18, durante la agitación final de la Primera Guerra, Saturno entró en conjunción con Neptuno en Cáncer (1917), y en 1918 cruzó la línea del perihelio de Venus. Ciertamente, durante esos años se abrió el abismo en muchas esferas de la vida humana. Sin embargo, en 1917/18 Rudolf Steiner pudo ofrecer la «Idea de la Triple Mancomunidad», cuya adopción y realización prácticas habrían significado la curación de muchos de los males sociales de la humanidad actual. En 1933 Saturno atravesó Capricornio y el afelio de Venus, opuesto a Cáncer. (Las oposiciones, en este sentido, también son importantes, ya que rememoran, como una especie de recuerdos, los acontecimientos anteriores de la conjunción). Mientras tanto, Plutón se preparaba para entrar en Cáncer. En ese momento se produjo la catástrofe social en Alemania que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, de nuevo el mundo espiritual ofreció una profunda ayuda, que significó la salvación para todo el futuro. Según la investigación espiritual de Rudolf Steiner, la humanidad tiene la oportunidad de experimentar la «Segunda Venida de Cristo» a partir del año 1935 hacia el futuro, manifestándose no en un cuerpo físico sino en una forma etérica. (Hemos podido comprobarlo basándonos en investigaciones cosmológicas. Véase el Cristianismo Cósmico del autor). Hacia el final de la Segunda Guerra, en 1945, Plutón se acercó al perihelio de Venus.
Sucesos similares ocurren también cuando los demás planetas se desplazan por estas regiones del zodíaco y por las líneas de los ápsides de Venus. Están relacionados con experiencias de la presencia del abismo, pero también pueden despertar en el ser humano la experiencia de la gran Hazaña de la Salvación en sus múltiples perspectivas.
La historia posterior de los ápsides de Venus, después del 1600 a.C., se refiere al futuro. El acontecimiento más próximo es la conjunción del perihelio de Venus con el nodo ascendente de Neptuno en 2098 d.C., según la definición eclíptica. En la actualidad (1973) los dos elementos se encuentran a sólo 18′ de arco de distancia, por lo que podemos decir que están prácticamente en conjunción y que también estuvieron asociados a los acontecimientos que hemos descrito anteriormente. La esfera de Neptuno puede ser utilizada por el ser humano para trabajar en obras terrenales como reflejo del amor divino cósmico. Los antipoderes podrían convertirla en una manifestación de odio, si no nos enfrentamos a ella con plena conciencia y conocimiento de sus potenciales. Este lado de la esfera de Neptuno está conectado con la encarnación pendiente de Ahriman, El Anticristo de Soloviev, por ejemplo. (cabe destacar que Neptuno atravesará su nodo descendente a principios del siglo XXI). El odio de Ahrimán querría apartarnos, para todos los tiempos venideros, de una nueva realización consciente del mundo espiritual cósmico.
En el año 5500 d.C., el perihelio de Venus coincidirá con la línea del equinoccio de primavera de la Tierra. (El perihelio de Venus estará entonces en 180° de la eclíptica. Este es el punto de la eclíptica en el que se encuentra la Tierra al comienzo de la primavera, visto desde la perspectiva heliocéntrica, que debemos aplicar en este contexto, distinta de la geocéntrica). Será cerca del comienzo de la Era de Capricornio de las civilizaciones (en el sentido cultural, no estrictamente astrológico) y podemos esperar que tenga un profundo impacto en la humanidad de esa Era. Rudolf Steiner ha visualizado la Era de Capricornio como una época en la que tendrá lugar la «gran guerra de todos contra todos», una época, por así decirlo, en la que el «descenso al abismo», reflejado en la constelación de Cáncer, desarrollará sus últimas consecuencias. Por otra parte, abrirá una nueva Era, por así decirlo, despejando el camino hacia unas condiciones en las que tendremos menos apego al mundo material, incluso en un sentido fisiológico. Esto ya está «premeditado» actualmente en la esfera de Venus por los seres espirituales que trabajan allí.
El próximo acontecimiento será una conjunción del perihelio de Venus con el perihelio de Saturno hacia el año 8500 de nuestra era. (Debemos remitirnos aquí a nuestros anteriores llamamientos a la prudencia con respecto a fechas tan lejanas a las que llegamos basándonos únicamente en los elementos de cálculo actualmente disponibles). Le seguirá otra conjunción del perihelio de Venus con el perihelio de la Tierra, hacia el año 10000 de nuestra era. Estos acontecimientos caerán en la llamada Sexta Época de la evolución, que se describe en el Apocalipsis de San Juan como los sellos de los jinetes, en relación con las dos fechas, el caballo blanco y el caballo rojo. Habrá tiempos en que la inteligencia y la mente humanas pasarán por tremendas transformaciones dolorosas, porque las condiciones físicas sobre las que descansa nuestro intelecto actual habrán cambiado completamente.
Todos estos acontecimientos del futuro lejano ya se reflejan como anticipos en el presente, asociados a sucesos en los ápsides de Venus. Estos anticipos aparecen muy a menudo en la vida de la humanidad contemporánea como grandes crisis y catástrofes en la naturaleza y en las condiciones sociales.
Ejemplos históricos de asociaciones con los elementos de Venus
Las líneas nodales de Venus coincidieron con el perihelio o líneas absidales de Mercurio en torno a 1879 d.C.; por tanto, ya estaban próximas entre sí siglos antes de esa fecha. Así pues, lo que dijimos sobre los ejemplos históricos asociados a los ápsides de Mercurio se aplica también a las líneas nodales de Venus.
Las líneas apsidales (perihelio-afelio) de Venus: Los ejemplos históricos suelen estar relacionados con experiencias, a veces dolorosas, del «descenso» y la «estancia» actual de la humanidad en el «abismo» de la separación y el aislamiento del mundo espiritual invisible y su redención.
Beethoven: En su nacimiento Saturno (131°) estaba en el perihelio de Venus. Su vida fue una dolorosa experiencia de los inevitables lazos con el mundo material físico. A una edad relativamente temprana perdió la capacidad auditiva, lo que debió de suponerle una tremenda frustración como compositor y músico. Sin embargo, la obra de su vida es una clara prueba de que esta frustrante experiencia del «abismo» material puede superarse.
Copérnico nació cuando Marte (308°) se encontraba en el afelio de Venus. Debió de experimentar un extraño tipo de frustración, causada por las condiciones de la civilización de entonces. Como sacerdote de la Iglesia romana se le impidió dar libre expresión a lo que vivía en él como convicción astronómica.
Dostoievski, el novelista ruso, entró en la encarnación cuando Marte (307°) y Mercurio (309°) se encontraban en la línea del afelio de Venus, en el momento de su época prenatal. Sin duda, experimentó aspectos oscuros de las condiciones sociales presentes en la humanidad en sus primeros años. Asociado a jóvenes rusos interesados por el socialismo francés, fue detenido como conspirador y condenado a la deportación. En un momento dado, incluso le amenazaron con ejecutarle. Todo ello le marcó para siempre. Sin embargo, también él dominó estas experiencias en su posterior actividad literaria en un sentido, bien puede decirse, creativo.
Tomás Moro murió cuando Saturno (132°) estaba cerca del perihelio, y Plutón (308°) del afelio de Venus. Fue una de las víctimas destruidas por las tinieblas que habitaban en el rey inglés Enrique VIII.
Isaac Newton: a su muerte, Saturno (308°) se encontraba en la línea de afelio de Venus. Newton abarcaba, por así decirlo, el abismo con su propio ser. Por un lado, fue el famoso científico, matemático y cosmólogo que tanto intentó contribuir a la comprensión del universo, aunque a nivel material. Por otro lado, tenía una relación positiva con la religión. Escribió un tratado sobre el Apocalipsis de San Juan y otras obras.
Novalis encarnó cuando la Tierra (310°) en su época prenatal estaba en el afelio, y murió cuando Júpiter estaba en el perihelio de Venus. Era un ingeniero de minas que, por tanto, tenía que pisar un terreno material sólido. Por otra parte, fue, en cierto sentido, el precursor de esa ciencia del espíritu que, con el tiempo, Rudolf Steiner trajo a la humanidad. Miles de anotaciones en su diario sobre todo tipo de temas científicos, arte, etc., son testimonio de su profunda conexión con el mundo de lo invisible y del espíritu.
Paracelso, el gran médico y ocultista del siglo XVI, encarnó cuando Júpiter (129°) estaba en el perihelio (en la época) y Urano en el afelio de Venus. A su muerte, Marte (126°) estaba en el perihelio de Venus. Fue en verdad un luchador abnegado contra la oscuridad de la tradición en la práctica médica de su época. Se atrajo la enemistad de sus contemporáneos médicos. Al final se convirtió en un vagabundo y mártir que ya no tenía donde quedarse. Existe incluso la sugerencia (no confirmada) de que acabó siendo asesinado por sus colegas.
Shelley encarnó cuando Marte (122°) estaba en el perihelio en su época prenatal, y la Tierra (313°) estaba en el afelio de Venus. En cierto sentido, también fue un mártir, en parte debido a su propia mente inquieta. Ya en la escuela era atormentado por sus compañeros, que le llamaban «el loco Shelley». En 1822 pereció en un extraño accidente de navegación en el Mediterráneo.
San Francisco de Asís murió cuando Saturno (305°), Júpiter (313°) y Marte (308°) estaban cerca del afelio, y Mercurio (125°) en el perihelio de Venus. Resolvió el «abismo de la existencia material» a su manera. En sus años de juventud se dedicó a la carrera militar, hasta que decidió distanciarse definitivamente del mundo de la materia convirtiéndose en un recluso. Lo hizo a pesar de la fuerte oposición de su padre, que incluso llegó a desheredarle.
Clara Barton nació cuando Marte (126°) estaba en el perihelio de Venus, y murió bajo el mismo aspecto. Se la conoce sobre todo por ser la fundadora de la Sociedad Americana de la Cruz Roja. Sin embargo, toda su vida estuvo incesantemente dedicada a curar las heridas que la guerra, los conflictos y las catástrofes naturales causaban en todo el planeta Tierra. En este sentido, fue sin duda una apóstol devota de los impulsos sanadores, armonizadores y reintegradores que viven y trabajan en la esfera de Venus.
Traducido por Carmen Ibañez Berbel.





