3. La Entidad Espiritual del Hombre

TEOSOFÍA  – Rudolf Steiner

No obstante, la vida anímica del hombre no está determinada sólo por su cuerpo. No vaga sin dirección ni meta, de una impresión de los sentidos a otra, ni obra bajo la impresión de cualquier estímulo que le es transmitido desde afuera o por los procesos fisiológicos de su cuerpo, sino que reflexiona sobre sus percepciones y sus acciones. Reflexionando sobre las percepciones, adquiere conocimientos sobre los objetos, y mediante la reflexión sobre sus propias acciones, establece un nexo racional en toda su vida. El hombre sabe que cumple dignamente con su deber de tal, sólo cuando se deja guiar, tanto en sus conocimientos como en sus acciones, por pensamientos justos.Lo anímico, por tanto, se encuentra ante una doble necesidad; es determinado por las leyes que dicta el cuerpo por necesidad natural; en cambio, por las leyes que lo guían al recto pensar, se deja regular espontáneamente porque reconoce su necesidad. En lo referente a las leyes de la formación de la materia, el hombre está sometido a la Naturaleza; en cambio, a las leyes del pensamiento se somete voluntariamente. Por esto el hombre adquiere el derecho de pertenecer a un orden más elevado que aquel al que pertenece por su cuerpo físico, y éste es el orden espiritual.Tanto como difiere el cuerpo del alma, difiere a su vez ésta del espíritu. Mientras se habla solamente de las moléculas de carbono, hidrógeno, ázoe, oxígeno, que se encuentran en el cuerpo humano, naturalmente, no se trata del alma: la vida de ésta empieza ahí donde comienza la sensación, esto es, cuando el hombre dice: “siento un sabor dulce”, o “»experimento un placer».

Igualmente no se trata del espíritu mientras se contempla sólo las experiencias anímicas que el hombre experimenta cuando se abandona por completo al mundo externo y a la vida del cuerpo. La vida anímica es más bien la base para la del espíritu, exactamente como la vida del cuerpo es la base para la del alma. Del cuerpo físico se ocupa el naturalista, del alma, el psicólogo y del espíritu el investigador de las cosas espirituales. Aquellos que quieren adquirir con el pensamiento el conocimiento de la naturaleza del hombre deben, ante todo, llegar a comprender claramente la distinción entre cuerpo, alma y espíritu, mediante reflexiones sobre su propio ser.