PARTE IV – C3. La precesión de los equinoccios y la historia

Del libro Isis Sophia III – Nuestra relación con las Estrellas

de Willi Sucher.

English version (p.104)

Nos hemos propuesto demostrar la relación de la precesión de los equinoccios con la evolución histórica de la humanidad. Esta relación particular era bien conocida en las culturas antiguas. Algunas secciones del Apocalipsis de San Juan el Divino se basan en ella.

En la época actual, Rudolf Steiner ha reavivado estos aspectos haciendo uso de un lenguaje adecuado a nuestras capacidades modernas. En muchos de sus libros y conferencias hay referencias a ese trasfondo cosmológico de nuestra evolución. Habla de siete grandes épocas de desarrollo cultural, que comprenden el progreso que hemos hecho en Asia, Europa y América desde la última llamada Edad de Hielo, y que se extienden hacia el futuro unos miles de años.

Según estas indicaciones de Rudolf Steiner, cada una de estas edades culturales dura unos 2.160 años. Coinciden con la precesión de los equinoccios a través de las constelaciones del Zodíaco. Una investigación muy sencilla confirma que el tiempo de 2.160 años corresponde al movimiento del equinoccio a través de una de las doce constelaciones que ciñen el gran círculo de la eclíptica.

Así, Rudolf Steiner habla de la actual era cultural como si hubiera comenzado en 1413. Fue precedida por cuatro divisiones culturales de este tipo, cada una de las cuales duró 2.160 años, y será sucedida por otras dos. Esto nos da la siguiente imagen:

La gran época global de la evolución de la humanidad moderna comenzó durante el octavo milenio a.C., exactamente en el 7227 a.C. La primera era cultural duró 2.160 años, lo que nos lleva al 5067 a.C. Rudolf Steiner la llama la Antigua Edad India, según sus investigaciones espirituales, y la relaciona con el impacto de las fuerzas cósmicas procedentes de la dirección de la constelación de Cáncer, entrando en el planeta Tierra a través del punto vernal, que en el 7227 a.C., se encontraba en el centro de esa constelación. En el 5067 a.C., la segunda era de desarrollo cultural comenzó bajo la influencia de la constelación de Géminis en el equinoccio de primavera. Rudolf Steiner llama a eso la Antigua Edad Persa.

Después de otros 2.160 años (2907 a.C.), comenzó una era que estaba bajo el impacto del punto vernal en la constelación de Tauro. Se trata de las civilizaciones egipcia y caldea. De nuevo duró un tiempo de 2.160 años, y en el 747 a.C. comenzó la era cultural grecorromana, inspirada por el equinoccio de primavera en la constelación del Aries. Esta duró hasta 1413 d.C., cuando comenzó nuestra actual era de la civilización, la quinta en la secuencia de las mencionadas anteriormente. Está especialmente influenciada por el equinoccio de primavera que se ha trasladado a la constelación zodiacal de Piscis. Durará hasta el año 3573 d.C., cuando el punto vernal se haya trasladado a Acuario. Entonces, fuerzas diferentes a las actuales ejercerán una influencia sobre el planeta Tierra y provocarán cambios en nuestro desarrollo cultural.

Hacia el año 5733 d.C., el punto vernal entrará en la constelación de Capricornio, o del Pez Cabra como se le llamaba en la antigüedad, y esto anunciará el comienzo de la última de las siete edades culturales de las que hemos estado hablando. Durará hasta el año 7896 d.C., después de lo cual las condiciones de la Tierra cambiarán fundamentalmente. Por lo tanto, nuestra existencia también continuará bajo normas totalmente diferentes a las que los pueblos de las siete grandes edades de civilización anteriores estaban, y aún están, acostumbrados. Incluso puede ser que la conexión que la Tierra tenía con el cosmos a través de la precesión del equinoccio de primavera se modifique gradualmente.

La configuración del significado y la integración de la civilización, que tomamos -en la actualidad- como el fundamento de la evolución humana, puede cambiarse por otra de naturaleza más profunda y, al mismo tiempo, apocalíptica. El elemento del tiempo, acompañado de un cambio radical de la organización física humana, también puede llegar a ser diferente. Hay algunas indicaciones en el Apocalipsis de San Juan el Divino que, si se interpretan correctamente, apuntan a tales desarrollos.

Del mismo modo, las condiciones y normas de la existencia humana antes del advenimiento de la primera era cultural -antes del octavo milenio antes de Cristo- también eran diferentes de las concepciones actuales de lo que es la humanidad. Entonces, la evolución se movía más a lo largo y a través de canales de desarrollo racial, que superaban con creces todo lo que hoy podemos concebir como diferenciación racial de la humanidad. Esa fase de desarrollo tuvo lugar en el continente de la Atlántida, que existía, geográficamente, donde ahora está el Océano Atlántico y que ha desaparecido en sucesivas catástrofes, también conocidas como Edades de Hielo. Ese escenario, que comprende siete largas etapas de desarrollo cultural, se denomina en el ocultismo la época atlante, mientras que las siete edades culturales, de las que hablamos anteriormente, se resumen simplemente como la época post-atlántica.

Rudolf Steiner ofreció innumerables detalles sobre el desarrollo de las siete civilizaciones de la época post-atlante sobre la base de sus investigaciones espirituales. Sin embargo, no consideramos que nuestra tarea aquí sea repetir sólo lo que Rudolf Steiner dijo. Intentaremos encontrar y elaborar la imagen del trasfondo cósmico de aquellos desarrollos que son indicados por el movimiento del equinoccio de primavera (y de otoño) a través del Zodíaco, y emplearemos lo que la mitología sideral y la ciencia espiritual moderna tienen que decir sobre las constelaciones en cuestión.

Para encontrar un punto de partida adecuado, que nos dé la oportunidad de rastrear el impacto de las fuerzas cósmicas sobre la Tierra mediante la observación directa, consideraremos primero nuestra era actual, la Era de Piscis -como podemos llamarla brevemente-, que comenzó en 1413 d.C. y durará hasta 3573 d.C.

Traducido por Carmen Ibáñez Berbel