Del libro Isis Sophia III – Nuestra relación con las Estrellas
La presente publicación será el primer número de una nueva serie que trata de la investigación de los ritmos cósmicos y la cuestión de su reflejo en la historia del mundo. Este problema siempre ha sido tema de interés para la humanidad desde los tiempos más remotos. Hay muchos ejemplos que demuestran que se han hecho innumerables intentos de encontrar conexiones prácticas entre los acontecimientos y ritmos del mundo de las estrellas y el desarrollo histórico.
Tal vez uno de los mayores ejemplos de tales intentos sea el Apocalipsis de San Juan el Divino, donde la evolución pasada y futura de nuestro planeta se expone en poderosas imágenes cósmicas. El lenguaje pictórico utilizado en el Apocalipsis es, por supuesto, casi incomprensible para las facultades ordinarias de una persona moderna. Los intentos que se han hecho para utilizar y leer este documento, dentro del ámbito del razonamiento moderno, han conducido a interpretaciones y profecías abstrusas e insostenibles que lo desacreditan en gran medida. El Apocalipsis de San Juan está escrito en el lenguaje de los antiguos Misterios, y necesita facultades similares a las cultivadas en los antiguos templos para descifrar su verdadero significado. Una visión tan profunda descubrirá que este documento fue concebido sobre la base de un profundo conocimiento de los grandes ritmos del cosmos, una sabiduría de los astros de la que nuestro mundo moderno sabe muy poco.
Uno de los últimos representantes de esa antigua sabiduría estelar perdida fue el famoso astrólogo y profeta Nostradamus, un francés que vivió durante el siglo XVI. Sus profecías, recogidas en sus publicaciones denominadas Centurias, se han hecho famosas y muchas personas consideran que contienen una descripción de los acontecimientos históricos venideros, desde la época del profeta hasta finales del siglo XX. El lenguaje de estos documentos es muy velado, a veces incluso vago, y descifrar su significado es una tarea muy difícil. Sin embargo, es evidente que muchas de las profecías se hicieron realidad, incluso en lo que respecta a los nombres de personalidades históricas que tuvieron una participación activa en la configuración de los acontecimientos, siglos después de la muerte de Nostradamus. Suele ocurrir que sólo después la gente descubra que los nombres, los tiempos y las circunstancias de los acontecimientos estaban contenidos en las Centurias, pero ocultos en un extraño uso de las palabras y en descripciones pictóricas.
No es fácil averiguar cómo obtuvo Nostradamus sus profecías. Sin embargo, se sabe que gran parte de la oscuridad de sus escritos se debe al hecho de que vivía con el temor constante de que se le reprochara el uso de algún arte negro y diabólico para obtener su visión. Esto era, por supuesto, una seria consideración en la Edad Media, en los días de la Inquisición y la caza de brujas, cuando las acusaciones de este tipo llevaban a la tortura y a la muerte segura. Además, debía tener cuidado de no ofender con sus pronósticos a personas con altos cargos políticos. Por ejemplo, la Iglesia romana prohibió la lectura de las Centurias en 1781, porque contenían profecías veladas sobre la decadencia del Papado a finales del presente siglo o principios del siguiente.
Nostradamus dijo muy poco, y sólo en ese mismo lenguaje reservado de los Siglos, sobre los fundamentos de su visión. Es posible que tuviera una capacidad natural de «segunda visión». Sabemos, por supuesto, que fue un gran astrólogo, que fue consultado por miembros de la Corte Real francesa, principalmente por Catalina de Médicis. Pero es bastante obvio que no sólo empleó un conocimiento astrológico, que para entonces se había estereotipado y petrificado absolutamente en aplicaciones de tradiciones incomprensibles sobre la supuesta influencia de los astros. Sin embargo, las fuentes que utilizó Nostradamus siguen siendo oscuras. Se ha sugerido que solía mirar dentro de una palangana llena de agua y que, de este modo, recibía sus revelaciones en un estado de conciencia que rozaba el trance. Estos métodos son conocidos en el ocultismo desde tiempos remotos.
Métodos como los que empleó Nostradamus ya no son adecuados para la época actual. Dependen de un condicionamiento del organismo humano a un estado de conciencia muy alejado del estándar requerido en la era moderna. Sin duda, la organización humana ha cambiado desde la antigüedad y ya no es flexible por medios externos, a tal grado que no se pueden obtener resultados satisfactorios. Además, es un hecho ampliamente reconocido que los métodos que requieren la atenuación de la conciencia humana hasta el trance y las condiciones mediumnísticas, se han vuelto peligrosos para nuestra salud en esta época moderna.
En todo caso, debemos buscar nuevos enfoques para esos ámbitos que se encuentran más allá del alcance normal de la percepción a través de los sentidos. Deben estar en armonía con la capacidad moderna de un pensamiento conscientemente controlado y disciplinado, y en consonancia con nuestro deseo de comprensión plena de los medios implicados. Estos requisitos pueden lograrse, incluso en el mundo moderno.
Para ello, necesitaremos un estudio y una comprensión de los ritmos en el cosmos y en la historia humana. Por lo tanto, tendremos que investigar hechos cósmicos como la precesión del punto vernal, los movimientos lentos de los nodos de los planetas y los ritmos de los propios planetas.
Aparte de esto, también necesitaremos una actitud contemplativa y meditativa, como la que Rudolf Steiner ha mencionado en sus numerosos libros y ciclos de conferencias impresos, y también posibles formas de entrenamiento que él sugirió. Tales métodos pueden conducir a aproximaciones a lo gran desconocido, que se encuentra más allá del nacimiento y la muerte, más allá del mundo interior del ser humano, y que puede conducir también al fondo espiritual de todo lo que existe en los reinos de la naturaleza. Podemos llamarlo simplemente el mundo espiritual. La formación de este tipo que propone la antroposofía puede abrir de nuevo los portales a un mundo de realidad espiritual y de causa primigenia que estaban cerrados para nosotros desde hace tiempo. Sin embargo, el enfoque sugerido aquí está en absoluta consonancia con la brújula y las capacidades de cualquier persona media en esta época moderna. No es necesario que volvamos a caer en antiguos modos de entrenamiento que puedan poner en peligro nuestra salud física y mental, ni que nos retraigamos de cualquier tarea que la vida moderna pueda exigirnos.
Este tipo de enfoque -el mundo espiritual que trabaja en el físico y los resultados de las investigaciones sobre esta base- constituirá la base de las presentaciones en las presentes publicaciones.
Traducido por Carmen Ibáñez Berbel