Del libro Isis Sophia III – Nuestra relación con las Estrellas
Los individuos que han recibido el impacto de la constelación de Leo en su naturaleza corporal suelen inclinarse por retener su conexión particular con caminos, métodos y sociedades cuyo objetivo es el acercamiento al mundo espiritual. Consideran estas conexiones como asociaciones estrictamente esotéricas que deben mantenerse al margen de la vida cotidiana y, posiblemente, del trabajo diario. Esto es cierto, tal vez, incluso en un grado superior de aquellos que llevan en su naturaleza el impacto de la constelación de Virgo. La diferencia entre las naturalezas de Leo y de Virgo radica en el hecho de que estas últimas se inclinan a dejar que sus puntos de vista y enfoques esotéricos o religiosos fluyan en sus acciones, aunque sea de forma discreta
Leibniz es conocido como matemático y filósofo, pero también tuvo alguna relación con los asuntos políticos. Por ejemplo, a los 23 años entró al servicio del príncipe elector de Maguncia, y posteriormente se implicó activamente en la política del príncipe elector para mantener la seguridad del imperio alemán, que entonces ya estaba envuelto en una especie de problema Este/Oeste. Estaba acorralado entre una Francia muy agresiva en el oeste y Rusia y Turquía en el este.
Antes de eso, se había puesto en contacto con el movimiento rosacruz cuyo centro estaba en Nuremberg. Tenía sólo 21 años, había estudiado los escritos alquímicos, había adquirido un profundo conocimiento de los principios rosacruces, e incluso fue elegido secretario de este movimiento.
Aquí vemos el trasfondo de su naturaleza virginal, que le dio una inclinación hacia el esoterismo. Vemos en la representación de la cabeza arquetípica (Fig. 7), que esta constelación está relacionada con los poderes de formación espiritual del cerebro posterior a lo largo de la evolución. La función de esta parte del cerebro es aún más misteriosa que la del cerebro anterior, ya que conduce a la acción y a la reacción consciente o inconsciente.
Este paso a la acción se hizo evidente en la filosofía que Leibniz desarrolló; también es evidente en sus logros matemáticos. Su filosofía se conoce generalmente como monadismo. Los elementos últimos del universo son las mónadas, que son centros individuales de fuerza. Son puntos in- visibles, metafísicos, que actúan según su grado de desarrollo y, por tanto, hacen surgir el mundo-objeto físico por una «armonía preestablecida» inherente. Estas mónadas tienen más bien la naturaleza de seres espirituales, siendo cada una en sí misma un microcosmos, un reflejo del gran universo en grados. Finalmente son guiadas por un «Monas Monadum», o Dios. Leibniz sostenía principios similares en lo que respecta a la psicología y la teología. El alma de un ser humano es también una mónada llamada entelequia, rodeada de las mónadas que hacen el cuerpo mediante su acción. Habla de Dios como «la armonía universal», la mónada creadora más elevada que creó las sustancias por una especie de «emanación» que procede de Ella misma, como nosotros producimos nuestros pensamientos. A través de esta filosofía, vemos brillar los puntos de vista de una persona de mentalidad espiritual que debe haber tenido una formación esotérica más profunda de lo que se suele suponer.
El impulso de expresar sus ideas esotéricas en una forma, que debió parecerle una filosofía adecuada, fue potenciado por el impacto de Marte en su organización. Comenzó en Virgo, donde encontramos la cabeza de la imagen embrionaria, y se desplazó hasta Tauro. Allí entró en conjunción con Saturno (y también con Venus) alrededor del momento del nacimiento; así, conduce la inclinación del organismo de la cabeza hasta los miembros, hasta la acción. La conjunción con Saturno en Capricornio y Tauro indica el impulso inherente de ir en busca de la verdad hasta los fundamentos de la creación. (Véanse las constelaciones de Capricornio y Tauro).
Se situó, en cierto modo, sobre Júpiter en Géminis. En esto vemos el deseo de «probar», casi matemáticamente, el espíritu inherente a la materia. Se inclinaba a pensar en la naturaleza física en términos de explicación mecánica, pero era muy consciente de que esto no puede hacerse sin presuponer un principio incorpóreo, o Dios, para la explicación última. Estaba implicado en el gran problema de su época: encontrar el puente entre el mundo moral y el natural. La solución algo insatisfactoria del problema del mal en su filosofía delata que no pudo encontrar el puente. Esta es también una característica de la indicación de los gemelos Júpiter.
Tenemos una gran colección de personalidades cuyo Sol de época estaba en la constelación de Virgo. Por lo general, pasaron al frente como ocultistas en alguna dirección. Todos ellos tenían alguna relación con el esoterismo y con sociedades y movimientos de carácter oculto. Sobre este trasfondo, se comprometían a llevar ciertos mensajes a la humanidad o a realizar ciertas acciones, posiblemente en el ámbito social, que se consideraban para el bien del progreso humano. A veces sus acciones no fueron muy apreciadas en su época. Sólo las épocas posteriores pudieron ver la importancia de sus impulsos y logros. Una mente abierta siempre podrá ver el patrón del trabajo del espíritu, manifestándose como inspiración en tales personalidades. En su mayoría, fueron personas que no salieron al ruedo de la publicidad; trabajaron y siguen trabajando como benefactores silenciosos y desconocidos de la raza humana. Por lo tanto, vemos poco sentido en producir asterogramas de individualidades con tales inclinaciones de Virgo, porque son demasiado poco conocidas.
También hay que tener en cuenta que la época actual, sobre todo el tiempo transcurrido desde el siglo XV y XVI, no se presta a las actividades de las personas con antecedentes de impacto de la Virgen. Es un período de la historia humana que está más alejado que nunca de la aceptación de un mundo espiritual objetivo. Por lo tanto, las personalidades que tienen tales conexiones, y que son instadas a actuar desde este trasfondo, pueden aparecer como extraños en un mundo que está casi enteramente entregado a los puntos de vista materialistas. Son aquellas personas que deambulan por la humanidad como portavoces de poderes invisibles, a quienes la opinión pública moderna no puede clasificar fácilmente dentro de sus patrones reconocidos de normas sociales y científicas.
Ejemplos son personas como Garibaldi, el famoso revolucionario italiano (nacido el 4 de julio de 1807); George Sand (seudónimo de Mme. A. L. Dudevant), la famosa escritora francesa conocida por novelas como Consuelo y La Comptesse de Rudolstadt (nacida el 1 de julio de 1804). El rey Jacobo I de Inglaterra (nacido el 18 de junio de 1566) fue también uno de los que pretendió actuar desde un fondo de ciertos movimientos ocultistas y fue totalmente mal juzgado por el público. En la actualidad se le llama el «sabio tonto».
Traducido por Carmen Ibáñez Berbel

