Rudolf Steiner y la Sociedad Teosófica

Del libro “Rudolf Steiner y los Maestros del Cristianismo Esotérico” de Sergej O. Prokofieff

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Desde un punto de vista histórico, el desarrollo del movimiento antroposófico comenzó dentro de la Sociedad Teosófica al ser Rudolf Steiner invitado a dar conferencias, primero sobre Nietzche, en relación con su muerte en el año 1900, y posteriormente también para hablar sobre otros temas elegidos por él mismo. Sus conferencias tuvieron tanto éxito que ya en 1902 se le invitó a hacerse miembro de la Sociedad Teosófica y, al mismo tiempo, a hacerse cargo de la recientemente fundada sección alemana, como su secretario general.

Al serle garantizada por parte de la dirección de la Sociedad Teosófica la total libertad espiritual dentro de la sección alemana, Rudolf Steiner aceptó la petición. Según sus propias palabras, desde el principio en la Sociedad Teosófica sólo expuso lo que en «ningún lugar había enseñado» (GA 28, Cap. XXX): dio a conocer a sus oyentes las verdades fundamentales del cristianismo esotérico o rosacruz. Lo dicho queda testimoniado en que en el invierno de 1901 y 1902, Rudolf Steiner ofreció en la Sociedad Teosófica los dos primeros grandes ciclos de conferencias dedicados a los místicos cristianos, es decir, al cristianismo como hecho místico y sus entidades espirituales (posteriormente revisó ambos ciclos en los libros GA 7 y GA 8).

Durante diez años Rudolf Steiner representó tan consecuentemente el impulso antroposófico (rosacruz) dentro de la Sociedad Teosófica que, posteriormente, al recordarlo, se le pudo denominar con todo derecho sección de «La Sociedad Antropósofica» dirigida por él. Al respecto, él indicó en 1924: «La Sociedad Antroposófica fue fundada a comienzos de siglo en Berlín dentro del seno de la Sociedad Teosófica, donde sucedió algo especial. Al mismo tiempo que se fundaba en Berlín la Sociedad Antroposófica, es decir, la sección alemana de la Sociedad Teosófica, daba conferencias sobre ‘Antroposofía’. (1) Con ello, desde un principio, queda enmarcado aquel impulso de mi trabajo que posteriormente se convirtió en el movimiento antroposófico» (GA 260a).

Sin embargo, el hecho de que Rudolf Steiner desde un principio representó el impulso antroposófico dentro de la Sociedad Teosófica, es decir el cristiano-rosacruz, lleva a la pregunta: ¿Por qué fue necesario adherirse a esa sociedad, la cual en aquel tiempo tenía un carácter parcial orientado hacia el oriente y que desconocía el desarrollo cristiano de la humanidad occidental? (2) Al respecto, ya se ha dicho que la unión y la invitación para un trabajo conjunto fue impulsado por la Sociedad Teosófica. Desde la dirección de esa sociedad se le hizo a Rudolf Steiner la pregunta decisiva, (3) permitiéndole iniciar la revelación de los verdaderos misterios del cristianismo esotérico.

 Hubo también otras profundas razones para dar este paso. Posteriormente, Rudolf Steiner se manifestó sobre ello en los apuntes que, sobre los principios ocultos de la Sociedad Teosófica, redactó como respuesta al famoso teósofo francés Edouard Schuré. En dichos apuntes, que en aquel tiempo estaban destinados solamente al uso personal de Schuré, Rudolf Steiner destacó, al contrario de la opinión «oficial» difundida en el año 1875, que en sentido esotérico la Sociedad Teosófica no había sido fundada por los maestros orientales (Mahatmas), como supuso con posterioridad su fundadora, H.P. Blavatsky, sino que había sido fundada por maestros occidentales, exactamente por maestros rosacruces. Al respecto, en las notas arriba mencionadas, Rudolf Steiner escribió: «La Sociedad Teosófica fue fundada en Nueva York en 1875 (…). Esa primera fundación tuvo un carácter plenamente occidental» (GA 262).

«También en la primera gran obra de H.P. Blavatsky – Isis sin Velo -, fueron inspiradas verdades ocultas por los grandes iniciados de occidente, que también son los iniciadores de los conocimientos rosacruces» (GA 262; cursivas Rudolf Steiner). (4) Debido a motivos ajenos a esta exposición, la dirección de la Sociedad Teosófica pasó en una etapa posterior, primero a manos de maestros del oriente y, después que ellos se retiraron de ella, a depender de ocultistas completamente problemáticos que perseguían abiertamente objetivos anticristianos. (5)

Posteriormente, Rudolf Steiner caracterizó una diferencia decisiva entre las dos obras principales de Blavatsky, «Isis sin Velo» y «La Doctrina Secreta», señalando: «En su primera obra ‘Isis sin Velo’ muestra un ser totalmente caótico e ilógico, emotivo y lleno de confusión, a pesar de que detrás de ella se hallan poderes despiertos que quieren conducir a lo humano general. En ‘La Doctrina Secreta’, junto al mayor interés especial por lo humano lo que domina es un interés que proviene de ciertos centros ocultos, que actualmente no tienen un interés por lo humano-general, sino uno parcial, especial. La actual iniciación tibetana, la india y también la egipcia, solamente tienen un interés por lo humano parcial (…)» (GA 158, 11.4.1912).

Desde un punto de vista histórico-oculto, en el tiempo en que Rudolf Steiner se unió a la Sociedad Teosófica, ésta ya había tenido dos etapas en su desarrollo y se encontraba al principio de la tercera. Estas tres etapas se pueden denominar la cristiana (occidental), la que se encuentra alejada del cristianismo (oriental) y la anticristiana. La primera, fue dirigida por maestros occidentales (rosacruces), la segunda, por mahatmas orientales y, después de que éstos se alejaron de la Sociedad Teosófica (GA 262), la tercera, dirigida por ocultistas del camino errado que perseguían objetivos político-ocultos y finalmente metas abiertamente anticristianas (GA 254, 11, 17 y 18.10.1915).

Finalmente, las tendencias anticristianas en la Sociedad Teosófica culminaron cuando los entonces dirigentes, Besant y Leadbeater, proclamaron al joven hindú de 14 años Krishnamurti como el Cristo y también como el Bodhisattva Maitreya, ocasionando la separación del movimiento antroposófico de la Sociedad Teosófica.

El motivo más profundo por el cual Rudolf Steiner, como inciado cristiano del siglo XX, se unió a la Sociedad Teosófica, fue el afán de llevar el movimiento teosófico hacia un carácter «humano-general», es decir, al origen cristiano-rosacruz. Posteriormente, Rudolf Steiner señaló: «Cuando nos llegó la llamada para unirnos al movimiento teosófico no fue posible (por nuestra parte) realizar algo diferente, no se pudo hacer otra cosa que volver a las fuentes originales, aquellas que podemos nombrar, en oposición a las fuentes especiales, las humanas-generales» (GA 158, 11.4.1912).

Sin embargo, la decisión definitiva para la unión con la Sociedad Teosófica la tomó Rudolf Steiner después de recibir la señal correspondiente de uno de los dos maestros rosacruces que se encuentran detrás de él, de los que más adelante se hablará. Al respecto, en una carta dirigida a Marie von Sivers con fecha 9 de enero de 1905, expresó: «Sólo te puedo decir que si el Maestro no me hubiera convencido de que a pesar de todo la Teosofía de nuestra época era necesaria, desde 1901 solamente habría escrito libros filosóficos y hablado de temas literarios y filosóficos» (GA 262, carta nr. 20).

En la realización de esta tarea, Rudolf colaboró y trabajó durante todo el tiempo en la Sociedad Teosófica para que el movimiento teosófico volviese al origen rosacruz. Cuando, como consecuencia de la aventura oculta con Krishnamurti, este cometido se reveló irrealizable, se produjo la definitiva separación. Sin embargo, visto desde un punto de vista esotérico, esa actividad persiguió el objetivo mucho más profundo de completar la sabiduría precristiana con el impulso de Cristo. Desde el principio, esa tarea fue una de las más importantes del esoterismo cristiano. (6)

Posteriormente, Rudolf Steiner expresó sobre ello: «No existe ninguna sabiduría del este que no haya influído en el ocultismo del oeste y en la doctrina e investigación rosacruz encontrarán todo lo que los sabios del este habían conservado. Nada, nada de lo que se puede saber de la sabiduría del este falta en la sabiduría del oeste. Sólo existe la diferencia (…) que la sabiduría del oeste ha de tomar toda la doctrina oriental, toda la sabiduría oriental, toda la investigación oriental y, sin perder nada de ella, iluminarla con la luz que se enciende a través del impulso de Cristo en la humanidad. Cuando se habla sobre ocultismo occidental, que nadie diga que en alguna parte no está relacionado con los ocultos Rishis del oriente (se refiere a los maestros del cristianismo rosacruz), que le falta algo del ocultismo del oriente. No le falta nada, absolutamente nada. Todo tiene que renacer desde los manantiales del impulso de Cristo» (GA 110, 12.4.1909-I).

En esta importante tarea de la corriente rosacruz – la transformación de la sabiduría precristiana desde el impulso-Cristo – se encuentra el comienzo de la realización de la misión del eón de la Tierra, que consiste en la transformación del actual cosmos de la sabiduría, como gran herencia del pasado, en un nuevo cosmos de amor. Esta central misión fue descrita por Rudolf Steiner al final de su libro «La Ciencia Oculta, un Bosquejo» (GA 13), pero él advirtió que solamente puede ser realizada a través de una unión viviente con Cristo, que en el Misterio de Gólgota no sólo reveló la más alta imagen arquetípica de la evolución, sino que la hizo posible. Actualmente se encuentra «el verdadero sentido de la Tierra (…) en la comprensión y realización del Cristo viviente. El objetivo más profundo del rosacrucismo es revelar este sentido en una completa forma de sabiduría, de belleza y de acción» (GA 262, pag. 26; cursivas Rudolf Steiner), al cual la Antroposofía está llamada a continuar en el siglo XX.

Desde un principio, la diferencia existente entre la Sociedad Teosófica dirigida al oriente y la corriente espiritual antroposófica representada por Rudolf Steiner, quedó claramente evidenciada en el Congreso Internacional de las Secciones Europeas de la Sociedad Teosófica, celebrado en Munich en mayo de 1907. En ese congreso, celebrado en una sala cuya decoración correspondía a la de un moderno templo rosacruz, Rudolf Steiner dio una conferencia sobre «La Iniciación-Rosacruz de los Rosacruces», delante de representantes de prácticamente todas las secciones europeas de esa sociedad, así como de su junta directiva. Inmediatamente después del congreso, ofreció un gran ciclo de 14 conferencias titulado: La Teosofía de los Rosacruces (GA 99). En ese ciclo, él mostró muy claramente el gran progreso que se alcanzaría si esa sabiduría, en lugar de surgir de la antigua tradición oriental, surgiera de las fuentes vivientes del cristianismo esotérico

Además durante el Congreso de Munich, junto a la exposición de la sabiduría del esoterismo rosacruz, tuvieron lugar otros acontecimientos no menos importantes. Poco después de unirse Rudolf Steiner a la Sociedad Teosófica, se convirtió en miembro de la denominada escuela esotérica fundada por H.P. Blavatsky, la cual, después de su muerte, pasó a ser dirigida por A. Besant. Esa escuela esotérica fue llamada «oriental» («Eastern School of Theosophy»), en la que desde el principio fue acentuada una orientación a aquella sabiduría parcial, antigua, precristiana. Pero Rudolf Steiner representó sólo el impulso cristiano-rosacruz desde el inicio, lo que por supuesto nunca se ocultó a los dirigentes. Eso tuvo como consecuencia que al cabo de dos años el trabajo conjunto se hizo imposible. Debido a ello, durante el Congreso de Munich se llevó a cabo una muy significativa conversación entre Rudolf Steiner y Annie Besant, bajo la presencia de Marié von Sivers, sobre la separación en dos escuelas de lo que hasta ese momento había sido una sola escuela esotérica: una occidental y otra oriental, cada una de ellas bajo la dirección respectiva dos maestros, uno occidental y otro oriental.

Rudolf Steiner indicó el significado de este hecho en la primera clase esotérica que pronunció el 1 de junio de 1907, en la independiente escuela esotérica «occidental». Él dijo: «En la cúspide de nuestra escuela occidental se encuentran los dos maestros siguientes: el Maestro Jesús y el Maestro Christian Rosenkreuz (…) y será dirigida por mí bajo la petición de los maestros del occidente, siendo independiente de lo que enseña Mrs. Besant bajo el encargo de maestros del oriente» (GA 264). Con ello, Rudolf Steiner no sólo acentuó su inmediata unión espiritual con los dos maestros dirigentes del cristianismo esotérico, sino que también señaló claramente el distanciamiento con los maestros del oriente: «La escuela oriental será dirigida por Mrs. Annie Besant y aquéllos que en el corazón sientan más atracción hacia ella, no pueden quedarse por más tiempo en nuestra escuela» (GA 264). (7) Esta radical delimitación entre las dos escuelas ocultas y de los maestros ocultos detrás de ellas, quedó patente en la etapa siguiente, ya que Rudolf Steiner nunca volvió a hablar en su escuela esotérica de los maestros orientales. El nombre de uno de ellos no fue nombrado ni una sola vez más y el segundo lo nombró brevemente en conferencias de 1915 y 1916, en un contexto meramente histórico, dedicadas a los fundamentos ocultos de la biografía de H.P. Blavatsky (GA 254 y GA 171). De lo que se puede concluir que ellos no jugaron ningún papel en el movimiento antroposófico. Al parecer, respecto de algunas indicaciones dadas entre los años 1904 y 1906 en las primeras clases esotéricas, representan un corto episodio sin ninguna consecuencia que terminó con la separación de las escuelas esotéricas, una oriental y otra occidental.

Por el contrario, de los otros dos grandes maestros del cristianismo esotérico que se encontraban espiritualmente detrás del trabajo esotérico de Rudolf Steiner, Christian Rosenkreuz y el Maestro Jesús (Zaratustra), continuó hablando hasta el final de su vida, salvo en el inevitable paréntesis del principio de la Primera Guerra Mundial. Además, comenzó a hablar de otros grandes maestros del cristianismo esotérico de los que más tarde se hablará.

Todo ese desarrollo cambió decisivamente desde comienzos de 1909.Según la investigación científico-espiritual de Rudolf Steiner, ese año ha de considerarse como el punto de partida de los acontecimientos espirituales más importantes de nuestra época: la venida de Cristo en lo etérico, es decir, en una forma puramente suprasensible (GA 175, 6.2.1917). Para la generalidad de la humanidad ese acontecimiento fue experimentado en los años 30 del siglo XX; para los iniciados comenzó en los planos superiores ya en 1909. Si se presta atención, ya en ese año empezó en la Sociedad Teosófica la conocida triste historia de Krishnamurti. De esta manera, se puede comprender el por qué Rudolf Steiner habló con posterioridad de una forma tan dura sobre los poderes anticristianos que estaban detrás de esas «aventuras». Detrás de ella se escondían poderes ocultos que conocían el secreto de la venida de Cristo y cuando el Cristo etérico apareció, intentaron por contraposición colocar un falso mesías en el plano físico.

Con respecto a Rudolf Steiner, ese año comenzó a hablar más directamente de los misterios cristianos, del conocimiento sobre el sobresaliente y grandioso acontecimiento acaecido en los mundos espirituales, así como también de los secretos de los maestros del cristianismo esotérico como los más grandes servidores del Cristo etérico en nuestra época.

En 1909 habló especialmente sobre cuatro secretos. El primero tiene que ver con el nombramiento de los verdaderos «Maestros de la Sabiduría y de la Armonía de los Sentimientos», como los miembros dirigentes de la «Logia Blanca» para toda la evolución de la Tierra. En la conferencia del 22 de marzo dijo: «Y aquéllos que hayan comprendido que la evolución de la humanidad depende de la comprensión del gran acontecimiento de Gólgota, son aquéllos que como Maestros de la Sabiduría y de la Armonía de los Sentimientos están reunidos en la Gran Logia de la Humanidad» (GA 107). Posteriormente, Rudolf Steiner señaló la diferencia fundamental entre los más altos grados alcanzables del esoterismo oriental, bodhisattva y buda, y la entidad-Cristo. Los primeros tienen una naturaleza microcósmica y surgieron originalmente de una corriente general, mientras que Cristo entró en la evolución terrenal como entidad macrocósmica en el momento del bautismo de Jesús en el Jordán, y es el propio Logos del Sol. Más adelante, Rudolf Steiner explicó la diferencia con una imaginación que ocupa una posición central en el cristianismo esotérico, que, a la misma vez, revela la verdadera relación entre las religiones precristianas y una comprensión esotérica del ser y de la misión de Cristo.

En toda una serie de conferencias de 1909, Rudolf Steiner describió siempre de nuevo a la entidad-Cristo cósmica como un Sol universal que se encuentra en la elevada esfera de la Providencia (Buddhi), rodeado de doce maestros universales o bodhisattvas, los cuales no crean sabiduría desde ese manantial divino, sino algo infinitamente más grande, la propia vida cósmica, transformándola en sabiduría y entregándola después a la humanidad a lo largo de las diferentes épocas de la evolución terrenal. Seis de esos doce bodhisattvas prepararon de diferente manera el acontecimiento terrestre más importante, la venida de Cristo a la Tierra y el Misterio de Gólgota, y los otros seis tienen como misión llevar sus frutos a la humanidad hasta el final de los tiempos de la Tierra (ver GA 107, GA 113, GA 114, GA 116, GA 130, entre otros).

Al exponer a sus oyentes esa central imaginación del esoterismo cristiano, Rudolf Steiner señaló la diferencia más importante entre los conocimientos de los iniciados (maestros) orientales y los occidentales. Según 17 sus propias palabras, el bodhisattva o el buda es el rango más elevado al que es posible elevarse en la doctrina oculta oriental… (en el camino oriental se puede) llegar solamente hasta una individualidad-bodhisattva o una individualidad-buda» (GA 133, 23.10.1911). Esto significa que en la práctica las doctrinas orientales deben basarse en la tradición exotérica para poder hablar sobre Cristo.

El origen del mal fue el segundo secreto revelado por Rudolf Steiner a sus oyentes en las conferencias. En la conferencia ya mencionada del 22 de marzo, caracterizó por primera vez los poderes luciféricos, ahrimánicos y asúricos en la evolución terrenal. (8)

Con posterioridad, en septiembre de 1909, en el ciclo de conferencias sobre el Evangelio de Lucas, Rudolf Steiner habló por primera vez del misterio de los dos niños Jesús o, mejor dicho, sobre el secreto del ser celestial que tomó cuerpo en el Jesús natánico descrito en el Evangelio de Lucas (GA 114). Anteriormente había hablado sobre la participación de Zaratustra (el Jesús salomónico) en los acontecimientos palestinos y de la preparación de la venida de Cristo a la Tierra.

Finalmente, el cuarto secreto, que Rudolf Steiner reveló también en 1909, trataba sobre la influencia de la economía espiritual en la evolución terrestre, según la cual las individualidades no sólo están sujetas a la «reencarnación», sino que también lo están las envolturas que forman en la Tierra (en especial sus cuerpos etéricos y astrales). Rudolf Steiner concluyó este tema señalando que actualmente la humanidad entra en una época en la cual los hombres pueden absorber copias del Yo de Cristo-Jesús en sí mismos, copias que desde el Misterio de Gólgota están protegidas en los mundos espirituales. La misión de la moderna ciencia espiritual es prepararse para ese acontecimiento (GA 109, 7.3.1909).

La revelación de estos cuatro secretos del cristianismo esotérico debía preparar a los antropósofos para las revelaciones sobre el evento espiritual más importante de nuestro tiempo, la manifestación de Cristo en forma etérica. Rudolf Steiner comenzó a hablar de estos hechos en enero de 1910, y desde ese momento volvió a ocuparse de ellos en cientos de conferencias ofrecidas hasta el último mes de su actividad como conferenciante. (9)

En el año 1909 él preparó a sus oyentes para estas importantes revelaciones, profundizándolas y ampliándolas mediante la descripción de los maestros del cristianismo esotérico. En el siguiente Congreso Internacional de las Secciones Europeas de la Sociedad Teosófica, celebrado en Budapest en mayo de 1909, señaló, en la conferencia De Buda a Cristo, que en las escuelas esotéricas de los Rosacruces enseñaron desde un principio grandes iniciados como Zaratustra (Maestro Jesús), Skythianos y Gautama Buda (el último en su cuerpo suprasensible, el Nirmanakaya). Todos enseñaron a sus alumnos los misterios cristianos, cuyo punto central consistía en la comprensión de la entidad-Cristo cósmica, así como también sobre el significado central del Misterio de Gólgota para toda la evolución terrenal. En ese congreso, Rudolf Steiner dijo, en presencia de la directiva de la Sociedad Teosófica: «Él (Gautama Buda) fue uno de aquellos con el cual nosotros vivimos la Teosofía Rosacruz. Hemos mencionado a tres maestros: Zaratas (Zaratustra), Skythianos, Boda o Buda (GA 109, 31.5.1909). Rudolf Steiner mencionó la especial importancia de Gautama Buda, ya que desde el tiempo de H.P. Blavatsky era visto por la Sociedad Teosófica como el más alto iniciado de la evolución terrenal, aún más alto que Cristo, el cual era considerado uno de los bodhisattvas (por este motivo se convirtieron oficialmente del cristianismo al budismo, primero Blavatsky y Olcott y, después, también Besant y Leadbeater).

Queda atestiguado que Gautama en cuerpo espiritual ya no enseñaba en las escuelas rosacruces el antiguo budismo, sino el cristianismo esotérico, debido al gran paso que esta gran individualidad dio realmente en su propio desarrollo en los mundos espirituales, al convertirse en anunciador de Cristo después del Misterio de Gólgota. (10)

En la última conferencia del ciclo de Munich dado en agosto de 1909, titulado El Oriente a la Luz de Occidente. Los Hijos de Lúcifer y los Hermanos de Cristo, Rudolf Steiner abordó especialmente este tema (GA 113). El título de este ciclo ya muestra indudablemente la relación entre el esoterismo oriental y el occidental, pero al mismo tiempo indica sus diferentes fuentes espirituales. En esa última conferencia, Rudolf Steiner vuelve a dirigirse al tema de los maestros del cristianismo esotérico, ya abordado en Budapest, profundizándolo de forma significativa e introduciendo el nuevo término «bodhisattva del occidente» (31 de agosto de 1909). Además, nombra en esa conferencia a aquella alta individualidad que, junto con los otros tres maestros del cristianismo esotérico, fundamentó la corriente rosacruz en la evolución terrenal.

Como primer paso, la fundación de esa corriente fue consecuencia de un concilio convocado por Manes en el siglo IV, alrededor del 333 (en su encarnación anterior, Manes había sido el fundador de la religión maniquea). En ese concilio también participaron los otros tres maestros, Zaratustra, Skythianos y Gautama Buda (en cuerpo espiritual). En aquel momento se acordó el cómo podía fluir directamente desde la esfera de la Providencia la sabiduría completa de los bodhisattvas a la evolución terrenal, y cómo podía promoverse en los hombres una comprensión cada vez más profunda de la entidad cósmica de Cristo y de su principal hecho en la Tierra – El Misterio de Gólgota. Con ese objetivo fundaron la corriente rosacruz y durante muchos siglos ellos mismos fueron sus maestros y guías espirituales: «En aquel entonces, ese cuerpo docente fijó el plan para que toda la sabiduría de los bodhisattvas del tiempo postatlante pudiera fluir cada vez más fuertemente en el futuro de la humanidad. Y lo que entonces se decidió para el futuro como plan para un desarrollo cultural terrenal, fue guardado y posteriormente transmitido en aquellos misterios europeos denominados Misterios de los Rosacruces. A esos misterios acudían siempre las individualidades de Skythianos, Buda y Zaratustra. Ellos eran los maestros en la escuela rosacruz; maestros que envíaban su sabiduría como dones a la Tierra para que, a través de ella, se pudiera comprender a Cristo en su individualidad» (GA 113, 31.8.1909).

Lo extraño fue que Rudolf Steiner habló en esa conferencia de otros maestros que no eran tan conocidos por la Sociedad Teosófica. Naturalmente, entre los teósofos se hablaba frecuentemente sobre el tradicional Gautama Buda. Pero que él sirviera profundamente a Cristo y que se encontrase unido al cristianismo esotérico era totalmente desconocido en la Sociedad Teosófica, lo cual indica que en el siglo VI antes de Cristo esta individualidad había realizado un desarrollo concreto en los mundos espirituales, después de su ascenso de bodhisattva a buda.

Lo mismo tiene validez para el Maestro Jesús, el cual es mencionado en la doctrina teosófica, aunque su relación con Zaratustra se desconocía hasta que Rudolf Stiener lo manifestó. Sobre todo se ignoraba su relación con Cristo, el cual, como ya hemos visto, era considerado como bodhisattva por los teósofos del tiempo de Blavatsky, lo cual quiere decir maestro.

Los dirigentes de la Sociedad Teosófica, que no poseían conocimientos sobre Cristo ni tampoco del Misterio de Gólgota, hablaban del verdadero Maestro Jesús como de una sombra fantasmagórica, cuyo prototipo se le asemejaba en algunos rasgos pero que en realidad no tenía ninguna relación con Él. Al respecto, Rudolf Steiner dijo que el Maestro Jesús es un gran maestro del cristianismo esotérico, el cual, desde el Misterio de Gólgota, «se reencarna de tiempo en tiempo en nuestra Tierra (…), enseñando siempre lo que realmente significa el gran evento de Palestina» (GA 114, 21.9.1909). En la Sociedad Teosófica nadie hablaba del Misterio de Gólgota (en tiempos de Blavatsky) o se hablaba de una manera falsa, tergiversada (en el tiempo de Besant y Leadbeater). En la Sociedad Teosófica, en sentido esotérico, no eran conocidos los otros maestros, Manes y Skythianos.

De todo ello se concluye que desde el principio Rudolf Steiner hablaba sobre otros maestros diferentes a los de la Sociedad Teosófica.

Poco tiempo después se añadieron otros tres nombres a los cuatro maestros ya nombrados. En relación con lo dicho sobre el Cristo etérico, Rudolf Steiner habló algunas veces, especialmente en 1910, sobre el sucesor espiritual de Gautama Buda, el Bodhisattva Maitreya, y, a partir de 1911, habló también muchas veces sobre Christian Rosenkreutz, el presente guía de la corriente esotérica del cristianismo. Y un poco antes – desde el otoño de 1908 -, Rudolf Steiner había comenzado a hablar sobre el secreto de otra individualidad que estaba vinculada con la corriente del cristianismo esotérico, la cual llevó en su última encarnación el nombre de Novalis, poeta y místico alemán.

Aunque en sus numerosas conferencias y ciclos Rudolf Steiner mencionó también otros iniciados cristianos, se puede deducir de sus escritos que los citados siete maestros tuvieron, en relación con la fundación de la Antroposofía en la Tierra y con su fundador, la relación más directa. Sin ninguna excepción, todos son maestros que «comprendieron que el progreso de la humanidad depende de la comprensión del gran evento de Gólgota» (GA 107, 22.3.1909), lo que significa que pertenecen al círculo de los verdaderos «Maestros de la Sabiduría y de la Armonía de los Sentimientos», siendo los servidores y ayudantes del ser-Cristo divino.

Antes de caracterizar a cada uno de ellos en base a la ciencia espiritual moderna, mencionaremos nuevamente sus nombres en el orden siguiente:

  • Manes
  • Zaratustra (Maestro Jesús)
  • Skythianos
  • Gautama Buda
  • Bodhisattva Maitreya
  • Novalis
  • Cristian Rosenkreutz

Al finalizar este capítulo, es preciso recordar nuevamente que en el siguiente Congreso de las Secciones Europeas de la Sociedad Teosófica, que debía celebrarse en Génova en septiembre de 1911, los entonces dirigentes de la Sociedad, Besant y Leadbeater, cancelaron en el último momento su presencia para obstaculizar su realización y, con ello, el esfuerzo de presentación de Rudolf Steiner.

Indudablemente, el motivo fue que Rudolf Steiner tenía pensado ofrecer una conferencia titulada Buda y Cristo. La Esfera de los Bodhisattvas (11). Esa conferencia tenía como objetivo ser la definitiva respuesta del esoterismo cristiano al intento de los ocultistas de la mano izquierda de presentar a Krishnamurti como el Mesías.

Marie von Sivers, testigo de esos sucesos recordó: «La Sociedad Teosófica estaba alarmada. Notaron el profundo efecto de la doctrina del Dr. Steiner en las almas que buscaban a Cristo. La Sociedad Teosófica no quería exponer a sus miembros (…)» (Prólogo de GA 130)

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Un comentario el “Rudolf Steiner y la Sociedad Teosófica

  1. […] Rudolf Steiner y la Sociedad Antroposófica […]

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