Rudolf Steiner — Berlín, 2 de octubre de 1905
Helena Petrovna Blavatsky, en la Doctrina Secreta, llamó a Jehová un Dios de la Luna[1]. Hay una razón profunda que subyace a esto. Para entenderlo debemos tener claro el desarrollo ulterior del hombre. En el hombre como es hoy, sus fuerzas superiores estan entremezcladas. Su desarrollo ulterior depende de que su yo superior surja de la envoltura de las fuerzas y órganos inferiores.
El cerebro está dividido en tres partes: la parte pensante, la parte sensible y la parte volitiva. Más tarde, estas tres partes, como las tres divisiones de un hormiguero, serán dirigidas por el hombre desde fuera. Sin embargo, las partes de las que se ha retirado lo superior no permanecen como estánsino, que van descendiendo un nivel más bajo. Esta es la razón por la que muchas personas que practican un desarrollo espiritual unilateral sufren una decadencia moral. En el caso de la vida cultural occidental, el peligro de que esto ocurra es menor, ya que la ciencia occidental aún no obliga a las cosas superiores de la mente a surgir del cuerpo inferior. Por otra parte, a través de la Teosofía, el hombre realmente absorbe una sabiduría a través de la cual el yo es arrancado parcialmente del entorno habitual de los órganos. Puede suceder que cuando una persona, que en su medio convencional ha observado las normas morales ordinarias, acepte las enseñanzas teosóficas, sus peores cualidades, que hasta ese momento habían permanecido ocultas, realmente hagan su aparición. Con frecuencia, lo inferior sale a la superficie porque uno se ocupa de las cosas espirituales sin fortalecer al mismo tiempo su moralidad. Este hecho trae consigo cierta tragedia. Ciertos hombres de prestigio académico, que en el ámbito del saber occidental habían sido personas muy admirables, sufrieron por haber entrado en la Sociedad Teosófica; en su caso, la naturaleza inferior hizo su aparición sin ser dominada por la superior.
La misma ley se encuentra también en una escala mayor. Los seres con los que nos encontramos en la Antigua Luna aún no habían incorporado su poder de pensamiento en un cerebro físico. El poder de pensamiento en el caso de los Nirmana-kayas lunares, Bodhisattvas, Pitris y seres humanos puros aún no trabajaba en un cerebro físico sino en las masas etéreas que los rodeaban. En la Antigua Luna el ambiente consistía no sólo de aire, sino también de éter lleno de sabiduría. Los pensamientos no estaban en los seres individuales sino que volaban de aquí para allá en el éter. Por eso en ocultismo a la Antigua Luna también se la llama el Cosmos de la Sabiduría[2]. La Antigua Luna estaba rodeada de Éter Cálido y otras formas de éter. En estos éteres vivían la inteligencia y la razón, tal como ahora viven en el cerebro humano. Sin embargo, detrás de esto había un desarrollo. Al comienzo de la evolución lunar, la sabiduría todavía se imprimía en formas hermosas. Los seres que sólo poseían los miembros humanos inferiores, cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral, fueron dirigidos por estas corrientes de sabiduría. En el curso del desarrollo posterior, los tres cuerpos inferiores descendieron más profundamente. Cuando la evolución de la Antigua Luna llegó a su fin, los seres sabios, que no poseían sabiduría en un cerebro, habían progresado tanto que podían renunciar por completo a estos cuerpos inferiores. Estos seres que ahora se habían convertido en Pitris y que ya no necesitaban entrar en tales cuerpos físico, etérico y astral, eran las huestes de los Elohim en diferentes etapas. El rango más bajo de estos Elohim es el nivel de Jehová. Jehová, por lo tanto, es una divinidad lunar real, que en la Antigua Luna pasó por el desarrollo físico. Sin embargo, en la A.Luna nunca pudo trabajar sobre el entorno físico, utilizando el cerebro como vehículo del pensamiento. Sólo sus cuerpos físico, etérico y astral habían trabajado sobre el entorno físico. Y esto lo hizo a través de imágenes. El pensamiento flotaba por encima. El nombre Jehová no designa a un solo ser, sino a un rango en el orden de las jerarquías. Muchos seres pueden asumir el rango de Jehová, o asumirlo con un propósito. Eliphas Levi enfatizó repetidamente que con las designaciones Jehová, Archangeloi, Angeloi, tenemos que ver con rangos ordenados de seres.
Los primeros seres humanos que recibieron enseñanza en la Tierra la recibieron de Jehová en imágenes. Por eso el Génesis es una suma de grandes imágenes, imágenes que Jehová había experimentado en la Antigua Luna.
Mientras que en la Antigua Luna en los cuerpos físico, etérico y astral sólo se desarrollaba el ser inferior del hombre, la trinidad superior fue cuidada y fomentada. Estos principios habían alcanzado un cierto grado de madurez después de haber sido implantados: Atma en el Antiguo Saturno, Buddhi en el Antiguo Sol, Manas en la Antigua Luna. Entonces pudieron desarrollarse más en la Tierra. Lo que llegó a la Tierra desde la Antigua Luna en forma de cuerpos físico, etérico y astral son los animales grotescos en los que Atma, Buddhi y Manas se incorporaron gradualmente. Los Pitris lunares habían dejado de lado las partes inferiores, pero para compensar esto, habían cuidado y fomentado a Atma, Buddhi y Manas de una manera objetiva. A través de su cuidado y fomento lograron que un pensador pudiera desarrollarse en la Tierra. Si uno observa las criaturas externas en la Antigua Luna, éstas son las envolturas que rodeaban al hombre, no el hombre mismo. Las envolturas podían utilizarse porque el que las tenía, las habia avandonado [Vacío en el texto…] Ahora el material restante podría condensarse para formar el cerebro. En estado germinal, la materia para el cerebro estaba allí, pero sólo pudo condensarse después de que los Pitris se alejaran.
Los primeros seres humanos que recibieron enseñanza en la Tierra lo recibieron de Jehová en imágenes. Es por eso que el Génesis es una suma de grandes imágenes, imágenes que Jehová había experimentado en la Antigua Luna.
Mientras que en la Antigua Luna, por un lado[3] solo en el ser inferior del hombre se desarrolló en cuerpos físico, etérico y astral; por otro lado, la trinidad más elevada fue apreciada y fomentada. Estos principios habían alcanzado un cierto grado de madurez, después de haber sido implantados; Atma en el Antiguo Saturno, Buddhi en el Antiguo Sol, Manas en la Antigua Luna. Podrían desarrollarse más en la Tierra. Lo que llegó a la Tierra desde la Antigua Luna como cuerpos físicos, etéricos y astrales, son los animales grotescos en los que se incorporaron Atma, Buddhi y Manas. Los Pitris Lunares habían dejado de lado las partes inferiores, pero para compensar esto, habían atesorado y fomentado Atma, Buddhi y Manas de una manera objetiva. A través de su cuidado de crianza, lograron que en la Tierra pudiera desarrollarse el pensar. Si uno mira las criaturas externas en la Antigua Luna, estas son las envolturas que rodearon al hombre, no al hombre mismo. Las envolturas pudieron usarse porque lo que tenía que dejarlas se había ido. [Brecha en el texto …] Ahora el material restante podría condensarse para formar el cerebro. En una condición germinal, la materia del cerebro estaba allí, pero solo podía condensarse después de que los Pitris lo hubieran dejado.
Lo que ocurrió en la Era pre-Lemuriana es una preparación. El cuerpo humano es trabajado de tal manera que Atma, Buddhi y Manas pueden sumergirse en él. Estos principios se envolvieron con la sustancia Kama. Imaginemos ahora un ser gelatinoso que se ha liberado de lo que había llegado desde la Antigua Luna. Esto proporciona una base física. Además de esto, hay Atma, Buddhi y Manas, y un cuerpo astral que estos principios organizan a su alrededor. Trabajan sobre las masas gelatinosas desde afuera hasta que pueden tomar posesión de ellas desde adentro. Finalmente, lo espiritual penetra en lo físico. Ahora se han fusionado dos clases de seres. En el momento en que se forma el cerebro, se compenetran entre sí. A través de esto, el nacimiento y la muerte entraron en la evolución terrestre. Anteriormente, los seres humanos habían construido ellos mismos el cuerpo físico; en el futuro esto volverá a ser así. Pero como se unen dos seres que sólo son parcialmente adecuados el uno para el otro, tenemos nacimiento y muerte, y cada período de tiempo entre el nacimiento y la muerte es un intento continuo de hacer que estos dos seres encajen mejor: un balanceo de ida y vuelta del péndulo hasta que finalmente se produce una condición rítmica.
Esto continuará hasta la mitad de la Sexta Raza-Raíz (época) donde se alcanzará esa condición rítmica y un ser se haya adaptado completamente al otro. Pues el Karma no es otra cosa que la medida del equilibrio que el ser humano ya ha logrado. En cada encarnación se alcanza un cierto grado de adaptación. Después de cada encarnación, el hombre debe ascender nuevamente al Devachán para examinar lo que aún le queda por hacer. Sólo cuando se logra el equilibrio, se supera el Karma y el ser humano puede asumir algo nuevo, la verdadera Sabiduría, Buddhi, que hasta ese momento debe ser fomentada y apreciada.
Hay que prepararse para la evolución futura. Lo que el hombre ya produce de sí mismo, como preparación para el futuro ser humano, es la palabra, el habla. Lo que el hombre habla permanece en el Registro Akáshico. Es el comienzo germinal para el futuro ser humano. El habla es la mitad del antiguo medio de reproducción. A través del habla el hombre se propaga espiritualmente. La ruptura de la voz masculina está relacionada con esto. La mitad de lo sexual se ha trasladado al habla. La voz es el futuro órgano de reproducción. En el hebreo antiguo se utilizaba la misma palabra para sexo y habla. Hoy el hombre piensa y el pensamiento sale al exterior a través de la laringe. La siguiente etapa será la de la sensación, el calor, que sale al exterior. Entonces la palabra será la expresión del calor interior del cuerpo. Esto puede suceder cuando se desarrolla la glándula pituitaria (hipófisis) en el cerebro. La etapa siguiente aparece cuando se desarrolla la glándula pineal (epífisis). Entonces no sólo saldrá la palabra imbuida de calor, sino que la palabra permanecerá, se le dará forma a través de la voluntad, que entonces vive dentro de ella. Entonces cuando uno pronuncia la palabra, ésta se convierte en un ser real.
En relación con esto está el «yo pienso, yo siento, yo soy» (voluntad). La palabra en este sentido es «la palabra» que sufre una transformación de pensamiento a sentimiento y luego a voluntad. Este es un proceso triple. Primero la palabra es «conciencia» (en el pensamiento), luego «vida» (la palabra impregnada de calor), y por último «forma», la palabra moldeada a través de la voluntad. Esta última es la palabra que se vuelve objetiva. Así también aquí, uno tras otro, tenemos: conciencia, vida, forma. Todo lo que hoy es forma proviene de tiempos anteriores y ha surgido a través de un proceso de este tipo. El cuerpo físico, la forma, es el cuerpo más perfeccionado; menos desarrollados son el cuerpo etérico, la vida, y el cuerpo astral, la conciencia.
Traducido por Gracia Muñoz en Agosto de 2018.
[1] Jehová. Blavatsky llama a Jehová un Dios de la Luna. Doctrina Secreta. Volumen 11.
[2] En el ocultismo, la Luna se llama el Cosmos de la Sabiduría. En las notas de una conferencia en Berlín en 1903 aparece lo siguiente: ‘En el panorama general de la evolución del mundo, el Cosmos Terrenal se llama el Cosmos del Amor Divino, el cosmos anterior el Cosmos de la Sabiduría y el futuro el Cosmos del Fuego Divino. el Cosmos que precede al Cosmos lunar (se llama) el Cosmos de la Omnipotencia divina; esto fue precedido por el Cosmos del Ser ‘.
[3] Mientras que en la Antigua Luna.. Las notas del texto aquí son inadecuadas y poco confiables.

