GA171c6. Los Antiguos Impulsos Culturales Espiritualizados en Goethe. El Conocimiento Cósmico de los Caballeros Templarios.

Del ciclo: Los impulsos internos de la evolución

Rudolf Steiner — Dornach, 25 de septiembre de 1916

English version

Hemos estado ocupados mostrando cómo aquellas fuerzas espirituales que llamamos luciféricas y ahrimánicas juegan su papel en el crecimiento histórico de la humanidad. Hemos visto cómo lo que ha de ser trasladado de una época a otra en el curso de la evolución del mundo, es trasladado a través de tales poderes, y nos hemos esforzado por mostrar cómo en los deseos, instintos y esfuerzos por alcanzar el conocimiento, también en los impulsos de la vida social humana, existe algo que sólo puede ser entendido concretamente cuando uno reconoce aquellas fuerzas suprasensibles que subyacen a la evolución histórica del Mundo. Hemos visto cómo lo que debe manifestarse en nuestra quinta época post-Atlante, ha estado en preparación desde el siglo XV. Hemos visto qué nuevas facultades de la humanidad han evolucionado en la vida cultural europea completa desde ese momento.

Si deseamos encontrar un espíritu que haya traído a expresión de la manera más concentrada y clara lo que deberían ser los impulsos de nuestro tiempo, entonces podemos dirigir nuestra mirada a Goethe. Ya hemos observado que en su concepción de la naturaleza así como en su mundo imaginativo, Goethe expresó algo que puede conformar el comienzo de la quinta época post-Atlante. Debo recordarles hoy día, como he señalado a menudo, que Goethe expresó de forma íntima en su Cuento de la Serpiente Verde y la Bella Azucena lo que él contemplaba como los impulsos correctos de la cultura, del conocimiento, del sentimiento y de la voluntad; es decir, lo que él se hallaba obligado a considerar como necesario para la actividad del hombre en el futuro. Él ocultó en su cuento de hadas lo que sabía de las fuerzas espirituales activas y ocultas que intervienen sobre la humanidad desde el siglo XV, y que seguirán actuando durante unos dos mil años más. Ustedes también conocen cómo en nuestros Dramas Misterio hemos pretendido traer a la vida, con todo el detalle posible, lo que Goethe contempló cuando compuso su “Cuento de la Serpiente Verde y de la Bella Azucena”. La intención fue traer a expresión, en la medida en que pudiera ser manifestado de nuevo hoy en día, cien años después, lo que inspiró a Goethe y ha de inspirar a la quinta cultura post-Atlante entera como el más elevado tesoro espiritual. Tales profundidades del alma como las que subyacen a una obra tan excepcional y poderosa como “el Cuento de la Serpiente Verde y de la Bella Azucena”, a pesar de su carácter simbólico, y los impulsos tan extraordinarios que subyacen al Fausto de Goethe como un poema genéricamente humano, señalan una y otra vez a fuerzas que residen profundamente bajo la superficie de la consciencia. Todo esto actuaba en aquella alma a partir de las profundidades de antiguos impulsos culturales. Hoy me gustaría hablar un poco sobre tales impulsos culturales en relación con la conferencia de ayer, y de cómo atravesaron una especie de proceso de espiritualización en el caso de Goethe.

Debemos regresar a aquella época en que los impulsos para la quinta época post-Atlante fueron sembrados por primera vez de forma germinal, debemos remontarnos antes del siglo XV porque las cosas que han de desarrollarse espiritualmente deben prepararse con mucha antelación. Uno sólo puede reconocer cómo, en la vida anímica europea, así como en la vida social europea, en el esfuerzo por alcanzar el Bien, la Verdad y la Belleza,  las fuerzas divino-espirituales  progresivas se entremezclan en nuestra época con los poderes luciférico-ahrimánicos cuando uno se retrotrae al tiempo en que aparecieron los primeros impulsos. Aprendimos algo sobre estos primeros impulsos de épocas anteriores ayer. Hoy, aprenderemos algo sobre un impulso similar, que se manifiesta desde mediados de los tiempos medievales, y llegaremos a conocer cómo nacieron ciertas tendencias espirituales a partir de la evolución humana. Al hacerlo, no haremos sino indicar el trasfondo histórico, ya que hoy en día uno puede leer sobre ello en cualquier enciclopedia.

Para poder describir la configuración de los impulsos culturales que experimentaron una cierta espiritualización en Goethe, debo referirme a la época en que surgió, de la voluntad europea, el impulso de las Cruzadas: surgió, en realidad, de los impulsos cristianos de la voluntad europea. En la época en que se originó la voluntad de visitar los Santos Lugares en los habitantes civilizados de Europa, hubo allí enconados conflictos entre lo que llamamos los poderes luciféricos y ahrimánicos. Es decir, sobre los impulsos progresivos, positivos, verdaderamente cristianos, actuaron otros poderes, por así decirlo; desde la dirección que se describió ayer. Actuaron en la forma que les permite la Sabia Dirección del Mundo. Así, lo que sucede en esta Guía espiritual puede ser debidamente influenciado por otros impulsos actuando desde el pasado e interpenetrando los impulsos del presente de la manera que hemos descrito.

Cuando lo consideramos, entre muchas cosas que regocijan al alma, entre muchas cosas que sucedieron poco después de que los Cruzados lograran sus primeros éxitos, vemos la fundación de la Orden de los Caballeros Templarios en el año 1119. Cinco caballeros franceses se unieron bajo el liderazgo de Hugo de Payens y, en el Santo Lugar donde sucedió el Misterio del Gólgota, fundaron una orden dedicada enteramente al Misterio del Gólgota. Su primera residencia importante estuvo cerca del lugar donde se halló una vez el Templo de Salomón, de tal forma que la sagrada sabiduría de los tiempos más remotos y la sabiduría de Salomón pudieron actuar unidas para el Cristianismo en este punto, junto con todos los sentimientos que han surgido de la devoción plena y sagrada hacia el Misterio del Gólgota y su Portador. Además de los votos religiosos de obediencia a sus superiores espirituales, habituales en la época, los primeros Caballeros Templarios también juraron actuar unidos de la manera más intensa para poner bajo control europeo el lugar en que sucedieron los eventos del Misterio del Golgota.

Las normas escritas y no escritas de la Orden eran tales que los Caballeros no debían pensar en otra cosa que en cómo podían llenar por completo el corazón y el alma con el sagrado Misterio del Gólgota, y cómo podían, con hasta la última gota de su sangre, ayudar a poner los Santos Lugares bajo la esfera de influencia de las autoridades europeas. En cada momento de su vida, debían pensar y sentirse entregados con todas sus fuerzas a esta única tarea, sin rehuir nada para poder realizarla. Su sangre ya no era suya sino que estaba entregada únicamente a la tarea que hemos indicado. Si se encontraban un poder tres veces superior a ellos mismos, las órdenes eran no huir sino permanecer firmes. En cada momento de sus vidas debían pensar que la sangre que corría por sus venas no les pertenecía a ellos sino a su gran misión espiritual. Cualquier riqueza que pudiesen adquirir no pertenecía al individuo aislado, sino a la Orden. Si un miembro de la Orden era asesinado, no habría botín alguno para el enemigo excepto el cordón de cáñamo que ceñía su cintura. Este cordón era el símbolo de su trabajo, que era emprendido libremente por lo que entonces se consideraba la sanación del espíritu europeo. Se estableció una extraordinaria e imponente tarea, más para el sentimiento profundo que para el pensamiento, que pretendía fortalecer la vida anímica como algo individual y personal con la intención de que pudiera ser enteramente absorbida en la corriente progresiva de la evolución cristiana.

Esta fue la estrella, por así decirlo, que iba a brillar ante los Caballeros Templarios en todo lo que pensaran, sintieran y comprendieran. Con esto se dio un impulso, que en su actividad más amplia —en la más amplia extensión de la Orden Templaria desde Jerusalén hasta los países de Europa— debería haber conducido a una cierta penetración del espíritu Cristiano en la vida europea. Con respecto al inconmensurable celo que existió en las almas de aquellos Caballeros, los poderes que tuvieron que retrasar la evolución, conduciendo a las almas a separarse de la Tierra y ser alejadas de ella a un planeta especial, dejando la Tierra deshabitada, aquellos poderes que deseaban esto, se pusieron a trabajar muy especialmente sobre las almas que sentían y actuaban como lo hacían los caballeros Templarios. Ellos deseaban entregarse enteramente al espíritu y podían ser fácilmente atacados por aquellas fuerzas que deseaban alejar lo espiritual de la Tierra. Estas fuerzas no quieren que lo espiritual se extienda por la Tierra para impregnar la existencia terrestre. Ciertamente, siempre está cercano el peligro de que las almas puedan ser alejadas de la Tierra, se cansen de la Tierra, y que la humanidad terrenal pueda ser mecanizada.

Ahí tenemos una vida que aspira poderosamente a lo espiritual y podemos asumir que la tentación luciférica se le acercará fácilmente; aquí se le ofrece un punto de apoyo. Después también tenemos, sin embargo, al mismo tiempo que se extiende la Orden Templaria por los diversos países de  Europa, la posibilidad de una aguda intrusión de los poderes ahrimánicos en Europa Occidental. A finales del siglo XIII y comienzos del XIV, cuando la Orden Templaria —no los Caballeros individuales sino la Orden— había alcanzado un gran prestigio y riqueza por medio de su actividad y se había extendido por Europa occidental, tenemos una personalidad humana gobernando el Oeste de la que puede realmente decirse que experimentó en su alma una especie de inspiración a través del poder espiritual del oro. Fue un hombre que pudo definitivamente utilizar para su inspiración la sabiduría materializada proveniente del oro. Recuerden el Cuento de la Serpiente Verde y la Hermosa Azucena en el que el Rey Dorado se convirtió en el representante de la sabiduría. Como también existen fuerzas espirituales en las diversas sustancias, que no son más que maya, con fuerzas espirituales detrás que el materialista no puede percibir, es absolutamente posible que el oro se convierta en un inspirador.

Una personalidad excepcionalmente dotada, Felipe el Hermoso, que disponía de un extraordinario grado de astucia y la sabiduría ahrimánica más maligna, tuvo acceso a esta inspiración por medio del oro. Se puede decir realmente que Felipe IV, que reinó en Francia desde 1285 hasta 1314, tuvo un don para la avaricia. Sintió el impulso instintivo de no reconocer nada más en el mundo que lo que podía comprarse con oro, y no estaba dispuesto a conceder poder sobre el oro a nadie más que a sí mismo. Deseó controlar por la fuerza todo el poder que puede ejercerse por medio del oro. Esto creció en él y llegó a ser una inmensa pasión que se ha hecho famosa en la historia. Cuando el Papa Bonifacio prohibió al clero francés que pagara impuestos al Estado, este hecho, que en sí mismo no es demasiado importante, condujo a Felipe a prohibir que nadie sacase oro y plata de Francia. Todo el oro y la plata debían quedarse en Francia, tal fue su voluntad, y sólo él tendría control sobre ello. Se podía decir que esta fue su idiosincrasia. Quiso quedarse el oro y la plata para sí, y dio una moneda devaluada a sus súbditos y a otros. Las protestas y el resentimiento entre el pueblo no pudo evitar que llevara a cabo esta política, de tal forma que, cuando hizo un último intento de mezclar tan poco oro y plata como fuera posible en la acuñación, tuvo que huir, a causa de un levantamiento popular, al Templo de los Caballeros Templarios. Obligado a hacerlo debido a sus severas regulaciones, hizo que depositara sus tesoros con los Caballeros Templarios para mantenerlos seguros. Se quedó atónito al ver cuán rápidamente los Caballeros calmaron la protesta popular. Al mismo tiempo se llenó de temor porque había visto cuán grande era el poder moral de los caballeros sobre el pueblo, y qué poca valía tenía él, que estaba inspirado sólo por el oro, a su lado. Los caballeros, también, habían adquirido por aquel tiempo grandes tesoros y eran inmensamente ricos, pero según sus reglas, estaban obligados a situar todas las riquezas de la Orden al servicio de la actividad espiritual y el trabajo creador.

Cuando una pasión es tan grande como lo fue la avaricia de Felipe el Hermoso, extrae poderosas fuerzas del alma que tienen una gran influencia en el desarrollo de la voluntad hacia otros hombres. Para la nación, Felipe significó poco, pero significó mucho para aquellos que fueron sus vasallos, y estos constituían una gran multitud. También comprendió cómo utilizar su poder. Como el Papa Bonifacio se había opuesto una vez a su deseo de hacer que el clero en Francia pagara todo lo que pudiera, Felipe tramó un complot contra él. Bonifacio fue liberado por sus seguidores pero murió de pena poco después. Esto sucedió en el momento en que Felipe se propuso poner a la Iglesia entera completamente bajo su control, haciendo de ese modo que los cargos de la Iglesia fueran meros peones del poder del monarca, sobre el que gobernaba el oro. Acto seguido provocó el traslado del Papa a Aviñón, lo que marcó el comienzo de lo que a menudo se conoce en historia como la “Cautividad Babilónica” del papado. Esta duró desde el año 1309 hasta el 1377.

El Papa Clemente V, anterior Obispo de Burdeos, residió en Aviñón y fue por completo una herramienta en manos de Felipe. Gradualmente, bajo la acción de la poderosa voluntad de Felipe, llegó un momento en que ya no tuvo voluntad propia, sino que utilizaba su poder eclesial sólo para servir a Felipe, llevando a cabo todo lo que él deseaba. Felipe estaba lleno de un apasionado deseo de hacerse dueño de toda la riqueza entonces disponible. Después de haber visto el diferente significado que el oro podía tener en otras manos, no es de extrañar que deseara, por encima de todas las cosas, exterminar a aquellas otras manos, los Caballeros Templarios, para poder así confiscar su oro y poseer su tesoro. Ahora bien, he dicho que tal pasión, suscitada de forma materialista y actuando con tal intensidad, crea poderosas fuerzas en el alma. Al mismo tiempo, crea conocimiento, aunque de naturaleza ahrimánica. Así pudo surgir, en el alma de Felipe, un determinado tipo de conocimiento de segunda mano de los métodos que hemos visto llamear de la manera más violenta y horrible en los misterios mejicanos. Surgió en Felipe el conocimiento de lo que puede provocarse al asesinar de la manera correcta, aunque en forma diferente e indirecta a la de los iniciados mejicanos. Como surgiendo de profundos impulsos subconscientes, encontró el medio de incorporar tales impulsos en la evolución de la humanidad mediante el asesinato de personas. Para ello, necesitaba víctimas. De una manera bastante extraordinaria, este demoníaco instinto de Felipe armonizó con lo que se desarrolló necesariamente en el seno de los Caballeros, resultado de la dedicación de sus vidas a las cosas que ya he indicado.

Naturalmente, donde surge algo extraordinario y noble, como sucedió entre los Caballeros Templarios, muchas cosas que se le oponen —quizás incluso la inmoralidad— se ven sujetas a aquella grandeza y nobleza. Hubo por supuesto, Caballeros a los que se les podía reprochar toda clase de cosas; eso no puede negarse. Pero no hubo nada de esta naturaleza en el espíritu de la fundación de la Orden, pues lo que los Caballeros habían obtenido para Jerusalén era lo primero, y después venía lo que pudo lograrse para la Cristificación de toda la cultura europea. Gradualmente los Caballeros se extendieron en sociedades altamente influyentes por Inglaterra, Francia, España, parte de Italia y Europa central. Se extendieron por todas partes. En cada Caballero estaba desarrollada hasta el más alto grado esta completa penetración del alma con el sentimiento y la experiencia del Misterio del Gólgota y todo lo relacionado con el Impulso de Cristo. La fuerza de esta unión con el Cristo era fuerte e intensa. Aquel que era un verdadero Caballero Templario, ya no sabía nada de sí mismo, sino que cuando sentía, dejaba que el Cristo sintiera en él, cuando pensaba, dejaba el que Cristo pensara en él, cuando estaba lleno de entusiasmo, dejaba que el Cristo en él se entusiasmara. Hubo quizás unos pocos en los que este ideal obró una completa transformación, una metamorfosis de la vida anímica, y que realmente a menudo extraían su alma del cuerpo y permitían que viviera en el mundo espiritual, pero en lo que respecta a la Orden completa fueron un número considerable. Entró así algo bastante extraordinario y poderoso en el círculo de la Orden Templaria sin que conocieran las reglas de la iniciación Cristiana más que a través del servicio en sacrificio. Al principio en las Cruzadas, después en su obrar espiritual en Europa, sus almas estuvieron tan inspiradas por la intensa devoción al impulso de Cristo y al Misterio del Gólgota que como consecuencia muchos Caballeros experimentaron una iniciación Cristiana. Tenemos ante nosotros el siguiente suceso histórico mundial: sobre la base histórica de la experiencia de un número de hombres, la iniciación Cristiana, que consiste en la percepción de aquellos mundos espirituales que están accesibles a los hombres a través de la iniciación Cristiana, surge desde las profundidades fundamentales del desarrollo humano.

Tales sucesos siempre convocan a fuerzas Opositoras, las cuales ciertamente, en aquellos tiempos, estaban abundantemente a mano. Lo que así entra en el mundo no es sólo amado; también es excesivamente odiado. En Felipe, sin embargo, había menos odio que deseo de librar al mundo de tal Sociedad y robarle el tesoro que había fluido tan abundantemente hacia ella y que se utilizaba sólo al servicio del espíritu.

Ahora bien, en una iniciación tal como la que experimentaron un cierto número de Caballeros, siempre hay la posibilidad de percibir no sólo lo benéfico, lo divino, sino también las fuerzas luciféricas y ahrimánicas. Todo lo que atrae a los hombres hacia abajo al mundo ahrimánico y hacia arriba al luciférico, aparece ante el hombre que pasa a través de tal iniciación, junto con el conocimiento de los mundos normales. El que es así iniciado se enfrenta con todo el sufrimiento, tentaciones y pruebas que le sobrevienen al hombre a través de los poderes hostiles al Bien. Tiene momentos en que el mundo espiritual del Bien desaparece ante su mirada espiritual, la mirada de su alma, y se ve como aprisionado por lo que trata de obtener poder sobre él. Se ve en las manos de las fuerzas luciférico-ahrimánicas que desean apoderarse de él para obtener el control de su voluntad, sentimiento, pensamiento y percepción sensorial. Estas, ciertamente, son pruebas espirituales bien conocidas por las descripciones de aquellos que han visto en el mundo espiritual.

Hubo muchos, en el círculo de los Caballeros Templarios, que pudieron obtener un profundo conocimiento del Misterio del Gólgota y su significado, así como del simbolismo cristiano tal y como había tomado forma a través del desarrollo de la Última Cena. Contemplaron asimismo el profundo trasfondo de este simbolismo. Más de uno que, como consecuencia de su iniciación Cristiana, pudo mirar en los impulsos Cristianos que discurrieron a través de la evolución histórica de los pueblos europeos, también vio algo más; lo experimentó en su propia alma, por así decirlo, ya que siempre le sobrevenía como una tentación. Reconociendo las capacidades inconscientes del alma humana, superaba repetidamente la tentación que se le aparecía. El iniciado se hacía consciente así de ella y buscaba superar lo que de otro modo permanecía en el subconsciente. Muchos Caballeros aprendieron a conocer el impulso demoníaco que toma posesión de la voluntad y del sentimiento para envilecer el Misterio del Gólgota. En las imágenes oníricas que atormentan a muchos iniciados, aparecía en la visión lo contrario, por decirlo así, de la veneración del símbolo del crucifijo. Esto fue posible debido a la manera en que se había producido la iniciación, y particularmente debido a que las fuerzas luciféricas habían permanecido cerca de su tentación. Contemplaba en su visión cómo el alma humana podía ser capaz de deshonrar el símbolo de la Cruz y el sagrado ritual de la Consagración de la Hostia. Veía aquellas fuerzas humanas que impulsan a los hombres a regresar al antiguo paganismo, a adorar lo que los paganos adoraban y a despreciar el avance hacia el Cristianismo. Estos hombres sabían cómo el alma humana podía sucumbir a tal tentación ya que ellos la habían llegado a superar conscientemente.

Se hallan ustedes observando aquí, una vida anímica de la que la historia exterior no relata nada. Felipe el Hermoso, por medo de su iniciación ahrimánica del oro, poseía también un correcto conocimiento de estos hechos de la vida anímica, incluso aunque sólo fuera instintivamente. Sabía lo suficiente sobre ello, sin embargo, como para ser capaz de comunicárselo a sus vasallos. Ahora, después de pergeñar (amañar) un cruel proceso judicial que involucró todo tipo de investigaciones, comenzó un curso de acción, decidido de antemano. Se urdieron complots, instigados por Felipe junto con sus vasallos, a los que se les había pedido que hicieran investigaciones contra los Caballeros. Aunque eran inocentes, fueron acusados de cualquier vicio imaginable. Un día, en Francia, fueron repentinamente atacados y encarcelados. Durante su confinamiento sus tesoros fueron confiscados.

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Se organizaron juicios en los que, enteramente bajo la influencia de Felipe, se empleó intensivamente la tortura. Todo Caballero detenido fue sometido a la más severa tortura. Aquí, por tanto, se empleó también la tortura para asesinar, el significado de dicha tortura ya han aprendido a conocerlo. La intención de Felipe era poner en el potro de tortura a tantas personas como fuera posible, y se aplicaba la tortura de la forma más cruel para que muchos de los acosados Caballeros perdieran la consciencia. Felipe sabía que las imágenes de las tentaciones emergían cuando, en la terrible agonía del potro, su consciencia se nublaba. ¡Él lo sabía: surgían las imágenes de las tentaciones! Bajo su instigación se redactó una lista de preguntas, en la que siempre se sugerían las respuestas en la forma en que se planteaban las preguntas. Las respuestas de los Caballeros se daban, por supuesto, en un estado de consciencia embotado por la tortura. Se les preguntaba, “¿Has negado la Hostia y te has abstenido de pronunciar las palabras de la Consagración?” En su consciencia embotada, los Caballeros reconocían estas cosas. Los poderes opositores hablaban a partir de su visión y, mientras que en su vida consciente ellos profesaban la más profunda reverencia al símbolo de la Cruz y al Crucifijo, se acusaban ahora de escupir sobre ella; se acusaron de los más atroces crímenes, que normalmente vivían en su subconsciente como tentaciones. Así a partir de las confesiones hechas por los torturados Caballeros, se fabricó la historia de que habían adorado a un ídolo en vez de a Cristo, un ídolo de cabeza humana y ojos luminosos; que en su entrada a la Orden eran sometidos a repulsivos procedimientos sexuales de la naturaleza más vil; que no oficiaban la Transubstanciación de la manera correcta; que cometían los peores delitos sexuales; que incluso en su entrada a la Orden renegaban del Misterio del Gólgota. El interrogatorio había sido tan bien organizado que incluso se torturó al Gran Maestre de la orden (Jacques de Molay) para que hiciera estas confesiones subconscientes.

Es uno de los capítulos más tristes de la historia humana, pero sólo puede comprenderse si uno ve claramente que, tras el velo de lo que la historia relata, hay fuerzas activas, y que la vida humana es ciertamente un campo de batalla. A causa de la falta de tiempo, omitiré todo lo que podría decirse sobre este asunto, pero sería fácil mostrarles cómo hubo todo tipo de razones ostensibles para condenar a los Caballeros Templarios. Muchos respaldaron sus confesiones, muchos huyeron; la mayoría fue condenada y, como se ha afirmado, incluso el Gran Maestre, Jacques de Molay, fue obligado, bajo tortura, a hablar de la manera descrita. Así sucedió que Felipe el Hermoso, Felipe IV de Francia, fue capaz de convencer a su vasallo, el Papa Clemente V —no fue difícil— de que los Caballeros habían cometido los más vergonzosos crímenes, de que eran los herejes más impíos. Todo esto lo sancionó el Papa con su bendición, y la Orden de los Templarios fue disuelta. Cincuenta y cuatro Caballeros, incluido Jacques de Molay, fueron quemados en la hoguera. Poco después, en otros países europeos —Inglaterra, España, después en Centroeuropa e Italia— también se tomaron acciones contra ellos.

Así vemos cómo la interpretación del Misterio del Gólgota y su influencia penetraron en medio de la evolución cultural europea a través de la Orden de los Templarios. En un sentido más profundo, sin embargo, estas cosas deben ser consideradas como determinadas por una cierta necesidad. La humanidad aún no estaba madura para recibir el impulso de sabiduría, belleza y fuerza de la forma que deseaban los Caballeros. Además, se hallaba establecido sobre motivos que aún tenemos que aprender, motivos que residen en el desarrollo espiritual completo de Europa, que el mundo espiritual no debía ser alcanzado de la forma en que los Templarios entraron en él. Se había obtenido demasiado rápido, que es la manera luciférica. En realidad podemos contemplar aquí un importantísimo ataque doble de las fuerzas de Lucifer y Ahriman: Lucifer impulsando a los Caballeros, conduciéndoles al infortunio, y Ahriman obrando activamente a través de la inspiración de Felipe el Hermoso. Vemos aquí un significativo ataque efectuado en el marco de la historia mundial.

Pero lo que vivió y obró en los Caballeros Templarios no podía ser erradicado. La vida espiritual no puede ser arrancada; sigue viviendo y obrando. Con los Caballeros, particularmente con los cincuenta y cuatro que habían sido quemados en la hoguera a través de la actuación de Felipe, más de un alma fue ciertamente atraída hacia arriba al mundo espiritual, almas que todavía habrían trabajado mucho sobre la Tierra con el espíritu de la Orden Templaria, y que también habrían atraído discípulos para trabajar con el mismo espíritu. Pero tenía que resultar de otro modo. En el mundo espiritual estas almas vivieron esas experiencias que habían sufrido en las más terribles agonías, que fueron provocadas bajo la influencia de las confesiones alucinatorias extraídas bajo tortura. Sus impulsos, que ahora, entre su muerte y un nuevo nacimiento, fluyen hacia almas que han descendido desde entonces, y también hacia las almas que aún están arriba esperando la encarnación, deben ser transformados a partir del carácter de la actividad del mundo físico terrenal en actividad espiritual. Lo que ahora surgía de las almas de los Caballeros, que habían sido asesinados de esta lamentable manera y que antes de su muerte en la hoguera hubieron de sufrir la más aterradora experiencia que un hombre pueda sufrir, iba a convertirse para otros muchos en un principio de inspiración. Poderosos impulsos iban a fluir descendiendo sobre la humanidad. Podemos demostrar esto en el caso de muchas almas humanas.

Hoy, sin embargo, nos mantendremos más en la esfera del conocimiento y del intelecto como hemos hecho también en los otros ejemplos dados en los últimos días. La inspiración desde el conocimiento cósmico de los Caballeros Templarios, esto siempre fue dado. El hecho de que en último término la gente llegara a considerar a los Templarios como herejes después de haber sido quemados en la hoguera no es algo de extrañar; ni es de extrañar que la gente también creyera que habían cometido toda clase de infames crímenes. Alguien podría sentirse complacido de condenar como especialmente herética la obra del Diablo, que acaba de ser representada aquí[1], en la que Mefistófeles, los Lemures y los Demonios aparecen, quizás —no lo sé— innumerables personas en la nación también considerarían eso como algo herético. Los métodos de Felipe el Hermoso, sin embargo, ya no se emplean en el presente como se emplearon en tiempos más lamentables. La sabiduría cósmica que los Caballeros poseyeron ha penetrado en muchas almas. Se podrían citar muchos ejemplos de cómo la inspiración de los Caballeros Templarios ha entrado en las almas. Les leeré un pasaje del poema “Ahasverus” [El Judío Errante, N. del T.] de Julius Mosen, que apareció en 1838. Como pueden leer en los ciclos de conferencias, me he referido a menudo a Julius Mosen, el autor del profundo poema “Ritter Wahn” (Caballero Quimera). En el primerísimo canto de la tercera sección de “Ahasverus”, Mosen conduce a su héroe a aquellas partes de la Tierra donde, en Ceilán y en las islas vecinas, se debe buscar lo que describimos en la cosmología de nuestra ciencia espiritual como la localización aproximada de la evolución Lemúrica. Esta región de la Tierra está distinguida de una manera especial. Ustedes saben que el polo norte magnético está situado en un punto diferente del polo norte geográfico. Las agujas magnéticas apuntan siempre hacia el polo norte magnético y uno puede dibujar meridianos magnéticos que van a encontrarse en ese punto. Arriba en Norteamérica, donde se encuentra el polo norte magnético, estos meridianos magnéticos circundan a la tierra en líneas rectas. Extraordinariamente, sin embargo, en la región Lemúrica los meridianos magnéticos se convierten en líneas serpentinas. Las fuerzas magnéticas están retorcidas en forma serpentina en esta región. La gente se da cuenta de estas cosas demasiado poco hoy en día. Alguien que ve la Tierra viviente, sin embargo, sabe que el magnetismo es como una fuerza que vivifica la Tierra;

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En el norte va recta, y en la región de la antigua Lemuria va en una tortuosa línea serpenteante. Piensen cuán profundamente habla Julius Mosen cuando envía a su Ahasverus hacia esta región en el primer canto de la tercera época —está dividido en épocas— del poema:

En línea directa y recta desde el Polo Sur

Toma la Línea Magnética su curso escogido,

Cuando repentinamente se enrosca en curva de serpiente

Allí ante la India y sus islas vecinas

Ante la mazmorra donde en la más profunda congoja

Se sienta la Madre Eterna siempre atada.

En forma de círculo la Línea retrocedió su longitud,

Y enroscándose rápida y secretamente sobre sí misma

Con un solo hundimiento en un vórtice veloz cayó.

Allí el Gran Espíritu en un primer abrazo

Sostuvo a la pobre esposa, y de su ardiente fuego

Nacieron instantáneamente a la vida los demonios de la Tierra.

Cuando la primera creación llegó así a la nada,

El Gran Espíritu Innombrable en su cólera

Aplastó con el pie el lecho nupcial bajo el mar.

Y así continúa. Vemos surgir la inspiración junto a un conocimiento maravillosamente intuitivo. Sigue viva la sabiduría que sólo pudo penetrar en el mundo entre sufrimientos, torturas, persecuciones y los más aterradores crímenes. No obstante, sigue viva en forma espiritualizada.

Cuando buscamos las más bellas formas de esta sabiduría que ha entrado en el desarrollo de Europa, como hemos descrito, la encontramos entonces precisamente en todo lo que obra y vive en las poderosas imaginaciones de Goethe. Goethe conoció el secreto de los Templarios. No sin razón utilizó el oro como lo hizo en su Cuento de “la Serpiente Verde y la Bella Azucena, en el que hizo que la serpiente consumiera el oro y se sacrificara. Mediante este acto el oro es arrancado de los poderes con los que Goethe sabía ciertamente que no podía permanecer. El oro, naturalmente aquí se refería también a todo  aquello de lo que el oro es un símbolo real. Lean una vez más este Cuento y traten de sentir cómo Goethe conocía el secreto del oro, cómo, por la manera en que deja que el oro fluya a través de la obra, está remontando su mirada a tiempos pretéritos. Quizás pueda añadir aquí la confesión personal de que cuando por primera vez en los años 80 del siglo XIX, me enfrenté a la cuestión del oro en el cuento de Goethe, el significado de la historia emergió para mí a través del desarrollo del oro en ella.

Por la manera en que Goethe permite que fluya el oro a través de su cuento, muestra cómo mira hacia el pasado, el tiempo en que la sabiduría —que es lo que también significa el oro, de ahí el “Rey Dorado de la Sabiduría”— fue sometida a las persecuciones que se han descrito. Ahora él quería mostrar el pasado, el presente y el futuro. Goethe observó instintivamente en el futuro de la civilización europea oriental. Puedo ver cuán injustificable es la manera en la que obraba aquí el problema del pecado y de la muerte. Si deseáramos designar, quizás muy adecuadamente, la nacionalidad del hombre que es entonces conducido al Templo y a la Bella Azucena, que aparece al principio como sin fuerzas, como herida, entonces, a partir de lo que hemos tenido que decir recientemente sobre la cultura del Este europeo y de Rusia, no considerarán irrazonable considerar que este hombre es ruso. Al hacerlo, casi con toda certeza estarán siguiendo la línea inspirativa de Goethe. El secreto de la evolución europea en la quinta época post-Atlante se halla oculto en este cuento de hadas, con la misma certeza con que Goethe fue capaz de ocultarlo en su Fausto, especialmente en la segunda parte, como sabemos por sus propias afirmaciones. Se puede ver claramente en Goethe —ya lo hemos mostrado en varios aspectos; después puede mostrarse en otros— que él comienza a contemplar al mundo y a sentirse en él, de acuerdo con la demanda fundamental de la quinta época post-Atlante.

En Goethe tenemos una verdadera continuación de la vida de los Caballeros Templarios pero, como he dicho, de una manera espiritualizada. Este Goetheanismo, sin embargo, sólo podrá entrar lenta y gradualmente en la comprensión humana. Ya he mostrado en ciertos aspectos cómo el impulso para todo lo que es de naturaleza científico espiritual reside en el Goetheanismo. Toda la ciencia espiritual puede desarrollarse a partir de Goethe. He mostrado en una conferencia pública (Berlín, 15 de abril de 1916) que pronuncié hace poco, cómo el primer fundamento científico elemental para la doctrina de la reencarnación, de las  vidas terrenales repetidas, vive en la teoría de la metamorfosis de Goethe. Comienza su enseñanza mostrando cómo la hoja se transforma en flor, cómo un mismo órgano va apareciendo en diferentes formas. Cuando uno profundiza en su estudio, yace implícito lo que a menudo he explicado aquí; es decir, la cabeza del hombre es el cuerpo transformado, y el resto del cuerpo es una cabeza humana aún por transformar. He aquí la metamorfosis en último grado, que para la ciencia se desarrollará en un conocimiento directo de la reencarnación, de las vidas terrenales repetidas. Pero Goethe aún es muy poco comprendido; nos debemos familiarizar primero con él en la vida cultural de la humanidad. No se necesitarán siglos, sino milenios para desentrañar lo que subyace en Goethe. En realidad, incluso hoy día, no existe un fundamento para un estudio de su obra, tal como podría proporcionarlo una biografía, que pudiera ser creada realmente con su estilo.

Veamos qué se ha hecho en determinadas instancias de la cultura moderna hacia la comprensión de la personalidad de Goethe. Podemos, por supuesto, citar sólo algunos ejemplos. Herman Grimm, ha dicho, sin embargo, muy correctamente, “Un tal señor Lewes ha escrito un libro, que fue durante algún tiempo el libro más famoso sobre Goethe; uno podría decir incluso el mejor. Es un libro que trata de una personalidad que se supone que nació en Frankfurt-am-Main en 1749, y que su padre fue un concejal de Frankfurt. Entonces se desarrolló y creció de tal modo que la juventud de Goethe se le puede atribuir a él, junto con todo tipo de cosas tomadas de Goethe. Las obras de Goethe se le atribuyeron a él; también viajó a Italia en el mismo año que Goethe, y murió en mismo año en que Goethe lo hizo. Esta persona, sin embargo, no es Goethe, sino una fantasía del señor Lewes.”

Después tenemos también un libro relativamente bueno en el que la vida y el trabajo creativo de Goethe son descritos con inmensa diligencia y mejor que muchos otros libros sobre él. Está lleno, sin embargo, desde la primera hasta la última página, de odio y aversión. Este libro es el del jesuita Baumgartner. Es un libro excelente pero en realidad es un libro jesuita; antagonista a Goethe. Al menos está mejor escrito que cualquiera de los innumerables libros sobre Goethe que han aparecido a lo largo del siglo XIX y a principios del siglo XX. Un gran número de estos libros son “intragables”. Uno estornuda continuamente por el polvo de la biblioteca y el profesor se le mete a uno en la nariz. Han sido escritos por pedantes que lo llaman Goethe. A menudo se han escrito con un orgullo pedante, pero también están mohosos por el polvo de la biblioteca o el aire que uno debe respirar cuando se pregunta cuán a menudo el hombre que está escribiendo sobre el Fausto, por ejemplo, ha abierto el libro de Grimm o cualquier otro glosario, para descifrar una palabra o pasaje, etcétera. Uno podría decir: ¡Oh qué horrible, lo que se ha escrito en este campo!

Un libro, sin embargo, destaca de una manera bastante inusual. Son las conferencias de Herman Grimm sobre Goethe pronunciadas en los años 70 (del siglo XIX N. del T.) en la Universidad de Berlín. Grimm fue, como podemos ver, un espíritu que tuvo la mejor voluntad y las tradiciones mas maravillosas para ayudarle a familiarizarse con Goethe. Su libro es inteligente y excelente, se desarrolló justo en la atmósfera de Goethe. Grimm creció en la época en que aún había tradiciones goetheanas, pero este libro muestra algo bastante extraordinario. En realidad, en cierto aspecto no es en absoluto un libro que se ha desarrollado a partir de las tradiciones goetheanas; es tanto goetheano como no-goetheano. Pues Herman Grimm no escribe en un estilo goetheano sino, extrañamente, en un estilo que le conduce a uno a decir que el libro fue escrito por un americano, ¡un germano-americano! Uno puede decir que las conferencias de Grimm constituyen un libro escrito por un americano, pero en alemán. En el estilo es americano, un estilo en el que Grimm se ha educado. Como uno de los más entusiastas seguidores de Emerson, lo ha estudiado, leído, asimilado, traducido, se ha familiarizado bastante con él. Ahora, Grimm encuentra su camino en este estilo americano-Emmersoniano de tal forma que ahora es un completo maestro en él; al mismo tiempo se entusiasma cada vez más con él. Uno puede ver inmediatamente al leer su novela, Poderes Invencibles, cómo es capaz de permitir que todo lo americano viva en él. El entusiasmo por lo americano y al mismo tiempo un maravilloso sentimiento de internacionalismo se vierte en las conferencias de Grimm sobre Goethe.

¡A pesar de todo esto, mucho, muchísimo debe surgir en la vida espiritual del hombre, antes de que Goethe y otros espíritus similares sean comprendidos! Si alguna vez son correctamente comprendidos, debe ser de una manera bastante diferente a la de Herman Grimm. Una vez, en una conversación con él, deseé hacer sólo unas pocas referencias al sendero por el cual uno puede entrar gradualmente en el mundo espiritual. Nunca olvidaré el movimiento de su brazo derecho —un gesto de rechazo; quería alejar eso. Él creó un Goethe que simplemente es agradable de ver desde el exterior, pero no se mira en su corazón. Este Goethe de Grimm, según se abre camino a través del desarrollo histórico, según permanece allí, según se mueve y entra en relación con la gente, según fluyen en sus obras las relaciones humanas, según el concepto contemporáneo del mundo fluye en sus obras, este Goethe pasa ante el ojo de nuestra mente como un fantasma que revolotea a través del mundo, invisible a los vivos. Goethe sólo será comprendido cuando uno haya profundizado el goetheanismo para convertirlo en ciencia espiritual. Entonces, emergerá mucho de Goethe que él mismo no pudo expresar. Goethe, conocido verdaderamente, conduce, en realidad, a la ciencia espiritual, que es el goetheanismo realmente desarrollado.

Desde el principio Goethe también comprendió que el Cristianismo es algo vivo. Cuánto deseó una posible expresión para la Cristificación de la concepción moderna del mundo. En su tiempo no fue posible encontrarla, pero en la nueva época la ciencia espiritual está obrando ya para lograrlo. Tomemos este poema, “Los Misterios” (Die Geheimnisse), en el que el Hermano Mark es guiado al Templo donde hay una Rosa Cruz en la puerta, y miremos la imagen completa. Veremos que la actitud cristiana se haya presente en este fragmento, “Los Misterios”, ¡la actitud nacida en el sentimiento de que el símbolo de la Cruz se convierte en una imagen de vida a través de las rosas vivas que se entrelazan en ella! Entonces también Goethe permite que su Fausto finalice con una concepción Cristiana; habló de ello con Eckermann en su vejez. Llegará un tiempo en que en un sentido más activo e intenso, uno relacionará con el Cristianismo los pensamientos que resuenan a través de la conclusión del Fausto, aunque Goethe, que era interiormente modesto en tales cosas, estuvo lejos de hacerlo él mismo. Estuvo, en realidad, en el camino que le hizo tomar a su Hermano Mark, hacia la Cruz circundada de rosas. En esto reside, en último término, todo lo que ha de fluir de tal sabiduría, ese fue el esfuerzo de los Caballeros Templarios. (Su esfuerzo fue demasiado “rápido e inoportuno” para la evolución física).

Se abrió paso gradualmente un anhelo para la plena Cristificación de los tesoros de la sabiduría relativos al cosmos y la evolución terrenal, un anhelo para la plena Cristificación de la vida terrenal de tal forma que el sufrimiento, el dolor y la pena apareciesen como la Cruz de la Tierra, que entonces encuentra su consuelo, su elevación, su salvación en el símbolo de la Rosa del Crucifijo. De manera repetida en hombres así inspirados, en los que continuó vivo lo que se creyó destruido al quemar a los Templarios en la hoguera, en estos hombres inspirados vivió para siempre el ideal de que en el lugar donde surge la disputa y el desacuerdo debe aparecer algo que aporte el bien a la Tierra, y este bien puede ser representado en el símbolo de la Cruz en conjunción con las rosas.

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El libro Ruinas (Shutt), de Anastasius Grün, me ha sido entregado hoy por uno de nuestros miembros. Tengo aquí de nuevo los mismos versos que les leí hace algún tiempo para confirmar el hecho de que este misterio, que este poema también expresa, no es meramente algo expuesto por nosotros, sino que viene a la vida una y otra vez. Anastasius Grün, el poeta austriaco, compuso estos poemas; la octava edición apareció en 1847. A su manera escribió sobre el progreso de la humanidad, y leeré de nuevo hoy el pasaje que leí hace años como prueba del papel jugado por la imagen de la Rosa Cruz en la evolución de la humanidad; es decir, entre aquellos que están encarnados en la nueva era. Anastasius Grün dirige su mirada hacia Palestina y otras regiones después de haber descrito cuánto se han extendido por la Tierra las confusas luchas y las disputas. Después de haber visto y descrito mucho de lo que produce la lucha y la disputa él, que es un gran vidente en cierta manera, se dirige a una región de la Tierra que describe así. No puedo leerlo todo ya que llevaría mucho tiempo, pero la mirada del lector es primero dirigida a una zona de la Tierra donde se utiliza la reja del arado.

Cuando una vez unos niños cavaban en un prado

Sacaron un objeto de hierro informe a la luz,

Parecía demasiado recto, demasiado pesado para ser una hoz,

Para ser un arado era demasiado delgado y ligero.

Con gran esfuerzo lo arrastraron a casa como un nuevo tesoro;

Los ancianos lo vieron, aunque no lo conocían;

Llamaron a los vecinos alrededor del círculo,

Los vecinos lo vieron, aunque no lo conocían.

Hay un anciano de barba gris, pálido y cetrino,

Cuya vida persiste como el relato olvidado

En el mundo actual de atareadas relaciones,

Se lo muestran a él, pero no lo conoce.

Bien por todos ellos, que no lo hayan conocido jamás,

Pero deben llorar, y aún debe ser deplorada

La locura de sus padres, hace mucho enterrados,

¡Pues lo que todos desconocían era una espada!

De ahora en adelante no hará sino rasgar la tierra como la reja de un arado;

Señalará el camino de la semilla de maíz hacia la tierra,

Los nuevos actos heroicos de la espada son cantados

Cuando los aires llenos de sol resuenan con la canción de la alondra.

Una vez más sucedió, que al arar

El granjero golpeó lo que parecía una piedra.

Y su espada liberó las capas de tierra,

Una estructura de maravillosa forma se mostró.

Llamó a los vecinos alrededor del círculo;

Miraron el objeto pero no lo conocieron.

Tú sabio y anciano, ¿seguramente nos lo dirás?

El anciano de barba gris lo miró, pero no lo conoció.

Así, al arar, algo fue sacado de la tierra e incluso el anciano no lo reconoció.

Aunque desconocida por todos, aunque con su eterna bendición

Eterna en su pecho se levantaba derecha,

Esparce sus semillas alrededor por todos los caminos;

¡Era una Cruz, extraña a su vista!

Ellos no vieron la lucha, ni su símbolo manchado de sangre.

Ellos sólo ven la victoria y la corona,

No vieron la tormenta, ni la tempestad que azota

Solo ven el reluciente brillo del arco iris.

La Cruz siempre será conocida, incluso en una región donde ya estaba enterrada y es extraída de la tierra como una cruz de piedra, donde la civilización se ha retirado tanto que una desconocida cultura no cristiana se ha desarrollado. Allí, Anastasius Grün desea decir, es encontrada una cruz y los hombre la conocen en lo más profundo de sus corazones, incluso aunque el más anciano de ellos no logre reconocerla por medio de la tradición.

Aunque desconocida por todos, aunque con su eterna bendición

Eterna en su pecho se levantaba erguida,

Esparce sus semillas alrededor por todos los caminos;

¡Era una Cruz, extraña a su vista!

Ellos no vieron la lucha, ni su símbolo manchado de sangre.

Ellos sólo ven la victoria y la corona,

No vieron la tormenta, ni la tempestad que azota

Solo ven el reluciente brillo del arco iris.

Pusieron la Cruz de piedra en el jardín;

Una venerable reliquia, extraña y antigua,

Flores de todas las especies crecen por encima de ella,

Mientras las rosas crecen altas y la abrazan.

Así permanece la pesada Cruz con solemne significado

Sobre el Gólgota, en medio de un brillo resplandeciente;

Oculta desde hace mucho por la abundancia de rosas;

Ya no puede verse, por las rosas, la Cruz.

¡Pero está allí! ¡Allí está la Cruz! ¡Allí están las rosas! Uno sólo aprende el significado de la historia cuando dirige su mirada a lo que vive en el espíritu y permea la evolución humana, cuando, también, uno dirigirá su atención a lo que nos muestra bajo qué auspicios, bajo qué símbolos penetran las cosas en la historia del mundo. Creo que uno puede sentir la conexión más profunda entre lo que he caracterizado últimamente en el ideal de los Caballeros Templarios y su destino en el mundo a principios del siglo XIV.

Traducido por Luis Javier Jiménez Ordas

[1] Presumiblemente había tenido lugar poco antes una representación del Fausto.