Del ciclo: Los impulsos internos de la evolución
Rudolf Steiner — Dornach, 1 de octubre de 1916
En nuestros estudios previos he tratado de mostrar que existe un significado, una guía plena de sabiduría, en la evolución histórica de la humanidad, que sólo puede descubrirse cuando uno profundiza en los fundamentos espirituales. Me esforcé por traer esto especialmente ante ustedes ayer, y durante algunas semanas he tratado de presentarlo con varios ejemplos concretos. La gente en general vive dentro de su época de tal forma que deja que los sucesos vengan sobre ellos, provocando felicidad o tristeza, gozo o pena; obtienen sus experiencias internas de los impulsos de la época. En cierto modo, ellos también se reflejan sobre las cosas. Pero su meditación sobre lo que ocurre no significa mucho porque el desarrollo espiritual de nuestra época no es adecuado para una completa penetración de las causas que rigen espiritualmente tras los fenómenos.
Ahora bien, como les he señalado, aquel que profundiza en los sucesos del tiempo debería tener en cuenta constantemente que con el pensamiento y el sentimiento de la llamada humanidad civilizada del presente, el orden social sólo puede mantenerse durante unas pocas décadas más. Es esencial para la humanidad una reorganización del sentimiento y del pensamiento, una transformación de muchas ideas, percepciones, sentimientos e impulsos volitivos; la ciencia espiritual está preparada para contribuir con su aportación hacia la comprensión de tal renovación.
La historia oficial hoy en día, resulta de poca ayuda para hacer comprender al hombre por qué las cosas suceden a su alrededor como lo hacen. En su mayor parte, la historia oficial no desea observar el crecimiento interior de las cosas, sino registrar lo que sucede exteriormente y, en lo que podría llamarse la manera más simple y conveniente, siempre considera lo que ha sucedido anteriormente como la causa de lo que le sigue. Pero cuando uno determina el origen de las cosas hasta sus causas de la manera simple y fácil que la historia moderna utiliza frecuentemente, uno llega a completos absurdos. En último término, uno tendría que llegar a la opinión de que la mayor parte —sí, quizás incluso la parte más extendida de lo que sucede— debe su existencia no a la razón, sino al absurdo. Si se examinasen lógicamente las consecuencias de las opiniones que la gente es tan propensa a sostener en nuestro tiempo, uno tendría que admitir que no hay razón, sino disparates en la historia. Tomemos un ejemplo que cualquiera que estudie historia ordinaria puede ver por sí mismo.
Consideremos, por ejemplo, el origen de la confesión inglesa ortodoxa, la Iglesia Anglicana, a la que mucha gente pertenece; busquemos su origen histórico externo. Bien, encontraremos que Enrique VIII reinó desde 1509 hasta 1547, y que tuvo seis esposas. La primera, Catalina de Aragón, se divorció de él y, considerándolo de una manera bastante externa, este divorcio jugó un importantísimo papel histórico. A la segunda, Ana Bolena, la decapitó. La tercera, Jane Seymour, murió. La cuarta, se divorció de ella. A la quinta, Katherine Howard, también la decapitó. Sólo la sexta le sobrevivió y, si uno investiga la historia, ¡se descubrirá que se debió realmente a una especie de error! Estaba planeado para ella un destino diferente, también. Me refiero a esta historia matrimonial algo complicada de Enrique VIII, quien, como se ha dicho, reinó de 1509 a 1547, no tanto por su contenido histórico como para llegar a una consideración de su carácter. Se puede realmente obtener alguna idea acerca del carácter de una persona si uno sabe que hizo decapitar a dos esposas, se divorció de algunas de ellas, etcétera.
Ahora bien, considerándolo de una manera puramente histórica, el divorcio de la primera, Catalina de Aragón, jugó un papel definitivamente significativo; sólo es necesario considerar dos sucesos para comprobarlo. El primero fue que Enrique VIII, el Defensor de la Fe, como él mismo se llamaba, es decir, de la fe Católica emanada de Roma, se convirtió en adversario del Papa porque éste rehusó anular su matrimonio. Enrique se convirtió en enemigo del Papa, de la Iglesia Católica que emitía sus órdenes desde Roma, y simplemente por su propia autoridad y poder separó la Iglesia Inglesa de la Iglesia Católica Romana. Así, tuvo lugar una especie de Reforma de naturaleza bastante individualista, ya que las antiguas costumbres, ceremonias y rituales se preservaron. La causa no fue, como en el caso de los Protestantes, que se buscara una renovación desde una verdadera base espiritual y desde una fuerza espiritual. Todo lo que tenía naturaleza eclesial se preservó, pero la Iglesia de Inglaterra se cercenó de la Iglesia Católica Romana simplemente porque el Papa se negó a sancionar el divorcio de Enrique VIII. Así, para obtener una esposa diferente, este hombre fundó una nueva iglesia para su pueblo, que ha existido desde entonces.
¡Así tenemos el hecho histórico externo de que muchos millones de personas han vivido a lo largo de un gran período de tiempo en una comunión religiosa porque el divorcio de un rey sólo podía producirse mediante la creación de este cuerpo religioso! Este es un hecho de la historia externa. ¿No es absurdo? Cuando uno examina el asunto con mayor atención, encontramos otro absurdo, un verdadero absurdo interior, porque no puede negarse que muchos miles de personas, desde el divorcio de Enrique VIII y la fundación de la Iglesia Inglesa, han hallado una vida religiosa interior verdaderamente profunda dentro de la comunión que se originó de una manera tan cuestionable. Esto implica que puede surgir algo en la historia a través de un procedimiento de lo más cuestionable, y que los consiguientes frutos pueden traer —y en verdad lo han traído— la mayor curación interior del alma a muchos miles de personas. Uno debe sólo seguir las cosas hasta una cierta conclusión. Como regla, uno examina superficialmente el desarrollo de las cosas pero si se observaran sus consecuencias, quedaría claro que, cuando observamos los hechos desde el punto de vista que se mantiene hoy día, llegamos a toda clase de absurdos.
He hablado de un hecho que sucedió, pero debemos registrar aún otro, la ejecución de Sir Thomas Moore, el más importante y dotado discípulo de Pico della Mirandola. Él fue quien escribió Utopia, una maravillosa obra en la que, a partir de una especie de percepción visionaria, creó la idea de una relación social entre los hombres. No puedo extenderme sobre esto ahora pero podrá continuarse con ello en otra ocasión. Uno ve cómo este discípulo de Pico della Mirandola, Thomas Moore, creó en su libro, a partir de una cierta clarividencia atávica, una imagen del orden social. Dejemos que la gente que es tan inteligente piense, como pensará, en la viabilidad de esta imagen; ingenuidad e impulsos geniales subyacen en ella.
Aunque tal imagen no es inmediatamente practicable en el mundo exterior, precisamente por tales imágenes, las palabras de Johann Gottlieb Fichte siguen vigentes en lo relativo a los ideales sociales y demás que se han establecido para la humanidad. Él observó cómo una y otra vez la gente decía: “Bien, aquí vienen los pensadores, predicando toda clase de ideales, pero no son hombres prácticos; ¡uno no puede hacer uso de sus ideales!” En respuesta a tales objeciones, Fichte dijo: “Nosotros también sabemos que esos ideales no son directamente aplicables a la vida real, igual que aquellos que plantean tales objeciones, quizás lo sepamos mejor. Pero también sabemos que, si la vida ha de avanzar verdaderamente, debe ser continuamente modelada de acuerdo con tales ideales. La gente que no quiere saber nada de tales ideales demuestra que no se puede contar con ellos en la evolución de la humanidad. ¡Que el buen Dios les de lluvia y sol en el momento correcto y, si es posible, comida y bebida y una buena digestión también, y si puede ser, buenos pensamientos también, de vez en cuando!” Así habla Johann Gottlieb Fichte, y con justicia. Después de todo, son los ideales de la humanidad los que encuentran realización en el mundo, aunque otras fuerzas e impulsos actúen junto a ellos; los ideales no siempre obran directamente, sino indirectamente.
A través de la influencia de Enrique VIII, sin embargo, se presentaron muchos cargos contra Thomas Moore, siendo ejecutado. Es precisamente en tal ejecución y en la creación de la Iglesia Inglesa, que podemos ver dos sucesos que deben ser observados con mayor atención si deseamos conocerlos en su significado más profundo. Uno puede comprender por qué ésta determinada evolución tomó el curso que tomó, sólo cuando se consideran las individualidades destacadas que aparecieron en los años siguientes al tiempo de Enrique VIII y sus acciones.
Consideremos primero el hecho de que se creó un cuerpo religioso para dar lugar a un divorcio. Como ya se ha dicho, eso no necesita tener ninguna consecuencia particular para el individuo si éste tiene inclinaciones religiosas. Puede encontrar su salvación, y muchos lo han hecho, incluso dentro de una iglesia así fundada. Pero en lo que atañe a la cuestión religiosa en la evolución histórica desde aquel momento, vemos, en realidad, que a través de esta creación exterior de una comunidad religiosa, se ha producido algo bastante extraordinario. Para comprender esto, debemos notar lo que ha provenido, por medio del impulso espiritual, de la civilización en la que se ha situado este cuerpo religioso. Observando las cosas objetivamente, debemos tener claro que después de que las influencias espirituales provenientes del suroeste comenzaran a declinar, las influencias culturales provenientes de Inglaterra aumentaban continuamente. La influencia de la cultura espiritual inglesa se hizo cada vez más fuerte, primero en el oeste y después en el continente europeo completo. Si uno desea hablar de las influencias más poderosas obrando en un sentido espiritual en los siglos XVIII y XIX en Europa, se deben tener en mente naturalmente los impulsos procedentes de Inglaterra. Aparecen ciertas personas dentro de la civilización inglesa que están inspiradas por este impulso cultural; también aparecen personas en Francia en los que viven estos impulsos espirituales.
Así en Inglaterra surgió, por ejemplo, el filósofo extraordinariamente influyente, Locke. Hoy, es cierto que no mucha gente sabe algo sobre él, pero las influencias de tales hombres corren no obstante a través de miles de canales culturales desconocidos para la vida exterior. Locke tuvo una inmensa influencia sobre Voltaire, el cual influyó enormemente el pensamiento europeo. Esta influencia tiene su origen en Locke. ¡Cuánto ha llegado a suceder directamente bajo lo que podemos llamar la influencia Locke-Voltaire! Cuántos pensamientos no se hubieran propagado sobre Europa si esta influencia Locke-Voltaire nunca hubiera existido. Qué papel tan diferente hubiera jugado la vida política y social en Europa si el alma europea no se hubiera alimentado de tales pensamientos. En Francia, por ejemplo, vemos estos mismos impulsos perdurando en el inmensamente influyente Montesquieu. Si observamos entonces las influencias intelectuales más amplias del continente, observamos cómo a través de Hume y posteriormente de Darwin, el pensamiento humano se revoluciona. De nuevo vemos, cómo a través de Locke y Voltaire, y también a través de Hume y Darwin, se ejerce una gran influencia. Y está Karl Marx, el fundador del socialismo moderno, cuya influencia no puede aún ser evaluada por las personas que se autodenominan “cultas” porque está muy extendida. Cuando Marx comenzó a estudiar y a escribir su obra fundamental, El Capital, fue a Inglaterra. Con seguridad, el Hegelismo vivía en Marx, pero era un Hegelismo coloreado de Darwinismo. Cualquiera que estudie las constituciones de los diversos países europeos en el siglo XIX y sus conflictos constitucionales, se dará cuenta de cuán profunda fue la influencia de los impulsos culturales provenientes de Inglaterra. Todo esto tan sólo puede indicarse aquí.
No obstante, si dirigimos nuestra mirada hacia las destacadas personalidades que dan a Europa una determinada configuración, encontramos en todas ellas un pensamiento abstracto racionalista desarrollado especialmente, que hace de ellos un excelente instrumento para la investigación, y para aprender a conocer y tratar, el mundo físico. En Locke y Voltaire, en Montesquieu y también en Hume y en Darwin, en todo lo que depende de ellos, vive una facultad que se transmite al pensamiento y sentimiento europeos, de tal modo que incluso aquellos que la desconocen, están sin embargo profundamente influenciados por ella. Esta facultad crea una clase de pensamiento que es peculiarmente adecuada para comprender y tratar con las relaciones materiales del mundo, y para crear órdenes sociales que surgen de las relaciones materiales.
Ahora vemos un determinado fenómeno concomitante que aparece en todos estos pensadores y que tiene una importancia incuestionable. Ellos son aplicados y a veces brillantes pensadores, mentes penetrantes en relación a los asuntos materiales, pero son todos ellos pensadores que asumen una postura peculiar hacia la evolución religiosa del hombre, rehusando categóricamente aplicar el pensamiento a la esfera de la vida religiosa. Ni uno sólo de ellos —ni Locke, ni Hume, ni Darwin, ni Montesquieu— desean aplicar el pensamiento a lo que consideran asuntos de la vida religiosa. Pero tampoco cuestionan esta vida religiosa. La aceptan en la forma en que se ha desarrollado históricamente. Para ellos, se aceptaba comúnmente que uno era católico o protestante igual que uno es francés o inglés. Esto significa que se acepta como algo que está allí; no se critica; uno se adapta a ello y lo deja estar. Pero tampoco se permite que el pensamiento aborde el asunto. Pensadores tan enérgicos y aplicados como Hume y Montesquieu sienten que la vida religiosa debería estar y reconocerse en la vida exterior, pero a la discriminación, que uno emplea plenamente en las cosas materiales, no se le debería permitir entrar en asuntos que conciernen a la esfera espiritual.
Esta es una consecuencia histórica directa de la cruel organización de la religión de Inglaterra por Enrique VIII. Ese es el significado histórico del asunto. Esta actitud, que se vierte sobre innumerables impulsos europeos, depende del hecho de que se creó un determinado cuerpo religioso porque un hombre deseaba divorciarse, un asunto indiferente para cualquiera. Un asunto indiferente, el deseo de un hombre de divorciarse, está en el origen y da como resultado una actitud en la que uno no se involucra con estos asuntos, sino que los deja estar durante generaciones, siglos. Esta forma de pensamiento sobre los asuntos religiosos sólo pudo haber surgido a través de tal suceso histórico. Sólo cuando uno observa las cosas desde el aspecto interno se halla la conexión correcta.
Ahora en lo que respecta al otro suceso, la ejecución de Thomas Moore que tuvo lugar en 1535. Aquí, por diversos motivos, se ejecutó a un hombre que veía en el mundo espiritual, aunque de una forma distorsionada, caricaturizada. Se le ejecuta. No puedo entrar en los motivos internos ahora, pero exteriormente es porque no se une a aquellos que hacen el Juramento de Supremacía; esto es, no reconoce la separación de la Iglesia Inglesa de Roma. Este hombre cruza así al mundo espiritual. Su alma abandonó así el cuerpo físico después de haber tenido ya, mientras permanecía en el cuerpo físico, profundos conocimientos del mundo espiritual. Esto es lo que queda; continúa viviendo en el mundo como causa. Lo que Thomas Moore percibió del mundo espiritual mientras estuvo en el cuerpo físico permanece tan íntimamente unido a él cuando pasa con su alma a través del portal de la muerte, que él puede, a través de esta circunstancia, ejercer una gran influencia sobre la época que sigue a la suya.
Así estas dos corrientes actúan unidas. Una exterior, que ya he descrito, que es apática hacia la vida religiosa, aunque está llena de un reconocimiento aparentemente ortodoxo hacia la misma. Fluyó dentro de la otra atmósfera espiritual que describí hace unos 8 días (conferencia VI). La atmósfera espiritual entre los siglos XIV y XIX también está, como sabemos, impregnada por los impulsos que han surgido a raíz de la persecución y muerte de los Caballeros Templarios.
Fundada en 1119, la Orden de los Caballeros Templarios estuvo activa por primera vez en las Cruzadas. Entonces se extendieron hacia Europa, y debido a circunstancias especiales, muchos de ellos cayeron víctimas de la avaricia, de la avaricia de oro de Felipe el Hermoso. Ya les he descrito esto, pero veamos una vez más cómo fueron sacrificados estos Caballeros. Dirijamos nuestra atención de nuevo a lo que presentamos desde el curso real de los sucesos, es decir, que muchos de estos Caballeros fueron torturados después de haber experimentado una iniciación Cristiana debido a los principios e impulsos que vivían en la Orden del Temple. Dejemos que las calumnias afirmen las infamias que les plazcan acerca de los Caballeros Templarios. Que estas infamias no fueron ciertas puede demostrarse por la historia. Siempre hay excepciones, por supuesto, pero en esencia las calumnias no son ciertas. Lo que se inculcaba en la Orden del Temple era lo siguiente, que cada miembro de la Orden debía asumir que su sangre no le pertenecía a sí mismo, sino a la tarea de familiarizar a la humanidad occidental —y hasta cierto grado también a la oriental— con el Misterio del Gólgota en el sentido espiritual. Lo que esta actitud devocional hacia el Misterio del Gólgota hacía fluir en los Caballeros se convirtió gradualmente en una especie de iniciación cristiana, de tal forma que un gran número de ellos podía realmente ver hasta cierto grado en los mundos espirituales. Sin embargo, a través de este poder, quedaron expuestos a un peligro bastante especial cuando su consciencia estaba amortiguada por la agonía de la tortura, como sucedió en cientos de casos. Su consciencia se ensombreció por medio de la tortura; su consciencia de vigilia quedó lisiada y surgió una subconsciencia. Todas las tentaciones, a las que está expuesto alguien que se esfuerza por alcanzar tales alturas espirituales, surgieron en el potro de tortura. Así, sucedió como Felipe el Hermoso había previsto; a su manera tenía un toque genial, inspirado por la avaricia y la codicia, como he descrito. Sucedió que un gran número de Caballeros admitió, en un estado subconsciente, no sólo el increíble cargo de negar la religión Cristiana y el Misterio del Gólgota, una admisión que, al surgir de sus tentaciones, era comprensible, sino que también se acusaron de otros crímenes. Algunos después se retractaron cuando les liberaron del potro y su consciencia regresó; otros no pudieron retractarse. En suma, cincuenta y cuatro de ellos encontraron una cruel muerte, incluyendo al Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay.
Así, atravesaron las puertas de la muerte almas que no sólo habían contemplado en el mundo espiritual progresivo en la consciencia de vigilia al haber logrado una iniciación Cristiana, y contemplaron los secretos del Misterio del Gólgota, sino que también sabían algo acerca de la evolución y pudieron actuar sobre ella al haber aprendido a conocer aquellas fuerzas que se oponen al esfuerzo humano y que hablaron por sus labios en el potro cuando ellos, siendo inocentes, se habían acusado de los crímenes. Estas horribles y terribles experiencias asumieron una forma apropiada cuando estas almas estuvieron en el mundo espiritual. Ya he relatado cómo, después de que estas almas hubieran atravesado el portal de la muerte, surgieron de ellas impulsos que siguen actuando en los impulsos suprasensibles desde el siglo XV hasta nuestro tiempo. La inspiración que habita en diferentes personalidades con talento proviene, si uno observa su verdadera causa, del hecho de que hubo almas que, antes de morir, sufrieron la tortura a la que les sometió Felipe el Hermoso y ascendieron al mundo espiritual una vez muertos.
Todo esto ha sido una preparación para el tiempo en que vivimos ahora. Estas causas, y muchas otras, tendrían primero que describirse si uno comprendiera plenamente entre qué pensamientos esta situado el hombre que nace desde entonces. Lo que surgió de los sucesos que he narrado vivía en todo; uno puede demostrarlo con la historia real. Me referiré tan solo a un ejemplo, pero podría señalar muchos. En la época de la que hablo, se publicó un libro educativo poderosamente efectivo, Robinson Crusoe. Uno sólo necesita pensar cómo los niños en la más tierna infancia se familiarizaban con las ideas que viven en este libro. Este libro no sólo ha tenido cientos de ediciones en su versión original y ha sido traducido a todos los idiomas, sino que se ha recreado en todo idioma posible. No sólo está traducido al checo, húngaro, español, francés, alemán, polaco y ruso, sino también a otros idiomas. En todos estos idiomas hay nuevas creaciones del espíritu de Defoe. Lo que vive en ello, cómo moldea las almas, nunca se considera generalmente. Todo lo relativo a Robinson Crusoe hubiera sido impensable si no hubiera sido precedido por aquellos sucesos que he relatado.
Todas estas cosas tienen sus conexiones interiores, y esto es cierto hasta el último detalle. Hoy, un hombre camina ocupado con algún que otro asunto desde una calle de la ciudad hasta otra. En la mayoría de los casos, si es que siquiera piensa en ello, sólo piensa en la causa inmediata. El hecho de que no daría ese paseo, ni estaría ocupado con ese asunto, si todo lo que acabo de mencionar no se hubiera producido antes, no se considera en absoluto. En general, las conexiones interiores son poco observadas. A menudo he llamado la atención sobre cuán raramente la gente tiende a dirigir sus mentes hacia las conexiones interiores. Por ejemplo, un hombre que mira las cosas muy externamente puede, quizás a veces, preguntarse quién construyó el túnel de San Gotardo. Los túneles hoy en día no se construyen a menos que se hagan ciertos cálculos por medio del cálculo diferencial. El San Gotardo no fue construido sólo por aquellos que ponen piedra sobre piedra, sino que sin el cálculo no hubiera sido construido en absoluto. El solitario pensador Leibniz, ideó el cálculo diferencial; así, colaboró en la construcción. Todo esto es parte de ello. Sólo estoy diciendo esto con el propósito de aclarar la cuestión; el ejemplo en sí mismo no nos dice mucho; sólo es para aclarar las cosas.
Nuestra época está bajo estas influencias —el pensamiento y la configuración completa de nuestra época— que he tratado de caracterizar. Ahora ha de destacarse una peculiaridad evidente para esta época. De acuerdo a la creencia prevaleciente, está dentro de la realidad, no sólo con ambos pies, sino también con las manos y, en realidad, con todo el cuerpo. Es el orgullo, por no hablar de la arrogancia, de nuestra época que la gente crea que se halla profundamente inmersa en la realidad. Están inmensamente orgullosos de ello. Pero como una época posterior demostrará, en lo que concierne al pensamiento, nuestra época no está enraizada en absoluto en la realidad; lo está aún menos de lo que lo estuvo en una época anterior. ¿Qué nos enseñará una época posterior? Bien, naturalmente no negará que nuestra época ha producido grandes pensamientos y logros. Hace su aparición la concepción copernicana del mundo; Galileo crea la física moderna; Kepler la astronomía moderna; aparece la electricidad galvánica, voltaica, con todo lo que surge de ello; tenemos la máquina de vapor, etc. Así, los pensamientos que se han formado en esta época son sorprendentes; son extraordinarios. Una y otra vez la gente recalca, aunque no lo expresen con las mismas palabras, cuán conscientes son de que hemos hecho tan extraordinarios progresos, en contraste con las estúpidas supersticiones de las personas de épocas anteriores. En definitiva, los hombres están completamente convencidos de que Copérnico, por ejemplo, estableció finalmente el hecho de que el sol permanece inmóvil, o quizás que tiene un movimiento propio. En cualquier caso, no se mueve alrededor de la tierra cada 24 horas, sino que la Tierra misma gira sobre su eje, y también se mueve alrededor del sol en el transcurso del año, etc. Estas cosas son bien sabidas. Se entienden hoy como si el hombre hubiera desechado finalmente las antiguas supersticiones de la concepción ptoloméica del mundo y hubiera establecido la verdad en el lugar del error anterior. La anterior humanidad creía en todo tipo de estupideces porque confiaba en sus sentidos. Los hombres de tiempos más recientes, sin embargo, finalmente han llegado a ver que el sol está en el centro y Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno se mueven a su alrededor en elipses, estando Urano y Neptuno más alejados. Al final, uno sabe esto. Al final, uno sabe que durante el curso del año la Tierra gira alrededor del sol, etc. En realidad, ¡se han hecho progresos maravillosamente extraordinarios!
Ya no estamos muy lejos del momento en que comprenderemos lo que todo esto significa. La verdadera realidad no tenía consecuencia alguna para los Poderes espirituales de los que dependían Copérnico, Kepler y Galileo; se trataba más bien de aportar determinadas facultades al intelecto humano. Lo que importa es la educación de la humanidad a través de la escuela de la Tierra.
Así, la humanidad estuvo obligada durante un tiempo a pensar de esta forma sobre el cosmos para ser educada de determinada forma a través de los pensamientos. Es de esto de lo que se ocupa la sabia Dirección del mundo. Si uno comenzase a observar espiritualmente la materia —no externamente, matemáticamente o físicamente como han hecho Copérnico, Kepler, Galileo y especialmente sus sucesores— uno llegaría a otras conclusiones extraordinarias. Alguien dirá: “Bien, ahora tenemos un sistema cósmico físico; cuando lo estudiamos debemos, como sabemos, calcularlo y tratarlo geométricamente, tal y como se enseña hoy en prácticamente todas las escuelas.” Pero espiritualmente las cosas son diferentes. Ustedes ven, para un observador capaz de contemplar lo espiritual, se presenta lo siguiente, por ejemplo. Llega a un cierto movimiento del sol; el sol sigue este curso (Figura 1). Observado desde cierto punto de vista, es el curso del sol; pero cuando dibujo esta línea aquí y traigo al sol de nuevo, el punto no coincide exactamente con el punto anterior; está algo por encima. Este es un verdadero movimiento del sol que puede percibirse espiritualmente (Figura 2)

Pero la Tierra, también, describe determinados movimientos en el curso de un año. Observada espiritualmente, describe esta órbita (Figura 3). Deben imaginárselo en tres dimensiones. Si se imaginan la órbita del sol en un plano, entonces la órbita de la tierra está en este plano, visto, esto es, desde un lado. Si aquí está la órbita del sol dibujada como una línea, la órbita de la Tierra es así (Figura 4).
Pero, como ustedes observan aquí, hay un punto en el cosmos, donde el sol y la Tierra están juntos, pero no al mismo tiempo. Cuando el sol está en su camino, o más bien ha dejado atrás este punto a una distancia de ¼ de su curso, la Tierra comienza su movimiento en el punto que el Sol ha abandonado. Después de cierto tiempo estamos, en realidad, en el punto del espacio cósmico en el que ha estado el Sol; seguimos el curso del sol, lo cruzamos y estamos, en un determinado momento del año, en el mismo lugar que ha estado el Sol. Entonces el Sol y la Tierra siguen adelante y después de un tiempo la Tierra se halla de nuevo prácticamente en el punto en que estuvo el Sol anteriormente. Nosotros junto con la Tierra, pasamos realmente en el espacio a través del punto en el que ha estado el Sol. Navegamos a través de él. No sólo navegamos a través de él, sin embargo, porque el Sol deja atrás los resultados de sus actividades en el espacio que ha atravesado, así la Tierra entra en las cualidades dejadas atrás por el sol y las cruza, las cruza realmente. El espacio tiene un contenido vivo, un contenido espiritual, y la Tierra entra y cruza, navega a través de lo que el Sol ha creado.
Ustedes ven, así es como se ve la materia espiritualmente. Espiritualmente uno debe trazar líneas como estas cuando uno piensa en las órbitas de la Tierra y el Sol. Existe una relación similar con los demás planetas. En determinados momentos estamos aproximadamente en el lugar en que estuvo Mercurio, etc. Los planetas llevan a cabo movimientos bastante complicados en el espacio universal, y entran en las cualidades de los demás. Ahora tenemos la imagen exterior, la imagen puramente geométrica. Se añadirá la otra imagen, y sólo a partir de una combinación de ambas, la humanidad posterior alcanzará el concepto que debe adquirir.
Ya ven, ahora les estoy diciendo estas cosas, pero imaginen por un momento que les relatan lo que he dicho a un astrónomo. Él diría “alguien ha perdido el juicio, se ha vuelto loco, al presentar tales cosas. Son impensables.” Pero no hace mucho que los miembros de una famosa Academia de Ciencia también dijeron, cuando se hablaba de meteoritos que caían a la Tierra, “¡Esa es una afirmación sin sentido!”. Esto sucedió no hace mucho; se podrían hacer constar muchas cosas similares. Hoy, en la física ortodoxa, uno reconoce la llamada ley de conservación de la energía como algo fundamental. El primero en hablar de ella, Julius Robert Mayer, fue confinado en un manicomio. Uno podría relatar, por supuesto, cientos de historias similares. Pero lo importante es esto, que ustedes pueden ver en lo que yo les he dicho —lo he dado sólo como un ejemplo— cómo la naturaleza del pensamiento en el campo astronómico, ese pensamiento tan maravillosamente efectivo entre los siglos XVI y XIX, ha tenido más bien la facultad de alejar a los hombres de la realidad. Los hombres no están, como ellos creen, con los pies, las manos y el cuerpo en la realidad, sino que se entregan a las más fantásticas ideas e imaginan que estas son la realidad. Los hombres debían ser educados de esta manera en los siglos presentes. Tenían que entregarse a fantasiosas ideas sobre la naturaleza exterior para que no pudieran sumergirse en los sucesos externos de la forma antigua, sino para que, en virtud de estas fantásticas ideas, pudieran obtener sobre todo, un sentimiento interno del yo. Este sentimiento se ha intensificado enormemente en los hombres durante los últimos siglos precisamente gracias a estas ideas materialistas fantasiosas. Esto tenía que suceder; el sentimiento del yo tenía que engendrarse en algún momento del desarrollo de la historia de la humanidad. He escogido un ejemplo astronómico, pero podría mostrarse en cada ámbito cómo la evolución humana siguió un curso, durante los últimos siglos, que alejó al hombre de la verdadera realidad.
Ahora ustedes preguntarán si los hombres han sabido cosas tales como esta, que junto con la Tierra, entramos en el recorrido solar, que dos veces al año estamos situados en el punto donde el sol ha estado obrando en el espacio. ¿Han sabido algo de esto los hombres alguna vez? Sí, lo han sabido antes, y se puede demostrar fácilmente de una manera histórica que lo sabían. Imaginen que un hombre sabe, realmente sabe, que en un determinado momento del curso del año, la Tierra en su recorrido atraviesa el recorrido del Sol, que la Tierra entra en el recorrido del sol y lo sigue. Sucede lo contrario cuando la Tierra vuelve de nuevo hacia el otro lado. La primera vez es como si el sol descendiera por debajo del recorrido de la Tierra, y la segunda, como si el sol ascendiera y el recorrido de la Tierra estuviese por debajo. La primera vez, el ser humano asciende con la Tierra por encima del recorrido del sol, encontrando las huellas del sol al ascender, la segunda vez, desciende y atraviesa por debajo la trayectoria del sol. ¿Qué puede afirmar el hombre que conoce esto y que también posee los recursos para confirmarlo? Es capaz de saber que ahora, en el punto en que la trayectoria terrestre cruza el recorrido solar, está pasando a través del lugar donde ha estado el sol. ¿Qué podría decir tal hombre? Podría decir que este es un momento especialmente importante para nosotros porque estamos en el lugar donde el sol ha estado. Esto se expresa en la atmósfera espiritual y uno se encuentra la imagen que el sol ha dejado atrás en el etérico. Aquí, en este punto del tiempo, ¡se establece un festival! Los antiguos misterios celebraban así dos festivales de los que no quedan sino débiles reminiscencias en las festividades de hoy en día, aunque la relación ya no se conoce. Por favor no entiendan esto como si deseara dar el verdadero punto del tiempo, pero en los antiguos misterios se sabía cuándo cruzamos el recorrido del sol y encontramos en el plano etérico el contenido espiritual solar que ha quedado atrás. En el tiempo de tales conocimientos era correcto que se estableciesen festivales especiales en momentos definidos del año.

Con el conocimiento actual los hombres se hallan separados de estas conexiones. Ni respetarán mucho estas cosas cuando dicen, “Bueno, ¿qué bien me puede hacer que yo conozca que estoy en el mismo punto en el que ha estado el sol? ¿Qué utilidad tiene eso para mí? Así es como el hombre moderno hablaría. Pero los antiguos egipcios, por ejemplo, no hablaban de esa forma en sus Misterios. El día 15 de ese mes cuando sabían que la Tierra está pasando a través del punto que ha dejado atrás el sol, interrogaban a la sacerdotisa de Isis, que se había estado preparando en la sacralidad del Templo. Sabían que a través de la especial preparación espiritual a la que esta sacerdotisa podía someterse, podía traer a la luz lo que puede experimentarse cuando uno pasa a través del aura del sol, y los sacerdotes podían escribir lo que habían escuchado pronunciar a la sacerdotisa, por ejemplo, “Año lluvioso, sembrad semillas en tal y cual fecha…” En definitiva, ellos eran puramente prácticos; es decir, se registraban las cosas que eran importantes para orientar la vida en el año siguiente. Vivían de acuerdo con estas indicaciones porque sabían cómo los cielos actúan sobre la Tierra.
Esto es lo que ellos investigaban. Ya era un tiempo de decadencia cuando esta ciencia fue traicionada por los adversarios al culto de Isis-Osiris. La única forma en que podían protegerse —este suceso externo tiene relación con la saga de Isis-Osiris— fue impartir, desde ese momento en adelante, en catorce templos diferentes, lo que anteriormente, en el antiguo Egipto, había sido el secreto de un solo templo. Este fue el arte de vivir con el curso del año e investigar espiritualmente las influencias espirituales cósmicas sobre la Tierra.
La humanidad de nuestra época tuvo que romper completamente con tal relación con los cielos porque tenía la tarea de encontrar el sendero que se aleja de la ambigüedad de los impulsos e instintos, y formar el puro yo. El yo no actuaba con fuerza en el tiempo en que los hombres se hicieron meros instrumentos de las actividades celestiales, ni actuaba con fuerza en las épocas en que el sacerdote enseñaba a sus discípulos, “Allí están las Pléyades. Cuando están allí, debemos comenzar el Día de Isis; entonces debemos ver que lo que aprendemos proféticamente es la mejor forma de proceder en el año por venir.” Estaban situados tan plenamente dentro del curso del universo como lo está una célula en nuestro organismo. La humanidad sólo podía individualizarse, personalizarse, si en una determinada época se la apartaba de esta conexión, si todas estas facultades espirituales humanas que mediaban en tales conexiones pasaban a un estado de sueño. Así se preparó un sueño en lo relativo a lo espiritual, y la humanidad ha seguido durmiendo con la mayor profundidad en lo que respecta a los asuntos espirituales desde el siglo XIV. Ha sido una cultura durmiente pero ahora ha llegado el momento del despertar.
No digan, “Quiero criticar la Creación y al Creador; ¿por qué me ha dejado dormir?” Esto sería situarse con el propio intelecto por encima de la Sabiduría cósmica. Durante el curso del Estado Tierra, la evolución humana debe atravesar sus períodos de sueño igual que el hombre individual debe dormir en el transcurso de 24 horas. Las facultades espirituales, o lo que es lo mismo, la concepción del mundo en el sentido de estas facultades, duerme profundamente durante los siglos mencionados. Por otra parte, el hombre soñó líneas geométricas en el espacio; soñó el sueño de la concepción copernicana del mundo, junto a Galileo y Darwin. El hombre necesitaba este sueño, este entrenamiento, incluso la ilusión de experimentar una realidad especial a través del sueño. En último término, sucede lo mismo con nuestro sueño. Por la noche estamos cansados y nos vamos a dormir. Entonces nos despertamos refrescados con un sentimiento interior de realidad. Si la humanidad hubiera seguido desarrollando las antiguas facultades espirituales, si estas no hubieran dormido, los hombres estarían exhaustos y no hubieran alcanzado la realidad. Llegaron a la realidad precisamente porque en su pensamiento y reflexión, y también en sus organizaciones sociales, habían abandonado la realidad. Gracias a que estas capacidades dormían, los siglos pasados han traído renovación y refresco a la humanidad. En cierto modo, la humanidad incluso ha llegado a ser más libre de lo que lo fue en siglos anteriores, y tendrá que recuperar el conocimiento espiritual —y posteriormente el poder espiritual— para seguir progresando por el sendero de la libertad.
¡Tales cosas pueden ser conocidas! Pero de nuevo el verdadero materialista de hoy en día dirá, “Bien, ¡y qué si son conocidas!” Yo he encontrado, de hecho, materialistas que dicen “¡Dios mío!, ¿por qué debo pensar sobre la vida del alma tras la muerte? Ya veré todo eso cuando llegue la hora de la muerte. ¿Por qué necesito molestarme ahora, estando en un cuerpo físico, sobre esta vida tras la muerte?” Parece bastante plausible esta idea de que sería realmente innecesario, estando aquí en el cuerpo físico, preocuparse sobre la vida suprasensible. Pero esto no es cierto; esto era cierto sólo en épocas anteriores cuando el hombre no estaba aún preparado para la libertad. Hoy día, la situación es tal que determinados pensamientos sólo pueden ser comprendidos por las Jerarquías suprasensibles si los hombres los comprenden durante la existencia terrenal. Los dioses sólo piensan determinados pensamientos si estos viven en cuerpos humanos. Estos pensamientos deben ser llevados al mundo espiritual a través del portal de la muerte; sólo entonces pueden permanecer activos. Esto es así verdaderamente; alguien que no piense en lo suprasensible es como un granjero que le dice a su vecino, “Eres tonto. Cada año apartas una cierta parte de grano para sembrarlo. Yo acabo de hacerme granjero este año, pero no soy tan tonto como tú. Lo moleré todo, lo comeré y esperaré tranquilamente. El grano ciertamente crecerá de nuevo por sí mismo.” Tal granjero se asemeja a una persona que no está dispuesta a oír que, así como consumimos lo que experimentamos en el mundo, también debemos apartar ciertas semillas en el alma para guiarla a lo largo de su camino en los mundos espirituales. En la medida en que buscamos la Ciencia Espiritual, estamos creando las semillas correctas para el tiempo actual. Y debe buscarse la Ciencia Espiritual.
Ustedes ven, a partir de esto ,que nuestra época puede hacérsenos cada vez más clara a través de la comprensión espiritual de su carácter y naturaleza fundamentales. Nos debemos esforzar en profundizar en nuestras facultades internas para poder llegar a una astronomía más real, por ejemplo, también para poder llegar a un pensamiento social. En lo que respecta a nuestro pensamiento, nosotros —o en cualquier caso, la mayoría de nosotros— nos hemos quedado dormidos y estamos soñando sobre la vida exterior en la misma medida que concierne a la astronomía, que yo escogí como ejemplo. En los siglos pasados, y justo hasta hoy, mucho ha quedado velado a la humanidad. No aparecerá de nuevo lo que antes estaba presente, por ejemplo, las investigaciones a través de una sacerdotisa de Isis, o a través de los misterios druídicos Celtas en los que actuaba una sacerdotisa similar. No se podrá volver a buscar de esa manera el conocimiento sobre la acción presente de lo espiritual; se encontrarán formas mucho más interiores, formas mucho más adecuadas a la humanidad del futuro. Pero deben encontrarse.
Ahora, relacionemos esto con algo que ya indiqué ayer. Recuerden que el devoto de Osiris preparaba a la sacerdotisa de Isis antes del día 15 de determinado mes del año para obtener de ella ciertas palabras proféticas cuando atravesaba el espacio solar con su alma. ¿Qué sucedía a través de este culto de Isis? Lo que sucedía era que se investigaba el tiempo real, no el tiempo abstracto, del que soñamos hoy, sino el tiempo real. El tiempo del año, el punto del tiempo era, de hecho, un punto especialmente importante, y el punto en el camino de retorno era también importante. Cómo funciona el tiempo —el tiempo concreto, real— se expresaba a través del contenido de lo que pronunciaba la sacerdotisa de Isis. Entonces, ¿no podría leerse en la inscripción de la imagen de Isis, “Yo soy el Pasado, el Presente y el Futuro”? Este es el orden del tiempo. Pero sólo cuando tal investigación profética estaba penetrada de una actitud noble semejante a la actitud de una virgen, cuando acercarse a Isis se simbolizaba con el hecho de que Isis llevaba puesto un velo, sólo entonces podía uno llevar a cabo lo que era necesario. Todo debía estar impregnado en la sacralidad, en la atmósfera de sacrificio.
No se imaginen que la sabiduría no estaba relacionada con la vida práctica en aquellos remotos tiempos. Lo que se llamaba sabiduría estaba plenamente unido con las cosas prácticas. Todo tenía una dirección práctica. Se investigaba la voz de los dioses en los templos egipcios, pero las investigaciones se efectuaban para saber de la manera correcta qué días u horas eran las más apropiadas para la siembra. Todo estaba relacionado con la vida práctica. Se investigaba la acción de los dioses en la vida práctica, y se era consciente de cómo la compenetraban. Ciertamente, era necesario que este servicio del templo se mantuviera sagrado. ¡Cuántos males podrían haberse cometido si no se hubiera tratado de una forma sagrada! Nunca debe afirmarse que estos asuntos relacionadas con épocas pasadas surgirán de nuevo de la misma forma. Surgirán de una forma bastante diferente. Pero se obtendrá de nuevo un conocimiento para la humanidad que será completamente adecuado para llevarlo a la vida práctica. Aparecerá de nuevo un conocimiento espiritual —y sólo porque es espiritual, es un conocimiento práctico— por medio del cual se llegará a dominar completamente las cosas a nuestro alrededor. No aparecerá un culto de Isis ni un culto de Osiris. Surgirá algo más que portará los vestigios de nuestro paso a través de los siglos, desde que existió el culto de Isis y Osiris. Mostrará que la nueva ciencia espiritual debe buscarse con plena consciencia y en libertad. Pero las cosas que han tenido lugar deben ser probadas un poco en su realidad. La historia debe ser diferente de lo que es tan a menudo hoy en día, cuando la gente meramente hace investigaciones en documentos y registros.
Uno llega, no obstante, a todo tipo de peculiares explicaciones, como la que ya he dado en relación a Isis. Cuando había una inscripción en su imagen, “Yo soy el Pasado, el Presente y el Futuro”, el que estaba iniciado sabía que esto se refería a la realidad concreta y que el velo sólo expresaba una cierta actitud mental. Hoy, la gente dice que la imagen velada de Isis en Sais significa que no se puede penetrar en la Sabiduría, que nunca se podrá conocer quién es realmente Isis. Pero cuando está ahí la inscripción “Yo soy el Pasado, el Presente y el Futuro, ningún mortal ha levantado aún mi velo”, uno debe explicar su significando diciendo que el velo no se levanta porque uno sólo se acerca a su santidad cuando está velado como una monja, y no porque haya algo detrás de él que no se puede conocer ni comunicarse a nadie. Si la explicación que la gente normalmente obtiene fuese correcta, entonces debería compararse realmente con la trivial afirmación, “Me llamo Hans Muller, pero nunca sabrás mi nombre”. Ella ciertamente dice quién es —Yo soy el Pasado, el Presente y el Futuro— y esto implica que es su labor impartir los Misterios del Tiempo, mientras que lo que afluye del Tiempo al Espacio ha de ser mediado por el sacerdote de Osiris. Él ha de llevar lo temporal a lo espacial y ha de recibir en el pensamiento lo que proviene del alma, es decir, la revelación de Isis que está incorporada en el devenir del universo.
Hoy la Ciencia Espiritual aún se contempla en gran medida como una insensatez. Pero cuando se haya comprendido realmente, se verá que contiene una ciencia mucho más real que el sueño científico de los últimos siglos. Operaciones prácticas bastante diferentes, el dominio práctico del mundo exterior, saldrán a la luz cuando llegue el momento. Aún no ha llegado el momento todavía; la humanidad debe primero tener conocimientos y conocer el espíritu de la ciencia espiritual antes de que pueda actuar desde su espíritu (de la ciencia espiritual).
Quería profundizar aquí para señalar, precisamente en este momento, cómo sólo a través de una verdadera comprensión de lo que ya ha sucedido, se puede también alcanzar un conocimiento de lo que tiene que suceder. En el futuro, la humanidad deberá ser guiada más allá de muchas cosas cuyo karma le supone una pesada carga en nuestro penoso y doloroso tiempo actual. Hoy la humanidad está “cargada” con el karma de la vida de sueño de los pasados siglos. Este misterio debe primero comprenderse en profundidad; entonces será más fácil comprender nuestro afligido presente y también cómo la humanidad debe prepararse gradualmente un karma diferente para el futuro.
Traducido por Luis Javier Jiménez Ordas