Del libro: Teosofía – Rudolf Steiner
Lo que se dijo con motivo de la publicación de la segunda edición también puede decirse de la presente. Asimismo, se han intercalado en ésta algunas ampliaciones y notas que me parecen importantes para la mejor comprensión de lo que se explica; en cambio, no he sentido ninguna necesidad de introducir modificaciones esenciales en el contenido de las ediciones primera y segunda y tampoco en lo que se ha expresado sobre él propósito de esta obra cuando se publicó por primera vez. Tampoco el prólogo de la segunda edición necesita ser modificado; por eso se reproduce aquí tal como salió en la primera edición con el agregado de lo que se dice en la segunda.
En este libro se dará una descripción de algunas partes del mundo suprasensible. Quien concede valor únicamente al mundo físico juzgará estas descripciones como una vana creación de la fantasía; pero quien anhela conocer el sendero que conduce más allá del mundo de los sentidos, comprenderá, en seguida, que es sólo cuando se conoce ese otro mundo, que la vida humana adquiere valor e importancia. No tiene justificación el temor de muchos, que por causa de semejantes conocimientos el hombre se aparte de lo que se llama la vida real; por el contrario, por medio de ellos, se hará capaz de tomar una posición firme y segura en esta vida, aprendiendo a conocer las causas, mientras que, sin tales conocimientos, tiene que buscar a tientas, como un ciego, el camino a través de los efectos.
La realidad sensible adquiere significado sólo por medio del conocimiento de lo suprasensible; por consiguiente, quien la obtiene no se hace inhábil, sino más hábil para la vida. Sólo quien comprenda perfectamente la vida puede convertirse en un hombre verdaderamente práctico.
El autor de este libro no describe cosa alguna de la cual no pueda dar testimonio con su propia experiencia, y con esta experiencia que se adquiere en este campo, nada se expondrá que no haya sido experimentado por el autor.
Pero esta obra no deberá leerse como se suelen leer los libros en nuestra época, el lector tendrá que conquistar con asiduo trabajo cada página y, alguna vez también una simple frase. Y esto se ha hecho así deliberadamente, porque únicamente de esta manera el libro será lo que tiene que ser para el estudiante. Para quienes solo quieran recorrerlo resultará como si no lo hubieran leído en absoluto; las verdades que aquí se enuncian tienen que ser experimentadas. Solamente en este sentido tiene valor la Ciencia Espiritual. Este libro no puede ser juzgado con el criterio de la ciencia actual si el punto de vista para tal juicio no ha sido adquirido del mismo libro. Pero si el crítico acepta este punto de vista, ciertamente verá que cuanto aquí se expone no está en contradicción con el verdadero espíritu de la ciencia. El autor sabe que no ha querido ponerse en conflicto con su propia escrupulosidad científica en una sola palabra de su obra.
Si alguien quisiera encontrar por otra vía las verdades que se exponen en este libro, podrá encontrarlas también en la “La Filosofía de la Libertad”. Los dos libros, por distintos caminos tienden al mismo fin; el estudio de uno no es indispensable para la comprensión del otro, aun cuando para algunos pueda resultarle beneficioso. Quien quiera hallar en las páginas que siguen las últimas verdades quizá sufra alguna desilusión. El autor ha querido dar por el momento solo las verdades fundamentales del vasto campo de la Ciencia Espiritual.
Ciertamente, es propio de la naturaleza humana querer que se responda en seguida a cuestiones como las del principio y el fin del mundo, el objeto de la existencia y de la esencia de Dios, pero quien, en cambio de palabras y conceptos intelectuales, procura verdadero conocimiento para la vida, deberá saber que en un escrito que trata del principio del conocimiento espiritual, no se deben decir cosas que corresponden a grados más elevados de la sabiduría. Sólo a quien comprenda estos principios le resultará clara la manera como se deben exponer los problemas de orden superior; de esto se ocupa el mismo autor en la obra “La Ciencia Oculta” que es la continuación de ésta.
Como complemento del prefacio a la segunda edición se agregan aquí las siguientes palabras.
Actualmente quien ofrece al público una exposición de hechos suprasensibles debe saber dos cosas: primero, que nuestra época tiene necesidad de cultivar los conocimientos suprasensibles; segundo, que en la presente vida intelectual predominan innumerables ideas y sentimientos que para mucha gente hacen aparecer semejantes descripciones como un fárrago de sueños fantásticos. La época actual tiene necesidad de conocimientos superiores, porque todo lo que el hombre aprende en torno al Universo y a la vida, hace surgir en él una cantidad de preguntas a las que sólo se puede responder mediante las verdades suprasensibles; y puesto que es inútil hacerse ilusiones, todo lo que nos dice la actual corriente intelectual en torno a los fundamentos de la existencia, no es una respuesta para el alma que siente más profundamente, sino una serie de preguntas alrededor de los grandes enigmas del Universo y de la vida.
Es posible que por algún tiempo alguien se ilusione creyendo haber dado con “los resultados de hecho rigurosamente científicos” y con las consecuencias que algún pensador moderno haya deducido, la solución de los problemas de la existencia: pero cuando el alma desciende a las profundidades a que debe llegar, se comprende verdaderamente a sí misma; entonces lo que al principio parecía ser una solución se le aparecerá como un estímulo al formularse la verdadera pregunta. Y la respuesta a esta pregunta no debe satisfacer únicamente una curiosidad del género humano, porque de ella depende la tranquilidad interna y la armonía de la vida del alma. La conquista de esa respuesta no sólo satisface la sed de saber, sino que hace al hombre capaz para el trabajo y para su misión en la vida, mientras que la falta de solución de esos problemas paraliza su alma y, finalmente, su cuerpo. El conocimiento de lo suprasensible no es simplemente algo para nuestras necesidades teóricas, sino para la verdadera práctica de la vida. Por esto, teniendo presente el género de vida intelectual de ahora, el conocimiento espiritual es un campo de conocimiento indispensable para nuestra época.
Por otra parte, nos hallamos ante el hecho de que muchos rechazan con la mayor energía lo que para ellos sería más necesario. Es tan convincente para muchos el poder de ciertas opiniones construidas “sobre la base de seguras experiencias científicas”, que no pueden menos de considerar como completamente desprovisto de sentido el contenido de un libro como éste. Quien se disponga a exponer los conocimientos suprasensibles, no debe hacerse ilusiones absolutamente a este respecto. Es, naturalmente, grande la tentación de exigir a un autor de este género, que aduzca “las pruebas indiscutibles” de sus asertos. Pero quien pida esto, no se da cuenta que se engaña a sí mismo, porque pide, sin ser perfectamente consciente, no las pruebas inherentes al asunto mismo, sino las que él quiere o las que está en condiciones de reconocer. El autor sabe que este libro no contiene nada que no pueda ser reconocido por quien se funda en las nociones actuales de la Naturaleza; está convencido que han sido satisfechas todas las exigencias de la ciencia natural; y que, precisamente por esto, se puede juzgar bien fundada la descripción que aquí da de los mundos superiores. La mente habituada a las concepciones de la ciencia natural debería sentirse familiarizada con este género de descripciones; quien piensa así, juzgará ciertas discusiones de la manera caracterizada por la frase, verdaderamente profunda, de Goethe: “No es posible refutar una doctrina falsa que se funda sobre la convicción, que lo falso es verdadero. Las discusiones son perfectamente inútiles para quienes reconocen como verdaderas, únicamente las pruebas que están conformes con su manera de pensar, pero quien conoce la esencia de la “prueba”, sabe perfectamente que el alma humana encuentra la verdad por otras vías que no por las de la discusión”. Con este convencimiento se da a la publicidad la presente edición de este libro.