Preguntas humanas y respuestas cósmicas

GA213c2. La relación de los planetas con el organismo humano. La participación del Cosmos en el desarrollo del hombre.

 Rudolf Steiner –  Dornach, 30 de Junio de 1922,

English version.

Aludiré brevemente a las indicaciones dadas en la conferencia del domingo pasado. Tratamos el tema de la relación del hombre con el cosmos y se llamó la atención sobre cómo las fuerzas de la voluntad humana encuentran su camino hacia la expansión cósmica en la dirección opuesta a la luz que nos llega del Sol a la Tierra. Por lo tanto,  podemos decir que las fuerzas que fluyen desde la humanidad de la tierra responden a los rayos de la luz solar. Por otro lado, el elemento del pensamiento llega a la tierra a lo largo de las ondas de luz de la luna.

Se explicó además que lo que se extiende desde el nacimiento hasta la muerte en el hombre es de naturaleza volitiva, y por lo tanto, la corriente de luz que nos llega del cosmos, y que el hombre trae de nuevo hacia la existencia terrenal, la corriente del elemento de pensamiento llega de los rayos de la luna.

De este aspecto volitivo del Sol, y del elemento de pensamiento de la Luna, es de lo que voy a hablar en esta conferencia, hay que recordar que cuando se habla de la estructura del Universo tenemos que recurrir al Conocimiento Imaginativo. Porque tenemos que pensar que en estos acontecimientos, el sol físico y la luna física no son otra cosa que signos de lo que está sucediendo espiritualmente. El verdadero estado de cosas puede ser descrito aproximadamente de la siguiente manera.

Voy a hablar de este tema desde un determinado aspecto histórico, también se podría presentar de otra manera diferente. Mi objetivo ahora es hacer este tema más inteligible, más detallado. Sabemos que, según el modo de pensar materialista, nuestro sistema solar se originó a partir de una especie de nebulosa primigenia. Un pensar que está ligado a la existencia puramente material, concibe que nuestro cosmos visible, nuestro sistema solar, surgió de una especie de nebulosa que luego se consolidó y se contrajo en lo que ahora existe como el sistema solar.

De todo lo que he descrito desde la Antroposofía, podemos aclarar desde el principio que esto no puede ser una presentación exhaustiva del proceso. Por más que esta explicación material de los acontecimientos cósmicos puedan ser modificados al decir que la nebulosa está impregnada de fuerzas, y así sucesivamente, lo que está realmente presente no puede ser completamente explicado de esta manera, por la sencilla razón de que nada de lo contenido en la teoría de Kant-Laplace u otros sobre la nebulosa primigenia, o lo que se desarrolla de acuerdo a las leyes que rigen lo gasiforme o estado gaseoso, podría haber producido al animal o las almas humanas que viven en la Tierra, ni siquiera las fuerzas que trabajan en el crecimiento de las plantas. Esta explicación de los acontecimientos cósmicos es una abstracción materialista. Seguramente, es obvio que en la nebulosa primigenia concebida por el pensamiento materialista, está contenida una realidad espiritual y esta nebulosa primigenia es sólo la expresión material exterior de algo espiritual. Para completar, por lo tanto, la idea de la nebulosa primigenia se debe incluir la actividad del tejer de lo espiritual. Así que esta nebulosa de Kant-Laplace debe ser amplificada al ser considerada como el cuerpo de un elemento de alma y espíritu ciertamente no uniforme e individual como en el hombre, sino múltiple, diversificado, pero de naturaleza anímico espiritual.

La manera puramente materialista de pensar y de formular hipótesis no va más allá de la nebulosa primigenia. Ahora imaginemos que no somos nosotros mismos, sino los seres del futuro, que evolucionan con las ideas, basadas en este pensamiento materialista, de la génesis del mundo en el que están viviendo. Ya sé que lo que estoy diciendo ahora no representa la realidad, que está fuera de lugar, pero me limito a decirlo en aras de clarificar la idea. Vamos a suponer, entonces, que en un futuro lejano sus habitantes conciben la nebulosa de Kant-Laplace como el comienzo de la existencia del mundo. ¿En qué momento en el curso de los siglos, pudo existir esta nebulosa?. Cuando estos seres del futuro miren hacia atrás, tendrán que asumir -con el fin de clarificar el pensamiento- que nuestra Tierra, es decir, nuestro sistema solar, hace tiempo que desapareció, que el espacio que ocupaba fue liberado y que luego, en este espacio liberado, surgió la nebulosa de Kant-Laplace. Mientras nuestro sistema solar está ahí, esta nebulosa futura no podría obviamente imaginarse que existiera en el espacio que ocupa, al formular este ejemplo se asume que estos seres podrían elaborar una teoría materialista de un futuro sistema mundial de su nebulosa original en el espacio que hoy ocupa el nuestro. Sin embargo, de acuerdo con lo que se ha dicho, el espíritu y el alma también tendrían que estar contenidos en la nebulosa del futuro, esta nebulosa sólo podía ser la expresión corporal de un elemento cósmico anímico espiritual. ¿Dónde estaría ese elemento cósmico original?. ¿Qué podría decirse  al respecto?

Supongamos que aquí (dibujo en la pizarra) esta nuestra nebulosa primigenia de Kant-Laplace (física anímica y espiritual) y aquí la nebulosa primigenia concebida en algún momento en el futuro por los seres de los que he hablado. Esa nebulosa también tendría que contener el elemento anímico espiritual. ¿Dónde se originó?.  Si esta nebulosa futura estuviera en el lugar que ocupa nuestro sistema solar debería incluir el elemento de espíritu cósmico, pues esto sería lo que se ha mantenido del sistema solar en el que nosotros mismos hemos vivido. Nuestro sistema solar habría llegado a su fin, se habría dispersado en el espacio cósmico. El elemento anímico espiritual habría permanecido y figuraría en una nueva nebulosa primigenia de Kant-Laplace. En otras palabras: lo que aquí he descrito representaría la evolución a Júpiter. Pero dentro de esta evolución a Júpiter estaría contenido el elemento del espíritu y el alma preparado durante la evolución de la humanidad de la Tierra. De la misma manera hay que remontarse más allá de la nebulosa de Kant-Laplace de la Tierra con el espíritu y el alma contenidos en el mismo. Y esto fue elaborado por los seres de la antigua existencia Lunar.

Así que cuando nos fijamos en el actual sistema solar, estamos contemplando la corporalidad exterior de lo que falleció o ha sido transformado de la existencia de la Antigua Luna a la existencia de la Tierra. Y de nuevo, de lo que hoy se envía a la expansión cósmica se prepara la existencia del Nuevo Júpiter. Por tanto, cuando miramos nuestro sistema solar en realidad estamos viendo algo que es producto de una etapa más temprana de la existencia. Así que cuando hablo de la luz que nos llega desde el sol estoy hablando de algo que viene del pasado. Y cuando hablo de las corrientes de la voluntad que fluyen al encuentro de estos rayos, estoy hablando de algo que está preparando el futuro. La labor primordial, el elemento cósmico del que hablo con el fin de tener una forma de expresión de lo que sucede espiritualmente, se elaboró en la existencia de la Antigua Luna, y lo que describo como lo espiritual da las bases de lo que se va a vivir en la futura existencia de Júpiter. Por lo tanto no podemos decir que el Sol que vemos en el espacio cósmico señale a la voluntad humana en sí misma. Este sol físico es sólo el símbolo de los flujos que el sol envía hacia la naturaleza de la voluntad humana. E igualmente, la luna física no es sólo el signo físico de la Luna, sino la naturaleza, que en las corrientes de pensamientos se vierten continuamente en la existencia terrestre.

Estos pensamientos son necesarios para entender correctamente el significado de lo que voy a decir sobre las relaciones cósmicas que reflejan, en imágenes, lo que le sucede espiritualmente a la humanidad en la Tierra. Y aquí debe añadirse algo a lo que se dijo en la última conferencia. Cuando observamos el sistema solar en su conjunto desde la Tierra, tenemos el Sol, y, como planetas exteriores: Marte, Júpiter, Saturno, los otros son de menor importancia. Más cerca de la Tierra tenemos a Venus y Mercurio.  Ahora vamos a recordar el elemento de flujo de voluntad de la humanidad de la Tierra hacia el Sol en el espacio cósmico, y que después de la disolución del cuerpo, el alma también se conforma en el cosmos a través de este elemento volitivo, que alcanza, en primer lugar, la existencia en la esfera Solar.

Este hecho fue descubierto, como dije en la última conferencia, a través de las experiencias de los antiguos iniciados. Enviaron sus preguntas hacia el Sol a lo largo de las corrientes de la voluntad y luego recibían las respuestas en la forma de pensamientos a través de la Luna llena. Así que lo que acabo de decir, expresado de esta manera particular, es una realidad. Y de nuevo, si queremos adquirir una visión más clara tendremos que remontarnos a las experiencias de los iniciados de los antiguos misterios.

Pensemos una vez más, el iniciado de los Misterios envía sus preguntas, a la corriente que fluye hacia los rayos del Sol; y espera las respuestas de la Luna, en este sentido existía una conversación con el universo.

Pero en este proceso las respuestas recibidas por los antiguos iniciados no tenían solamente una influencia específica, sino que eran las respuestas relativas a la estructura actual del universo. Así que lo que figuraba en la ciencia antigua, que era en verdad muy noble, a pesar de la sabiduría crepuscular, fue traído a la existencia por las respuestas recibidas a las preguntas enviadas al encuentro de los rayos del sol en las corrientes de la dirección opuesta. Eran respuestas a las preguntas que se referían a la estructura del universo, las fuerzas que actúan en el universo, y así sucesivamente. En resumen, eran respuestas relacionadas con el ámbito de la física, la astronomía, la música de las esferas, a todo lo que se abarcaba en estas áreas de conocimiento en las ciencias antiguas.

Pero estos iniciados enviaron otras preguntas al universo. También sabían, por ejemplo, la forma de enviar preguntas a Marte, a  la esfera de Marte. En el momento en que Marte podía verse en el cielo dirigieron sus preguntas a las corrientes que fluyen en la dirección opuesta a los rayos de Marte. Cuando enviaban sus preguntas a Marte no esperaban las respuestas de la Luna, sino de Venus, cuando Venus estaba en una posición opuesta a Marte. Lo importante, sin embargo, es que ellos esperaban de Venus las respuestas a las preguntas que habían enviado hacia  Marte.

Y una vez más, esperaban de Mercurio las respuestas a las preguntas enviadas a Júpiter. Las preguntas a Saturno fueron enviadas lejos, a la inmensidad cósmica, y los iniciados sabían que en este caso la respuesta solamente podría ser esperada desde las estrellas fijas, o de lo que representaba en aquellos tiempos antiguos el propio Zodiaco.

¿Cuál era la naturaleza de estas preguntas que los antiguos iniciados enviaban al universo y de las respuestas que esperaban?. Estas respuestas no eran las verdades abstractas y científicas relacionadas con la estructura del universo, como he indicado hace un momento, las preguntas de los iniciados se dirigían directamente a los seres divino-espirituales.

Así  enviaban a Marte las preguntas que llegaban a los Ángeles, y esperaban las respuestas de Venus. Enviaron las preguntas dirigidas a los Arcángeles a través de Júpiter, en espera de las respuestas de Mercurio. Y se formularon preguntas a Saturno para ser respondidas por los Arkáis, en espera de las respuestas del Zodiaco.

Considerando por lo tanto, la conversación directa que se llevó a cabo con el cosmos de una manera más abstracta, impersonal, a la conversación de la que estoy hablando ahora,  los iniciados eran conscientes de que hablaban con seres reales, seres divinos, espirituales, y los enunciados que recibían de ellos individualmente. De esta manera, las decisiones de la voluntad se recibieron desde el coro de los Ángeles, Arcángeles, y Arkáis. En su relación con el Sol y la Luna el iniciado se interesaba por el aspecto exterior del cosmos, en el discurso con los otros planetas y con el Zodíaco se dirigía a los seres espirituales del cosmos.

Y así hubo una relación efectiva y continua entre el hombre y el cosmos, no sólo en cuanto a su estructura externa, sino también con los Seres cósmicos. Los antiguos iniciados sabían que si, por ejemplo, dirigían sus fuerzas a Marte, no podían formular y enviar sus preciadas preguntas en términos de pensamiento. Estas preguntas sólo alcanzaban hasta el Sol y las respuestas regresaban de la Luna. Cuando los antiguos iniciados necesitaban hacer preguntas a Marte, se veian obligados a hacerlo mediante la composición de aforismos, recitativos, mantrams, que también podían ser declamados. Estos mantras, enviados al universo, fueron el medio por el cual se activaban las fuerzas de Marte, de manera que las respuestas a las preguntas que llegaban por Venus, se oían como un tipo de audición interna.

Si se deseaba abordar cuestiones a Júpiter, el recitar mantrams no era suficiente, en este caso era necesaria la realización de ciertos ritos definidos. Y  transmitían estos ritos al universo en la forma, por así decirlo, de pensamiento cósmico, y las respuestas volvían desde Mercurio en ciertos signos que los antiguos iniciados sabían cómo interpretar. Si se dejaban inspirar por Venus eran capaces de interpretar los signos correspondientes, del mismo modo también, se dejaban inspirar por Mercurio. Estos signos eran infinitamente variados. No significaban nada en absoluto a menos que el hombre se inspirase en Mercurio. Si era inspirado por Mercurio, sabía: este evento es una respuesta a una pregunta formulada mediante actos rituales.

De esta manera, los acontecimientos, los procesos de la naturaleza, y también los de la historia que de otro modo no parecen ser nada más que procesos naturales o históricos, adquirían un contenido definido, que podía ser leído. Las preguntas dirigidas a Saturno implicaban una dificultad muy especial, necesitaba  un período de tiempo muy prolongado antes de que incluso se pudieran formular las preguntas. En los antiguos Misterios todo estaba dispuesto de tal manera que los iniciados daban a sus alumnos una cierta misión que cumplir, una misión en la que el alumno dedicaba toda su  vida a obtener un logro real. Lo que correspondía a estos alumnos llevar a cabo constituyeron las preguntas que a menudo se extendían durante un período de muchos años, hacia los seres de Saturno. Y la espera de respuestas que después regresaban del Zodiaco.

Con los ritos de la oración y la meditación se logró una participación real e íntima en el cosmos y sus acontecimientos, así como por otros procedimientos, llevados a cabo por los iniciados y sus alumnos en los antiguos Misterios. Tampoco se lograba nada en un corto período de tiempo, lo que se llevaba a cabo en tales misterios a través del curso de los años consistía  en actos incesantes de conocimiento, actos por los cuales fueron generados los impulsos adecuados para las obras de los hombres

El conocimiento de estos fenómenos nos permite también hacernos una idea de cómo actúan sobre el hombre las fuerzas designadas como las del Sol, Marte, Júpiter, Saturno, la Luna, Venus y Mercurio y de su importancia para él. La importancia de las fuerzas solares consiste en que atraen la naturaleza volitiva del hombre hacia el Sol y, después de su muerte, lo conducen al cosmos y de allí al mundo espiritual. La cualidad particular de las fuerzas lunares consiste en que infunden en el hombre la configuración orgánica que hace posible el pensamiento y la reflexión; pero también son las fuerzas que lo llevan de vuelta cuando, al descender del mundo espiritual, debe encontrar su camino a través de las esferas del éter hacia la encarnación terrenal.

Podemos hablar de manera similar de las demás fuerzas, conocidas por los nombres de los cuerpos celestes que representan, y de sus efectos sobre el hombre. Como ejemplo, tomemos las fuerzas de Mercurio. Estas fuerzas no se concentran exclusivamente en el planeta Mercurio. Impregnan todo el espacio que es accesible para nosotros y el Mercurio físico es simplemente una manifestación de las fuerzas de Mercurio en una forma mineral concentrada.

Imaginemos todo nuestro sistema solar lleno de las fuerzas de Mercurio. Ellas impregnan todos los cuerpos del sistema solar, y naturalmente también nuestros propios cuerpos; pero en el punto donde Mercurio aparece en los cielos están concentradas en una forma físico-mineral y por lo tanto son visibles allí.

Las fuerzas de Venus también lo son todo. Se concentran simplemente en forma físico-mineral en el punto determinado en el que se ve a Venus. Y lo mismo ocurre con todas estas fuerzas. Hablando de acuerdo con la realidad, debemos decir: Venus, Mercurio, la Luna y el resto, todos se interpenetran, pero sus concentraciones se encuentran en diferentes lugares en los cielos.

Si podemos formarnos gradualmente una idea de esto percibiendo cómo Mercurio da las respuestas a Júpiter, aprendiendo a conocer a Mercurio, entonces también adquiriremos conocimiento de lo que estas fuerzas de Mercurio significan para el hombre, también en los reinos inconscientes de su vida. Para tomar un ejemplo sencillo: Cuando queremos caminar, necesitamos ciertas fuerzas por medio de las cuales, desde el espíritu, penetramos nuestros huesos y músculos. Con nuestro espíritu y alma tenemos que penetrar en lo físico, en los constituyentes sólidos de nuestro cuerpo. Que podamos hacer esto se debe a las fuerzas de Mercurio.

Por lo tanto, se puede decir:

  • 1. El efecto de las fuerzas de Mercurio es que el hombre puede apoderarse de los constituyentes sólidos de su cuerpo. Si no hubiera fuerzas de Mercurio en el mundo, estaríamos fuera de los constituyentes sólidos de nuestro cuerpo todo el tiempo.
  • 2. Las fuerzas de Venus permiten al hombre apoderarse de los fluidos de su cuerpo. Ustedes saben que el 90 por ciento de ustedes es una columna de fluido. Por lo tanto, si las fuerzas de Venus no estuvieran en el mundo, ustedes estarían obligados, como seres espirituales, a moverse alrededor del exterior de esta columna de fluido; no podrían apoderarse de los fluidos si las fuerzas de Venus no estuvieran en el mundo.
  • 3. Las fuerzas de la Luna permiten al hombre apoderarse del elemento aeriforme en su organismo.

Estas cosas se pueden conocer estudiando la cosmología, pero tal estudio puede avanzar a etapas más avanzadas. Los antiguos iniciados se dedicaron a este tipo de estudios, aunque su ciencia era sólo primitiva y su clarividencia onírica. Digamos, por ejemplo, que a partir de sus estudios cosmológicos habían descubierto que las fuerzas de Venus permiten al hombre apoderarse de todo lo que es fluido en él. Entonces esperaron hasta que encontraron a alguien en quien esta incapacidad para apoderarse de los fluidos fuera evidente, en otras palabras, estaban presentes formas definidas de enfermedad. Una forma muy definida de enfermedad se establece cuando, por ejemplo, un hombre es incapaz de apoderarse del elemento fluido incluso en un solo órgano. En tal caso, estos antiguos iniciados se preguntaban: ¿Qué tipo de medicamento debe administrarse? Cuando un hombre no estaba adecuadamente interpolado en las fuerzas de Venus, cuando, por lo tanto, los fluidos en su organismo no estaban bajo suficiente control, los iniciados se dieron cuenta de que el cobre debía administrarse como medicamento. Al descubrir que el cobre tiene el efecto de permitir que el alma y el espíritu se apoderen del cuerpo, que su efecto es similar al de las fuerzas de Venus, descubrieron que la naturaleza de las fuerzas en el metal cobre es la misma que la naturaleza de las de la esfera de Venus. Por lo tanto, relacionaron el metal cobre con Venus. O cuando la enfermedad era causada por la incapacidad de un hombre para controlar adecuadamente los componentes sólidos de su organismo, los antiguos iniciados descubrieron que debía administrarse mercurio o azogue. De esta manera establecieron los paralelismos entre los metales y los planetas. Los paralelismos se dan en la literatura existente hoy en día; pero a nadie se le ocurre preguntar: ¿Por qué se relaciona el cobre con Venus? -y así sucesivamente. Sin embargo, estas cosas fueron el resultado de una genuina investigación.

Por lo tanto, si alguien habla con verdadero conocimiento del cobre como medio de curación, lo hace con conocimiento de la conexión del ser humano con el cosmos. Para descubrir si un elemento metálico que se encuentra en una planta tiene un efecto curativo en un aspecto u otro, hay que tener en cuenta toda la relación de esa planta con el universo. Y de la relación de la planta con el universo, y a su vez de la relación del universo con el ser humano, nos llega la idea de cómo puede surtir efecto el medicamento.

El hecho de que hoy en día exista cierta renuencia a admitir estas cosas es muy comprensible, pues el esfuerzo actual consiste en aprender en cuatro o cinco años -lo que, por cierto, es un tanto cuestionable- todo lo que se necesita para poder curar. Pero como esto no es posible, porque siempre hay que aprender más, mientras que el deseo es estar plenamente capacitado después de esos cuatro o cinco años y no se quiere admitir que todavía queda mucho por aprender, es por eso que existe esa aversión a algo que a la vista no tiene finalidad. Pero el mundo en sí no tiene fin, no sólo en el sentido extensivo sino también en el intensivo, como se entiende habitualmente.

A diferencia de las fuerzas de Mercurio, Venus, y la Luna, las fuerzas de Marte no nos permiten acoger algo, pero nos protegen de disolvernos en el elemento de calor.

  • 4. Las fuerzas de Marte nos protegen de la tendencia a fluir hacia fuera y disolvernos en el elemento de calor. Si las fuerzas de Marte no estuviesen presentes y funcionando de la manera correcta, el hombre tendría la constante tendencia a disolverse en el calor. Las fuerzas de Marte le retienen, le protegen de ello. Este es un asunto de suma importancia, ya que el calor en el organismo del hombre es mayor que el calor de su entorno, está en constante peligro de disolverse en el elemento de calor. Evitar esto es de la mayor importancia. Por lo tanto debe haber una concentración de las fuerzas de Marte en el organismo humano. Y esto se produce a través de la presencia de hierro en la sangre. El hierro contiene fuerzas que son idénticas a las de Marte y sostienen al hombre en oposición a la tendencia a disolverse en el calor.

Las fuerzas de Júpiter y Saturno no están presentes en el organismo humano de  forma material. Ellas están allí, pero en una manera diferente, no detectable inmediatamente.

  • 5. Las fuerzas de Júpiter protegen al hombre de la disolución en el elemento de la luz, en el Éter de luz. El hombre se convertiría en una nube de luz cada vez mayor si las fuerzas de Júpiter no trabajaran y estuviesen presentes en el hombre.
  • 6. Las fuerzas de Saturno protegen al hombre de la disolución en el Éter Químico. Estas fuerzas de Saturno que penetran en la constitución humana están conectadas, en cierto sentido, con la esencia más profunda de la naturaleza humana. Hablamos de una disposición “amarga” o “dulce” en un sentido metafórico. Pero estas cosas son algo más que una metáfora, si un ser humano tiene una sensación de acidez en el sentido moral y físico, eso tiene relación con su composición química. Y las fuerzas de Saturno tienen su parte en esta composición química. La manera particular en que un ser humano expresa su naturaleza como un todo depende de la forma en que Saturno está trabajando en él.

Una persona tiene un temperamento melancólico porque vive muy arraigado en su constitución química, en todo lo que hierve y es levantado en el hígado, la bilis, e incluso en el estómago, el temperamento melancólico por lo tanto, es debido a esta forma de vida en la composición química del organismo. Y esta característica es debida al hecho de que las fuerzas de Saturno trabajan con particular fuerza en esa persona.

El ser humano parece estar concentrado en el interior de su piel, pero esto es sólo en apariencia, en realidad él es parte integrante del cosmos, y es posible indicar con detalle cómo el cosmos tiene parte en la formación de la constitución humana.

Así, los planetas interiores (☾ ☿ ♀) tienen más que ver con los elementos físicos en el organismo humano: aéreo, sólido y líquido. Los planetas exteriores (♂ ♃ ♄) tienen que ver con los elementos etéricos del organismo. Entre los dos grupos de planetas esta el Sol. Las fuerzas de Mercurio, Venus y la Luna ponen al ser humano en relación con los elementos sólidos, líquidos y gaseosos. Las fuerzas de Marte, Júpiter y Saturno le protegen de evadirse en el éter de calor, luz y químico. Como pueden ver, el efecto es una polarización. Entonces el Sol se interpone, evitando que los dos grupos de fuerzas planetarias se interpenetren. Supongamos que las fuerzas de Marte pudieran trabajar sin restricciones y pudieran hacerlo en las fuerzas lunares, por ejemplo. Si las fuerzas del sol no estuvieran colocadas en el centro, actuando como una especie de pared divisoria no permitiendo que estas fuerzas se unan, las fuerzas de Marte -que desprecian al ser humano como una entidad independiente en el elemento de calor- que, es cierto, todavía le impiden que fluya lejos en el calor, pero esta entidad independiente, entonces tendría al mismo tiempo la obligación de tomar posesión del Aire, y el hombre se convertiría en un fantasma aéreo. Con el fin de que ambos procesos puedan llevarse a cabo, a fin de que el hombre pueda apoderarse de los constituyentes aeriformes en su organismo, y vivir como un ser independiente de los elementos, las fuerzas conjuntas de Marte y la Luna, deben ser mantenerse separadas. Y por ello, el Sol se encuentra entre los dos.

Esto era bien conocido por los antiguos iniciados. Si, por ejemplo, aparecían síntomas definidos de enfermedad en un ser humano debido al hecho de que las fuerzas de Marte están trabajando demasiado fuertemente, de modo que chocan a través del elemento Solar, el resultado llevaría al hombre a vivir intensamente en el organismo aeriforme debido a que es más capaz de apoderarse de él, en este caso, las fuerzas de Marte deben separarse de las fuerzas de la Luna. Y para este fin debe ser administrado aurum (oro). Para evitar que las fuerzas de Marte y de la Luna fluyan entre sí, deben ser fortalecidas las fuerzas del Sol. De esta manera fue descubierto el efecto reparador del aurum, cuyo efecto es llevar de nuevo el equilibrio armónico al organismo, de modo que mantiene la distancia bajo control.

Todo esto nos da la evidencia de que el conocimiento del universo no es posible sin el conocimiento del hombre, ni es posible el conocimiento del hombre sin el conocimiento del universo, sobre todo cuando se trata de dominar la aplicación de la ciencia en el arte de la curación.

 

Traducido por Gracia Muñoz en noviembre de 2024

 

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